El coloso con pies de barro

14/09/2006
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En Daniel (II, 31-46) se lee: “Tú, ¡oh rey!, mirabas y estabas viendo una gran estatua. Era muy grande la estatua y de un brillo extraordinario; estaba en pie ante ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de la estatua era de oro puro, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro, los pies parte de hierro y parte de barro. Tú estuviste mirando, hasta que una piedra desprendida, no lanzada por la mano, golpeó a la estatua en los pies de hierro y de barro, destrozándolos”. El simbolismo del “coloso con pies de barro” también es mencionado por Platón, Virgilio, Ovidio, la Biblia y Dante Alighieri. La lectura de estos antiguos textos que conservan su vigencia, sería muy recomendable para los estrategas militares estadounidenses responsables de las “conquistas” de Afganistán e Irak a la hora de hacer un balance. En octubre de 2001 una coalición militar multinacional dirigida por Estados Unidos invadió Afganistán con el objetivo de destruir los campos de entrenamiento de la red terrorista Al Qaeda y capturar a su líder, Osama bin Laden, responsable de los atentados aéreos del 11 de septiembre de ese año en Nueva York. En marzo de 2003 otra fuerza internacional encabezada por Estados Unidos ocupó Irak por su vinculación con Al Qaeda y la negativa a entregar armas de destrucción masiva. En el primer caso, los ejércitos representantes del mundo occidental derrocaron al régimen talibán y en el segundo depusieron a Sadam Husein. Transcurrieron casi cinco años de la invasión a Afganistán, denominada Operación “Libertad Duradera”, y los resultados están a la vista: Osama bin Laden, el enemigo público número uno de Estados Unidos, continúa inhallable, Al Qaeda sigue activa y la resistencia talibán ha incrementado los ataques a los ocupantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El general James L. Jones, comandante supremo aliado para Europa, declaró el 12 de septiembre que la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN, que con 20 mil soldados ocupa el 85 por ciento del país, necesita más hombres, helicóperos y aviones para enfrentar a los rebeldes. Quizá pueda considerarse un éxito para la democracia, la libertad y los valores occidentales el hecho de que se haya instalado en Kabul, la capital afgana, una planta de la Coca Cola. Pero la producción de la burbujeante “chispa de la vida” no supera a la producción de opio, que el régimen talibán había abatido de 3,100 toneladas al año a 1,800 toneladas: en la actualidad ese producto de exportación no convencional alcanza la cifra récord de 6,100 toneladas anuales, lo que significa el abastecimiento mundial del 92 por ciento de heroína. En el caso de Irak, una comisión de inteligencia del Senado de Estados Unidos determinó que Sadam Husein no tenía vínculos con Al Qaeda, mientras que en abril de 2005 un informe de la CIA confirmó que no se habían encontrado pruebas de la existencia de armas de destrucción masiva, ni de que éstas se hubieran ocultado en Siria tras la invasión. Han pasado tres años y medio, los invasores siguen allí y uno se pregunta por qué motivo han perdido la vida 98 mil civiles iraquíes. La respuesta a este interrogante la recibió Kofi Anan, secretario general de la ONU, luego de su extensa gira por Oriente Medio y de sus entrevistas con varios dirigentes de la región. Según informó a su regreso a Nueva York, la impresión general para todos ellos es que la invasión a Irak fue “un verdadero desastre” y que Estados Unidos se encuentra en una posición difícil porque, paradójicamente, “no puede quedarse, pero tampoco no puede irse”. Eso es lo que sucede cuando uno tiene metidas las piernas en un pantano. Es lo que ocurrió en Vietnam en 1975. Y un dato final para tomar en cuenta: la cantidad de soldados estadounidenses muertos en Afganistán e Irak ya superó el número de víctimas de los atentados aéreos de 2001, según información del Pentágono divulgada en agosto de este año. Es lo que pasa con los colosos con pies de barro. Fuente: Bambú Press
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