Entrevista a Moacyr Vilella, líder del MST

Modelo neoliberal aún se impone y frena acciones más sociales como la reforma agraria

19/10/2006
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El pasado 1 de octubre, los brasileños votaron en la primera vuelta de las elecciones generales del país. Contra todo pronóstico, el actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que se presenta a la reelección, no obtuvo los votos necesarios y deberá disputar una segunda vuelta, el próximo 29 de octubre, contra el conservador Geraldo Alckim.

Moacyr Vilella, líder del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra en Brasil, hace balance de las políticas sociales llevadas a cabo por Lula en sus cuatro años de mandato y advierte de la fuerte presión que los actuales terratenientes ejercen sobre el Gobierno para evitar una reforma agraria que beneficia a los más desfavorecidos.

El presidente Lula llegó al poder en 2002 con la promesa de llevar a cabo una reforma agraria justa. ¿Ha habido avances en sus cuatro años de mandato?

El programa que Lula proponía en 2002 era bastante ambicioso porque era la primera vez que un partido de izquierdas en el Gobierno hablaba de objetivos históricos e inmediatos. La reforma agraria siempre estuvo entre las prioridades del Partido de los Trabajadores, y era una promesa de reforma muy amplia. Pero eso no pasó. La política agraria del Gobierno fue muy tímida, se hizo pero no con la intensidad para, al menos, atender la necesidad de las 300.000 personas que hoy viven en campamentos.

En estos años, el Gobierno tuvo problemas fiscales y monetarios muy serios, una crisis financiera con el mercado internacional muy fuerte, y optó por solucionar primero estas cuestiones. Cada año dedicó el 5% del PIB a pagar deudas internacionales, que ya están pagadas. Esto ha perjudicado bastante a las políticas sociales, y sobre todo a la reforma agraria.

Además, hay que tener en cuenta la fuerza de los empresarios agrícolas, que se oponen a la reforma agraria. Son latifundistas asociados con grandes empresarios que presionan todo el tiempo a Lula porque son exportadores y una fuente de ingresos muy importante para Brasil. El Gobierno los trató muy bien; incluso el ministro de Agricultura, que recientemente se marchó con la oposición, era un hombre de confianza de estos empresarios.

¿Esta presión que ejercen los terratenientes también llega al Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra?

Todo el tiempo, porque los terratenientes se han unido a la justicia. Ahora son los jueces, con tradicionalmente vínculos muy fuertes con los sectores más conservadores, los que todo el tiempo se enfrentan a nosotros. Y hay mucha impunidad.

Esto es así porque, a diferencia de gobiernos anteriores que trataban a los sin tierra como criminales, Lula nos trató como interlocutores y como movimiento de masas. Cada vez que hubo un conflicto fue negociado. Y esto es importante porque nos acerca a la democracia y al diálogo.

¿Este acercamiento y reconocimiento como interlocutores ha venido acompañado de más avances sociales?

Ha habido otros avances, como el aumento de crédito para los pequeños agricultores y el incremento de 3 a 8 billones de dólares al año para estimular la pequeña agricultura. También ha habido un aumento significativo de fondos para educación. Haciendo balance, vemos puntos positivos y negativos, ha habido avances importantes, pero la política neoliberal todavía se impone en el ámbito económico y eso frena políticas más sociales como la reforma agraria.

Además, desde el año pasado la derecha brasileña ha realizado un intenso ataque contra el Gobierno para desacreditar el prestigio que Lula tenía entre las clases populares. Decían que crearía el caos en la economía pero en estos años se han pagado las deudas y, aunque a nivel de políticas sociales no haya hecho demasiado, su principal promesa de cuidar de los más pobres la ha cumplido.

En Brasil hay 13 millones de familias que reciben una ayuda para sobrevivir y, en este tiempo, se han promovido créditos a muy bajo interés y largo plazo. Según el Instituto de Estadística, en los últimos 4 años hubo un aumento de la renta de la población del 19%, algo significativo, aunque la diferencia de renta entre la población sigue muy grande.

A esta gran diferencia de renta se suman todos los prejuicios que la clase media y la burguesía tienen contra la gente pobre; en muchos años no ha habido en Brasil una división tan grande entre ricos y pobres ni un electorado tan dividido.

¿Desde el Movimiento de los Sin Tierra se apoya a algún candidato en concreto?

Como movimiento no apoyamos formalmente a ninguno de los candidatos, aunque el 95% de las personas del MST apoyó a Lula en la primera vuelta de las elecciones. Como Movimiento de los Sin Tierra, durante los cuatro años de gobierno de Lula hemos dialogado e, incluso, le hemos alertamos de problemas que podría tener y que tiene ahora. Con el actual Gobierno tenemos una posición de apoyo pero también de crítica y pensamos que si gobierna un segundo mandato lo hará de manera diferente, porque hay estabilidad económica y es el momento de empezar a crecer e impulsar políticas sociales.

Una cuestión clave para luchar contra la pobreza es la reforma agraria. ¿Cuál es la propuesta del Movimiento de los Sin Tierra?

Hoy en día reforma agraria no significa sólo un reparto de la tierra, eso sólo era posible cuando el enfrentamiento era con los terratenientes que dejaban la tierra sin cultivar.

Ahora nos enfrentamos al agronegocio, a grandes capitales asociados a esos terratenientes, lo que significa enfrentarse a un modelo de agricultura y no sólo a los terratenientes.

El MST, junto a otras entidades como Vía Campesina, nos enfrentamos a un modelo de agricultura que no es bueno para ningún país: la agricultura empresarial con grandes cultivos y productos químicos que envenenan el suelo, una agricultura predatoria que no tiene futuro porque explota la tierra durante 20 años y luego la abandona.

Entonces, ¿cuál es para el MST el modelo de agricultura más justo?

Creemos que lo principal no es producir para exportar, sino producir comida para el pueblo. El segundo paso es producir comida de calidad porque la que ahora se produce está llena de agrotóxicos y ha habido un empobrecimiento muy grande de la comida.

Necesitamos una agricultura menos industrializada, no quiero decir tradicional, sino moderna pero que elimine los abonos químicos y el exceso de veneno, que mantenga el suelo vivo por más tiempo… porque los sin tierra quieren llegar a la tierra y no salir de ahí por muchas generaciones.

También creemos que la industria de los alimentos tiene que estar en manos de los campesinos y denunciamos que, en realidad, la liberalización comercial agrícola no es para los campesinos sino para las multinacionales. Por eso, nuestro interés es el mismo que el de otros campesinos del mundo, y no debemos enfrentarnos entre nosotros sino a los grandes empresarios y sus modelos agrícolas.

Para reivindicar sus derechos los campesinos deben conocerlos y formarse. ¿Es la educación una de las prioridades del MST?

La formación de la gente es la prioridad de nuestro trabajo interno. La cuestión de la reforma agraria se volvió más compleja, ya no se trata sólo de hablar de acceso a la tierra y a los recursos para producir sino de ir más allá y comprender la estructura de la sociedad. Por eso tenemos escuelas itinerantes en los campamentos, a través de las cuales la gente de alfabetiza y participa en charlas, y ofrecemos formación para los que ya están asentados. Porque la gente necesita saber qué pasa y los motivos complejos de por qué Lula no hace la reforma agraria.

¿La educación y el acceso a la tierra serían la solución a la pobreza y el fin de la migración del campo a la ciudad?

Sí, porque los campesinos que llegan a la ciudad tampoco tienen alternativa de sobrevivir. Quizás no se ve tanto en las grandes metrópolis porque están congestionadas pero sí en las ciudades medianas, donde empiezan a aparecer favelas y gente viviendo en la calle que no tiene cómo subsistir.

Todos vienen del campo por la presión económica, de la policía y de los terratenientes, y esta situación sólo cambiará con una reforma agraria radical, enfrentando a los terratenientes.

Por otro lado, ¿cree que una nueva victoria de Lula daría fuerza a los gobiernos en América Latina que apuestan por políticas más sociales?

Pienso que el modelo neoliberal en América Latina está cayendo. Eso no significa que la derecha no tenga poder y, en los próximos años, cada cual deberá posicionarse para ver dónde quiere ir. Nosotros lo tenemos claro porque siempre hemos estado en la lucha. Lo importante no es posicionarse en la coyuntura sino en los principios, porque no se trata de ganar elecciones sino de cambiar las estructuras.

- Silvia Torralba es periodista de Canal Solidario-OneWorld

Fuente: Agencia de Información Solidaria
http://www.infosolidaria.org

https://www.alainet.org/es/active/14067
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