Lo que se terminó
03/09/2006
- Opinión
En siete minutos, nos referimos a los que permaneció en el vestíbulo del salón de sesiones del Palacio Legislativo de San Lázaro, el presidente Vicente Fox Quesada, mientras los perredistas gritaban a todo pulmón el “entregas y te vas”, se terminaron muchas cosas en la parafernalia del poder en nuestro país y no obstante que las voces representantes del stablisment piden el endurecimiento de los actos de gobierno para mantener las canonjías, esto se acabó.
Efectivamente, México ha vivido un largo proceso en su todavía incipiente democracia, primero para terminar con la época del partido único y dar inició de lo que se le llamó, la alternancia, con un gobierno del supuesto cambio que dilapidó totalmente su capital político con el que empezó, simple y sencillamente, porque equivocó el camino de atender la política de una administración pública por una administración gerencial impuesta a la cosa pública. Adentrémonos en lo que se termina:
El Día del Presidente
Así se le conoció a la ceremonia del Informe, primero con gran respeto casi con unción y hasta ahora con la burla de un acto caduco que ya no podrá ser. Nunca más veremos al presidente omnímodo, en los siguientes primeros de septiembre de cada año: Recibir en la Residencia Oficial de Los Pinos a la radio y a la televisión, para en cadena nacional, el mandatario y los miembros de su familia ser entrevistados para preparar el gran acto del Presidente Sol, en la sesión de Congreso General. Nunca más el recorrido de Los Pinos a Palacio Nacional para colocarse la Banda Presidencial y de nuevo, con el seguimiento de cámaras y micrófonos, de Palacio Nacional a la sede de la Cámara de Diputados con algunos cortes en la transmisión para escuchar las entrevistas de los hombres del gabinete presidencial sobre un Informe que aún no había sido presentado, luego los honores a la Bandera, los honores militares al presidente en turno, para pasar al acto cumbre de la lectura del Informe y el mensaje político con interrupciones de aplausos y de loas, y con las mismas muestras de algarabía el regreso, muchas veces en vehículo descubierto y lanzamiento de papel multicolor cortado, para luego en los salones de Palacio Nacional recibir el primer mandatario la salutación de las “fuerzas vivas de la nación”, que el pueblo dio en llamar el “besamanos”.
El exceso de fuerza
También tendrá que terminar. Sin ninguna necesidad se convirtió al Palacio Legislativo, afuera y adentro, en un virtual estado de sitio por orden del Ejecutivo Federal para “proteger” al propio presidente Fox, sin calcular la ofensa, tanto a los legisladores de todo los partidos, aunque los de Acción Nacional lo expliquen de forma diferente, como a los vecinos del entorno geográfico. Todo para que se desmontara en breves instantes el blindaje militar y policiaco ante la amenaza del senador Carlos Navarrete de que no abandonarían la tribuna, que instantes antes habían tomado los legisladores perredistas si no se reanudaba la vigencia de las garantías constitucionales suspendidas de facto.
El formato del Informe Presidencial
Desde hace mucho tiempo incontables voces se habían manifestado, sin ser escuchadas, de que el diseño del Informe Presidencial estaba agotado. No es posible que un poder, el Ejecutivo, se presente a entregar por escrito el mamotreto del Informe y aproveche la llamada tribuna más alta de la nación para regodearse en un discurso sólo de supuestos aciertos y avances y remate el rito fastuoso con el mensaje político o de buenas intenciones, sin escuchar las posiciones de las diferentes fracciones parlamentarias que asisten al Congreso de la Unión.
La conducción Electoral
Cuando todos los mexicanos creíamos, inocentes, que nos habíamos dado instrumentos adecuados para organizar, conducir y concluir adecuadamente los comicios federales, hoy cuando menos en la mayoría de los mexicanos están en duda y en una gran parte existe la certeza de que demostraron ineptitud y torpeza sino es que actuaron con mala fe y al servicio del poder. Esto se acabó, las próximas elecciones tendrán que ser limpias, transparentes, confiables y creíbles, lo contrario sería de un costo social imprevisibles. Por ello pensamos que todavía el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación aun tiene el tiempo necesario, para no sólo reivindicar su actuación sino para cumplir estrictamente con lo que le encomiendan la Constitución y demás leyes.
El presidencialismo
Sin dejar de reconocer, lo que tanto argumentan los priístas, de que el presidencialismo fue conveniente y cumplió en momentos históricos del país, se volvió caduco por las frivolidades de sus protagonistas, se volvió hegemónico por los excesos que otorgó un poder omnímodo a un solo hombre que gobierna a espaldas del pueblo y se impone a los otros dos poderes, el Legislativo y el Judicial.
En siete minutos los legisladores perredistas, en un acto que indiscutiblemente ya pasó a la historia, más que acallar al presidente, pusieron término también históricamente al presidencialismo caduco, soberbio, mendaz, arrogante despótico y autoritario. Así terminó “el presidencialismo”. Y sí no al tiempo.
- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor, vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP.
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