Es posible construir un proyecto de nación?
09/07/2001
- Opinión
La historia reciente del ejercicio político nicaragüense ha transitado por
dos momentos. El primero se caracterizó por la intervención de dos partidos
entre 1920 y 1979 -el Liberal y el Conservador- y el predominio del sistema
dictatorial de la familia Somoza. El segundo, es el instaurado por la
revolución Sandinista.
Durante este último período se consolidó un sistema democrático que empezó
con las elecciones de 1984 y concluyó con el proceso electoral de 1990. En
esta etapa el pluralismo político promovió una nueva organización de la
economía, la sociedad y las instituciones del sistema político a través del
consenso del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y el nuevo
gobierno de la Unión Nacional Opositora (UNO).
Durante el último quinquenio de la década de los 90's, la sucesión de
gobiernos "democráticos" condujo al país a una aguda crisis y al posterior
colapso económico. La imposición de políticas de ajuste macroeconómico
durante más de diez años profundizó la crisis de los sectores más pobres,
quienes se vieron despojados de los derechos más elementales mientras la
clase política ubicaba al país en el tercer lugar de corrupción a escala
continental.
Durante los gobiernos de Violeta Barrios y Arnoldo Alemán, Nicaragua se
ubicó en el lugar 117 (entre 174 países) del Indice de Desarrollo Humano
según informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Las elecciones de noviembre
Las elecciones para los poderes legislativo y ejecutivo -programadas para el
4 de noviembre de 2001- se presentan dentro de un panorama sombrío. Muchas
son las esperanzas que tiene el pueblo sobre su futuro inmediato; ¿será esta
vez posible construir un proyecto de nación? Esa es la gran interrogante
que cerca de un millón y medio de electores esperan sea despejada por el
nuevo gobierno.
Tres partidos políticos han hecho aparición en el escenario electoral: el
gobernante Partido Liberal Constitucionalista con su candidato Enrique
Bolaños -empresario y vicepresidente del gobierno de Alemán-, el Frente
Sandinista que vuelve una vez más con el Comandante Daniel Ortega y el
Partido Conservador cuyo candidato Noel Vidaurre es actualmente diputado del
poder legislativo.
Los dos partidos a inclinar la balanza el próximo 4 de noviembre son el PLC
y el FSLN. Iniciada la campaña, ambos grupos políticos prometieron una
salida a la crisis en la que está sumergida el país para beneficio de todos
los nicaragüenses. Para ello, enfatizaron un plan de acción basado en la
lucha contra la corrupción, la instauración de un sistema político
transparente y creíble, y el fomento de la inversión extranjera para reducir
la pobreza.
A pesar que todas las empresas encuestadoras dan como favorito en la primera
vuelta al Comandante Daniel Ortega, éste enfrenta una ardua tarea. Después
de conformar una alianza con el Partido Social Cristiano, deberá
reivindicarse de un pasado político desfavorable enraizado en las decisiones
adoptadas durante su mandato frente a la agresión norteamericana de los
ochenta.
Por su parte, Bolaños tiene la sombra de un presidente cuyo mandato se
distingue por altos índices de corrupción, una aguda crisis de la economía
nacional producto de sus desaciertos en el ejercicio del poder, y una
abierta injerencia en la actual campaña electoral.
Por otro lado, el Partido Conservador se ha auto-calificado como una tercera
opción. Sometido bajo presiones provenientes de las cámaras de empresarios
-motivados a su vez por la embajada del gobierno de Estados Unidos y el
mismo Presidente Alemán- pretende hacer una gran alianza antisandinista que
mejore el comportamiento electoral y reedite un triunfo similar al ocurrido
en 1990, que condujo a Violeta Barrios a la presidencia.
Lo cierto es que el equipo que llegue a la primera magistratura tendrá
muchas dificultades que enfrentar dada la vulnerabilidad económica del país.
Las instituciones financieras exigirán el cumplimiento de los acuerdos
dentro de los planes macroeconómicos establecidos y se tendrá que buscar
nuevas alternativas de gobernabilidad que avizoren una salida de la crisis.
Este cambio solo será posible mediante el consenso de las políticas
públicas con todos los sectores del país y para ello, los nicaragüenses
deberán, antes de ir a las urnas, analizar por quien votar si desean mejoras
en sus niveles de vida.
* Fausto Tórrez es dirigente nacional de la Asociación de Trabajadores del
Campo (ATC).
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