Mientras en México intentan imponerlos, crece rechazo mundial a transgénicos
18/01/2007
- Opinión
Mientras en nuestro país la industria transgénica y los biotecnólogos aprovechan la crisis en el precio de la tortilla para promover las siembras de maíz transgénico, en el mundo aumenta el rechazo de agricultores, campesinos y gobiernos a esta tecnología, dio a conocer Greenpeace.
"En México la industria biotecnológica pretende engañar a la sociedad y convencer a las autoridades para aprobar la siembra de transgénicos en México, prometiendo altos rendimientos y disminución de uso de agrotóxicos, lo que no han comprobado ni siquiera en Estados Unidos, de acuerdo a un reporte de abril del 2006 del propio Departamento de Agricultura (USDA) de ese país (1)", dijo Areli Carreón, de la campaña de transgénicos de Greenpeace México.
"Los transgénicos no son una solución para la producción de maíz en México porque no contamos con las condiciones de producción que requieren para prosperar, esto es, amplias extensiones de monocultivo altamente tecnificado, con riego y con el uso de un paquete tecnológico que los campesinos mexicanos no pueden costear. Para que se cumpliera la promesa de elevar los rendimientos de maíz a los niveles de los Estados Unidos con estas semillas tendríamos que modificar nuestra orografía, nuestra disponibilidad de agua, la tenencia de la tierra y cambiar nuestra cultura, forjada alrededor del maíz. En pocas palabras tendríamos que dejar de ser México".
La verdadera solución para mejorar la producción del maíz requiere de un cambio de fondo en las políticas públicas para el campo y la producción de alimentos, como hemos coincidido ambientalistas, organizaciones campesinas, indígenas, sociales y científicos e investigadores. Antes que permitir la siembra de transgénicos, el gobierno de México debe invertir en proteger y cultivar nuestra biodiversidad de maíz está perfectamente adaptada para resistir a plagas, sequía, inundación, viento, alcalinidad o acidez de los suelos. Esta riqueza genética es un patrimonio exclusivamente mexicano que debemos proteger y aquilatar.
"¿Por qué vamos a apostarle a una tecnología riesgosa para la salud y el medio ambiente, propiedad privada de unas cuantas corporaciones transnacionales que cobran regalías por su uso, que incrementa el uso de agrotóxicos dañinos y que es rechazada por los consumidores de mercados globales tan importantes como Europa, China, Japón y Australia? ¿Debemos permitir la contaminación de nuestra riqueza genética de maíz, sólo porque es un buen negocio para unas cuantas corporaciones transnacionales?", preguntó Carreón.
"Hoy aparece el reporte anual de ISAAA (International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications) dando cifras alegres inverosímiles sobre el supuesto crecimiento del uso de los transgénicos en el mundo. Estos datos se sustentan sólo en información provista por las propias compañías dueñas de esta tecnología, interesadas en impulsar su uso. No son una fuente imparcial y fiable de información. Las promesas falsas, el engaño y la falta de información sobre los transgénicos son las herramientas con las que las corporaciones biotecnológicas pretenden hacer jugosos negocios en México, poniendo en peligro de contaminación irreversible nuestro país, centro de origen y biodiversidad del maíz", dijo Carreón.
Rechazo global a los transgénicos, documenta Greenpeace
El documento Reacción global contra los transgénicos en 2006, publicado hoy por Greenpeace Internacional, provee evidencia sólida del rechazo global de agricultores, consumidores y gobiernos a la siembra de transgénicos. Este documento fue presentado en el contexto del lanzamiento del reporte anual de ISAAA (International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications), organización financiada por la industria agroquímica.
"Hay evidencia irrefutable de que gobiernos, agricultores y consumidores alrededor del mundo reconocen que los transgénicos son impredecibles, inviables o sin duda peligrosos", dijo Jeremy Tager, de Greenpeace International, "La reacción de los mercados globales al reciente escándalo de contaminación del arroz con transgénicos es de grandes proporciones ya que algunos países han decidido prohibir el cultivo de todos los transgénicos en sus territorios. Rumania, por ejemplo, que tenía 85 mil hectáreas sembradas con soya transgénica en el 2005, reducirá esa superficie a cero en este año".
"En México la industria biotecnológica pretende engañar a la sociedad y convencer a las autoridades para aprobar la siembra de transgénicos en México, prometiendo altos rendimientos y disminución de uso de agrotóxicos, lo que no han comprobado ni siquiera en Estados Unidos, de acuerdo a un reporte de abril del 2006 del propio Departamento de Agricultura (USDA) de ese país (1)", dijo Areli Carreón, de la campaña de transgénicos de Greenpeace México.
"Los transgénicos no son una solución para la producción de maíz en México porque no contamos con las condiciones de producción que requieren para prosperar, esto es, amplias extensiones de monocultivo altamente tecnificado, con riego y con el uso de un paquete tecnológico que los campesinos mexicanos no pueden costear. Para que se cumpliera la promesa de elevar los rendimientos de maíz a los niveles de los Estados Unidos con estas semillas tendríamos que modificar nuestra orografía, nuestra disponibilidad de agua, la tenencia de la tierra y cambiar nuestra cultura, forjada alrededor del maíz. En pocas palabras tendríamos que dejar de ser México".
La verdadera solución para mejorar la producción del maíz requiere de un cambio de fondo en las políticas públicas para el campo y la producción de alimentos, como hemos coincidido ambientalistas, organizaciones campesinas, indígenas, sociales y científicos e investigadores. Antes que permitir la siembra de transgénicos, el gobierno de México debe invertir en proteger y cultivar nuestra biodiversidad de maíz está perfectamente adaptada para resistir a plagas, sequía, inundación, viento, alcalinidad o acidez de los suelos. Esta riqueza genética es un patrimonio exclusivamente mexicano que debemos proteger y aquilatar.
"¿Por qué vamos a apostarle a una tecnología riesgosa para la salud y el medio ambiente, propiedad privada de unas cuantas corporaciones transnacionales que cobran regalías por su uso, que incrementa el uso de agrotóxicos dañinos y que es rechazada por los consumidores de mercados globales tan importantes como Europa, China, Japón y Australia? ¿Debemos permitir la contaminación de nuestra riqueza genética de maíz, sólo porque es un buen negocio para unas cuantas corporaciones transnacionales?", preguntó Carreón.
"Hoy aparece el reporte anual de ISAAA (International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications) dando cifras alegres inverosímiles sobre el supuesto crecimiento del uso de los transgénicos en el mundo. Estos datos se sustentan sólo en información provista por las propias compañías dueñas de esta tecnología, interesadas en impulsar su uso. No son una fuente imparcial y fiable de información. Las promesas falsas, el engaño y la falta de información sobre los transgénicos son las herramientas con las que las corporaciones biotecnológicas pretenden hacer jugosos negocios en México, poniendo en peligro de contaminación irreversible nuestro país, centro de origen y biodiversidad del maíz", dijo Carreón.
Rechazo global a los transgénicos, documenta Greenpeace
El documento Reacción global contra los transgénicos en 2006, publicado hoy por Greenpeace Internacional, provee evidencia sólida del rechazo global de agricultores, consumidores y gobiernos a la siembra de transgénicos. Este documento fue presentado en el contexto del lanzamiento del reporte anual de ISAAA (International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications), organización financiada por la industria agroquímica.
"Hay evidencia irrefutable de que gobiernos, agricultores y consumidores alrededor del mundo reconocen que los transgénicos son impredecibles, inviables o sin duda peligrosos", dijo Jeremy Tager, de Greenpeace International, "La reacción de los mercados globales al reciente escándalo de contaminación del arroz con transgénicos es de grandes proporciones ya que algunos países han decidido prohibir el cultivo de todos los transgénicos en sus territorios. Rumania, por ejemplo, que tenía 85 mil hectáreas sembradas con soya transgénica en el 2005, reducirá esa superficie a cero en este año".
Notas:
Fuente: www.greenpeace.org.mx
https://www.alainet.org/es/active/15272