Aparecida: Texto y contexto
18/06/2007
- Opinión
Realizada la Conferencia de Aparecida, queda ahora el trabajo de interpretar lo que fue este vasto acontecimiento, que involucró intensamente a la Iglesia de América Latina, y atrajo la atención de toda la catolicidad.
Si antes había expectativas, ahora con certeza habrá muchos desdoblamientos.
Como el trabajo más intenso de la Conferencia consistió en la penosa elaboración del documento, seria reducir de más el significado de esta Quinta Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe a este documento. El no deja de ser un pozo, de donde se podrá sacar agua buena para saciar mucha sed de inspiración y de vida para los cristianos de América Latina, que a partir de Aparecida son invitados a identificarse como “discípulos y misioneros” de Jesucristo.
Mucho más que el documento, el evento de Aparecida servirá de punto de partida para la vida de la Iglesia Católica en este continente. Por esto, vale la pena, desde ya, distinguir el texto del contexto de esta reunión extraordinaria de obispos católicos. El contexto es mucho más rico que el texto.
El propio texto, leído a la luz del contexto, refleja mejor lo que fue Aparecida. A los pocos se va identificando, del resto, el “género literario” propio de esos documentos que emanan de estas reuniones especiales, que sólo acontecen, es bueno tener presente, aquí en la América Latina. Por la ansiedad de llegar a consensos, por el atropello del tiempo, por la diversidad de situaciones vividas por los participantes, por el desafío de partir de nada para elaborarse un documento que quiere expresar el resultado de tantas colaboraciones, sólo pode resultar un texto improvisado, desigual en sus partes y en la cualidad de sus capítulos, con marcas diferenciadas de los muchos actores que intervinieron en su redacción.
Pero, por esto mismo, un texto que deja transparentar valores muy importantes, que sirven de señales para el sentido más amplio de aquello que la Conferencia intuyó como oportuno para el momento que estamos viviendo.
Algunas posiciones asumidas en el documento reciben su significado mayor a partir del contexto en que se realizó esta Conferencia de Aparecida.
Ella quiso retomar, por ejemplo, el método tradicional de ver, juzgar y actuar, que había sido abandonado en la conferencia anterior de Santo Domingo. Y no solo retomó este método sino que hizo que se explicara en el documento que se retomaba por insistencia venida de casi todos los episcopados de los países de América Latina. El significado de esta decisión no se limita al mérito de un método de trabajo. Con el la Conferencia quiso decir más, lo que no estuviera explícito: ella concretizó uno de sus objetivos mayores, que era retomar lo caminado por la Iglesia de América Latina, fortaleciendo su identidad propia, y superando perplejidades que dificultaban su acción.
En esta línea se podría luego percibir otros puntos muy significativos, cuya importancia ultrapasa el ámbito específico de cada uno. Da para decir, que a partir de la Conferencia de Aparecida, adquirieron “ciudadanía eclesial” las Comunidades Eclesiales de Base, que enfrentaran una temerosa resistencia inicial pero acabaron entrando explícitamente en el documento, la opción por los pobres, la lectura orante de la Biblia, la teología de la liberación, los nuevos sujetos sociales en especial los indígenas y afro descendientes, los migrantes, la pluralidad cultural de nuestros pueblos, la ecología, el desarrollo sustentable, el ecumenismo y diálogo inter-religioso, la cuestión de género no limitada a la mujer sino apuntando también a la realidad del hombre en el nuevo contexto cultural que estamos viviendo.
Todo esto fue contemplado en el documento, y se constituye en invitación para acogerlo bien, junto con los muchos valores positivos que marcarán esta Quinta Conferencia.
Más que el punto de llegada, ella se constituye en fecundo punto de partida para la vida y la misión de la Iglesia en nuestro continente.
- Dom Demétrio Valentini es obispo de Jales (SP). Traducción libre de OCLACC
http://www.oclacc.org/index.php?id_seccion=42&id_noticia=104
Si antes había expectativas, ahora con certeza habrá muchos desdoblamientos.
Como el trabajo más intenso de la Conferencia consistió en la penosa elaboración del documento, seria reducir de más el significado de esta Quinta Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe a este documento. El no deja de ser un pozo, de donde se podrá sacar agua buena para saciar mucha sed de inspiración y de vida para los cristianos de América Latina, que a partir de Aparecida son invitados a identificarse como “discípulos y misioneros” de Jesucristo.
Mucho más que el documento, el evento de Aparecida servirá de punto de partida para la vida de la Iglesia Católica en este continente. Por esto, vale la pena, desde ya, distinguir el texto del contexto de esta reunión extraordinaria de obispos católicos. El contexto es mucho más rico que el texto.
El propio texto, leído a la luz del contexto, refleja mejor lo que fue Aparecida. A los pocos se va identificando, del resto, el “género literario” propio de esos documentos que emanan de estas reuniones especiales, que sólo acontecen, es bueno tener presente, aquí en la América Latina. Por la ansiedad de llegar a consensos, por el atropello del tiempo, por la diversidad de situaciones vividas por los participantes, por el desafío de partir de nada para elaborarse un documento que quiere expresar el resultado de tantas colaboraciones, sólo pode resultar un texto improvisado, desigual en sus partes y en la cualidad de sus capítulos, con marcas diferenciadas de los muchos actores que intervinieron en su redacción.
Pero, por esto mismo, un texto que deja transparentar valores muy importantes, que sirven de señales para el sentido más amplio de aquello que la Conferencia intuyó como oportuno para el momento que estamos viviendo.
Algunas posiciones asumidas en el documento reciben su significado mayor a partir del contexto en que se realizó esta Conferencia de Aparecida.
Ella quiso retomar, por ejemplo, el método tradicional de ver, juzgar y actuar, que había sido abandonado en la conferencia anterior de Santo Domingo. Y no solo retomó este método sino que hizo que se explicara en el documento que se retomaba por insistencia venida de casi todos los episcopados de los países de América Latina. El significado de esta decisión no se limita al mérito de un método de trabajo. Con el la Conferencia quiso decir más, lo que no estuviera explícito: ella concretizó uno de sus objetivos mayores, que era retomar lo caminado por la Iglesia de América Latina, fortaleciendo su identidad propia, y superando perplejidades que dificultaban su acción.
En esta línea se podría luego percibir otros puntos muy significativos, cuya importancia ultrapasa el ámbito específico de cada uno. Da para decir, que a partir de la Conferencia de Aparecida, adquirieron “ciudadanía eclesial” las Comunidades Eclesiales de Base, que enfrentaran una temerosa resistencia inicial pero acabaron entrando explícitamente en el documento, la opción por los pobres, la lectura orante de la Biblia, la teología de la liberación, los nuevos sujetos sociales en especial los indígenas y afro descendientes, los migrantes, la pluralidad cultural de nuestros pueblos, la ecología, el desarrollo sustentable, el ecumenismo y diálogo inter-religioso, la cuestión de género no limitada a la mujer sino apuntando también a la realidad del hombre en el nuevo contexto cultural que estamos viviendo.
Todo esto fue contemplado en el documento, y se constituye en invitación para acogerlo bien, junto con los muchos valores positivos que marcarán esta Quinta Conferencia.
Más que el punto de llegada, ella se constituye en fecundo punto de partida para la vida y la misión de la Iglesia en nuestro continente.
- Dom Demétrio Valentini es obispo de Jales (SP). Traducción libre de OCLACC
http://www.oclacc.org/index.php?id_seccion=42&id_noticia=104
https://www.alainet.org/es/active/18148
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