La batalla de Oaxaca

03/11/2006
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Mientras los oaxaqueños se disponían, siguiendo las tradiciones renovadas año con año, a pasar el día en los cementerios compartiendo comidas, flores, penas y alegrías con sus muertos, el “operativo Juárez 2006” se echaba a andar en torno a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).

Igual como en Irak se aprovecha el Ramadan para lanzar operativos militares que intentan aprovechar la desprevención de la resistencia, en Oaxaca el día de muertos con sus ritos y la desmovilización general por un largo feriado (del 1 al 5 de noviembre) fue el momento elegido para apoderarse de lo que los mandos militares, después de haberse aposentado en el zócalo (la plaza central), han considerado el bastión central de actividades de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).

El tratamiento del conflicto, que con muchas dificultades había logrado mantenerse los meses anteriores dentro de los marcos políticos, registró desde el 28 de octubre un vertiginoso desplazamiento hacia el ámbito militar, anunciado después de una oscura jornada en la que grupos de fuerzas irregulares, presuntamente vinculados al gobernador Ulises Ruiz, se movilizaron para construir un escenario de violencia desordenada e incontrolada, capaz de justificar la presencia de la Policía Federal Preventiva (PFP), cuerpo policiaco-militar creado para fines de seguridad interna con un estatuto, por cierto, inconstitucional. La inteligencia militar, bajo el mando directo de los altos mandos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) que conforman el Estado Mayor (o Comando Conjunto), se hace cargo de Oaxaca a partir de esos incidentes (que causaron la muerte del periodista estadounidense Bradley Will, entre otros), convirtiendo una disputa política en asunto de seguridad nacional, para el cual se diseñan operativos de guerra.

El operativo puesto en práctica es definido por el Ministro de Gobernación como “de ocupación” y en él trabajan conjuntamente la PFP y la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), homóloga del FBI norteamericano, mientras la Armada y el Ejército se colocan en posición de poder intervenir (con tropas preparadas en la región militar y en las costas) y se mantienen vigilantes.

Tomar el zócalo fue el primer propósito de una estrategia pensada aparentemente en forma de estrella que una vez que toma el centro se despliega en líneas de irradiación hacia las periferias y hacia fuera de la capital, donde evidentemente están las raíces y asientos más profundos de un movimiento emanado de los pueblos de Oaxaca.

Paradójicamente el operativo no se dirigió a la desmovilización de los grupos irregulares responsables de la confusión y muertes del día 29 sino que se orienta directamente a los lugares donde la APPO mantenía presencia pública.

El primer objetivo consiste entonces en desmantelar las posiciones en el zócalo y en deshabilitar los medios de comunicación con que los pueblos oaxaqueños se comunicaban entre ellos y con el mundo. Pero así como en Irak falló la operación quirúrgica planeada por el Pentágono, aquí la toma del zócalo sólo desplazó espacialmente a lo que nunca ha sido un grupo de dirigentes sino todo un pueblo movilizado. El primer error de previsión en este operativo es que, al ser concebido en términos militares, identifica al enemigo como un ente fijo y delimitado cuando su carácter es difuso, extendido, entramado e impersonal porque tiene personalidad colectiva y no individual. Los asientos de la APPO se desplazaron creando una especie de franja alrededor del zócalo que en algún momento hizo pensar en una imagen de cercadores cercados, pero que en realidad se disgregó en toda la ciudad recreando su territorialidad de acuerdo con las nuevas circunstancias.

En un sistema de redes como el que genera una organización comunitaria de larga maduración la distribución de roles es una derivación de las relaciones cotidianas y las dirigencias cuentan con una validación que no emana de las circunstancias sino de su historia en la comunidad. Los medios de comunicación también son diversos y transitan por los circuitos familiares o vecinales. No obstante las radios comunitarias, que han probado su importancia estratégica en circunstancias de luchas desatadas como la guerra del gas en tierras bolivianas, han sido fundamentales para la organización logística en los momentos decisivos.

Por eso el siguiente objetivo del operativo militar era el campus universitario, espacio privilegiado del debate de ideas y lugar donde, después de las ofensivas contra los otros medios de comunicación en poder de la APPO, seguía funcionando radio universidad como radio APPO. Blanco apetitoso porque en un mismo golpe permitía atacar a la universidad pública, al pensamiento libre, al régimen de autonomía del que gozan las universidades públicas, cancelar uno de los espacios de refugio de los miembros de la APPO y, como premio a la labor desempeñada, destruir radio APPO.

Pero un gobierno que deja de escuchar al pueblo y lo menosprecia es incapaz de entenderlo y controlarlo cuando éste se ha decidido a pelear. En un nuevo intento fallido la PFP, con apoyo de la AFI y la policía local, se volcó sobre la universidad justamente el día de muertos. En una larga, angustiante y combativa jornada, en la que las autoridades universitarias encabezadas por su Rector salieron en defensa de la sensatez, la democracia y la autonomía universitaria, la UABJO logró repeler el ataque que terminó en la retirada de las fuerzas de seguridad del estado.

Rociados sin descanso con gases lacrimógenos y gases pimienta, amagados con tanquetas y balas perdidas, los oaxaqueños dentro y fuera de la universidad dieron una pelea que no había sido prevista por los altos estrategas del Estado Mayor. El trabajo de coordinación realizado por Radio APPO (radio universidad) mantuvo permanentemente informado al mundo del avance de los acontecimientos y permitió no solamente orientar a los combatientes del pueblo sino articular el apoyo nacional e internacional que colocó a Oaxaca al nivel de alerta mundial.

Vecinos sin nombre aportaban vinagre para disminuir los efectos de los gases, arrojaban gasolina o excrementos a las tanquetas, proporcionaban linternas o alimentos, informaban de los movimientos de la PFP y el resto de los participantes en el operativo, colocaban las barricadas levantadas por los trascabos... Fue el pueblo de Oaxaca, anónimo y humilde pero investido todo como APPO, quien derrotó a las fuerzas represivas de élite y defendió su universidad y su dignidad.

Y mientras todos corrían con las tradicionales bombas molotov o unos cohetones de fabricación artesanal radio APPO, instalada en el corazón de la UABJO, no paraba de transmitir.

Difícil momento para la transición de poderes en México: la lucha del pueblo oaxaqueño va trasminando hacia el resto del país porque en ningún lugar faltan causas; la experiencia comunitaria se reproduce, con estilos propios, en cada región; el presidente saliente ha dejado de gobernar; el presidente que llega carece de legitimidad por ser producto de un fraude no desmentido.

Por otro lado, las reformas estructurales faltantes, entre las que destaca la desregulación que permita la integración energética de América del Norte, sólo pasarán en el Congreso con el acuerdo de una mayoría que el Partido Acción Nacional (PAN) no tiene y no logra construir. Las presiones de Estados Unidos y los organismos internacionales sobre un presidente emanado del proceso electoral más cuestionado desde que se expulsó del país a Porfirio Díaz en 1910 provocan aparentemente un nerviosismo en las altas esferas de la política en el país que se expresa en chantajes, oscuras componendas y torpezas. La militarización de la frontera norte cierra muchas válvulas de escape y el 1° de diciembre, fecha del traspaso de poderes, se acerca como espada de Damocles mientras el presidente Fox prefiere abandonar el país a su suerte y se va de gira. Y ante tal desgobierno Ulises Ruiz, gobernador ampliamente repudiado, lanza su mayor ofensiva contra la APPO y el pueblo de Oaxaca para quedarse en el poder.

Difícil pero urgente momento para parir otra historia. Esa que las comunidades de Chiapas nombraron y hoy protagonizan los pueblos de Oaxaca contaminándolo todo de dignidad y esperanza.
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