Notas de la urgencia para la reflexión y la acción:

Algunas cuestiones relevantes alrededor de la Batalla de la Plaza de Mayo

31/01/2002
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  • Opinión
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Fue nuestro camino siempre que la voluntad de los más se hiciera común en el corazón de los hombres y mujeres de mando. Era esa voluntad mayoritaria el camino en el que debía andar el paso del que mandaba. Si se apartaba su andar de lo que era razón de la gente, el corazón del que mandaba debía cambiar por otro que obedeciera. Así nació nuestra fuerza en la montaña, el que manda obedece si es verdadero, el que obedece manda por el corazón común de los hombres y mujeres verdaderos. Otra palabra vino de lejos para que este gobierno se nombrara y esa palabra nombró 'democracia' este camino nuestro que andaba desde antes que caminaran las palabras. Los que en la noche andan hablaron: Y vemos que este camino de gobierno que nombramos no es ya camino para los más, vemos que son los menos los que ahora mandan sin obedecer, mandan mandando. Y entre nosotros se pasan el poder de mando, sin escuchar a los más, mandan mandando los menos, sin obedecer el mando de los más. Sin razón mandan los menos, la palabra que viene de lejos dice que mandan sin democracia, sin mando del pueblo, y vemos que esta sinrazón de los que mandan mandando es la que conduce el andar de nuestro dolor y la que alimenta la pena de nuestros muertos. Y vemos que los que mandan mandando deben irse lejos para que haya otra vez razón y verdad en nuestro suelo. Y vemos que hay que cambiar y que manden los que mandan obedeciendo, y vemos que esa palabra que viene de lejos para nombrar la razón del gobierno, democracia, es buena para los más y para los menos. (Subcomandante Marcos, transcripto en Periferias N° 1, pág. 32) Lo ocurrido a partir del miércoles 19, tanto en lo referido a las expropiaciones en los supermercados como al cacerolazo capitalino constituyó la muestra más palmaria de al menos cuatro cosas: primera, la falsedad de las afirmaciones sobre el fin de las ideologías y, centralmente, sobre el fin de la historia. La impresionante movilización de masas del miércoles como el jueves constituyen la evidencia empírica irrefutable de la vigencia de viejas categorías (que sin duda en nuevos contextos requieren revisiones) como clases, conflicto de clases, crisis, crisis orgánica, relación de fuerzas, hegemonía, crisis de hegemonía. Si algo marcó la emergencia del fenómeno fue la complejidad, la imbricación donde lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer se encuentran en un mismo tiempo y espacio. Segunda, el agotamiento de un modelo que exasperó hasta el límite las contradicciones sociales llevando a amplios sectores sociales a la desesperación y a la indignación. Tercero, la enorme torpeza de un gobierno incapaz de asegurar las condiciones de acumulación capitalista (cosa que establece la diferencia con el único partido de gobierno existente hoy en la Argentina, el PJ, independientemente de nuestro juicio sobre el sentido de sus políticas). Cuarto, el enorme atraso de las ciencias sociales (apologéticas como críticas) para percibir los procesos y tendencias existentes en la realidad social. Continuidades y rupturas: ecos del pasado, urgencias del presente, llamados del futuro (1) La novedad de la convergencia de expropiaciones en los supermercados con el estallido de la Ciudad de Buenos Aires tras el "desafortunado" discurso presidencial pone en riesgo un análisis más objetivo de un proceso que reconoce continuidades y rupturas. Con el alerta de Rodolfo Walsh nos parece oportuno advertir que: "Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe comenzar de nuevo, separada de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como una propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas." Los hechos ocurridos el 19 y 20 de diciembre expresan continuidades y rupturas con el proceso histórico de luchas de nuestro pueblo contra los mecanismos de dominación que las clases dominantes han implementado en nuestro país. El 17 de Octubre de 1945, el Rosariazo y el Cordobazo, por poner apenas ejemplos paradigmáticos, dan cuenta del pueblo movilizado en las calles para defender sus derechos, sus creencias, sus proyectos, su perspectiva, sus intereses (hechos en los que también la complejidad, la contradicción y el antagonismo estaban a la orden del día: nada es nunca tan claro, afortunada y desafortunadamente). En ambos casos, y de forma mediada, implicaron recambios gubernamentales y evidenciaron en aquellas circunstancias una crisis de hegemonía. Hubo, también para el ciclo inaugurado con la dictadura genocida de 1976, una suerte de clausura del miedo que culminó este diciembre pero que reconoce experiencias y modos de acumulación iniciados desde la recuperación de la institucionalidad democrática burguesa (y también durante la propia dictadura: desde las acciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos en defensa de las Cajas de Crédito Cooperativas a las Madres de Plaza de Mayo y la lucha por la suerte de sus hijos, que son ya hijos de todos). En los noventa, con la profundización de las políticas "sugeridas" desde el Consenso de Washington y prefiguradas por la dictadura genocida en los setenta, el bloque subordinado resistió a través de herramientas tradicionales (paros, movilizaciones) y también aparecieron nuevos modos de protesta, organizados por "nuevos actores sociales". La pueblada de Cutral-Có inauguró un nuevo ciclo de modos de organización y resistencia que trajo aparejado no sólo una reivindicación de la lucha callejera, sino el rescate de metodologías horizontales, pluralistas, de fuertes debates, de democracia directa entre miles de trabajadores desocupados y sus familias. Este fue el origen del movimiento piquetero, que ya es un actor instalado en la conciencia colectiva a pesar de la complejidad y heterogeneidad de su composición.(2) La construcción de la CTA y el Frente Nacional contra la Pobreza es otra afluente que hizo su contribución a un estado de insubordinación creciente de los sectores populares. La Consulta por el Seguro de Desempleo y Formación, que superó los tres millones de votantes expresa -a pesar de las notables insuficiencias de la convocatoria(3) - un estado de malestar y rebeldía que potenció el impulso de los sectores populares. En todo caso, queremos dejar constancia de la complejidad de este fenómeno para no reemplazar el análisis por la consigna, e intentar comprender sus posibles proyecciones para la construcción de una alternativa popular liberadora. Notas para pensar Los acontecimientos ocurridos el miércoles 19 y jueves 20 de diciembre parecen indicar un verdadero cambio de época en nuestro país, cambio signado por la complejidad de proyectos y percepciones en juego, pero sin duda un momento de quiebre donde quedaron al desnudo los límites infranqueables del modelo iniciado con el genocidio de los setenta, homeopático con el peronismo lopezrreguista y masivo con la dictadura de Videla y Martínez de Hoz. La sorprendente incapacidad del gobierno para llevar a buen puerto las - ciertamente difíciles- exigencias para armonizar el pago de la deuda externa, el sostenimiento (y profundización) en la brecha de la desigualdad de la riqueza y la contención del conflicto social se revelaron con toda su violencia con viejos y nuevos actores movilizados. Por un lado, los "saqueos" configuraron en sí mismos una revelación de dinámicas sociales que articularon cuestiones bien distintas. Desde el (ahora ex) oficialismo y algunos medios de comunicación se consignó que la movida fue orquestada por punteros políticos -centralmente PJ- con la complicidad de la policía, que convirtió amplios sectores de la provincia de Buenos Aires en "zona liberada". En un sentido complementario, se estimuló desde diversos lugares la xenofobia (señalando que quienes robaban eran bolivianos, peruanos, etc.), así como la confrontación de pobres contra pobres (por ejemplo, alertando en barriadas humildes, villas, etc. del inminente ataque de otro barrio para robar) estimulando así tanto el conflicto entre sectores perjudicados por las múltiples pobrezas como el vaciamiento del espacio público (llamando, entonces, a encerrarse en las casas para defender lo propio). Ninguna de las amenazas propaladas por la policía ocurrió. Y no sabemos cuanto nuestro pueblo pudo aprender de esta dura experiencia. Pero más allá de la manipulación que pueda operarse sobre los sectores populares presos del hambre, lo cierto es que existía un terreno muy fértil para impulsar acciones de este tipo. Las condiciones de vida infrahumanas a que llevó este capitalismo subordinado y dependiente constituyen la nafta sobre la cual cualquier hálito caluroso convertiría -convirtió- en fuego ardiente el pasto seco. Frente a una situación ya inmanejable, el gobierno conservador se limitó a afirmar su proyecto político y a instalar como medida disuasoria el estado de sitio. Cuando a las 23 horas Fernando de la Rúa inició su discurso, nadie imaginaba que sus palabras iban a disparar la más impresionante movilización popular de la que la Ciudad de Buenos Aires haya sido testigo en toda su historia. De modo espontáneo, en todos los barrios, miles y miles de vecinos desafiaron el estado de sitio y repudiaron en los dichos y los actos al gobierno entonces agonizante de la Alianza. En la Plaza de Mayo, escenario de las grandes movilizaciones populares, la multitud amenazaba con instalarse hasta que Cavallo se fuera y cambiara la política económica. La solución que encontró el gobierno fue la represión lisa y llana de decenas de miles de ciudadanos de todas las edades y colores que participaban con una extraña sensación de bronca y la alegría de la celebración del encuentro. Allí se redefinía el espacio de lo público al calor de la movilización. Otro mito alimentado en los noventa era desenmascarado por la fuerza de los hechos: la reformulación de la política como ámbito de negociación entre cúpulas y la estrategia del set televisivo. La renuncia a ocupar el espacio de lo público por su ineficacia para lograr resultados demostró sus límites, y quedan por dilucidar los caminos de construcción política y cultural -que serán, seguramente, múltiples, complejos, y contradictorios- reinaugurados con la ocupación de las calles y las asambleas posteriores en los barrios. Los gases dispersaron a la multitud que se fue pacíficamente para luego intentar volver una y otra vez. La Plaza de Mayo se convirtió en el lugar de la lucha. Ese espacio físico simbolizaba la decisión de los sectores medios de expresar su hartazgo luego de la batería de megacanjes, blindajes, recortes, austeridades selectivas, corralitos bancarios y otros etcéteras a los que fueron sometidos. El jueves se prolongó tanto la resistencia como la represión, con una circulación de públicos muy heterogéneos Esa compleja composición expresó también diversas miradas sobre la política. La exigencia del miércoles de "bajar las banderas" puso de manifiesto la negación de la política como dimensión constitutiva de lo colectivo. La ausencia de proyecto y de organización popular donde contener esa enorme energía que se propagaba por las calles se pagará con al menos dos costos: la expropiación del triunfo movilizador de los sectores populares -en este caso por parte del PJ- y la consiguiente dilapidación de una oportunidad para acumular poder social para un proyecto político emancipatorio. Nada está cerrado, sin embargo, y la oportunidad merece una reflexión colectiva sobre la práctica militante de las organizaciones populares. Es indispensable preguntarnos -cuando una nueva crisis pueble las calles nuevamente- sobre los modos de sumar esfuerzos a nuevos espacios que organicen el poder popular. Quienes vivimos del trabajo intelectual tenemos aquí una responsabilidad indelegable, aportando nuestra visión al diagnóstico del proceso en marcha como a preguntas que nos permitan ayudar a construir un camino distinto entre las mayorías. En educación, el panorama dista de estar claro excepto por una cosa: la crisis contribuyó a centrar el diagnóstico oficial en el "costo de la burocracia y de la política", y un eje central de la política pública es la reducción de ministerios y salarios. La decisión de liquidar el ministerio de Educación (de reconvertirlo a Secretaría) de un gobierno que impulsó las "escuelas autogestionadas" hace cundir una sana alarma entre los defensores de la educación pública. La crisis del hambre permitiría justificar la continuidad del desmantelamiento de la educación pública por otros medios. Ahora, en todo caso, la responsabilidad de la lucha recaerá en múltiples actores: los sindicatos docentes, los colectivos laborales docentes, el movimiento estudiantil, los especialistas , intelectuales y creadores de la cultura comprometidos con una educación igualitaria, emancipatoria, democrática. La lucha por superar las lacras del capitalismo reconoce múltiples y simultáneas esferas de disputa. Una privilegiada es por la creación , distribución y apropiación de los conocimientos y los títulos que se salda -muy fuertemente- a través de las políticas educativas. Desde la educación, ningún argumento por el socialismo podrá disculparnos de tomar en nuestras manos la cuestión específica de cómo construir cada día en escuelas y universidades, en las calles y las fábricas, una pedagogía de la resistencia, de la pregunta y de la esperanza. Los días abiertos por esta crisis no tienen un final preelaborado. Las exequias del neoliberalismo -celebradas al costo de una treintena de muertos por la represión- no constituyen, ni mucho menos, el fin de la historia. Una historia de la que queremos ser Sujetos. Notas (1) Esta sección se alimenta de aportes realizados por compañeros de la FYSyP, especialmente Julio Gambina, Beatriz Rajland y Daniel Campione en el debate de coyuntura sostenido a propósito de los hechos que estamos comentando. (2) En efecto, a pesar de la remanida segmentación entre "izquierdas políticas" e "izquierdas sociales", y contra todo intento de idealización de una u otra, coexisten en este movimiento todos los partidos de izquierda, y organizaciones sociales no partidarias y antipartidarias inclusive. También hay distintos proyectos sobre los alcances del movimiento: para algunos de sus miembros, se trata de asegurar con la movilización ciertas medidas de protección mínima frente al modelo; para otros es el trampolín a la lucha por el socialismo a lo que deberán agregarse una amplia gama de variantes intermedias. (3) Por motivos que exceden los límites de esta nota, es oportuno señalar la coexistencia de diversos proyectos al interior de la CTA y del propio Frenapo. La hegemonía la tienen hasta ahora quienes han sostenido una suerte de "parlamentarización" de la política desarrollada por ese espacio. En lugar de la lucha en las calles, las universidades, las fábricas, etc., se ha privilegiado una construcción de superestructuras y la presencia en los medios de comunicación. Es probable que se abra -tras los acontecimientos de este diciembre- un fuerte debate sobre la política que deberá implementar tanto la Central como el Frenapo frente al desarrollo de la movilización popular. * Pablo Imen, Miembro de la FISyP. Docente e investigador de la UNSAM/UBA * Texto publicado en "Rebeliones y Puebladas: diciembre 2001 y enero 2002. Viejos y nuevos desposeídos en Argentina". Cuadernos de la FISyP, cuaderno 7 (2° serie), enero de 2002
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