Lula promete priorizar la educación. ¿Cómo y cuándo?

04/02/2007
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En América Latina en los últimos años la generalización de la enseñanza básica ha sido proporcional a la elitización de la enseñanza superior. Eso profundiza la desigualdad social, atrofia la capacidad de ejercicio de la ciudadanía e inhibe el diálogo social. Cuanto más bajo es el nivel de escolaridad de la población, menor su ingreso. El país sigue siendo una especie de predio propicio a la explotación de sus recursos humanos y naturales por parte del capital transnacional.

Los datos revelan que cuanto mayor es la presencia del Estado, mejor es la educación. En Brasil la inversión pública en educación es insignificante. De 1995 al 2005 anduvo por el orden de US$ 9 mil millones por año. En esa década la recaudación de la nación creció proporcionalmente al PIB: subió del 16.8% al 22.8%. Pero ni por eso se alteró la inversión en educación. El superávit primario y el ajuste fiscal hablaron más fuerte.

El año en que se invirtieron más recursos fue el 2002, con una dotación de US$ 10 mil millones. Durante el gobierno de Lula se invirtieron: US$ 9.500 millones en el 2003; US$ 9 mil millones en el 2004; US$ 9,100 millones en el 2005. Brasil invierte el 4.3% del PIB en educación, cuando debiera de duplicarlo. Los países asiáticos, destrozados por las guerras de las décadas 1940/1950, hicieron de la educación la palanca de su desarrollo gracias a la inyección de recursos, que variaron del 8 al 12% de su PIB.

El Plan Nacional de Educación, aprobado por el Congreso en el 2001, fijó en el 7% del PIB los gastos en enseñanza. Desgraciadamente el profesor/presidente, Fernando Enrique Cardoso, lo vetó. Y Lula aún no derribó esa "herencia maldita". El ministro Fernando Haddad (Dios quiera que Lula lo conserve al frente del MEC) defiende la subida hasta el 6% del PIB, según la recomendación de la UNESCO. Sin una fuerte inversión en educación, la prioridad del presidente Lula en su segundo mandato -mejorar la educación- seguirá idéntico destino que la reforma agraria "priorizada" a comienzos del primer período...

El Fundeb (Fondo de Mantenimiento y Desarrollo de la Educación) promete transferir este año casi US$ mil millones de recursos federales a los estados y a los municipios. En términos del PIB, equivale a un pírrico incremento de apenas el 0.1% en educación. En el 2010, cuando el Fundeb esté en pleno apogeo, recibiendo más de US 2,500 millones, todavía así la contribución federal quedará en el 0.3% del PIB.

Más del 90% de los recursos del Fundeb son recaudados por los gobiernos estaduales y municipales. El gobierno federal canta alabanzas con voz ajena. El Ipea recomienda que los recursos del gobierno federal sean adicionales y no mero complemento de los recursos del MEC. De los casi US$ mil millones de este año, por ejemplo, unos US$ 400 ya habrían sido entregados normalmente a los estados y a los municipios. Por tanto no se trata de recursos extras. ¿Cuándo la muchedumbre de niños y jóvenes brasileños serán más importantes que los acreedores de la deuda pública?

La violencia urbana, otra prioridad del segundo mandato de Lula, viene también como consecuencia del bajo nivel de escolaridad de nuestra población. Sin estudios no se consigue empleo; sin empleo no hay ingresos. Sin ingresos... sólo quedan la mendicidad y el crimen. La media de escolaridad en el Brasil crece muy lentamente: 5.5 años en 1995, 7 años en el 2005. No llegamos siquiera al nivel de escolaridad obligatoria en el país, que es de 8 años.

En la comunidad iberoamericana, países como España, Portugal y Cuba aumentaron de modo significativo, en los últimos 30 años, la calidad de las enseñanzas media y superior, gracias a la inversión pública. Por lo tanto, ¡ojo ante la euforia privatizadora! Ésta, además de convertir a la educación en una mercancía, anulando su naturaleza de derecho social, segrega a todos los que no disponen de suficientes recursos para pagar una buena escuela.

Las lagunas en la educación profundizan la brecha entre las naciones industrializadas y las emergentes. Mientras en las primeras el 85% de los jóvenes completan la enseñanza media, en América Latina el índice es de apenas el 35%. Durante la década de 1990 los países industrializados invirtieron en educación, como promedio, el 6% del PIB; en América Latina no pasó del 4.1%.

En educación no se puede hablar de calidad sin pasar cierto tiempo en la escuela preparatoria y en la enseñanza media. Cuatro horas diarias de período escolar es muy poco, sobre todo considerando que, fuera de la escuela muchos quedan retenidos por el entretenimiento deseducativo de la televisión.

El Brasil necesita eliminar también el analfabetismo digital e introducir en la escuela tecnologías de información y comunicación, que facilitan el acceso de alumnos y profesores a la información actualizada, favorecen la educación a distancia y hacen más participativos los procesos de aprendizaje.

El analfabetismo cibernético genera menor productividad e ingreso profesional; menos opciones de movilidad social; excluye del acceso a la información y a los mercados; perjudica el uso eficiente del tiempo; inhibe la participación política, el poder de gestión y el intercambio comunicacional y cultural.

"Estoy conectado, luego existo", diría hoy Descartes. En el Brasil, el Proinfo (Programa Nacional de Informática en Educación), del MEC, debe ser incrementado y, sobre todo, dotado de mayores recursos. En Chile, la Red Enlaces posibilita que haya terminales interconectados en todo el sistema escolar. En Costa Rica el Programa de Informática Educativa permite, desde 1988, que todos los alumnos de enseñanza elemental y media accedan a Internet.

En Argentina el Programa Educ.ar funciona como portal de contenidos educativos, herramienta de capacitación de docentes y nudo de conexiones. En los EE.UU., de 1994 al 2000 pasaron del 14% de escuelas conectadas y el 3% de clases a casi dos terceras partes de clases y al 100% de las escuelas, incluidas las más pobres.

Con menos del 8% del PIB invertido en educación, el gobierno puede incluso obtener idénticos índices de crecimiento del PIB, pero no mejorar el Índice de Desarrollo Humano, ni logrará hacer del Brasil una nación menos desigual y más justa.

Frei Betto es escritor, autor de "Bautismo de sangre", entre otros libros.

Traducción de J.L.Burguet
https://www.alainet.org/es/active/15424
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