“Guerra contra la naturaleza”

20/06/2007
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¿Se puede hablar de “Paz con la naturaleza” en Costa Rica?  Cabe la pregunta pues, como veremos, los “signos externos” de campaña semejante no reflejan la realidad.

El impacto producido por el uso de agroquímicos y manejo del agua en un número de hectáreas sembradas de piña, ¡quince veces más grande! que el área del Proyecto Turístico Golfo de Papagayo; la ausencia de planes reguladores en la mayoría de los cantones que facilitan (¡o quizá promueven!) un crecimiento urbano estresante y carente de regulaciones; la letal contaminación de las fuentes subterráneas de agua, por lixiviados de desechos sólidos, fertilizantes, insecticidas, aguas servidas, compuestos industriales y otros; la creciente dependencia de incapaces municipalidades con empresas dedicadas al negocio de la basura; la preocupante contaminación del aire derivada de una flota vehicular próxima al colapso; la cobertura de áreas con potencial boscoso por cultivos extensivos; el desdén gubernamental por prohibir la exportación de partes de tiburón, para así terminar instantáneamente con la práctica cruel del aleteo, que denunciáramos desde hace 15 años; la incapacidad de administrar recursos como el atún, extraído gratis de nuestro océano por empresarios extranjeros; la construcción de represas privadas de generación eléctrica en las ríos más limpios del país; el libre comercio determinado a la exportación de agua envasa que podría tener como naciones receptoras a naciones insaciables como México, Estados Unidos y China, independientemente de las necesidades de los costarricenses; los proyectos relacionados con la explotación y uso del petróleo; la renaciente minería a cielo abierto, pese a la ausencia pautas ambientales que garantizaren la protección del ambiente; el atropello contra las especies marinas capturadas “incidentalmente” (o sea, ¡irresponsablemente!) que afecta sensiblemente poblaciones de tortugas marinas, delfines y diversos tipos de crustáceos, moluscos y peces. En fin, para qué seguir si se trata de una historia harto conocida.

Estamos pues ante una campaña “pacífica” que se anuncia como un acto en pro de los recursos naturales, mientras se esconde la realidad ambiental que algunos ven como esperanzadora. Aunque el Ing. René Castro, ex ministro del Ambiente y actual dirigente liberacionista, aboga por una visión optimista frente al pesimismo que nos provoca una situación como la resumida, no creemos que el asunto sea tan simple.

Cuando él tomó la decisión de derogar por decreto todos los requisitos ambientales que el Reglamento a la Ley de Hidrocarburos imponía como pasos preventivos a la firma de un contrato de explotación petrolera, que incluía la elaboración de un estricto estudio de impacto ambiental, quizá pensaba igual. Pero las consecuencias están a la vista: la petrolera Harken mantiene su amenaza de demandar a Costa Rica por habérsele “expropiado” la ganancia que iría a obtener con el petróleo tico, si la Setena no hubiere rechazado el estudio ambiental presentado cuando antes se había firmado el contrato de explotación con el presidente Miguel Angel Rodríguez.

Asimismo, crece nuestra sorpresa cuando el agrónomo Mario Boza, ex viceministro, confiesa que su proyecto de transformar el Servicio de Parques Nacionales en un ente privado a cargo de administrar el 35% del más rico territorio natural de Costa Rica, ha sido acogido por “Paz con la naturaleza”. Ente, que pese a definirse como “órgano de desconcentración máxima” adscrito al Minae, sería ajeno a la jerarquía del ministro, conllevaría la desaparición del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) y se regiría por normas comerciales propias de la empresa privada. Si esa es la “Paz con la naturaleza” que se anuncia, vinculada además a Conservation International (financiada por transnacionales con historias ambientales deplorables), le decimos a don René Castro que no hay lugar para su optimismo.

Y si a esto agregamos lo sucedido en “experimentos” en que se decapitaron centenares de tortugas baula recién nacidas, o en “carreras” de tortugas a las que se les colocaron incómodos transmisores de más de 5 kilos de peso, por personas que supuestamente trabajan para conservarlas, siguen siendo insólitos los signos externos de “Paz con la naturaleza”. Por ello, creemos que continuará la “guerra contra la naturaleza” hasta tanto no se abran los ojos, se reconozca con franqueza la situación actual y se tomen las acciones urgentes que demanda la crisis ambiental.

Freddy Pacheco

Catedrático UNA

 

 

 

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