Los ejércitos privados del neoliberalismo
11/04/2007
- Opinión
Introducción
El capitalismo sigue siendo un sistema con múltiples capacidades adaptativas y creativas, manteniendo en todo caso su estructura de clases y la explotación a ella inherente.El neoliberalismo como expresión histérica del capitalismo viene replanteando los vínculos entre lo económico, lo político y lo social, en búsqueda de acabar con el control de las estructuras sociales sobre el capital, pero supeditándolas en todo caso a su beneficio.El Estado en su rol de amortiguador de las contradicciones entre clases sociales, ha sido objeto de múltiples transformaciones, este texto discute la noción del monopolio de la fuerza en manos del Estado, en un contexto neoliberal.
La pregunta que guía el presente trabajo es la de ¿cómo se produce el uso de la fuerza como resultado de la nueva cultura política?
Presentamos el caso colombiano como situación específica de múltiples estrategias en el uso de la fuerza, que nos permiten ver como la guerra se ha dispuesto como negocio lucrativo. Dos dimensiones de análisis son pertinentes, de una parte la situación interna y de otra el marco internacional. En este caso: el paramilitarismo como manifestación del tipo de guerra que se produce al interior; y en segundo lugar, los planes de intervención, para la ultima década, llamados "Plan Colombia" y " Plan Patriota", diseñados, financiados y puestos en ejecución desde los Estados Unidos.
1. Las transformaciones del para-militarismo
a. dicotomía local- nacional
La relación entre el Estado Colombiano y los grupos paramilitares podríamos entenderla bajo dos formas, las cuales no son excluyentes entre si, por el contrario han venido alternándose en el panorama político y militar, sin que se pueda establecer un limite especifico entre la una y la otra, ya que su manifestación concreta las vincula de distintas maneras. El prefijo "para", explica esta dicotomía: por una parte es representativo de aquellos grupos armados que se constituyen como apoyo o para asistir al Estado, los cuales han sido promovidos directamente por las fuerzas armadas en correspondencia a planes de seguridad específicos. De otra parte los grupos "Para-Estatales", es decir grupos armados que se formaron y han tenido desarrollos alternos a la política estatal.
Veamos las dos formas con mayor detención; la forma "Para-dependiente" promovida por la doctrina de Seguridad Nacional y aplicada por las fuerzas armadas de casi todos los países de América Latina, está fundamentada en el principio de guerra contrainsurgente, de eliminar la base social de los grupos revolucionarios. Desarrollada con toda claridad en Guatemala (Patrullas de Autodefensa Civil), Salvador, Colombia (cooperativas de seguridad Convivir), Perú (Rondas campesinas), esta estrategia ha sido dependiente tanto en su diseño como en su ejecución de los ejércitos oficiales.
El paramilitarismo así entendido, tuvo su origen moderno en la "Doctrina de Seguridad Nacional" que concebía la existencia de un "enemigo interno". Este ultimo era el "Comunismo", representado en los movimientos sociales de distinto orden que presionaban por cambios estructurales en la sociedad. El discurso político que sustentaba esta guerra de baja intensidad fue el de hacerle frente al desarrollo comunista con lo cual se pretendía legitimar la "guerra sucia". Esta situación, propia del periodo de guerra fría logró afianzar en Colombia entre los grupos económicos y en distintas capas de la sociedad un temor creciente frente a los grupos subversivos y frente a los discursos de carácter social.
De otra parte, la segunda forma de paramilitarismo es la "para-alterna ", la cual es la manifestación de procesos de acumulación de capital locales y regionales que a través de distintos mecanismos de coerción social (1) han procurado tomar el control de la región en donde se desarrollan. La historia reciente muestra como dos sectores productivos han desarrollado verdaderos ejércitos privados que han sido el resultado de un desarrollo alterno al Estado. Se trata del sector de la minería esmeraldifera y el sector del narcotráfico (2) Uno y otro se han permitido la posibilidad de financiar destacamentos de grupos armados, como consecuencia de una rentabilidad importante y motivados por distintas razones de orden económico. Los esmeralderos, motivados por la lucha sobre el control de las minas en una región con unas condiciones geográficas de difícil acceso y sobre la cual las fuerzas oficiales no logran un mayor control; algunos investigadores mencionan incluso la existencia de un patrón cultural identitario que les permite a los grupos locales reconocer al interior de la comunidad propia, las instituciones de coerción política y militar, sin acudir al Estado nacional. El segundo grupo, el del narcotráfico crea ejércitos privados, como condición necesaria para la defensa de sus intereses económicos que no pueden ser resguardados por las fuerzas armadas oficiales y por el control de la producción y del mercado de la coca.
Como consecuencia del desarrollo propio de la acumulación del capital y del avance de los conflictos al interior de los sectores señalados, al final de los años 80\'s se produce un vinculo entre el sector esmeraldero y el narcotráfico con el fin de monopolizar el mercado esmeraldífero de la región y posibilitar un punto estratégico al narcotráfico. (3)
El centro de Colombia, conocido como "El Magdalena Medio" se convierte en el escenario de esta primera alianza. La cual tiene su mas clara expresión en la existencia de un gran ejercito, con grandes capacidades militares, y con un sólido respaldo económico. Estas características les habían permitido ganar dos guerras "para estatales": la "guerra esmeraldífera" y la "guerra de los carteles del Narcotráfico" . Rápidamente esta alianza desarrollará una estrategia por la ampliación de su control regional con el fin de mejorar las condiciones de producción y de mercado, principalmente de la Coca.
El control regional que habían logrado en el Occidente de Boyacá, busca expandirse sobre todo el Magdalena Medio, de esta manera se ven confrontados a zonas en donde la influencia de las FARC es importante. Esta última se ve derrotada por la eficacia militar de este ejercito privado que propone dos vías de confrontación, por una parte la utilización del terror como mecanismo de coerción de la población civil y por otra parte la propuesta de un desarrollo regional agrícola fundamentado en la explotación minera, el cultivo de la coca y la ganadería extensiva.
b. Fuerza privada, fuerza pública
Esta situación se produce manteniendo una distancia intencional entre los ejércitos "narco-esmeralderos " y las fuerzas armadas estatales, estas últimas mantienen la lógica de permitir una guerra contra la guerrilla a la cual considera el enemigo táctico.
La eficacia contrainsurgente manifiesta en la expansión paramilitar del Magdalena Medio es estudiada de cerca por los oficiales colombianos, los cuales hasta ese momento sólo habrían tenido triunfos parciales en contra de la guerrilla.
La experiencia del Magdalena medio, les ha mostrado como la estrategia contrainsurgente debe no sólo acabar con la base social que permite la movilización de la guerrilla sino substituirla por una que esté comprometida con las fuerzas contrainsurgentes.
De otra parte h a mostrado como esa confrontación debe estar ligada a los procesos de acumulación de capital locales que son los que permitirían el mantenimiento y control de estos destacamentos armados de manera constante en puntos específicos.
A partir de 1990 se constituye lo que podría ser llamado la "doctrina integral paramilitar" .
El vinculo de los poderes económicos locales y sus destacamentos armados, con las instituciones armadas del Estado, habría permitido un afianzamiento del poder local tanto político como militar en manos de los propietarios y en detrimento de los intereses de los sectores trabajadores y de los movimientos sociales.
Todo esto acompañado con un crecimiento productivo en la medida en que se controlan todas las esferas de la vida social a través de la intimidación y por fuera del sistema legal.
El marco político de este desarrollo militar es el de "la modernización del Estado" que se produce como parte de la política neoliberal aplicada en Colombia; esta política caracterizara toda la década de los 90\'s.
La aplicación de esta política, además de avanzar sobre la privatización de las empresas publicas con el argumento de la eficacia, legitima con el mismo discurso el ejercicio privado de la fuerza, quien contribuiría a la "seguridad".
De esta manera mantiene en todo caso una relación de correspondencia entre el estado, sus instituciones y el capital privado.
Las dos formas "para" entran en una relación de compleja dependencia.
De una parte las Fuerzas Armadas oficiales requieren del "paramilitarismo" como mecanismo estratégico para avanzar en el plano militar en contra de la guerrilla, resguardando la legitimidad de las instituciones pero beneficiándose de los actos atroces del paramilitarismo.
De otro lado, los poderes económicos en desarrollo requieren del vinculo con el Estado para mantener sus destacamentos armados como condición necesaria para su seguridad y para el funcionamiento de sus actividades económicas centradas en sectores altamente rentables como la explotación minera del oro y de las esmeraldas, la ganadería extensiva y el narcotráfico.
Otros sectores económicos se verán presionados o motivados a financiar grupos de seguridad privados, como consecuencia de la vocación paramilitar que durante el noventa tomaron las fuerzas armadas oficiales.
De esta manera las industrias, los medianos comerciantes, los medianos y agrandes agricultores, financiaron completa o parcialmente destacamentos armados.
El discurso que ha mantenido toda esta inversión es la idea de que la seguridad es la primera condición para el crecimiento económico y la guerrilla seria la primera condición de inseguridad tanto física como política.
De una manera renovada, se utilizaran los viejos discursos anticomunistas para persuadir a la población del beneficio de los grupos paramilitares.
c. La doctrina de la seguridad
La relación dual entre Estado y paramilitares se mantiene a lo largo de la década del 90.
Acompañada de una corriente ideológica sustentada por los grandes medios de comunicación que comparten la idea de que la guerrilla es el enemigo táctico, y el paramilitarismo seria "un mal necesario". En este contexto, el paramilitarismo comienza a adquirir a partir de la segunda mitad de los 90\'s un discurso de carácter político, en donde se argumenta para lo local y lo regional un tipo de desarrollo social, notablemente en el sector agrícola y en el sector minero. Argumentando condiciones de seguridad, la violencia ejercida frente a la población civil se presentara como parte de la guerra anticomunista, mientras que las propuestas de desarrollo local serán presentadas como alternativas políticas por el bienestar de la región.
En este contexto, distintos grupos de capital han reconocido que la inversión en destacamentos armados "beligerantes", podría ofrecer más beneficios inmediatos que los que implicaría el trámite por una débil legalidad. Es decir pasar del gasto de la seguridad a la inmersión en la guerra armada. El marco social del paramilitarismo, posibilitaba la ampliación de tierras, la imposición de condiciones laborales, el control del mercadeo local o el monopolio de un producto en particular, etc. Invertir en guerra resulta rentable, no como medida de seguridad o como instrumento defensivo, sino como mecanismo para ampliar la ganancia.
De esta manera el paramilitarismo se manifiesta progresivamente en un instrumento de fuerza, de carácter privado y que no puede estar al servicio más que de quien lo financia.
El carácter de auto-defensa que en el caso colombiano se pretende esbozar, dejó de ser evidentemente la razón del paramilitarismo. De su parte, la lucha "contrainsurgente" no es el motor ni político ni estratégico del paramilitarismo, sus motivaciones y su comportamiento están dados por los intereses locales y estratégicas del capital que los financia.
El paramilitarismo no habría podido adquirir la dimensión actual sino en la medida en que esté asociado a procesos de acumulación de capital de gran envergadura. Incluso en los casos en donde el paramilitarismo aparece como una práctica del ejército regular, los beneficiados son los intereses privados. De esta manera podemos seguir la traza del paramilitarismo de la última década del siglo XX, como una ampliación del control del capital privado legal e ilegal sobre la geografía y los recursos naturales que controla.
Estrechamente ligado a los intereses mineros sobre las esmeraldas, el petróleo y el oro, los grupos paramilitares continúan en la ambigüedad de lo "Para" pasando de ser agentes de la estrategia del estado en una guerra antisubversiva, a sujetos con intereses y expectativas de crecimiento propias. Luego de afianzar su capacidad militar, respaldada por el Estado, su motivación es la del capital independiente, ya no la de la institución que les habría creado un margen de reconocimiento social, sino la del beneficio económico a gran escala.
2. Nuevos argumentos militares
a. Las facetas del Plan Colombia
El paramilitarismo actual, es pues una expresión del nuevo tipo de relaciones que se establecen entre lo privado y lo público. De forma concreta el Estado se desprende de una parte de su patrimonio: el de la fuerza, para compartirlo con el sector privado.
No sin perder de vista que el Estado y sus instituciones continúan comprometidos en el desarrollo de estos destacamentos de hombres armados. Ligado tanto con lo público como con lo privado, el paramilitarismo encontrará eco en los medios de comunicación, que de su parte solidifican este tipo de relaciones sociales. Esa nueva manera de entender el devenir social se manifiesta en la puesta en marcha de programas de desarrollo en lo local y en lo regional; sobre la base de solidificar los capitales privados o de desarrollarlos; los paramilitares son el frente armado de una política de carácter neoliberal en el seno del Estado, que cuenta con un frente electoral, ideológico, y sobretodo económico.
La promoción de la concentración de la riqueza como condición necesaria para el desarrollo social, va a guiar el accionar reciente del paramilitarismo. Este, atacara todos los planes alternos de desarrollo local, sobre todo aquellos que pugnan por un desarrollo equitativo. Frente a la producción colectiva el paramilitarismo propone concentración de tierras, frente a las industrias cooperativas los paracos llaman al monopolio privado, frente a la planeación participativa, lo paramilitares defienden los megaproyectos de desarrollo. Toda esta confrontación en el tipo de desarrollo será expuesta por los paramilitares como una contradicción frente a la guerrilla. De esta manera el maniqueismo útil para el desarrollo de la guerra resulta útil en primer lugar para un tipo de desarrollo especifico, aquel que esta en contra del desarrollo neoliberal, resulta guerrillero. Las victimas directas de este discurso, son en primer caso las poblaciones civiles de las regiones en donde el proyecto paramilitar tiene intereses.
El gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) pone en marcha lo que él considera "un plan integral de desarrollo social": "El Plan Colombia". Este plan, diseñado en correspondencia con el gobierno de los Estados Unidos, pone en relación lo militar con la inversión económica y el desarrollo social. Lo militar como condición de fuerza necesaria para poder encaminar ayudas humanitarias y para la resolución de los problemas productivos. Expuesto como uno de los diez aspectos del plan, el componente militar se desarrolla en cambio como el aspecto predominante, con la condición sui generis que el discurso del avance militar se presenta ante la opinión pública como parte del avance de la inversión social. En este juego de términos el gobierno de Colombia y los medios masivos entran en la lógica internacionalmente compartida de "la guerra humanitaria" .
Apoyando el componente militar del Plan Colombia, el gobierno de los Estados Unidos no solo afirma los lazos de dependencia entre Colombia y su gobierno, sino que condiciona esta ayuda a un tipo de guerra que esta encaminada principalmente a defender los intereses estadounidenses en Colombia. Estos intereses corresponden justamente a las riquezas naturales, notablemente mineras, aunque también forestales y genéticas. Aunque la novedad del Plan no es el apoyo militar, que aunque se incrementa, tiene extensos antecedentes. Es el discurso que sustenta lo militar lo que se transforma, pues argumenta que es la guerra de las guerrillas la que mantiene las condiciones de inequidad y los altos índices de pobreza. Presenta lo militar como condición necesaria del desarrollo equitativo y desvirtúa toda forma ideológica al interior de los grupos guerrilleros. Estos últimos serán percibidos como simples beneficiarios del negocio del narcotráfico.
Lo que ha sido llamado como la guerra en contra del narcotráfico, se tradujo en el traslado de grandes cantidades de material bélico hacia Colombia, y con este material para nada gratuito la presencia de militares estadounidenses y de contratistas civiles con responsabilidades militares. De esta manera el "plan Colombia" difumina aun mas el monopolio del Estado sobre la fuerza. Nuevas formas "para" se desprenden de la puesta en marcha de este plan.
b. Las formas paramilitares del Plan Colombia
Militares de los Estados Unidos, en servicio y con tareas operativas compartidas con las fuerzas nacionales ponen en cuestión toda noción de soberana. Su presencia es una manifestación de un tipo de injerencia directa en el campo de lo militar, que no solo esta dirigida a la protección de los capitales privados norteamericanos, sino que utiliza directamente a las fuerzas militares nacionales para resguardar los intereses privados extranjeros.
Sin embargo son los contratistas civiles los nuevos actores de la guerra en Colombia.
Beneficiarios de la pretendida "ayuda" económica para efectos militares; las empresas privadas que prestan servicios militares empiezan a cumplir distintas funciones operativas, incluyendo formas ofensivas.
Los mercenarios de las empresas de seguridad, aumentan la complejidad propia de las guerras, tanto los sistemas jurídicos como los protocolos internacionales encuentran dificultades con este tipo de combatientes. Por una parte contrario al nombre recurrente de "contratistas civiles", ellos no hacen parte del sector civil, en tanto son individuos armados y participan de las acciones militares, su condición no es la de civiles; sin embargo, estos contratistas no hacen parte de una unidad de mando de alguno de los ejércitos en contienda, de esta manera, no pueden ser tratados como militares. La cuestión que nos interesa aquí no es la de examinar su status jurídico, sino de resaltar que el capital privado participa de la guerra, beneficiándose de ella sin asumir ningún tipo de responsabilidad política.
Los protocolos internacionales que exigen el respeto de los Derechos Humanos por parte de los bandos en conflicto no se aplican entonces a los "contratistas" , los cuales parecieran escapar a los Tribunales Internacionales o a la simple justicia ordinaria, pues el capital privado no está obligado convencionalmente, a respetar los derechos humanos.
De esta manera se crea un limbo en el cual las torturas, los tratos inhumanos y las muertes extrajudiciales hacen parte de la guerra sin que puedan tener algún control jurídico.
En Colombia la detención de tres "contratistas" norteamericanos por parte de uno de los bandos en conflicto no puede ser entendida de ninguna manera como la toma de rehenes civiles, al contrario es el aprisionamiento de actores armados beligerantes.
Notas
[1] Estos mecanismos son de distinto orden. Además de la imposición armada, el manejo clientelista de la administración publica, las redes de parentesco extendido, las identidades culturales, etc. han contribuido al control local.
[2] El sector esmeraldifero desarrollo su poder en el Oriente de Boyacá, el Narcotráfico en … (Ver mapa N°1)
[3] Nos referimos aqui a la alianza entre Victor Carranza y Gonzalo Rodríguez Gacha.
- Ernesto Montenegro P. cursa un doctorado en la l\'Université Paris I Panthéon Sorbonne
El capitalismo sigue siendo un sistema con múltiples capacidades adaptativas y creativas, manteniendo en todo caso su estructura de clases y la explotación a ella inherente.El neoliberalismo como expresión histérica del capitalismo viene replanteando los vínculos entre lo económico, lo político y lo social, en búsqueda de acabar con el control de las estructuras sociales sobre el capital, pero supeditándolas en todo caso a su beneficio.El Estado en su rol de amortiguador de las contradicciones entre clases sociales, ha sido objeto de múltiples transformaciones, este texto discute la noción del monopolio de la fuerza en manos del Estado, en un contexto neoliberal.
La pregunta que guía el presente trabajo es la de ¿cómo se produce el uso de la fuerza como resultado de la nueva cultura política?
Presentamos el caso colombiano como situación específica de múltiples estrategias en el uso de la fuerza, que nos permiten ver como la guerra se ha dispuesto como negocio lucrativo. Dos dimensiones de análisis son pertinentes, de una parte la situación interna y de otra el marco internacional. En este caso: el paramilitarismo como manifestación del tipo de guerra que se produce al interior; y en segundo lugar, los planes de intervención, para la ultima década, llamados "Plan Colombia" y " Plan Patriota", diseñados, financiados y puestos en ejecución desde los Estados Unidos.
1. Las transformaciones del para-militarismo
a. dicotomía local- nacional
La relación entre el Estado Colombiano y los grupos paramilitares podríamos entenderla bajo dos formas, las cuales no son excluyentes entre si, por el contrario han venido alternándose en el panorama político y militar, sin que se pueda establecer un limite especifico entre la una y la otra, ya que su manifestación concreta las vincula de distintas maneras. El prefijo "para", explica esta dicotomía: por una parte es representativo de aquellos grupos armados que se constituyen como apoyo o para asistir al Estado, los cuales han sido promovidos directamente por las fuerzas armadas en correspondencia a planes de seguridad específicos. De otra parte los grupos "Para-Estatales", es decir grupos armados que se formaron y han tenido desarrollos alternos a la política estatal.
Veamos las dos formas con mayor detención; la forma "Para-dependiente" promovida por la doctrina de Seguridad Nacional y aplicada por las fuerzas armadas de casi todos los países de América Latina, está fundamentada en el principio de guerra contrainsurgente, de eliminar la base social de los grupos revolucionarios. Desarrollada con toda claridad en Guatemala (Patrullas de Autodefensa Civil), Salvador, Colombia (cooperativas de seguridad Convivir), Perú (Rondas campesinas), esta estrategia ha sido dependiente tanto en su diseño como en su ejecución de los ejércitos oficiales.
El paramilitarismo así entendido, tuvo su origen moderno en la "Doctrina de Seguridad Nacional" que concebía la existencia de un "enemigo interno". Este ultimo era el "Comunismo", representado en los movimientos sociales de distinto orden que presionaban por cambios estructurales en la sociedad. El discurso político que sustentaba esta guerra de baja intensidad fue el de hacerle frente al desarrollo comunista con lo cual se pretendía legitimar la "guerra sucia". Esta situación, propia del periodo de guerra fría logró afianzar en Colombia entre los grupos económicos y en distintas capas de la sociedad un temor creciente frente a los grupos subversivos y frente a los discursos de carácter social.
De otra parte, la segunda forma de paramilitarismo es la "para-alterna ", la cual es la manifestación de procesos de acumulación de capital locales y regionales que a través de distintos mecanismos de coerción social (1) han procurado tomar el control de la región en donde se desarrollan. La historia reciente muestra como dos sectores productivos han desarrollado verdaderos ejércitos privados que han sido el resultado de un desarrollo alterno al Estado. Se trata del sector de la minería esmeraldifera y el sector del narcotráfico (2) Uno y otro se han permitido la posibilidad de financiar destacamentos de grupos armados, como consecuencia de una rentabilidad importante y motivados por distintas razones de orden económico. Los esmeralderos, motivados por la lucha sobre el control de las minas en una región con unas condiciones geográficas de difícil acceso y sobre la cual las fuerzas oficiales no logran un mayor control; algunos investigadores mencionan incluso la existencia de un patrón cultural identitario que les permite a los grupos locales reconocer al interior de la comunidad propia, las instituciones de coerción política y militar, sin acudir al Estado nacional. El segundo grupo, el del narcotráfico crea ejércitos privados, como condición necesaria para la defensa de sus intereses económicos que no pueden ser resguardados por las fuerzas armadas oficiales y por el control de la producción y del mercado de la coca.
Como consecuencia del desarrollo propio de la acumulación del capital y del avance de los conflictos al interior de los sectores señalados, al final de los años 80\'s se produce un vinculo entre el sector esmeraldero y el narcotráfico con el fin de monopolizar el mercado esmeraldífero de la región y posibilitar un punto estratégico al narcotráfico. (3)
El centro de Colombia, conocido como "El Magdalena Medio" se convierte en el escenario de esta primera alianza. La cual tiene su mas clara expresión en la existencia de un gran ejercito, con grandes capacidades militares, y con un sólido respaldo económico. Estas características les habían permitido ganar dos guerras "para estatales": la "guerra esmeraldífera" y la "guerra de los carteles del Narcotráfico" . Rápidamente esta alianza desarrollará una estrategia por la ampliación de su control regional con el fin de mejorar las condiciones de producción y de mercado, principalmente de la Coca.
El control regional que habían logrado en el Occidente de Boyacá, busca expandirse sobre todo el Magdalena Medio, de esta manera se ven confrontados a zonas en donde la influencia de las FARC es importante. Esta última se ve derrotada por la eficacia militar de este ejercito privado que propone dos vías de confrontación, por una parte la utilización del terror como mecanismo de coerción de la población civil y por otra parte la propuesta de un desarrollo regional agrícola fundamentado en la explotación minera, el cultivo de la coca y la ganadería extensiva.
b. Fuerza privada, fuerza pública
Esta situación se produce manteniendo una distancia intencional entre los ejércitos "narco-esmeralderos " y las fuerzas armadas estatales, estas últimas mantienen la lógica de permitir una guerra contra la guerrilla a la cual considera el enemigo táctico.
La eficacia contrainsurgente manifiesta en la expansión paramilitar del Magdalena Medio es estudiada de cerca por los oficiales colombianos, los cuales hasta ese momento sólo habrían tenido triunfos parciales en contra de la guerrilla.
La experiencia del Magdalena medio, les ha mostrado como la estrategia contrainsurgente debe no sólo acabar con la base social que permite la movilización de la guerrilla sino substituirla por una que esté comprometida con las fuerzas contrainsurgentes.
De otra parte h a mostrado como esa confrontación debe estar ligada a los procesos de acumulación de capital locales que son los que permitirían el mantenimiento y control de estos destacamentos armados de manera constante en puntos específicos.
A partir de 1990 se constituye lo que podría ser llamado la "doctrina integral paramilitar" .
El vinculo de los poderes económicos locales y sus destacamentos armados, con las instituciones armadas del Estado, habría permitido un afianzamiento del poder local tanto político como militar en manos de los propietarios y en detrimento de los intereses de los sectores trabajadores y de los movimientos sociales.
Todo esto acompañado con un crecimiento productivo en la medida en que se controlan todas las esferas de la vida social a través de la intimidación y por fuera del sistema legal.
El marco político de este desarrollo militar es el de "la modernización del Estado" que se produce como parte de la política neoliberal aplicada en Colombia; esta política caracterizara toda la década de los 90\'s.
La aplicación de esta política, además de avanzar sobre la privatización de las empresas publicas con el argumento de la eficacia, legitima con el mismo discurso el ejercicio privado de la fuerza, quien contribuiría a la "seguridad".
De esta manera mantiene en todo caso una relación de correspondencia entre el estado, sus instituciones y el capital privado.
Las dos formas "para" entran en una relación de compleja dependencia.
De una parte las Fuerzas Armadas oficiales requieren del "paramilitarismo" como mecanismo estratégico para avanzar en el plano militar en contra de la guerrilla, resguardando la legitimidad de las instituciones pero beneficiándose de los actos atroces del paramilitarismo.
De otro lado, los poderes económicos en desarrollo requieren del vinculo con el Estado para mantener sus destacamentos armados como condición necesaria para su seguridad y para el funcionamiento de sus actividades económicas centradas en sectores altamente rentables como la explotación minera del oro y de las esmeraldas, la ganadería extensiva y el narcotráfico.
Otros sectores económicos se verán presionados o motivados a financiar grupos de seguridad privados, como consecuencia de la vocación paramilitar que durante el noventa tomaron las fuerzas armadas oficiales.
De esta manera las industrias, los medianos comerciantes, los medianos y agrandes agricultores, financiaron completa o parcialmente destacamentos armados.
El discurso que ha mantenido toda esta inversión es la idea de que la seguridad es la primera condición para el crecimiento económico y la guerrilla seria la primera condición de inseguridad tanto física como política.
De una manera renovada, se utilizaran los viejos discursos anticomunistas para persuadir a la población del beneficio de los grupos paramilitares.
c. La doctrina de la seguridad
La relación dual entre Estado y paramilitares se mantiene a lo largo de la década del 90.
Acompañada de una corriente ideológica sustentada por los grandes medios de comunicación que comparten la idea de que la guerrilla es el enemigo táctico, y el paramilitarismo seria "un mal necesario". En este contexto, el paramilitarismo comienza a adquirir a partir de la segunda mitad de los 90\'s un discurso de carácter político, en donde se argumenta para lo local y lo regional un tipo de desarrollo social, notablemente en el sector agrícola y en el sector minero. Argumentando condiciones de seguridad, la violencia ejercida frente a la población civil se presentara como parte de la guerra anticomunista, mientras que las propuestas de desarrollo local serán presentadas como alternativas políticas por el bienestar de la región.
En este contexto, distintos grupos de capital han reconocido que la inversión en destacamentos armados "beligerantes", podría ofrecer más beneficios inmediatos que los que implicaría el trámite por una débil legalidad. Es decir pasar del gasto de la seguridad a la inmersión en la guerra armada. El marco social del paramilitarismo, posibilitaba la ampliación de tierras, la imposición de condiciones laborales, el control del mercadeo local o el monopolio de un producto en particular, etc. Invertir en guerra resulta rentable, no como medida de seguridad o como instrumento defensivo, sino como mecanismo para ampliar la ganancia.
De esta manera el paramilitarismo se manifiesta progresivamente en un instrumento de fuerza, de carácter privado y que no puede estar al servicio más que de quien lo financia.
El carácter de auto-defensa que en el caso colombiano se pretende esbozar, dejó de ser evidentemente la razón del paramilitarismo. De su parte, la lucha "contrainsurgente" no es el motor ni político ni estratégico del paramilitarismo, sus motivaciones y su comportamiento están dados por los intereses locales y estratégicas del capital que los financia.
El paramilitarismo no habría podido adquirir la dimensión actual sino en la medida en que esté asociado a procesos de acumulación de capital de gran envergadura. Incluso en los casos en donde el paramilitarismo aparece como una práctica del ejército regular, los beneficiados son los intereses privados. De esta manera podemos seguir la traza del paramilitarismo de la última década del siglo XX, como una ampliación del control del capital privado legal e ilegal sobre la geografía y los recursos naturales que controla.
Estrechamente ligado a los intereses mineros sobre las esmeraldas, el petróleo y el oro, los grupos paramilitares continúan en la ambigüedad de lo "Para" pasando de ser agentes de la estrategia del estado en una guerra antisubversiva, a sujetos con intereses y expectativas de crecimiento propias. Luego de afianzar su capacidad militar, respaldada por el Estado, su motivación es la del capital independiente, ya no la de la institución que les habría creado un margen de reconocimiento social, sino la del beneficio económico a gran escala.
2. Nuevos argumentos militares
a. Las facetas del Plan Colombia
El paramilitarismo actual, es pues una expresión del nuevo tipo de relaciones que se establecen entre lo privado y lo público. De forma concreta el Estado se desprende de una parte de su patrimonio: el de la fuerza, para compartirlo con el sector privado.
No sin perder de vista que el Estado y sus instituciones continúan comprometidos en el desarrollo de estos destacamentos de hombres armados. Ligado tanto con lo público como con lo privado, el paramilitarismo encontrará eco en los medios de comunicación, que de su parte solidifican este tipo de relaciones sociales. Esa nueva manera de entender el devenir social se manifiesta en la puesta en marcha de programas de desarrollo en lo local y en lo regional; sobre la base de solidificar los capitales privados o de desarrollarlos; los paramilitares son el frente armado de una política de carácter neoliberal en el seno del Estado, que cuenta con un frente electoral, ideológico, y sobretodo económico.
La promoción de la concentración de la riqueza como condición necesaria para el desarrollo social, va a guiar el accionar reciente del paramilitarismo. Este, atacara todos los planes alternos de desarrollo local, sobre todo aquellos que pugnan por un desarrollo equitativo. Frente a la producción colectiva el paramilitarismo propone concentración de tierras, frente a las industrias cooperativas los paracos llaman al monopolio privado, frente a la planeación participativa, lo paramilitares defienden los megaproyectos de desarrollo. Toda esta confrontación en el tipo de desarrollo será expuesta por los paramilitares como una contradicción frente a la guerrilla. De esta manera el maniqueismo útil para el desarrollo de la guerra resulta útil en primer lugar para un tipo de desarrollo especifico, aquel que esta en contra del desarrollo neoliberal, resulta guerrillero. Las victimas directas de este discurso, son en primer caso las poblaciones civiles de las regiones en donde el proyecto paramilitar tiene intereses.
El gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) pone en marcha lo que él considera "un plan integral de desarrollo social": "El Plan Colombia". Este plan, diseñado en correspondencia con el gobierno de los Estados Unidos, pone en relación lo militar con la inversión económica y el desarrollo social. Lo militar como condición de fuerza necesaria para poder encaminar ayudas humanitarias y para la resolución de los problemas productivos. Expuesto como uno de los diez aspectos del plan, el componente militar se desarrolla en cambio como el aspecto predominante, con la condición sui generis que el discurso del avance militar se presenta ante la opinión pública como parte del avance de la inversión social. En este juego de términos el gobierno de Colombia y los medios masivos entran en la lógica internacionalmente compartida de "la guerra humanitaria" .
Apoyando el componente militar del Plan Colombia, el gobierno de los Estados Unidos no solo afirma los lazos de dependencia entre Colombia y su gobierno, sino que condiciona esta ayuda a un tipo de guerra que esta encaminada principalmente a defender los intereses estadounidenses en Colombia. Estos intereses corresponden justamente a las riquezas naturales, notablemente mineras, aunque también forestales y genéticas. Aunque la novedad del Plan no es el apoyo militar, que aunque se incrementa, tiene extensos antecedentes. Es el discurso que sustenta lo militar lo que se transforma, pues argumenta que es la guerra de las guerrillas la que mantiene las condiciones de inequidad y los altos índices de pobreza. Presenta lo militar como condición necesaria del desarrollo equitativo y desvirtúa toda forma ideológica al interior de los grupos guerrilleros. Estos últimos serán percibidos como simples beneficiarios del negocio del narcotráfico.
Lo que ha sido llamado como la guerra en contra del narcotráfico, se tradujo en el traslado de grandes cantidades de material bélico hacia Colombia, y con este material para nada gratuito la presencia de militares estadounidenses y de contratistas civiles con responsabilidades militares. De esta manera el "plan Colombia" difumina aun mas el monopolio del Estado sobre la fuerza. Nuevas formas "para" se desprenden de la puesta en marcha de este plan.
b. Las formas paramilitares del Plan Colombia
Militares de los Estados Unidos, en servicio y con tareas operativas compartidas con las fuerzas nacionales ponen en cuestión toda noción de soberana. Su presencia es una manifestación de un tipo de injerencia directa en el campo de lo militar, que no solo esta dirigida a la protección de los capitales privados norteamericanos, sino que utiliza directamente a las fuerzas militares nacionales para resguardar los intereses privados extranjeros.
Sin embargo son los contratistas civiles los nuevos actores de la guerra en Colombia.
Beneficiarios de la pretendida "ayuda" económica para efectos militares; las empresas privadas que prestan servicios militares empiezan a cumplir distintas funciones operativas, incluyendo formas ofensivas.
Los mercenarios de las empresas de seguridad, aumentan la complejidad propia de las guerras, tanto los sistemas jurídicos como los protocolos internacionales encuentran dificultades con este tipo de combatientes. Por una parte contrario al nombre recurrente de "contratistas civiles", ellos no hacen parte del sector civil, en tanto son individuos armados y participan de las acciones militares, su condición no es la de civiles; sin embargo, estos contratistas no hacen parte de una unidad de mando de alguno de los ejércitos en contienda, de esta manera, no pueden ser tratados como militares. La cuestión que nos interesa aquí no es la de examinar su status jurídico, sino de resaltar que el capital privado participa de la guerra, beneficiándose de ella sin asumir ningún tipo de responsabilidad política.
Los protocolos internacionales que exigen el respeto de los Derechos Humanos por parte de los bandos en conflicto no se aplican entonces a los "contratistas" , los cuales parecieran escapar a los Tribunales Internacionales o a la simple justicia ordinaria, pues el capital privado no está obligado convencionalmente, a respetar los derechos humanos.
De esta manera se crea un limbo en el cual las torturas, los tratos inhumanos y las muertes extrajudiciales hacen parte de la guerra sin que puedan tener algún control jurídico.
En Colombia la detención de tres "contratistas" norteamericanos por parte de uno de los bandos en conflicto no puede ser entendida de ninguna manera como la toma de rehenes civiles, al contrario es el aprisionamiento de actores armados beligerantes.
Notas
[1] Estos mecanismos son de distinto orden. Además de la imposición armada, el manejo clientelista de la administración publica, las redes de parentesco extendido, las identidades culturales, etc. han contribuido al control local.
[2] El sector esmeraldifero desarrollo su poder en el Oriente de Boyacá, el Narcotráfico en … (Ver mapa N°1)
[3] Nos referimos aqui a la alianza entre Victor Carranza y Gonzalo Rodríguez Gacha.
- Ernesto Montenegro P. cursa un doctorado en la l\'Université Paris I Panthéon Sorbonne
https://www.alainet.org/es/active/16867
Del mismo autor
- Los ejércitos privados del neoliberalismo 11/04/2007