El Salvador:
Fragilidad democrática
29/03/2006
- Opinión
San Salvador
El pasado 12 de marzo, El Salvador vivió sus séptimas elecciones después de haber firmado los Acuerdos de Paz en 1992. Esta vez, no solo estuvo en juego la elección de 262 Concejos Municipales, 84 diputados para la Asamblea Legislativa y 20 representantes para el Parlamento Centroamericano. Lo que estaba en juego para los partidos en contienda era la búsqueda de una mayor acumulación política para enfrentar desde una mejor posición las elecciones generales que vivirá de nuevo el pueblo salvadoreño este 2009.
Nuevamente El Salvador se tensionó, sobre todo cuando el fantasma del fraude rondaba alrededor de la elección del Concejo Municipal de la capital salvadoreña. Al final de esta tensión, la izquierda representada principalmente por el Partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se impuso por una diferencia de 44 votos sobre el derechista Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Resultados generales dan cuenta que la derecha salvadoreña obtuvo más votos a nivel de los gobiernos locales, incluso pudo subir el número de alcaldías ganadas en relación a las obtenidas en las elecciones del 2003. Lo que si no pudo lograr fue garantizarse un gobierno de derecha para San Salvador.
El FMLN recoge un “castigo municipal”. Perdió unas 35 alcaldías y casi deja escapar la comuna de San Salvador. Tuvo que ceder municipios importantes, que son cabecera de Departamentos como: Chalatenango, Zacatecoluca, Santa Ana, Usulután y Cojutepeque. Como también se dejó arrebatar municipios emblemáticos, bastiones de la ex - guerrilla, como Perquín, en el oriental Departamento de Morazán.
La izquierda fue más favorecida en las elecciones para la Asamblea Legislativa, pues su número de votos es mayor que el partido de derecha. Aunque este mayor número de votos no le ha garantizado un control del primer órgano del Estado. Lo que si logró fue obtener un mejor número de diputados y diputadas en relación a las elecciones del 2003. Resultado electoral que complica fuertemente las pretensiones del partido de derecha que aspiraba contar con una Asamblea Legislativa dócil al Gobierno de ARENA.
Otro dato interesante de estas votaciones es que se vuelve a confirmar que la derecha mantiene un mayor nivel de preferencia dentro de la población que vive en el área rural y dentro de una población con bajos niveles de escolaridad. El voto de izquierda, en cambio, se ha vuelto más urbano y se encuentra creciendo dentro de las capas medias del país.
El Frente retuvo el caudal de votos de la elección anterior. Este dato habla bien de un caudal de votos “propios” más los votos que se pueden ir sumando en cada evento electoral y que favorece una opción de izquierda en el país.
ARENA, por su parte, no pudo esta vez movilizar la misma cantidad de votos que obtuvo en la elección presidencial de 2004. Esto puede significar que el fenómeno 2004, cuando ARENA convocó a 1.3 millones de votantes a su favor (la mayor asistencia a una elección de toda la historia reciente), se puede explicar por factores erróneos que el Frente aportó gratuitamente a la derecha salvadoreña.
Crisis institucional
Ahora que se conocen los resultados electorales, analistas políticos reconocen que tanto la derecha como la izquierda del país han obtenido un buen resultado, pero también sostienen que la frágil democracia salvadoreña es la que ha salido con un saldo negativo, ya que ha sufrido fuertes golpes en su institucionalidad. Sobre todo cuando se juzga la actuación y rol jugado por el Presidente salvadoreño y el triste papel que ha desempeñado el Tribunal Supremo Electoral.
El Presidente Antonio Saca empeñó todo su prestigio durante la campaña electoral para obtener mayoría en la Asamblea Legislativa y recuperar la capital salvadoreña. Y no pudo lograrlo. Incluso necesitó del apoyo de la Casa Blanca norteamericana para anunciar la prolongación de beneficios para miles de salvadoreños y salvadoreñas que viven ilegalmente en el país del norte, como también aceleró la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Ninguna de estas dos acciones político-económicas impacto significativamente en la decisión de voto de la población salvadoreña.
La peor metida de pata para el Presidente Saca y el Partido ARENA se dio cuando la noche de las votaciones, el mismo Presidente adelantó intempestivamente y con mucha desesperación antes que el Tribunal Electoral la noticia de que su candidato había ganado la Alcaldía de San Salvador. La denuncia insistente por parte del FMLN sobre un posible fraude, combinada con la deficiente labor del Tribual Supremo Electoral, terminaron de desgastar la imagen y manejo mediático de la gestión del gobierno de Saca.
También analistas políticos sostienen que el partido FMLN debe aprender y sacar fuertes lecciones de los resultados de este pasado 12 de marzo, no hacerlo significará repetir irremediablemente los errores cometidos. Para unos, el triunfo de la izquierda en San Salvador se debe considerar nada más como una victoria cuantitativa, ya que ganar la capital salvadoreña por 44 votos no debe significar una victoria electoral cualitativa.
Se debe señalar que el FMLN entró a la campaña electoral en medio de uno de sus peores momentos de división, renuncias de militantes, fugas y exportaciones de recursos humanos hacia otros institutos políticos. Peleó por la alcaldía de San Salvador cargando a cuestas con los señalamientos de una mala gestión municipal. Por eso, nadie duda que el “efecto Schafik” (a raíz de la muerte del histórico líder de izquierda) llevó oxígeno y reconstruyó puentes que estaban rotos u olvidados con las grandes mayorías salvadoreñas.
El Presidente del gobernante partido derechista soñó y pidió una Asamblea Legislativa fácil, pero el resultado ha sido todo lo contrario. Pues partidos como Cambio Democrático (centro izquierda), Partido de Conciliación Nacional (derecha) y el Partido Demócrata Cristiano (centro derecha), también tendrán su pequeña cuota de poder para negociar sus votos con la derecha o la izquierda salvadoreña.
La conformación de la Asamblea Legislativa colocará al expartido de los militares, Conciliación Nacional, con la llave para dar paso a las iniciativas del Gobierno, pero también le dará la opción aritmética de hacer un infranqueable bloque de oposición.
La mayoría calificada en el primer órgano del Estado, que son 56 votos, es necesaria para aprobar préstamos internacionales, elegir al fiscal general de la República y superar los vetos presidenciales; por tanto, la negociación y el entendimiento entre las fuerzas políticas del país es un requisito indispensable para que la Nación marche. Situación que no será nada fácil para la concertación, el diálogo y la negociación, ya que la campaña electoral ha dejado muchos resentimientos, ánimos crispados y críticas fuertes al rol jugado por el Presidente Saca.
Desconfianza
Sobre la asistencia a votar en estas elecciones y la prueba piloto del “voto residencial”, algunos analistas concluyen que el pueblo salvadoreño no acudió masivamente a votar, primero porque no considera el voto como un recurso eficiente para cambiar las cosas en el país; segundo, las propuestas hechas por las y los candidatos no responden a la realidad que vive la población y muestra una vez más la distancia que existe entre la clase política y la ciudadanía; tercero, un buen porcentaje de la población se distancia de la polarización política que vive actualmente El Salvador; y, cuarto, tampoco tiene confianza en la instancia rectora de las elecciones, ya que se considera una institución cautiva de los caprichos y manejos turbios de los partidos políticos que la conforman.
Las elecciones pasadas, no deben solo servir para que los partidos políticos hagan cuentas alegres sobre su acumulación de cara a las elecciones generales del 2009, sino también tienen que valorar críticamente –principalmente el Partido ARENA- lo mucho que han afectado a la frágil democracia salvadoreña, sobre todo cuando este proceso está abonado con la sangre noble de miles y miles de salvadoreños y salvadoreñas que soñaron en construir una patria mas democrática e incluyente.
Oscar Antonio Pérez Beltrán es periodista y comunicador salvadoreño. Coordinador Subregional de AMARC-CA y Presidente de la Fundación de la Comunicación para el Desarrollo (COMUNICANDONOS)
El pasado 12 de marzo, El Salvador vivió sus séptimas elecciones después de haber firmado los Acuerdos de Paz en 1992. Esta vez, no solo estuvo en juego la elección de 262 Concejos Municipales, 84 diputados para la Asamblea Legislativa y 20 representantes para el Parlamento Centroamericano. Lo que estaba en juego para los partidos en contienda era la búsqueda de una mayor acumulación política para enfrentar desde una mejor posición las elecciones generales que vivirá de nuevo el pueblo salvadoreño este 2009.
Nuevamente El Salvador se tensionó, sobre todo cuando el fantasma del fraude rondaba alrededor de la elección del Concejo Municipal de la capital salvadoreña. Al final de esta tensión, la izquierda representada principalmente por el Partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se impuso por una diferencia de 44 votos sobre el derechista Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Resultados generales dan cuenta que la derecha salvadoreña obtuvo más votos a nivel de los gobiernos locales, incluso pudo subir el número de alcaldías ganadas en relación a las obtenidas en las elecciones del 2003. Lo que si no pudo lograr fue garantizarse un gobierno de derecha para San Salvador.
El FMLN recoge un “castigo municipal”. Perdió unas 35 alcaldías y casi deja escapar la comuna de San Salvador. Tuvo que ceder municipios importantes, que son cabecera de Departamentos como: Chalatenango, Zacatecoluca, Santa Ana, Usulután y Cojutepeque. Como también se dejó arrebatar municipios emblemáticos, bastiones de la ex - guerrilla, como Perquín, en el oriental Departamento de Morazán.
La izquierda fue más favorecida en las elecciones para la Asamblea Legislativa, pues su número de votos es mayor que el partido de derecha. Aunque este mayor número de votos no le ha garantizado un control del primer órgano del Estado. Lo que si logró fue obtener un mejor número de diputados y diputadas en relación a las elecciones del 2003. Resultado electoral que complica fuertemente las pretensiones del partido de derecha que aspiraba contar con una Asamblea Legislativa dócil al Gobierno de ARENA.
Otro dato interesante de estas votaciones es que se vuelve a confirmar que la derecha mantiene un mayor nivel de preferencia dentro de la población que vive en el área rural y dentro de una población con bajos niveles de escolaridad. El voto de izquierda, en cambio, se ha vuelto más urbano y se encuentra creciendo dentro de las capas medias del país.
El Frente retuvo el caudal de votos de la elección anterior. Este dato habla bien de un caudal de votos “propios” más los votos que se pueden ir sumando en cada evento electoral y que favorece una opción de izquierda en el país.
ARENA, por su parte, no pudo esta vez movilizar la misma cantidad de votos que obtuvo en la elección presidencial de 2004. Esto puede significar que el fenómeno 2004, cuando ARENA convocó a 1.3 millones de votantes a su favor (la mayor asistencia a una elección de toda la historia reciente), se puede explicar por factores erróneos que el Frente aportó gratuitamente a la derecha salvadoreña.
Crisis institucional
Ahora que se conocen los resultados electorales, analistas políticos reconocen que tanto la derecha como la izquierda del país han obtenido un buen resultado, pero también sostienen que la frágil democracia salvadoreña es la que ha salido con un saldo negativo, ya que ha sufrido fuertes golpes en su institucionalidad. Sobre todo cuando se juzga la actuación y rol jugado por el Presidente salvadoreño y el triste papel que ha desempeñado el Tribunal Supremo Electoral.
El Presidente Antonio Saca empeñó todo su prestigio durante la campaña electoral para obtener mayoría en la Asamblea Legislativa y recuperar la capital salvadoreña. Y no pudo lograrlo. Incluso necesitó del apoyo de la Casa Blanca norteamericana para anunciar la prolongación de beneficios para miles de salvadoreños y salvadoreñas que viven ilegalmente en el país del norte, como también aceleró la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Ninguna de estas dos acciones político-económicas impacto significativamente en la decisión de voto de la población salvadoreña.
La peor metida de pata para el Presidente Saca y el Partido ARENA se dio cuando la noche de las votaciones, el mismo Presidente adelantó intempestivamente y con mucha desesperación antes que el Tribunal Electoral la noticia de que su candidato había ganado la Alcaldía de San Salvador. La denuncia insistente por parte del FMLN sobre un posible fraude, combinada con la deficiente labor del Tribual Supremo Electoral, terminaron de desgastar la imagen y manejo mediático de la gestión del gobierno de Saca.
También analistas políticos sostienen que el partido FMLN debe aprender y sacar fuertes lecciones de los resultados de este pasado 12 de marzo, no hacerlo significará repetir irremediablemente los errores cometidos. Para unos, el triunfo de la izquierda en San Salvador se debe considerar nada más como una victoria cuantitativa, ya que ganar la capital salvadoreña por 44 votos no debe significar una victoria electoral cualitativa.
Se debe señalar que el FMLN entró a la campaña electoral en medio de uno de sus peores momentos de división, renuncias de militantes, fugas y exportaciones de recursos humanos hacia otros institutos políticos. Peleó por la alcaldía de San Salvador cargando a cuestas con los señalamientos de una mala gestión municipal. Por eso, nadie duda que el “efecto Schafik” (a raíz de la muerte del histórico líder de izquierda) llevó oxígeno y reconstruyó puentes que estaban rotos u olvidados con las grandes mayorías salvadoreñas.
El Presidente del gobernante partido derechista soñó y pidió una Asamblea Legislativa fácil, pero el resultado ha sido todo lo contrario. Pues partidos como Cambio Democrático (centro izquierda), Partido de Conciliación Nacional (derecha) y el Partido Demócrata Cristiano (centro derecha), también tendrán su pequeña cuota de poder para negociar sus votos con la derecha o la izquierda salvadoreña.
La conformación de la Asamblea Legislativa colocará al expartido de los militares, Conciliación Nacional, con la llave para dar paso a las iniciativas del Gobierno, pero también le dará la opción aritmética de hacer un infranqueable bloque de oposición.
La mayoría calificada en el primer órgano del Estado, que son 56 votos, es necesaria para aprobar préstamos internacionales, elegir al fiscal general de la República y superar los vetos presidenciales; por tanto, la negociación y el entendimiento entre las fuerzas políticas del país es un requisito indispensable para que la Nación marche. Situación que no será nada fácil para la concertación, el diálogo y la negociación, ya que la campaña electoral ha dejado muchos resentimientos, ánimos crispados y críticas fuertes al rol jugado por el Presidente Saca.
Desconfianza
Sobre la asistencia a votar en estas elecciones y la prueba piloto del “voto residencial”, algunos analistas concluyen que el pueblo salvadoreño no acudió masivamente a votar, primero porque no considera el voto como un recurso eficiente para cambiar las cosas en el país; segundo, las propuestas hechas por las y los candidatos no responden a la realidad que vive la población y muestra una vez más la distancia que existe entre la clase política y la ciudadanía; tercero, un buen porcentaje de la población se distancia de la polarización política que vive actualmente El Salvador; y, cuarto, tampoco tiene confianza en la instancia rectora de las elecciones, ya que se considera una institución cautiva de los caprichos y manejos turbios de los partidos políticos que la conforman.
Las elecciones pasadas, no deben solo servir para que los partidos políticos hagan cuentas alegres sobre su acumulación de cara a las elecciones generales del 2009, sino también tienen que valorar críticamente –principalmente el Partido ARENA- lo mucho que han afectado a la frágil democracia salvadoreña, sobre todo cuando este proceso está abonado con la sangre noble de miles y miles de salvadoreños y salvadoreñas que soñaron en construir una patria mas democrática e incluyente.
Oscar Antonio Pérez Beltrán es periodista y comunicador salvadoreño. Coordinador Subregional de AMARC-CA y Presidente de la Fundación de la Comunicación para el Desarrollo (COMUNICANDONOS)
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