Sin duda Heinz Dieterich es un hombre inteligente, con sólida información y muy buenos propósitos. Pero por primera vez disiento con el enfoque que le dio a su último artículo “The Empire strikes back”.

Cuando se hace un análisis estratégico no se debe olvidar el “todo”, el Entorno Estratégico en que se desarrolla una situación y aclarado esto, pasar a la situación en concreto. Creo que el error de Dieterich es olvidar el entorno mundial y enfocarse sólo en la situación de Venezuela dentro del continente americano como si Chávez estuviera solo en el mundo y enfrentado a Estados Unidos.

Así como si nos mostrasen sólo una parte de la fotografía y en ella viésemos a un “chico solo” (Chávez) enfrentando a un matón (EE.UU) y concluyésemos que el matón aplastará al “chico”. Pero si nos muestran “toda” la fotografía, veríamos que del lado del “chico” hay otros “grandes” dispuestos a ayudarlo: China, Rusia e Irán, entre otros. Y este entorno mundial debemos analizarlo desde dos puntos de vista inter-relacionados: a) el geopolítico y b) la capacidad tecnológica-militar para aprovechar una situación geopolítica.

Del punto de vista geopolítico, la peor pesadilla para el británico Haltford McKinder hace más de un siglo, y para sus sucesores americanos hoy, comenzaba con ferrocarriles que partiendo desde Moscú llegaran al Pacífico o al Centro de Asia, o desde Berlín llegaran a Bagdad cerca del Golfo, que unificaran por tierra (o, en términos militares, “líneas internas”) a las potencias continentales euroasiáticas que se opongan al imperio británico y su control del Hemisferio Marítimo. En esto coincidió el alemán Karl Haushoffer, quien señalaba cuatro puntos que debían estar acordes para enfrentar al imperialismo naval: Berlín, Moscú, Bagdad y Pekín.

Quizás Perón percibió que, estando Argentina a la retaguardia del imperio naval (Gran Bretaña primero, Estados Unidos después), era forzoso buscar aliados dentro de la masa euroasiática (Alemania primero, la Unión Soviética y China después), para enfrentar al imperio naval. A más de 30 años de la muerte de Perón, y viendo la actividad diplomática de Chávez, es indudable que él conoce geopolítica y la aplica en su política de alianzas diplomáticas como hoy lo hubiera hecho Perón de estar vivo. Y los principales aliados de Chávez en su enfrentamiento a Estados Unidos, hoy no están en América Latina sino en Moscú, Beijing y Teherán.

Y el segundo punto para poner en vigencia esta ventaja geopolítica de una Eurasia unida contra el imperio naval (hoy EE.UU), es el profundo cambio que se ha operado en la filosofía de las armas que fabrican hoy los rusos (tecnología que hoy adquieren chinos, iraníes y venezolanos, entre otros).

Hasta la caída de la URSS, ésta había seguido por inercia la estrategia que les dio las victorias desde Stalingrado a Berlín: grandes y masivas concentraciones de tanques aplastando todo a su paso.

El resto de los desarrollos de armas era para apoyar el núcleo duro de su ataque –tanques– que esta vez aplastarían todo a su paso desde Berlín al Canal de la Mancha. La carrera financiera habría sido una de las causas de la caída posterior de la URSS, embarcada en un presupuesto militar cuantitativo y cualitativo sin tener los recursos para ello. La cúpula militar soviética no entendió que la guerra era financiera.

Al rehacerse de esa derrota, la cúpula rusa optó por seguir manteniendo la vanguardia en calidad, y hacer economía de esfuerzos en la cantidad; por desarrollar armamentos defensivos y baratos en lugar de ofensivos y caros, por desarrollar armas exportables a los aliados en lugar de armas caras de mantener para pueblos pobres. Y como se demostró en la última batalla Hezbollah-Israel, donde los baratos anti-tanques rusos destrozaron los muy caros tanques israelíes, eso puede tener un alto impacto estratégico a nivel mundial.

No haré una lista de novedades tecnológicas militares rusas, pero esta filosofía se habría extendido y desarrollado para anular las ventajas de ataque que tenía Estados Unidos en guerra aérea y naval. Los nuevos misiles antiaéreos rusos (S-400) estarían en condiciones incluso los muy caros bombarderos Stealth (Furtivos) por no hablar de máquinas de diseño anterior, en caso que éstos sobrevolaran ciudades como Teherán.

Es en la guerra naval donde la superioridad anglo-americana se mantiene desde Trafalgar, y donde ahora el desarrollo de nuevos misiles, torpedos y minas navales han vuelto obsoletos a los doce grupos de portaviones de la US Navy. Las últimas maniobras navales ruso-chinas, los rusos jugaban como atacantes y los chinos se defendían de la supuesta flota norteamericana, probaron que la flota china con misiles Sunburn disparados a tres veces la velocidad del sonido, puede destruir cualquier portaaviones de Estados Unidos.

Las minas navales rusas, ya no son esferas flotantes y ancladas por cadena al fondo del mar. Ahora se depositan en el fondo del mar, se localizan con GPS y se activan por tele-comando cuando pasa un blanco. No es necesario que el blanco pase por encima. Basta que por satélite se indique la GPS del blanco a muchas millas, para que la mina se active y salga desde el fondo a impactar el blanco.

Hoy, en caso de guerra, no sería extraño que el Golfo Pérsico se convierta –en cuestión de minutos– en un Mare Nostrum iraní frente a una flota anglo-estadounidense muy grande pero obsoleta frente al nuevo armamento anti-naval ruso.

Irán tiene el cuarto arsenal de minas navales (de nueva generación) del mundo. Primero están Rusia, China y Estados Unidos. Imaginemos esa concentración de minas en el Estrecho de Ormuz, de 70 millas de ancho, y a una flota estadounidense que intentara penetrar en él.

Esta sería la primera línea de defensa. La segunda línea serían los torpedos rusos de nueva generación, los torpedos super-cavitantes “Shkval” (“Escualo”) que Irán probó con éxito en el propio Golfo. Estos torpedos alcanzan 200 mph millas, es decir, su velocidad superior a la del sonido sub-acuático hace muy difícil tener tiempo para tomar contra-medidas de defensa.

La tercera línea defensiva de Irán es bloquear el estrecho con proyectiles de crucero supersónicos como Yakhonts, Moskits, Granits y Brahmos desplegados en Isla Abu Musa y todo el litoral escabroso y montañoso de Irán frente al Golfo Pérsico. Teherán ya demostró en 1988 cuando terminaba la guerra Irán-Irak, que podía dejar fuera de combate una fragata estadounidense con un misil chino “Silkworm” hilo-guiado. Hoy, esta combinación de misiles empleados en forma masiva, disparados desde puestos fortificados y ocultos en una costa rocosa, convertiría al Golfo en una especie de galería de tiro y donde los iraníes dispararían contra una flota de Estados Unidos –posiblemente obsoleta e indefensa– y super-petroleros de todas las naciones, como quien tira contra los patitos en una kermese.

Hace unos meses parecía “inminente” un ataque de Estados Unidos contra Irán. Hasta la batalla de julio entre Hezbollah-Israel, había un continuo ultimátum contra el desarrollo nuclear de Irán. Pero hoy hay silencio en lugar de intimaciones.

El fondo de toda propaganda militar de Estados Unidos –incluso Hollywood– se basa en convencer que su fuerza militar es irresistible desde la época del Far West hasta hoy, que los oponentes lo pagan muy caro y que es mejor someterse a la voluntad imperial.

Frente a Estados Unidos surge una fuerte alianza de facto entre China: una potencia en ascenso, maestra del softpower contra la “mano dura” estadounidense –la tecnología rusa y la determinación de Irán que se convierte en polo para muchos de los más de mil millones de islámicos. Esto lo oculta la propaganda de Estados Unidos.

Chávez lo sabe, de por sí, pero es seguro que también se lo comunicaron sus tres aliados principales en Eurasia. Chávez no está solo y además parece respaldado por una cúpula militar que, cuando habla de guerra asimétrica, guerra popular y de cuarta generación, parece que sabe de lo que habla.

Fuente: Bambú Press
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