Reelección y participación popular

26/07/2007
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  • Opinión
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Nadie duda que América Latina está en un proceso de cambios y de discusión sobre los modelos alternativos a construir para conquistar lo que la izquierda y las fuerzas progresistas han denominado, desde la décadas de los 50, la segunda independencia.

En ese proceso de discusión, el mecanismo de reelección presidencial ocupa un lugar destacado, ya que en la región, ha sido un modelo político escasamente empleado.

La incorporación de la reelección continua en la reforma constitucional que se está discutiendo en Venezuela, ha provocado airadas protestas de la oposición, y más que nada, de los centros de poder mundiales que pretenden decidir el modelo de democracia o sistema social en que deben vivir todos los pueblos del mundo.

Así, en los mayores medios de comunicación social, la propuesta de reelección en Venezuela ha sido calificada como el intento del presidente Hugo Chávez de instaurar una "dictadura”.

La posibilidad de que el pueblo acepte o no éste modelo, o que posteriormente pueda no acompañar a Chávez en las urnas, no es tenido en cuenta por estos “analistas” y defensores de la “democracia”.

Porque alcanza con que la voluntad popular se manifieste en contra, tanto en el proceso de discusión y aprobación de la reforma constitucional, como en las posteriores elecciones nacionales, para que la posibilidad de la reelección no se concrete.
Y en el caso de que se concrete, sería también la voluntad popular expresada en las urnas, por mayoría, la que habría aceptado la reelección. En ningún caso es una imposición.

El modelo de reelección no es exclusivo del presidente Chávez, y adelanto a las críticas, tampoco de Cuba.

Generalmente la reelección ha servido más en los procesos de cambio donde las estructuras políticas partidarias son débiles, y cuando los líderes políticos tienen más peso sobre el proceso de transformación.

Pero, también en los viejos sistemas políticos europeos, que muchos quieren imponer como el único modelo de democracia aceptable para todos, la reelección es moneda corriente. Con el añadido de que la reelección ni siquiera es votada por el pueblo, sino que se produce indirectamente.

Muchos países europeos, especialmente las monarquías republicanas (un contrasentido que solo ellos entienden) mantienen una familia real que nadie elige y que tienen una reelección natural, y un primer ministro que designa el parlamento. Los ciudadanos votan partidos y parlamentarios, pero no designan al jefe del gobierno. Así la reelección del primer ministro se da sin consentimiento expreso del pueblo. Y el modelo de reelección funciona sin críticas en estos países, la mayoría, preocupados hoy por la propuesta venezolana.

Por ejemplo, no hace mucho ocupó los titulares de la prensa del mundo el retiro del primer ministro británico Tony Blair, tras 10 años en el poder. Una reelección que no continuó por un acuerdo político interno del Partido Laborista.

También todos recuerdan a la “dama de hierro” Margaret Thacher que fue primer ministra británica entre 1979 y 1990 y no continuó porque su partido perdió las elecciones.

En Francia, Jacques René Chirac fue presidente en dos períodos de seis años, y no optó por un tercer período por decisión propia, no por impedimento constitucional.

En Suecia, el líder socialdemócrata Tage Erlander fue primer ministro desde 1946 a 1969, 23 años consecutivos, y nadie cuestionó el modelo democrático sueco, sino que por el contrario, fue destacado por su estabilidad y progreso económico y social.

En Estados Unidos, su mayor figura política del pasado siglo, Franklin Delano Roosevelt, fue presidente desde 1933 a 1945 cuando falleció en ejerció del poder después de haber sido reelecto en 1944. Fue el propio Roosevelt quien hizo aprobar el modelo actual de no permitir la reelección por más de dos períodos.

España, otro de los centros de las críticas al proceso venezolano, además de mantener una familia real con reelección indefinida, permite la reelección indefinida del presidente del gobierno, cargo que no elige el pueblo directamente sino el parlamento. El líder socialista Felipe González fue presidente del gobierno entre 1982 y 1996, 14 años, y su sucesor, tas perder las elecciones, fue el derechista José María Aznar, que gobernó entre 1996 y 2004.

El modelo de reelección tiene muchas aristas, y en los lugares donde funciona una democracia auténtica, donde el pueblo puede expresarse libremente, participa en la discusión política, en las estructuras partidarias y en la definición de los candidatos, es una herramienta más.

Más que preocuparse si debe haber reelección o no, hay que apoyar el proceso de participación del pueblo en las estructuras de poder, en el creciente desarrollo del poder popular, que será en definitiva la verdadera garantía de la democracia.

Fuente: Barómetro Internacional
Análisis Político y Social Nacional e Internacional
De Venezuela y el Resto del Mundo.
https://www.alainet.org/es/active/18774?language=en
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