Maestro

06/04/2007
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La cristiandad recuerda en estos días el asesinato por pena de muerte en la cruz de un maestro de 33 años. Han pasado siglos y un maestro joven de 40 años ha sido asesinado en Neuquén. Joven maestro comprometido con la dignidad humana en la vida de sus alumnos en el límite de aquella ciudad, más allá algunos ranchos muy pobres y la montaña. Allí ayudó a poner los ladrillos de la escuela, allí comenzó a poner las bases de la enseñanza en vidas jóvenes. Allí hoy las lágrimas y el dolor del vacío alimentan un inesperado duelo de Semana Santa.

Siglos atrás la barbarie hecha imperio, luego de una parodia de juicio, llevó a la muerte al joven maestro Jesús de Nazareth de Galilea. Hoy la barbarie del gatillo fácil impone la muerte a Carlos Alberto sin juicio alguno. ¿Su delito? luchar por una vida verdaderamente digna y plena, con derechos iguales para toda persona comenzando por la educación. Aquel maestro de Nazareth caminó el mismo camino, en la misma dirección, sus enseñanzas siguen hablando de vida plena con todo lo bueno que la dignifique como trabajo, educación en resumen pan en toda mesa y pan en el espíritu. ¿Qué pasó? ¿..qué sigue pasando? Sucede que el poder se molesta cuando el pueblo reclama dignidad y vida. El conflicto entonces es con quienes ejercen el poder político y económico. Vale entonces la pregunta ¿para qué ejercen el poder sino es precisamente para servicio de la vida plena? Cuando esto no está claro viene entonces la orden de desalojar la ruta mediante la represión, el resultado es que la ruta despejada para que pasen los autos de los turistas vale más que la vida de un joven maestro.

Pilato siglos atrás se lavó las manos como diciendo “yo no fui” el gobernador hoy en Neuquén se lava también las manos, reconoce que dio la orden pero niega su responsabilidad por la muerte de Carlos Alberto ¿Y luego?, escapa de la casa de gobierno como un delincuente.

Al día de hoy, la cristiandad lo llama “sábado santo” día de expectativa esperando el Domingo de Resurrección. La muerte por la lucha a favor de la vida de aquel querido maestro neuquino también tiene significado de resurrección, millones en nuestro país y en el mundo han asumido la misma lucha que busca resucitar la dignidad, la justicia, la paz, la igualdad, el respeto personal y comunitario, en resumen la vida plena para toda persona como también para toda la creación.

El compromiso es más fuerte que la represión, las lágrimas más fuertes que las balas, la dignidad humana más que el poder, la vida más fuerte que la muerte.
El desafío es caminar ese sendero.

Obispo ( e ) Aldo M. Etchegoyen
Iglesia Evangélica Metodista.
Co-Presidente APDH

Sábado 7 de abril - 2007
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