Los verdaderos huevos de la democracia

20/06/2007
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  • Opinión
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El nunca más fue apresurado para los que lo vieron como un punto final, aunque acertado y siempre vigente como expresión de deseo.

Casi todos aspiramos a una convivencia democrática, pacífica y a un Estado de Derecho en los hechos, con justicia social y todas las justicias necesarias aplicadas a los crápulas ex dictadores y sus secuaces.

Comparto muchos de los reclamos de la ultraizquierda porqué no decirlo. No estoy de acuerdo con los métodos cuando son violentos porque el contexto es otro. Humildemente pienso que no se adelanta nada con estropear la fachada de un edificio militar o quemar unas gomas.

Pocas expresiones populares por los Derechos Humanos hay tan potentes -cívicamente hablando- como las marchas del silencio de los 20 de mayo, y no se tira ni medio huevo aunque sobran y permítaseme la alegoría hecha con el mayor de los respetos.

Hoy hay un Gobierno que hace esfuerzos por brindarnos libertad y equidad en los más diversos aspectos de la vida ciudadana. Démosle tiempo.

Es como cuando se hace limpieza general en el hogar. Al principio hay revuelo, se levanta polvareda, se amontona la mugre, se tira lo que no sirve, para que después el nuevo orden nos brinde bienestar y paz. Un verdadero refugio donde renovar fuerzas para enfrentar la vida.

Y bueno, el Presidente Tabaré y su equipo y el equipo progresista que vendrá, son los encargados. Pero no se limpia tan fácil un país después de más de un siglo de gobiernos de acomodos y oligarquía. Y estamos en plena sacudida.

Sí es urgente e imprescindible llamar a las cosas por su nombre a fin de poder mirarnos a los ojos cuando discutimos destinos comunes, y nadie puede quedar afuera de los beneficios porque de relegados se alimentan las revoluciones. Es sencillamente lógico. Tiene que haber tribuna para todos y todos debemos ser escuchados. Nunca una nación puede abortar a sus hijos porque piden lo que por derecho les pertenece.

Si los militares que saben dónde están los desaparecidos porfían en callar, la vida cobrará esa cuenta. Toda verdad postergada se abre paso y eso va más allá de silencios y complicidades. Sin embargo, ellos podrían tomar la iniciativa en el esclarecimiento de los hechos y tener la humanidad y la decencia que no tuvieron hasta ahora.

El comandante en jefe del Ejercito Rosales aparece altivo y sonriente en la televisión. ¿De qué se precia? ¿De qué se ríe, se podría saber? ¿De lo que aún esconden de información para poder buscar restos de asesinados y desaparecidos políticos? ¿De los familiares que se van muriendo sin ver su desgracia mermada (¿¿!!) al poder tocar unos huesitos y llevar flores a una tumba?

No le pedimos que llore si a él no le ha tocado vivir esa infame y perpetua tristeza, pero al menos que se abstenga de hacer demostraciones de insensible superioridad mientras no hace lo que debería y es pagado por el pueblo para que nos sigan torturando con un “yo no sé” que nos impide recuperar la dignidad de ser uruguayos.

No hay huevos de verdad aquí. No le tiran a la gente nada físico que nos ensucie, pero nos ofenden contumazmente con su actitud de soberbia e irónica indiferencia ante el sufrimiento ajeno por ellos provocado.

Las Fuerzas Armadas hoy solo tienen armas, no tienen valor. No enfrentan la verdad de los crímenes del terrorismo de Estado al que se plegaron junto con civiles que avergüenzan el pabellón nacional.

A esos sombrerito blanco y galones relucientes que dibujaron el paisaje de la plaza de la libertad de la patria o sea la Independencia, en el cumpleaños del sagrado Artigas, y a los que les costó poco salir a lucir su estampa demasiado alegre para el gusto de lo que ocurre hoy día en el país... ¿Escucharon a la señora que les pidió “por favor hablen”?

Era la voz de Uruguay señores. ¿La ignorarán?

Ella habló por todos nosotros.

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