Retomar caminos perdidos y encontrar nuevos

28/09/2006
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  • Opinión
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Han pasado 10 años de la firma de la paz en Guatemala, pero la paz con justicia no llega. Terminó el enfrentamiento armado pero no se resolvieron las causas profundas que provocaron la guerra.

 

Los incipientes logros políticos alcanzados no llegan a consolidarse y son reversibles. La polarización y la militarización de la sociedad sigue siendo una tendencia preocupante. ¿Si con la firma de la paz se abrían posibilidades de encontrar cauces políticos para mejorar el país, por qué no ha sucedido? Esta pregunta es fundamental y puede dar lugar a una reflexión seria, sobre todo ahora que se convoca a conformar un frente amplio de izquierdas. Y está claro que la responsabilidad no debe achacársele solamente a quienes tienen el poder económico, político e ideológico y han gobernado el país pues, aunque evidentemente son responsables, para ellos, por su naturaleza, el interés era terminar la guerra y avanzar en la implementación de las políticas neoliberales, no resolver los problemas sociales del país. “No hay que pedirle peras al olmo”.

 

Los verdaderos cambios sociales sólo pueden surgir de quienes son explotados, oprimidos y discriminados, es decir, las grandes mayorías y algunas minorías también excluidas. Por esto me atrevo a asegurar que las izquierdas son una alternativa necesaria. Ahora bien, no se debe identificar a las izquierdas exclusivamente con uno u otro partido político específico, ni con los errores del pasado y del presente. Debe entenderse en su amplitud, como una corriente con propuestas políticas, económicas e ideológicas de vida y de cambio, identificadas con los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Sin embargo, aunque en el mundo soplen algunos vientos esperanzadores, bien sabemos que los cambios sociales hay que construirlos con perspectiva de proceso a mediano y largo plazo. Ese es el desafío que tenemos quienes nos identificamos como de “izquierda” y aspiramos a una Patria y a un mundo mejor, donde quepamos todas y todos, conviviendo armónicamente con el cosmos del que formamos parte.

 

LOS RETOS DE LA IZQUIERDA

 

• Revisar auto-críticamente la historia de la misma izquierda guatemalteca. Es necesaria la reflexión y el debate. No podemos seguir cerrando los ojos ante un pasado que, aunque lleno de heroísmo y de muchas glorias, también está lleno de fracasos. Los sectarismos, protagonismos y hegemonismos, la descalificación de las y los otros, las disputas y luchas de poder entre quienes debiéramos estar unidos o ser aliados tienen que terminar para dar paso a la convergencia sobre la base de consensos que pongan los intereses colectivos por encima de los particulares. Así como proclamamos la crítica hacia afuera, debemos practicarla hacia adentro, ya que “una izquierda que no aprende su pasado está condenada a repetir los mismos errores”. Además, esta reflexión es necesaria para sanar heridas.

 

• Tener propuestas claras y diseñar estrategias políticas que no se reduzcan a lo electoral. Ocupar espacios de poder puede ser importante si se hace como un verdadero servicio social, no por ambición personal. Pero más importante es contar con fuerzas sociales y políticas organizadas que le den sustento y fuerza a los cambios que se impulsen. Esto significa desarrollar relaciones más horizontales, para internarse y comprometerse en las luchas populares y sociales justas. Si en el pasado las izquierdas llegaron a ser verdaderos movimientos multitudinarios, fue porque contaban con ideas claras y una base social muy amplia.

 

• Dar paso a la renovación de concepciones y liderazgos. El pensamiento de las izquierdas debe avanzar y entender los nuevos tiempos, con todas sus complejidades, para ser capaz de hacer nuevas propuestas. Asimismo, se debe promover nuevos liderazgos que sustituyan a los anteriores, que si bien aportaron en su momento, acumularon defectos muy difíciles de cambiar y que hoy constituyen obstáculos para avanzar. Los mayores deben tener humildad y valorar a la juventud, a las mujeres e indígenas, con sus capacidades, sus experiencias y su sabiduría.

 

• Establecer alianzas sólidas con quienes, desde perspectivas distintas, quieren cambiar el país para bien. Como dicen con acierto quienes proponen la conformación de un frente de izquierdas, “las izquierdas no tienen la propiedad de la verdad”. Entonces, hay que saber escuchar y aprender de otros; sin llegar a imponer y “dictar línea”. Muy particularmente, la población indígena debe recuperar y desarrollar con visión crítica la sabiduría ancestral de sus Pueblos y el resto estar dispuesta a aprender de ella.

 

• Esto debe acompañarse de una nueva ética (o vieja ética de la izquierda, abandonada y muy poco vivida) que pone en alto la práctica del sentido comunitario y colectivo, el respeto, la honestidad, la transparencia, la responsabilidad, el compromiso, la solidaridad, la reciprocidad, la congruencia, la consecuencia y la lealtad. El cambio debe comenzar por nosotros mismos, lo cual supone formarse con nuevos conocimientos e ideas, desarrollando un pensamiento crítico y una mayor capacidad de análisis. Estos son, pues, algunos de los retos de quienes nos identificamos “de izquierda”, estemos o no vinculados a la iniciativa reciente de formar un frente. Ojalá seamos capaces de enfrentarlos con éxito para no defraudar de nuevo las necesidades y esperanzas del pueblo.

 

 

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