Tensión en el sur del país
La policía antimotines irrumpió en Oaxaca
28/10/2006
- Opinión
Las fuerzas federales entraron al Zócalo de Oaxaca para "instaurar el estado de derecho". Al menos 3.500 agentes de la Policía Federal Preventiva se encargaron de desalojar las zonas ocupadas por la APPO.
Miles de agentes de la Policía Federal Preventiva mexicana (PFP) con equipo antimotines, helicópteros y tanquetas irrumpieron en la ciudad de Oaxaca lanzando agua contra la manifestantes tras la muerte en tiroteos de tres personas en medio de un prolongado conflicto.
La sureña ciudad colonial, famosa por sus ruinas prehispánicas, su artesanía indígena y su arquitectura, está controlada desde el mes de junio por profesores y ciudadanos coordinados en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) para exigir la dimisión del gobernador del Estado de Oaxaca, Ulises Ruiz, al que acusan de fraude para ganar las elecciones de 2004 y de utilizar sicarios contra sus oponentes.
En un acceso a la ciudad, cientos de manifestantes intentaron impedir el paso al convoy de policías, a los que arrojaron piedras. Sin embargo, en otras rutas de entrada a la ciudad las fuerzas antimotines avanzaron sin incidentes, según informó la agencia Reuters.
Tras varias horas de espera en las afueras de la ciudad, luego de despejar algunos accesos, las fuerzas antimotines entraron al centro de Oaxaca. Previamente, cientos de personas se congregaron al frente de un grupo de agentes con banderas y pancartas, algunos de ellos con sus manos pintadas de blanco en son de paz. Incluso una mujer ofreció flores a un policía y cuando éste no las tomó, las arrojó a sus pies.
El conflicto de cinco meses se encontraba en su punto más álgido y las autoridades federales dijeron que el orden debía quedar restaurado hoy, cuando miles de maestros en huelga deben volver a las aulas.
Los agentes de la PFP, equipados con uniforme antidisturbios, comenzaron a desmantelar las barricadas y los neumáticos incendiados. La fuerza enviada por el presidente Vicente Fox desplazó a la ciudad varios vehículos blindados, cañones de agua, excavadoras y helicópteros que apoyan a los agentes en su maniobra.
Diferentes columnas de policías entraron en la ciudad desde distintos puntos y superaron los obstáculos colocados por los manifestantes, quienes abandonaron algunas de las barricadas, pero reforzaron otras y prometieron defender la ciudad calle por calle contra la PFP. Bertha Muñoz, una de las integrantes de la APPO, aseguró que la resistencia sería pacífica. "¿Cómo podríamos enfrentarnos a ellos? Hemos visto que llevan fusiles R-15 y AK-47 ¿Que tiene nuestra gente? La mayoría sólo lleva flores que entregarles (a los policías)", aseguró.
Testigos presenciales aseguran que la ciudad está incomunicada y sólo la radio proporciona información de lo que sucede a sus habitantes. La emisora tomada por la APPO, se ha hecho eco de la convocatoria realizada por la Asamblea para que los habitantes de Oaxaca se manifiesten a partir de las 13:00 horas (hora local) para rechazar la entrada de la PFP en la ciudad.
Una de las personas que colaboran con la APPO realizó un llamamiento urgente a las organizaciones internacionales de Derechos Humanos para que desplacen a representantes que garanticen el respeto de las libertades civiles ante el temor a una irrupción violenta de la PFP en la ciudad.
Esta fuerza policial, que dispone de al menos 10 tanquetas antidisturbios con cañones de agua y varios camiones de bomberos para aprovisionarlas, ha sido acusada en varias ocasiones de abusos contra los Derechos Humanos y detenciones ilegales. Uno de los últimos episodios fue la polémica toma de San Salvador Atenco el pasado mes de mayo. Un informe de la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos pidió el cese inmediato de los responsables de la PFP y aseguró que los agentes actuaron por "venganza" y ejercieron una fuerza desproporcionada contra la población.
Agentes de la policía federal con rifles de asalto y protegidos con escudos, avanzaron el domingo en Oaxaca, eludiendo o apagando neumáticos incendiados y troncos de árboles al avanzar sobre la plaza central para tratar de poner fin a más de cinco meses de protestas y violencia.
Agentes que portaban cascos negros entraron a la ciudad desde varias direcciones, con apoyo de vehículos blindados, camiones hidrantes de alta potencia y topadoras, y helicópteros que rugían en lo alto. Llegaron hasta una barricada metálica que impedía el acceso al centro histórico de la ciudad, pero retrocedieron al ser atacados desde la retaguardia por manifestantes con palos, que arrojaban neumáticos encendidos.
Se advertía la presencia de manifestantes con botellas de cerveza y gaseosa llenas de gasolina y otras bombas caseras, pero que aún no las arrojaban a la policía, la que a su vez disparaba granadas de gases. Nubarrones de humo negro, de autos incendiados, invadían la zona. ""Creo que no les va a funcionar la estrategia", dijo Hugo Pacheco, que encabezaba a un grupo de manifestantes contra la policía a tres cuadras del centro. ""Creo que no les ha funcionado porque nosotros, el pueblo, tenemos razón".
La plaza principal, o Zócalo, de la bella ciudad colonial, una de las grandes atracciones turísticas del país, está cubierta de leyendas pintadas y ha servido como una suerte de cuartel general de los manifestantes, que tomaron la zona a fines de mayo. Antes de llegar hasta ahí, agentes de la Policía Federal Preventiva tuvieron que trepar sobre vehículos quemados y esquivar barricadas formadas por autobuses, camiones y bolsas de arena.
Algunos vecinos salieron de sus casas a aplaudir y agitar banderas blancas mientras los agentes trepaban sobre autos incendiados, esquivaban camiones, autobuses y escombros empleados como barricadas, en su avance hacia el centro de la ciudad. En otras partes de la ciudad, empero, se produjo una batalla callejera.
Manifestantes arrojaron piedras y trozos de hormigón para romper las ventanillas de una hilera de vehículos policiales que avanzaba por una arteria principal, y trataron de hacer retroceder a los agentes, que los repelían con escudos, bastones y las culatas de sus armas.
En varias zonas la policía usó camiones hidrantes contra los manifestantes. A medida que la policía se acercaba al Zócalo, la arbolada plaza central de Oaxaca, los manifestantes incendiaban autos y barricadas de tablas, y el humo invadía toda la zona. Lo que comenzó a fines de mayo como una huelga de maestros en esta ciudad colonial de 275.000 habitantes, escaló hasta escapar a todo control cuando grupos de izquierda, estudiantiles e indígenas tomaron el Zócalo y levantaron barricadas en toda la ciudad para reclamar la renuncia del gobernador Ulises Ruiz.
Las fuerzas del orden de la ciudad y el estado - frecuentemente vestidos de civil- han disparado armas de fuego, provocando choques que han dejado un saldo de por lo menos ocho muertos. El presidente Vicente Fox, que deja el cargo el primero de diciembre, había resistido reiterados llamados para enviar fuerzas federales a Oaxaca. Pero cambió de posición el sábado, un día después que un periodista estadounidense y dos residentes fueron asesinados a balazos.
En tanto algunos manifestantes se retiraron, otros fortificaron sus posiciones en algunas calles donde habían emplazado barricadas, y prometieron librar enfrentamientos calle por calle. Sin embargo, Bertha Munoz, una de las dirigentes del movimiento, dijo que muchos de los manifestantes eran pacíficos. "¿Cómo podemos enfrentar?" a la policía preguntó. "Ya hemos visto los (rifles) R-15 y los AK-47 que llevan. ¿Qué es lo que tiene nuestra gente? La mayoría ha venido a traerles flores".
Roberto García, uno de los manifestantes, dijo que pedía a toda la población que se mantuviera firme en las barricadas. Indicó asimismo que no querían enfrentarse con las fuerzas federales. García declaró que la renuncia o la remoción de su cargo del gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz no era negociable. Los manifestantes estimaron que cerca de 4.000 policías habían tomado posiciones en los alrededores de la ciudad.
Miles de agentes de la Policía Federal Preventiva mexicana (PFP) con equipo antimotines, helicópteros y tanquetas irrumpieron en la ciudad de Oaxaca lanzando agua contra la manifestantes tras la muerte en tiroteos de tres personas en medio de un prolongado conflicto.
La sureña ciudad colonial, famosa por sus ruinas prehispánicas, su artesanía indígena y su arquitectura, está controlada desde el mes de junio por profesores y ciudadanos coordinados en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) para exigir la dimisión del gobernador del Estado de Oaxaca, Ulises Ruiz, al que acusan de fraude para ganar las elecciones de 2004 y de utilizar sicarios contra sus oponentes.
En un acceso a la ciudad, cientos de manifestantes intentaron impedir el paso al convoy de policías, a los que arrojaron piedras. Sin embargo, en otras rutas de entrada a la ciudad las fuerzas antimotines avanzaron sin incidentes, según informó la agencia Reuters.
Tras varias horas de espera en las afueras de la ciudad, luego de despejar algunos accesos, las fuerzas antimotines entraron al centro de Oaxaca. Previamente, cientos de personas se congregaron al frente de un grupo de agentes con banderas y pancartas, algunos de ellos con sus manos pintadas de blanco en son de paz. Incluso una mujer ofreció flores a un policía y cuando éste no las tomó, las arrojó a sus pies.
El conflicto de cinco meses se encontraba en su punto más álgido y las autoridades federales dijeron que el orden debía quedar restaurado hoy, cuando miles de maestros en huelga deben volver a las aulas.
Los agentes de la PFP, equipados con uniforme antidisturbios, comenzaron a desmantelar las barricadas y los neumáticos incendiados. La fuerza enviada por el presidente Vicente Fox desplazó a la ciudad varios vehículos blindados, cañones de agua, excavadoras y helicópteros que apoyan a los agentes en su maniobra.
Diferentes columnas de policías entraron en la ciudad desde distintos puntos y superaron los obstáculos colocados por los manifestantes, quienes abandonaron algunas de las barricadas, pero reforzaron otras y prometieron defender la ciudad calle por calle contra la PFP. Bertha Muñoz, una de las integrantes de la APPO, aseguró que la resistencia sería pacífica. "¿Cómo podríamos enfrentarnos a ellos? Hemos visto que llevan fusiles R-15 y AK-47 ¿Que tiene nuestra gente? La mayoría sólo lleva flores que entregarles (a los policías)", aseguró.
Testigos presenciales aseguran que la ciudad está incomunicada y sólo la radio proporciona información de lo que sucede a sus habitantes. La emisora tomada por la APPO, se ha hecho eco de la convocatoria realizada por la Asamblea para que los habitantes de Oaxaca se manifiesten a partir de las 13:00 horas (hora local) para rechazar la entrada de la PFP en la ciudad.
Una de las personas que colaboran con la APPO realizó un llamamiento urgente a las organizaciones internacionales de Derechos Humanos para que desplacen a representantes que garanticen el respeto de las libertades civiles ante el temor a una irrupción violenta de la PFP en la ciudad.
Esta fuerza policial, que dispone de al menos 10 tanquetas antidisturbios con cañones de agua y varios camiones de bomberos para aprovisionarlas, ha sido acusada en varias ocasiones de abusos contra los Derechos Humanos y detenciones ilegales. Uno de los últimos episodios fue la polémica toma de San Salvador Atenco el pasado mes de mayo. Un informe de la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos pidió el cese inmediato de los responsables de la PFP y aseguró que los agentes actuaron por "venganza" y ejercieron una fuerza desproporcionada contra la población.
Agentes de la policía federal con rifles de asalto y protegidos con escudos, avanzaron el domingo en Oaxaca, eludiendo o apagando neumáticos incendiados y troncos de árboles al avanzar sobre la plaza central para tratar de poner fin a más de cinco meses de protestas y violencia.
Agentes que portaban cascos negros entraron a la ciudad desde varias direcciones, con apoyo de vehículos blindados, camiones hidrantes de alta potencia y topadoras, y helicópteros que rugían en lo alto. Llegaron hasta una barricada metálica que impedía el acceso al centro histórico de la ciudad, pero retrocedieron al ser atacados desde la retaguardia por manifestantes con palos, que arrojaban neumáticos encendidos.
Se advertía la presencia de manifestantes con botellas de cerveza y gaseosa llenas de gasolina y otras bombas caseras, pero que aún no las arrojaban a la policía, la que a su vez disparaba granadas de gases. Nubarrones de humo negro, de autos incendiados, invadían la zona. ""Creo que no les va a funcionar la estrategia", dijo Hugo Pacheco, que encabezaba a un grupo de manifestantes contra la policía a tres cuadras del centro. ""Creo que no les ha funcionado porque nosotros, el pueblo, tenemos razón".
La plaza principal, o Zócalo, de la bella ciudad colonial, una de las grandes atracciones turísticas del país, está cubierta de leyendas pintadas y ha servido como una suerte de cuartel general de los manifestantes, que tomaron la zona a fines de mayo. Antes de llegar hasta ahí, agentes de la Policía Federal Preventiva tuvieron que trepar sobre vehículos quemados y esquivar barricadas formadas por autobuses, camiones y bolsas de arena.
Algunos vecinos salieron de sus casas a aplaudir y agitar banderas blancas mientras los agentes trepaban sobre autos incendiados, esquivaban camiones, autobuses y escombros empleados como barricadas, en su avance hacia el centro de la ciudad. En otras partes de la ciudad, empero, se produjo una batalla callejera.
Manifestantes arrojaron piedras y trozos de hormigón para romper las ventanillas de una hilera de vehículos policiales que avanzaba por una arteria principal, y trataron de hacer retroceder a los agentes, que los repelían con escudos, bastones y las culatas de sus armas.
En varias zonas la policía usó camiones hidrantes contra los manifestantes. A medida que la policía se acercaba al Zócalo, la arbolada plaza central de Oaxaca, los manifestantes incendiaban autos y barricadas de tablas, y el humo invadía toda la zona. Lo que comenzó a fines de mayo como una huelga de maestros en esta ciudad colonial de 275.000 habitantes, escaló hasta escapar a todo control cuando grupos de izquierda, estudiantiles e indígenas tomaron el Zócalo y levantaron barricadas en toda la ciudad para reclamar la renuncia del gobernador Ulises Ruiz.
Las fuerzas del orden de la ciudad y el estado - frecuentemente vestidos de civil- han disparado armas de fuego, provocando choques que han dejado un saldo de por lo menos ocho muertos. El presidente Vicente Fox, que deja el cargo el primero de diciembre, había resistido reiterados llamados para enviar fuerzas federales a Oaxaca. Pero cambió de posición el sábado, un día después que un periodista estadounidense y dos residentes fueron asesinados a balazos.
En tanto algunos manifestantes se retiraron, otros fortificaron sus posiciones en algunas calles donde habían emplazado barricadas, y prometieron librar enfrentamientos calle por calle. Sin embargo, Bertha Munoz, una de las dirigentes del movimiento, dijo que muchos de los manifestantes eran pacíficos. "¿Cómo podemos enfrentar?" a la policía preguntó. "Ya hemos visto los (rifles) R-15 y los AK-47 que llevan. ¿Qué es lo que tiene nuestra gente? La mayoría ha venido a traerles flores".
Roberto García, uno de los manifestantes, dijo que pedía a toda la población que se mantuviera firme en las barricadas. Indicó asimismo que no querían enfrentarse con las fuerzas federales. García declaró que la renuncia o la remoción de su cargo del gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz no era negociable. Los manifestantes estimaron que cerca de 4.000 policías habían tomado posiciones en los alrededores de la ciudad.
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