Y murió en el exilio

19/01/2007
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  • Opinión
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Al igual que los estimados colegas chiapanecos, Miguel González Alonso y Ángel Mario Ksheratto, en esta ocasión redacto apesadumbrado -como lo estamos sus amigos y desde luego sus familiares- al conocer la triste y lamentable noticia del fallecimiento en el destierro o en el exilio de Don Conrado de la Cruz Jiménez.

El motivo, quizá nos permita ser disculpados por los lectores al escribir, emulando a Pablo… -pero- Neruda: una de las columnas más tristes, al tener que hablar de la muerte, más aún, cuando es de un amigo… del director de Cuarto Poder. La sorna está implícita en la cita de González Alonso, obviamente se refiere al exiliador o desterrador, valgan los epítetos porque los tiene más que merecidos el exdesgobernador de Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía.

Aprovecho las letras de los chiapanecos: Su bravo corazón se detuvo, a pesar de los esfuerzos médicos, a sus 69 años de edad el pasado lunes al filo de las 10 de noche en el hospital Monte Líbano de Miami, Florida, Estados Unidos, ciudad en donde permaneció los últimos de su vida exiliado, producto de una enfermiza persecución que a su familia y empresa le hizo el régimen de Pablo Salazar Mendiguchía, que a pesar de su ferocidad NO alcanzó acariciar el gusto de doblegarlo, someterlo y menos arrodillarlo… como hubiera querido.

A don Conrado de la Cruz Jiménez le alcanzó la vida para ver el fin de una dictadura y el renacer de una verdadera esperanza para los chiapanecos; perseguido por la tirria de un personaje malvado que se recreó en odios, rencores y fantasmas de un pasado lúgubre, soportó la infamia de un gobierno insensato que encontró complacencia en la maldad, aún cuando los domingos blandían panderos en honor a Dios.

Durante seis años, el jefe del Cuarto Poder no bajó la guardia, a pesar del encarcelamiento de su hijo y el exilio de él mismo, su esposa y una hija más. Fue una dolorosa etapa en la que el desarraigo de la tierra amada, fortaleció su espíritu y renovó su fuerza moral para constituirse, con su muerte, en el pergamino donde queda inscrita la historia de un falso redentor, cuya villanía quizá le esté, hoy, redituando alegrías que tarde o temprano, serán las llagas que le descarnen hasta quedar en la desnudez total, Escribió el amigo Ksheratto

En tiempos del implacable absolutismo salazarista, sigue Miguel González Alonso, que sometió a las LX, LXI y LXII legislaturas del Congreso; amaestró al Supremo Tribunal de Justicia; desapareció de manera inaudita a la Comisión de los Derechos Humanos y persiguió insaciable a su presidente Pedro Raúl López Hernández; golpeó y hostigó a los estudiantes de la Escuela Rural Matumactzá; amedrentó y silenció a todos los líderes y luchadores sociales con leyes draconianas; encarceló a dirigentes campesinos para callar sus voces y reclamos; etc, etc, etc, la ira palaciega –nomás- NO PUDO con Don Conrado de la Cruz Jiménez a pesar de que encarceló a su hijo, le inventó delitos, confiscó sus bienes y boicoteó reiteradamente a su empresa y colaboradores por las vías: fiscal, penal e intimidatoria, abusando cobardemente de su poder.

Nosotros queremos agregar, que si existe una pizca de conciencia en el dictadorzuelo del sureste, Pablo Salazar Mendiguchía, que desde luego no creemos, este sólo hecho de grandeza y dignidad en el fallecimiento de Conrado de la Cruz Jiménez, lo perseguirá por toda su estéril vida

- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano, vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP.

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