Oaxaca, un clamor por la justicia

14/11/2006
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Me permito dar una opinión muy personal sobre la situación social y política por la que está pasando el Pueblo de Oaxaca.

La indignación, el coraje, la explosión de la rabia contenida, la ancestral resistencia y la valentía de todo un pueblo en lucha por una vida digna fue lo que yo alcancé a ver detrás de una batalla campal para replegar a un ingente número de policías, mal pagados por cierto, pero suficientemente equipados para reprimir. El repliegue de la policía, en el ya histórico jueves 2 de noviembre, se debió a las armas de la justicia y la razón que envalentonaron a un pueblo desarmado. Ojalá que esto nos quede claro y no se quiera ocultar el grito desesperado de un pueblo con el manto de una mera táctica o retirada estratégica de los mandos policíacos.

Cuando el Pueblo de Oaxaca clama por una justicia que no la ve venir por ninguna parte, entonces toda la tierra se estremece y México se siente herido porque el dolor de Oaxaca es nuestro dolor.

Cuando un gobierno no tiene solución para los problemas que aquejan a nuestra gente, entonces a su clamor le responde con represión. Este es el signo más claro de que los intereses del gobierno están muy distantes de las necesidades de nuestro pueblo.

Por cierto cuando se da la represión, toda la atención del gobierno está en justificarla, menos en lo que generó el conflicto social. Se habla hipócritamente de restablecer el “orden” y la “normalidad” y “el estado de derecho” cuando todas estas palabras están escritas con la sangre del pueblo y están ocultando los kilómetros y kilómetros de vía crucis que históricamente ha recorrido el pueblo pobre e ignorado.

Un servidor ha participado en luchas populares y sabe lo que se siente cuando el gobierno y sus “tigrillos” vociferan tachando de “secuestradores de la calle”, “revoltosos”, “ignorantes” y “buenos para nada” a quienes han preferido morir peleando que arrinconados por el hambre y la miseria. Son personas del pueblo que no tienen nada que perder porque ya les han arrebatado todo... Bueno, no todo. Les queda la dignidad de la que muchos adolecemos.

Yo me pregunto si no seremos capaces los y las mexicanas de resolver este conflicto social y la respuesta afirmativa y esperanzadora aflora a mi mente; pero ¿qué se necesita hacer?

Siempre he pensado que la salida de un conflicto debe ser con dignidad para todas las partes involucradas. La pregunta más importante que deberemos hacernos es ésta: ¿Cómo podrán salir con dignidad los maestros, los de la Appo, el pueblo de Oaxaca en general, el Gobierno Federal, el Gobernador Ulises Ruiz, etc.?

A muchos les parecerá una pregunta muy ingenua y hasta imposible de resolver menos en estos momentos tan difíciles; pero en la experiencia que tengo en participar en algunos conflictos sociales siempre nos ha resultado muy provechoso este planteamiento. Si hay alguien que no salga con dignidad de este conflicto es porque no se ha resuelto satisfactoriamente. Así de sencillo.

Sólo que para iniciar un verdadero diálogo tiene que retirarse cuanto antes la policía y desaparecer absolutamente todo indicio de represión.¿Será capaz de hacer esto el gobierno? Ayudémosle a que así sea. A medida que se va avanzando en el diálogo, todas las partes tienen que dar un signo tangible de distensión, de otra manera será inútil todo lo que se diga. Ojalá que se dé en Oaxaca un signo de esperanza para nuestra gran Nación.

- Pbro. Camilo Daniel Pérez es Secretario Ejecutivo de la Comisión Episcopal de Pastoral Social. Conferencia del Episcopado Católico Mexicano.
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