Consumado

05/09/2006
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A mis amigos y colegas latinoamericanos,
interlocutores fundamentales en las buenas y en las malas,
inteligencias iluminadoras en tiempos en los que no sobra el optimismo.
Escribo esto a pocas horas del fallo en el que los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE), de manera unánime y tras un proceso de varias semanas, ratifican y legitiman el triunfo del candidato del PAN, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa en la contienda presidencial de México 2006. Escribo desde una profunda incertidumbre, incomodidad interpretativa y preocupación por el futuro del país y sin ánimos partidistas o mal entendidas lealtades con un candidato o una fuerza política. Escribo como ciudadana, como analista y observadora de la contemporaneidad, como estudiosa de los movimientos sociales y los procesos que marcan, definitivamente, el curso de la historia: la mundialización de la cultura, el adelgazamiento del Estado en lo que toca a su función social, pero a su endurecimiento y fortaleza en lo que toca a las funciones de seguridad, los dominantes vientos neoliberales y la capacidad de los centros geopolíticos de poder de mantener la visión-versión de su inevitabilidad como destino fatal e irreversible. Escribo tal vez, tocada por esa incómoda palabra, que parece vedada a los analistas: la emoción. Como si la razón legisladora del intelectual, esa que tan bien ha sido discutida y cuestionada por Bauman, volviera a asentarse en territorios “liberados”, de esa pesada loza que implica la asepsia, la crítica que se autoasume “impoluta” que no admite refutación alguna. No se vale, “están locos", nos dicen y repiten a los que a contravía del relato dominante e instaurado a fuerza de iteraciones mediáticas, hemos tratado de colocar el argumento del fraude en el proceso electoral, de la inequidad, de los peligros de desestimar los tamaños de la desesperanza, descrédito y hoy, enojo, que experimentan millones de mexicanos. Se nos acusa de “perredismo chato”, de “ideólogos del Mesías”, de irreflexivos y entreguistas, y en los casos más graves y más descalificadores, de “Peje´s lovers”. Y no puedo, en mi calidad de antropóloga social, eludir mi capacidad -menguada por estos meses de un proceso anómalo, por decir lo menos-, de sorprenderme y dolerme de esas expresiones que indican un retroceso radical y fundamental a las lógicas y discursos que conformaron en buena medida la modernidad latinoamericana: borrar las marcas y asumir el progreso modernizador como única alternativa para salir de la barbarie. Un buen amigo, un intelectual de pura cepa, me enseñó que “las claves del siglo XXI, están en el siglo XIX”, y allá fui a buscar, a leer, a tratar de entender. Y no puedo sino darle la razón: un retorno complejo de una racionalidad excluyente que vuelve sobre viejos argumentos para regatearle al “pobre”, al marcado genéticamente, al disidente, un lugar en la historia. México retorna a sus más primitivos mitos fundantes, a sus símbolos más prestigiados y al mismo tiempo más sanguinarios: la eliminación de todo lo otro, en aras de una supuesta unanimidad y de una normalidad democrática a toda costa. ¿Se trata de reducir todo lo que sucede a que Andrés Manuel López Obrador, representa todo lo nefasto, lo ilógico, lo retrograda, lo “priísta” que nos habita?, esa ya parece una verdad instalada en el espacio público mexicano con “sucursales” muy bien instaladas en lo que he llamado “espacio público expandido”. La gravedad de la escena mexicana, tiene un culpable: López Obrador, AMLO, “el Peje”, “el Rayito de Esperanza”. Y no puedo, honestamente y con la humildad suficiente para debatir mi posición, dejar de asombrarme por semejante reducción. La pobreza, la inequidad, las insultantes y como suelo señalar, la obscenidad, de las desigualdades sociales, parecen no jugar en esta competencia “masculina” (volveré sobre este tema más adelante) por el acceso al poder formal. Todo, nos es dicho por muchos intelectuales y analistas de la contemporaneidad mexicana, es fruto de la locura, mesianismo, estupidez y avaricia de un solo hombre. Perdón, pero me cuesta suscribirlo. Entrenada por los que considero brillantes analistas y pensadores de la sociedad, obligada a realizar exhaustivos estudios, verificaciones, validaciones, me cuesta aceptar las tesis que colocan, simplistamente -a mi juicio- el problema en López Obrador y en sus aspiraciones “mesiánicas”. Ello no significa que no tengo críticas, desmarcajes, diferencias fundamentales con la Coalición por el Bien de Todos y su candidato; pero mucho más allá de estas críticas, se ubica el profundo (y honesto) convencimiento de que no estamos en el más limpio de los escenarios y de que hubo, hay, un fraude orquestado desde los poderes fácticos. Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, si los dioses aztecas nos son propicios, deberá asumir la presidencia el primero de diciembre, en medio de una de las peores crisis de legitimidad y credibilidad en las instituciones del Estado mexicano. El nuevo presidente asumirá las riendas de un país sacudido por el poder del narco, de la pobreza, de la sumisión frente a las políticas del norte y muy especialmente, frente a la distancia, crítica y cuestionamiento de los abstencionistas y el rechazo de los lopezobradorcistas que habrán de llenarle el camino de piedritas, como se dice coloquialmente en México. Así las cosas, los ganadores de esta elección son, lo formulo casi con convicción, serán los priístas, que, aniquilado el personaje incómodo, representado por Roberto Madrazo, se erigen (hay evidencia empírica ya registrada), en el “fiel de la balanza”, en la fuerza que habrá de restituir la unidad, hegemonía y salud a esta “república restaurada”. Ganó el PRI. Aunque perdió en las urnas y se fue hasta el tercer lugar en términos parlamentarios, ganó en lo que toca a su capacidad de operación política, a su destreza para renacer de las cenizas, a su linaje histórico. Si López Obrador y el movimiento de resistencia civil que él encabeza y abandera, logra mantenerse más allá del primero de diciembre de este año, será significativo en términos del largo plazo braudeliano. Pero lo substancial en este momento es que se ha consumado la simulación de la democracia, con gran beneplácito de los poderes fácticos y alivio de los poderes internacionales. De entre mis interlocutores habituales, me falta Norbert Lechner, su sabiduría, su potencia analítica, su generosidad, serían fundamentales en estos momentos. A él apelaría para preguntarle si en el caso mexicano, “morirse de miedo”, es simplemente una metáfora o una realidad consumada. Felipe de Jesús (bautizado por el movimiento de resistencia como “Fecal”, que no coloco aquí con ánimos revanchistas, sino para señalar el tamaño del descrédito con el que asumirá la presidencia), llega al más alto cargo en un país, escindido, enfrentado por profundas desigualdades que no hay tiempo de enumerar aquí pero pueden ser consultadas por los ojos atentos e interesados. Y mientras esto escribo (8:01 de la noche del 6 de septiembre de 2006)), el símbolo más claro de la incertidumbre y la crisis mexicana es que el primer discurso del presidente electo Felipe Calderón, es transmitido en vivo por CNN, mientras las emisoras nacionales acuden a su programación habitual. Más tarde, por la noche, reconstituidos, los comendadores y comandatarios de la palabra pública habrán de escenificar el ritual cotidiano de los últimos tres años, que mande a la hoguera a uno y, santifique a los demás y a la muy inmaculada democracia mexicana, que en palabras parafraseadas de la Magistrada Alfonsina Navarro: violaron la legalidad, influyeron el sentido del voto, intervinieron indebidamente, “pusieron en riesgo la elección”, pero no hay razones para anular el proceso. Lo grave del momento lo sintetizo en tres hipótesis (susceptibles de debate) 1) la profunda “masculinización” del debate público mexicano (en tonos, reglas, modos y participantes), que apela a la superioridad incuestionable de un cierto iluminismo decimonónico. 2) La instauración de una verdad incontestable, que quiero llamar, metafóricamente como la 'República Letras Libres', para aludir al “triunfo” (¿momentáneo?), de los intelectuales y analistas que se han agrupado al centro de un principio peligroso “el odio a López Obrador”, desestimando -peligrosa e irresponsablemente-, la inteligencia del movimiento social y las razones profundas del descontento. 3) La obsesión de la izquierda “histórica” por pasarle facturas, otra vez a una persona, desestimando que el momento en el país, ameritaba una revisión de los dolores “propios”, frente al desencanto y dolor de los múltiples y constantes fracasos de las voces disidentes al “terso” romance de los nuevos apostatas. Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, pese a la “incomodidad” del dictamen leído por la Magistrada Alfonsina Navarro, se lleva el país con un 35.71% frente a un 35.15% de los votos (reconocidos en la revisión parcial del TRIFE) de la Coalición Por el Bien de Todos, es decir de la fuerza representada por López Obrador. El Señor Presidente Calderón que se negó a contar voto por voto, declarado triunfador por un Tribunal que dijo que había “irregularidades”, “anomalías”, que reconoció las intromisiones del Presidente Vicente Fox y los poderes económicos, representados por el Consejo Coordinador Empresarial y que señaló que aspirar a la desaparición de esas “irregularidades” es simple quimera, habrá de asumir la dificultad de gobernar un país lastimado, complejo, escindido. Y claro, no sólo cuenta, la sospecha más que instalada de un fraude, sino están además: la pregunta por un PRI, que se oferta como garante de la democracia, el narcotráfico que opera desatado, la Profesora Elba Esther Gordillo, que desafía desde su poder consolidado cualquier legalidad. Lo que quiero decir es que no gana el PAN, no gana Felipe Calderón, no gana la arbitrariedad, Gana, fundamentalmente, la incertidumbre y gana la irreversible sensación de un eterno retorno del pasado autoritario. - Rossana Reguillo es docente e investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales, ITESO. Guadalajara, México.
http://www.porlalibre.org/americalatart168.html
https://www.alainet.org/es/active/13239

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