Nomadismo y oralidad

16/05/2007
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  La publicación Journal of the Gypsy Lore Society reconoce como grupos gitanos a aquellos que se autodenominan Churari, Grastari, Kalaidzi, Kalderash, Lovara, Ludar, Mashari, Pavees, Rom, Romungros, Rusuya, Sinti, Tsehari, Ursari (http://metro.Turpike.net/glsindex/who1.html).

Los gitanos que habitan en la Argentina son los Rom y Rom calderash que provienen de Rusia, Servia, Grecia, Hungría, Rumania de habla romaní. También proviene de Servia un grupo llamado Servian que no pertenece al grupo Rom y se distinguen de los Rom por sus vestimentas algo menos coloridas bastante más cortas, y porque además hablan el idioma servio. Después está el grupo Ludar que se divide entre los subgrupos Guguiesti y los Manyacaniesti, ambos de son habla rumana y presentan leves diferencias en el modo de vestir de las mujeres. Por último los Kale o Kalons españoles que hablan el idioma español y han sido obligados a dejar la lengua rom y el vestir femenino a la usanza gitana y debieron aceptan la vestimenta sedentaria de la época. Sus respectivos ingresos al país, según su memoria oral, datan de 1880 en adelante. También hay otras fechas que ubican su llegada en 1536 cuando entraron como parte de la tripulación de Pedro de Mendoza.
Todo estos grupos conforman un total aproximado de unos ochenta mil argentinos de origen gitanos que están en distribuidos en todo el país de la siguiente manera: un 50% esta compuesto por gitanos Rom, Rom calderash y Kale españoles que llegaron al puerto de Buenos Aires en la última migración ocurrida alrededor de 1880, tenían costumbres semisedentarias y se establecieron en la ciudad de entonces y luego por el resto del país.

El otro 50% compuesto por gitanos Rom, Rom calderash, Servian y Ludar, traían costumbres nómades y en muchos casos descendieron con sus carromatos de los barcos casos, es posible que otros ingresos menores se hayan concretado desde países limítrofes. La mitad de estos cuarenta mil gitanos viven en la actualidad de manera seminómade en las periferias de las grandes ciudades del todo el país. Su vida se reparte durante el invierno en la casa que los protege del mal tiempo, muy detestado por los gitanos, porque les impide ejercer sus oficios ambulantes. Durante la primavera salen en caravana por todo el país a recorrer las zafras y las fiestas tradicionales en donde ofrecen sus mercancías y la lectura de manos.

Los aproximadamente veinte mil gitanos que nos restan analizar, en el caso de los Rom y Rom calderas podemos decir que todavía viven en carpas. En el caso de los Servían y los Ludar, como sus hermanos Rom también viven en carpas, aunque en los últimos cuarenta años los viejos colectivos que las empresas de transportes daban de baja, muchos de ellos fueron comprados por los gitanos, luego fueron convertidos en furgones en los cuales se recrea la carpa, esto les permite, a estos hermanos mayores, ejercer el viejo nomadismo donde se encuentran las costumbres más gitanas y el modo más antiguo de vida de la antigua etnia.

Nomadismo y oralidad


Desde la aparición cíngara en la Europa del Siglo XIV, se le ha achacado a este pueblo la falta de instituciones de fomento, desarrollo y representación, esta supuesta falencia ha servido de manera ideal para justificar, mediante la utilización arbitraria del derecho jurídico y de las pragmáticas religiosas, las expropiaciones, las persecuciones, las matanzas, los intentos culturicidas, parcialmente logrados y también la cárcel por el sólo hecho de pertenecer al grupo. Poniendo como excusa la desorganización, la indigencia y las molestias causadas por este pueblo en detrimento de la sociedad. Se le ha pedido a este pueblo de características netamente nómadas que se piense en un territorio propio, y exigiéndole un acertado desenvolvimiento burocrático, la exigencia no pudo ser satisfecha ya que la misma contiene una solución etnocéntrica que ofrece una aplicación imposible y extraña al mundo gitano y por lo tanto, sumamente difícil de implementar porque la propuesta es auto referencial, parte de la negación del otro y de su problemática, lo complica aún más metiéndolo en una situación absolutamente desconocida y compleja como la burocracia estatal o institucional.

Este tipo de propuestas que parten de una cultura letrada, no repara en sus propias limitaciones, se propone exigirle a un pueblo nómade que opere, de un modo para el cual no ha sido preparado. Esto es posible de realizar cuando el destinatario tiene una representación mental de la vida, constituida desde y por la escritura, que imparte sus valores desde la escuela primaria, desde la documentación estatal, jurídica, religiosa y artística. Si bien los gitanos han sabido de la existencia de la escritura, y además la podían visualizar; deberá entenderse que no podían sentirse constituidos por ella, no es un elemento propio al que se pueda acceder fácilmente y mucho menos creerle, más aún si tenemos en cuenta que desde la escritura han partido las ordenes de persecución y asesinato en su contra. La escritura obliga, retiene, encarcela y hace viva la presencia del pasado, y puede congelar en un documento la libertad del hombre. Para entender mejor a los pueblos orales es necesario entender la sicodinamia de la oralidad, en ese movimiento constante las palabras no pueden retenerse como en un escrito, el razonamiento sobre las mismas, es hecho en el momento en que se escuchan y la verdad va cambiando en la medida en que se avanza en la conversación: la sociedad opera como una memoria viva de si misma y es la que pide el cumplimiento de la palabra empeñada, que es el equivalente a un documento pero flexible ya que la sociedad de cualquier campamento o vecindad es la que imparte justicia, es un tribunal oral y puede cambiar de opinión rápidamente si las circunstancias lo piden.

Para insistir una vez más con la sicodinamia de la oralidad podemos decir que en ella las palabras, en tanto sonido, no pueden atraparse, cuando decimos documento, dejamos de escuchar “docu” cuando empezamos a pronunciar “mento”, por lo tanto la idea de atrapar muchas palabras en un escrito tiene por destino atrapar la libertad. La razón fundamental del rechazo a la escritura estriba en que es un arma elaborada por el hombre; en cambio la capacidad de ejercer la oralidad, nació con el hombre, no es un invento perverso que reprime y reforma la conciencia hasta llevarla a una realidad falsa de la que jamás podrá liberarse, al querer atraparla, ese hombre se partirá un uno, en tres, en diez; y jamás podrá asirla. En cambio las palabras en la oralidad (gitana) producen hechos legítimos, éticos y no necesitan del sello porque están llenas de religiosidad y de magia: damos algunos ejemplos, se puede acudir a Dios sin que medie ningún representante, es todavía común ver a los mayores, al final del día o al comienzo del mismo, mover los labios y caminar lentamente alrededor del campamento, mientras pide por el bien de su familia. No se puede nombrar a los muertos sin pedirles permiso, por temor a molestarlos, o por el contrario, el muerto podrá creer que se lo está llamando y se hará presente en éste mundo. El nombre de un santo puesto en un niño le asegurará protección, si alguien maldice la comida, nadie la comerá. Si se maldice a alguien con razón, las maldiciones lo alcanzaran.

Si se encomienda unas palabras al señor, o al santo del se es devoto, se cumplirá el deseo; en ese caso el peticionante pagará con tres promesas, realizadas en el día que fije el santoral. Las enfermedades hepáticas, el mal de ojos, el empacho y otras muchas dolencias se curan de palabra y en ocasiones a distancia; si se tiene alguna prende del doliente a mano. Cuando se desea algo, se debe desear y pensar con mucha fuerza para que las palabras se concreten en una realidad. Según Ong (1) “El hecho de que los pueblos orales comúnmente, y con toda probabilidad en todo el mundo, consideren que las palabras entrañan un potencial mágico que está claramente vinculado, al menos de manera inconsciente, con su sentido de la palabra, por necesidad, hablada, fonada y, por lo tanto, accionada por un poder. Podemos agregar, en el caso de los gitanos, por un poder desconocido o divino que da y otorga poder, sólo a la persona meritoria y de allí la creencia en los poderes curativos.
La oralidad encierra en su seno, y especialmente en el caso de los gitanos, una ofrenda de inalterabilidad, es el postulado de una raíz religiosa que habrá que encontrar en la lejana India, el sistema de castas que no permite el ascenso, podrá ser una de las puertas de entrada para desentrañar esa ofrenda. La oralidad encierra en si misma una doble concepción del mundo gitano y de la identidad gitana, la primera es parmenidia: dentro del círculo todo se modifica para que nada cambie. La segunda, niega esas modificaciones y sólo muestra hacia afuera a un pueblo heterogéneo e inalterable a lo largo de la historia; para que esto sea posible la oralidad mantiene un trato muy breve con el pasado y el futuro, prefiere extenderse en el presente, el presente es conservación y consagración de un rol cristalizado, que exige de sus hijos inmovilidad histórica, la aceptación de un destino convenido en algún momento de la prehistoria gitana.

Si miramos el nomadismo, veremos que también la movilidad se aplica para no modificar las costumbres, para cristalizarlas nuevamente; la estabilidad se consigue andando, fijando día a día un nuevo arribo, aunque lo importante no es la llegada sino proveerse para volver a partir, estar en los caminos bajo las estrellas es el sino gitano, El nomadismo fija siempre los mismos pasos, los mismos ritos, los mismos sueños, los mismos anhelos. Y en esta fijación, la oralidad cierra lo que empezó el nomadismo y viceversa. La idea de fijación es la piedra de toque de ambos sistemas, fija el ahora, promueve el eterno retorno del rito, lo vuelve presente constante. A tal punto, que en todas las lenguas gitanas, no existen las palabras “historia” “pasado” y “futuro” fueron desterradas, (hay prestamos, en el caso de los ludar encontramos, historie, futuru, pasadu).

El eterno presente no sólo abarca el tiempo y el espacio; sino también a las personas, el presente contiene todo lo que necesita el hombre. Lo que esta mas adelante o más atrás, implica un movimiento que el nómade y oral no esta dispuesto a realizar. El nomadismo y la oralidad, en tanto instancias fugaces, se oponen a la organización del futuro y del pasado con su propuesta de largo plazo y constancia. El tipo de reaseguro que viene de las instituciones resulta siempre deleznable y detestable porque necesita del pasado y del presente para concretarse, es burocrático. La prevención social, como el aporte jubilatorio es vista como una actitud cobarde, propia de un hombre que no confía en si mismo, es una idea social que se extrae de la imaginación de la letra escrita y no de la realidad empírica, por lo tanto, ese futuro no fue ganado con el prestigio individual del hombre.

La motorización de las caravanas

La aparición del camión en el universo gitano, ocurrida de manera explorativa alrededor de 1930 y de manera activa a partir de 1940, aunque algunos gitanos, los más pobres llegaron con sus carretas hasta el comienzo de la “década del 50” . Este adelanto es comparable en su dinámica sólo a la revolución industrial del siglo XIX. No debemos olvidar que antes del vapor, lo que hoy conocemos como comercio internacional, prácticamente no existía, la importación y exportación de un continente al otro, era casi imposible debido a la poca capacidad de carga que elevaba el costo del viaje, y al tiempo que se empleaba en la travesía. El vapor fue fundamental para motorizar los barcos, extender la dimensión de sus depósitos o bien dotarlos de cámaras frigoríficas donde se almacenaban cantidades impensables de insumos y productos; este adelanto posibilitó navegar los recorridos mas extensos, a una velocidad inédita para la época y a un costo muy bajo; dinámica que le permitió a los piases agroganaderos e industriales, iniciar la vía del comercio internacional. Desde tierra firme, la locomotora traía consigo el mismo impacto económico y además fundaba nuevos pueblos al costado de las vías.

La motorización de las caravanas aceleró las fases del proceso laboral y el intercambio comercial pasó de la artesanía, al micro emprendimiento personal y, en algunos casos, a la micro industria. Los gitanos podían recorrer largas distancias y llegar más rápido a las cosechas y conchabarse como recolectores de uvas, de maíz, de algodón; o bien construir molinos, aspas, bebederos para los animales con más rapidez que antes. Por otro lado el enorme espacio impensado y a la vez necesario, de la carrocería del camión comparable para los nómades a los depósitos de los barcos, permitió un gran avance en el confort del grupo, fue posible la abolición de la estera que utilizaban los gitanos pobres, extendida a modo de sombrilla o reparo contra el roció pero poco eficiente contra la lluvia. También hizo posible dejar atrás las tiendas bajas y pequeñas que los más acomodados usaban como reparo o dormitorio, para dar lugar a la aparición de la carpa (cherga) ocho o diez veces más grande que el antiguo reparo y dos y tres veces más grande que la antigua tienda.

El novedoso espacio dentro de la carpa hizo posible un descanso más confortable con la aparición de los edredones (astuche) y las abrigadas cobijas de plumas de ganso o en el peor de los casos, plumas de gallina. Durante el duro invierno la caldera de hojalata amplió sus dimensiones; y en épocas menos frías la aparición del brasero, reemplazo al hoyo en la tierra y ocupó un espacio permanente. Inmediatamente después apareció el calentador a kerosén, como bien de consumo extraído al mundo moderno. A la oscuridad da la gran carpa ya no era posible iluminarla con la pequeña lámpara de pared, utilizada en la tienda; fue necesaria la potencia del farol de noche marca “Petromac o Sol de noche”. El espejo femenino de mano, dejó su lugar a otro redondo como un plato, que fue clavado en el poste delantero de la carpa. Los sacos para la ropa dejaron de ser generales para ser individuales. Posteriormente aparecieron los cajones de frutas como portadores de los primeros elementos de vajilla, platos hondos, playos y fuentes. Estos elementos exigían una mesa que fue redonda para cuatro o seis personas cubierta siempre por un mantel floreado de hule.

Para adaptar su uso al mundo gitano fue necesario serrucharle las patas hasta dejarla a la altura de una mesa ratona, para completar el juego de comedor fue necesario construir bancos individuales no mucho más altos que los de ordeñe. Todos estos elementos se ubicaban de pie o de canto para que no molestaran, a un costado de la carpa, y a la hora de almorzar o cenar a la caída del sol, se colocaban en el centro de la parte delantera, lo que podría denominarse el comedor diario.

Un gran sector de la sociedad gitana dice, a modo de disculpa, que esos cambios no se dieron por el mero gusto de modernizarse; sino por prescripción médica y aseguran que no fue la mesa la que apareció primero sino el banco. Dicha utilización se recomendaba a las personas con problemas serios de columna. A la hora de comer toda la familia se sentaba sobre el piso en posición de loto, alrededor del conocido mantel floreado de hule, el enfermo sentado sobre el banco cumplía con el tratamiento, pero montado allí arriba, no se encontraba cómodo para inclinarse y tomar la comida; entonces fue que se recurrió a una solución salomónica y se introdujo la mesa redonda con las patas recortadas para que los sanos pudiesen, en la acostumbrada posición, seguir tomando el alimento desde el ceno de la tierra y el enfermo, cumplía su tratamiento sin modificar en demasía la antigua costumbre. Lo paradójico, a primera vista, de esta afirmación es que se rechazaba el uso del mobiliario en defensa del las tradiciones y las costumbres pero se aceptaba la medicina como un elemento no competidor de la medicina natural; este razonamiento que he tildado de paradójico, a primera vista, en el mundo gitano no lo es, forma parte de la visión de mundo que le permite al gitano, modificar su psiquis social, incorporando todo aquello que le permitió su cercanía. El sostén dialógico entre el margen y el centro, es posible gracias a la condición de negociantes que posibilitó, a la hora del intercambio comercial que los gitanos fueran tanto fabricantes de sillas, como de peines; fueron sesteros, como herreros, tanto trabajadores de la construcción, como cosechadores.

La prescindencia que los gitanos hacen del territorio y de las fronteras los convierte en un enemigo molesto, raro, indeseable pero también debemos señalar que por esa prescindencia, es el único pueblo sin ejercito, esa falta de territorio les permite seguir desde la marginalidad, a la que se ven sometidos, por la evolución del mundo.

El desarrollo económico que trajo aparejado el camión posibilitó que a la carpa standart rápidamente se le agregase adelante, otro casco con las mismas dimensiones. Este nuevo avance en el confort dotó al ambiente principal, el del fondo, utilizado para el descanso, de coloridas alfombras, los más acaudalados también alfombraron el ambiente delantero, en los laterales de la carpa aparecieron los aparadores, sin cristales o alacenas, las cortinas de terciopelo rojo cubrían los dos laterales de la carpa, el fondo fue revestido de cretona floreada con grandes volados con puntillas. La adquisición del Samovar para la preparación del te con frutas (teie o chaio). También tuvo lugar la aparición de la vajilla de cocina casi completa, el mantel de hule tendido en el suelo se usaba solo en las meriendas o en las comidas individuales. En muchos hogares gitanos ya no era necesario, por cuestiones de espacio y peso, verse limitados a lo indispensable: comer como antes, todos de una fuente y tener un sólo jarro para la familia. La carpa proveía de un espacio privado para higienizar las zonas básicas y el baño general. Las mujeres podían guardar sus zapatos en cajones de manzana para que no se doblaran; con el nuevo abasto dejaron de andar descalzas y vestir harapos, ahora podían confeccionar distintos modelos para sus trajes, usar diez y hasta quince metros de seda, tul, gasa, yérsey, para lucirlos no sólo en los acontecimientos sociales, sino para tomar el té en sus carpas.

Vale aclarar que antes del siglo XVIII, el nomadismo era realizado a pie por los más pobres; los más ricos lo realizaban en burro o a caballo, en esas duras condiciones de vida que impone la travesía permanente, el traje típico era portado sólo por las mujeres más insignes de la caravana, las que ya no menstruaban (las purichas), liberadas ya de esa condena, estaban fuera del pecado y unidas a Dios a través de su pureza. La gracia de haber alcanzado ese estado las liberaba de casi todas las tareas y podían dedicarse a lucir su atuendo, a ser las maestras que trasvasaban sus experiencias y la cultura gitana a los más jóvenes. El resto de las mujeres, durante la travesía y en los campamentos, se ocupaban de los niños, de los animales, del abasto del hogar, de la limpieza, del bienestar de la familia, del marido, el traje típico muy incomodo durante el ajetreo del nomadismo, quedaba resumido a un traje de fajina adornado por las monedas de oro que lucían en el cuello y los aros y los anillos que las prevenía de las enfermedades y espantaba los malos espíritus.

A partir del camión la economía prosperó rápidamente y además fue posible gracias a la plancha a carbón, enderezar las arrugas de la ropa, que antes se había enroscado como un resorte para meterla en los sacos. El sacrificio humano ya no se empleaba para llevar al hombro durante enromes distancias lo bártulos del nomadismo, ese trabajo ahora lo hacía el camión y la familia completa podía mirar el paisaje y relajarse mientras el crecimiento en el promedio de vida del gitano, se alargaba en 15 años para los hombres, y en 20 años para las mujeres. Antes del camión los hombres, cuando no se infartaban debajo de algún bártulo, envejecían abruptamente al llegar a los 35 o 40 años, o bien quedaban postrados con graves problemas cervicales, reumáticos o sufrían de las articulaciones e indefectiblemente morían alrededor de los 45 o 50 años. El camión rompió con la paradoja del nómade que podía recorrer todo el mundo pero no tenía un espacio propio. Cuando tuvo su espacio transportable lo llenó de confort para los suyos, tuvo presente los espacios pertenecientes a la antigua nobleza y los metió dentro de la carpa, esos prestamos fueron recreados con las ya citadas alfombras, con las cortinas de terciopelo, con los volados con puntillas, con el samovar ruso, con la utilización de la vajilla, con el enriquecimiento de la cosmética femenina y posteriormente con la masculina.

Decorar la carpa llevó a los gitanos a poner los ojos nuevamente en la sociedad sedentaria y en los elementos acordes a su ambiente, el espejo ya dejó de ser un elemento perverso que se debía llevar oculto entre la ropa, porque atraía los rayos, los relámpagos y al diablo. Ahora los rostros femeninos y masculinos pasan allí mucho tiempo fabricando lunares, aceitando el rulo de la frente o verificando el uso provechoso del perfume o la loción para después de afeitarse, o el uso del agua de colonia o del jabón de tocador. Los gitanos comienzan a vestirse como no lo habían hecho antes, siguiendo el ritmo de la moda con cierta particularidad ya que hasta 1970, vestían con bastante retraso respecto del común denominador. Aunque se vestían con tanta dedicación y esmero y siempre en sintonía con la antigua nobleza, que los hombres, incentivados por sus mujeres, prolongaron la utilización de las camisas con volados y encajes hasta el presente.

Este cambio que trajo el espejo en el rostro femenino redobló el celo masculino hacia las mujeres, extasiadas suspiraban por los avances de la cosmética, la depilación de las cejas y el bozo, dio lugar a la tintura, y ya a las axilas y a las cejas y luego al afeite de las piernas, tiempo después la depilación y el cavado se hicieron presentes en el mundo femenino. Los cambios traen cambios y las diferencias entre gitanos y sedentarios se redujeron un poco más y esto facilitó el cruce de miradas y las mujeres pusieron los ojos en los sedentarios y los hombres en las sedentarias y de este modo la historia de la humanidad volvió a repetirse: el antiguo hombre primitivo salió de la endogamia cuando aceptó el intercambio de mujeres, las que venían traían con ellas su cultura y sus conocimientos; y las que se iban hacían lo propio, de este modo se estrecharon los lazos y se produjeron las fusiones para que el desarrollo de la humanidad comenzara. Hoy el gitano moderno se ve, por segunda vez, en la necesidad de relacionarse, de hacer negocios, de convivir codo a codo con el sedentario y de fusionarse en matrimonios mixtos, como lo hizo cuando llego a Europa, en el siglo XIV o muy probablemente antes, durante las reiteradas invasiones de los sarracenos en la Isla de Corfú.

El campamento ya no esta fuera del pueblo, los gitanos viven en nuestro edificio, o hacen la cola en el súper del barrio y las mujeres tampoco están todas juntas metidas en un carpa a la espera del gitano que vaya a pedir su mano; por el contrario, las mujeres están escuchando música del país de adopción o mirando telenovelas, o bien estudian o trabajan con los sedentarios. Resta señalar a aquellas familias que quedaron atrapadas en el nomadismo que por falta de recursos económicos y no por elección, unas 20.000 personas, viven amuradas a la marginalidad y en absoluta desprotección social, son inexistentes literalmente para la sociedad de consumo, a la que el nuevo gitano ingresó con su camión.

Este gitano decidió dejar de comprar y vender caballos y mulas para vender y comprar camiones y automóviles. Necesitó de un lugar fijo donde comercializar, el local lo convirtió en contribuyente, después necesitó una residencia, y allí el desconocimiento de la lectura y de la escritura le exigió que aprendiera esa técnica y hoy el gitano está peleando un espacio de aprendizaje que respete su identidad y su cultura. Muchas familias temen y creen que están frente a la instancia lapidaria de ver la desintegración de su patrimonio cultural y no ante el precio del cambio que trae aparejada una renovación formidable que le permitirá a todo el pueblo, refundar, pero esta vez de manera visible, su vieja identidad gitana, superando los intentos fallidos que se vienen dando desde el siglo XIV, cuando la sociedad de entonces no soportó la insolencia zíngara de vivir según sus costumbres y tradiciones y trató de aniquilarlos por asimilación o destrucción física. La refundación de la identidad dentro del mundo sedentario traerá violencia, ya la hay a diario. ¿Pero la violencia es el precio que el pueblo gitano se ve en la necesidad pagarle a una sociedad etnocéntrica, por ocupar un espacio dentro del mosaico cultural de los respectivos países que albergan a la etnia?.
La solidaridad social en relación con el prestigio

En el antiguo sistema nómade, donde todavía viven unas veinte mil personas en la argentina, rige lo que Max Weber llamó, solidaridad mecánica, la misma evalúa los lazos sanguíneos y el prestigio que los individuos obtienen a la largo de su vida y a partir de allí, la sociedad su ocupa de asistirlos pero de manera escasa o simbólica, es decir, que se ocupa de resolver su presente inmediato pero no el día después y mucho menos el futuro, de eso se deberá hacerse cargo el interesado, damos un ejemplo: si se quema el carromato, la carpa o la casa, la sociedad le adelantará un dinero como para que el damnificado pueda comenzar un nuevo día pero no un nuevo hogar. De las enfermedades crónicas o terminales se ocupa la familia y en el caso de no tener queda en manos de la comunidad, si esta reclama una sure o kriss, Juri o tribunal honor, la sociedad en el mejor de los casos, le pagará al enfermo el importe de un tratamiento breve y el resto dependerá de su voluntad y de su suerte para salir adelante.

No existe dentro de la estructura social oral de los gitanos ningún medio por el cual un gitano pueda gestionar un préstamo para realizar un determinado emprendimiento y al cabo de un tiempo comenzar a devolverlo. Los hombres obtienen prestamos interpersonales sólo si son prestigiosos, honestos y honrados; pero estos por ser prestigiosos honestos y honrados no se exponen fácilmente a que la sociedad se entere de que ha pedido dinero a otro gitano, porque el pedir, en si mismo, es sentido y visto como una rebaja en su honor, algo se cede de si mismo ante el otro, en el acto de pedir.

Las mujeres están mucho más desprotegidas y tienen menos chances de solicitar este tipo de ayuda, ellas dependen mucho de lo que pueda hacer el marido o su padre o algún hombre de la familia. Todos son parte de la sociedad y esta jamás abandona a sus miembros en una desgracia pero el sistema nómade no tiene posibilidades de prevenirla sino escasamente y a través de las virtudes personales; fuera del socorro mecánico, el hombre deberá dar cuenta de su buena educación, construyendo su futuro y el bienestar de su familia por sus propios méritos.

Por otro lado, la mayoría del pueblo gitano que se ha modernizado o esta en vías, se queja y se estremece ante el riesgo de la transculturización, que por otro lado lo constituye, y a la vez disfruta de las ventajas de este cambio, lleva a su casa la última tecnología, sus hijos tienen celulares y computadoras pero que pasa con ellos en los espacios públicos.

En el contexto internacional las políticas sociales básicas como educación y salud nunca fueron enteramente practicadas con los gitanos, todavía hoy en los Países Bajos se les niega la atención médica, en aquellos hospitales, donde no hay salas para gitanos. A las mujeres gitanas se las caza, como a animales, se las lleva a los hospitales y se las obliga a firmar su esterilización. No todas las escuelas europeas aceptan chicos gitanos, adentro reciben golpes de los otros chicos, sin que esto produzca, en demasiados casos, ninguna reacción en los maestros, sí en cambio reaccionan cuando el alumno gitano se defiende, allí el chico puede ser expulsado del colegio por mala conducta y, si los padres se quejan, van presos por atentar contra una institución publica. La asistencia a las escuelas es más baja en los países más desarrollados debido a la violencia racial. No todas las líneas de colectivos, ni todos los horarios son posibles, los gitanos no deben causar molestias al pasaje. En los pocos bares donde se los admite, apartados, beben y comen de pie. En muchos países de Europa, se alerta al turismo sobre la peligrosidad de los gitanos.

En el plano local durante la primera presidencia del General Perón, y paralelamente con lo que ocurría en Alemania, bajo un oscura orden, se prohíbe la instalación de carpas en el territorio argentino, punteros políticos incendian los campamentos, la falta de Documentos de Identidad de las víctimas y el temor a realizar las denuncias, arroja una cifra imprecisa de muertos y heridos. En la década del “ 60” el gobierno militar prohíbe el atuendo gitano de las mujeres. En la década del 70, sobre la hipótesis de conflicto con Chile y bajo una ley de emergencia, se les expropió las camionetas a los gitanos residentes en el sur del país. Esos vehículos jamás fueron restituidos a sus dueños. Durante el gobierno de Dr. Raúl Alfonsín se prohibió el transito de gitanos por la Provincia de Río Negro, el fuerte accionar de la prensa internacional hizo que el Gobierno Provincial reviera la ley.

La imagen gitana no vende


Desde los comienzos de la medicina prepaga, la población gitana de la argentina, tiene enormes problemas a la hora de acceder a ese servicio porque representan una mala imagen para esas firmas. Algunas empresas, al tomar cuenta de que su afiliado es gitano, con distintas evasivas u omisiones, dejan fuera del sistema al grupo familiar. Los empleados encargados de la afiliación son alertados al respecto y tienen una lista de apellidos de origen ruso, griego, rumano y yugoslavo a verificar. En las clínicas con distintos pretextos se evitan las internaciones derivándolas a otras instituciones. En los bares del micro centro porteño, las gitanas pueden ingresar a los locales y ocupar una mesa, pero no siempre son atendidas. La juventud gitana tiene infinidad de problemas para entrar a las discos y los pubs. La población que habita en carpas en los barrios periféricos de todo el país, no siempre es tenida en cuenta durante los planes de vacunación, ni durante los censos. La fuerte discriminación en los colegios hace que la población gitana no pase en su mayoría de cuarto o quinto grado, muy pocos ingresan al secundario y menos aún a las universidades; el desconocimiento y la mala voluntad de muchos docentes es supina; también es supino el desconocimiento de los padres sobre los beneficios que dejaría a sus hijos, una educación formal. Otro polo de la discriminación es la reacción del propio grupo cuando uno de sus integrantes va más allá de cuarto o quinto grado y emprende el camino de la formación, la reacción se potencia muchísimo más en el caso de las mujeres; estos integrantes son considerados menos gitanos hasta que demuestren lo contrario.

El holocausto pasó pero los genocidios y los culturicidios nunca desaparecieron y bajo el maquillaje del derecho o la prepotencia del poder adquieren distintas mascaras. Un primer paso posible para desacelerar el proceso de discriminación es la modificación consensuada, que desarticule la mirada etnocéntrica del sistema educativo, permitiendo la capacitación docente para que en las escuelas se implemente la convivencia entre chicos de variado nivel socioeconómico y de diversas culturas. La experiencia realizada ya en algunos países, arroja como resultado que la discriminación desaparece casi en su totalidad, en un tiempo asombrosamente breve y el conflicto, queda reducido a las cuestiones personales de los chicos.

Con el afianzamiento de resultados como éstos, un segundo paso y ya mucho más difícil sería instalar un debate serio en los foros internacionales para que se revean las políticas aplicadas a la problemática, que parten de mal intencionadas consignas, desarrolladas en instituciones serias como Naciones Unidas que se prestan a políticas etnocéntricas y conservadoras como la proclama que señala al 16 noviembre (de 1996) como El día Internacional de la Tolerancia ; ese Gran Organismo del que todos necesitamos debería reemplazar la tolerancia por el reconocimiento, ya que el verbo reconocer asegura derechos e igualdad; en cambió el verbo tolerar fija las diferencias que nos llevan casi a agradecerle a aquel que tolera, por lo tanto más poderoso, la garra, el empeño, el corazón que pone frente al que lo ofende con su otredad. Por si no queda claro, a quien va dirigida la proclama, el verbo tolerar señala a dos actores, pero agradece sólo al que tolera, y deja en el desamparo más absoluto al tolerado.

(Fragmento correspondiente al ensayo titulado “El Pueblo Rebelde”)

Nota

(1) Ong Walter J, Escritura y Oralidad, capítulo III, página 41. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. 2000.

Jorge Emilio Nedich

 Étnicamente perteneciente al pueblo Rom (Ludar). Escritor y ensayista. Licenciatura y profesorado en Letras (Título en Especial Preparación). Nació el 5 de febrero de 1959 en Sarandí provincia de Buenos Aires. Hasta los diecisiete años vivió de manera nómada junto a su pueblo, lo que le imposibilitó acceder a los establecimientos educativos, hecho que no le impidió aprender a leer y, al comenzar su adolescencia, comenzar a escribir. Con su última novela, “El aliento negro de los Romaníes” (Editorial Planeta, octubre de 2005), fue finalista en Argentina del Premio Planeta 2004. Actualmente coordina el seminario de narrativa de la carrera de Letras en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y dicta talleres literarios. Su dirección electrónica es la siguiente: jnedich@yahoo.com.ar



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