Todos contra Toledo
- Opinión
El primer día del año, Perú amaneció con la noticia del alzamiento del Movimiento Etnocacerista, dirigido por un mayor en retiro, Antauro Humala, quien, al mando de 163 ex conscriptos ocupó una comisaría en Andahuaylas, una de las provincias más pobres del país, tomando como rehenes a 17 policías y soldados. Con esta acción, en la que perecieron 7 personas, los etnocaceristas demandaron la renuncia del presidente Alejandro Toledo, a quien acusaron de corrupción, el cumplimiento de la sucesión presidencial, la vigencia de la Constitución de 1979 y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Tras ser rodeados por centenares de soldados, los reservistas depusieron sus armas y el líder y los alzados en armas fueron apresados y serán sometidos a juicio acusados de los delitos de rebelión, homicidio calificado, secuestro, terrorismo y otros, por los que pueden ser condenados a penas que van de 10 años a cadena perpetua.
Esta no es la primera acción de esta Movimiento que toma su nombre del mariscal y ex presidente del Perú, Andrés Avelino Cáceres. En octubre de 2000, el Movimiento, en ese entonces liderado por Ollanta Humala, hermano de Antauro, se levantó contra el presidente Fujimori.
Sobre los objetivos de los alzados en armas se han tejido varias versiones: para unos, Antauro Humala trataba de imitar acciones espectaculares como las protagonizadas por Hugo Chávez en Venezuela o Lucio Gutiérrez en Ecuador para ganar popularidad e incursionar exitosamente en las elecciones y alcanzar el poder. Otros lo han identificado como nacionalistas e indigenista, cuyo propósito es la restauración del Tahuantinsuyo. Sus integrantes también han sido calificados como “fascistas, neonazis, locos, etc.”, que poco han ayudado a comprender las causas profundas de esta rebelión. Dos entrevistas a líderes de izquierda peruanos dan luces sobre la rebelión de Andahuaylas.
En los 90, la izquierda peruana -que llegó a representar más del 30% del electorado y contaba con uno de los más importantes movimientos sociales del continente- fue literalmente barrida del mapa político-social del país. Atrapada entre el fuego cruzado del senderismo -que asesinó cientos de cuadros y militantes populares- y el terrorismo de Estado del régimen de Alberto Fujimori, la izquierda social y la política vivieron un proceso de desgaste y dispersión que la redujeron a su mínima expresión.
Hugo Blanco, el legendario dirigente campesino y guerrillero de los 60, y Javier Díez Canseco, ex secretario general del desaparecido Partido Unificado Mariateguista (PUM), son algunos de los pocos sobrevivientes del naufragio que mantienen en pie una ética de compromiso. Blanco sigue activo apoyando, a sus 70 años y con su salud quebrantada, a los movimientos más dinámicos y menos institucionalizados, participando activamente en los foros sociales de su país. Diez Canseco dirige actualmente el Partido Democrático Descentralista, y ocupa una banca en el parlamento. Ambos comparten una visión crítica del movimiento “etnocacerista”, se rehúsan a integrarse al coro -de derecha e izquierda- que acusó a los alzados de “fascistas” y culpan de la crítica situación que atraviesa el país al régimen de Alejandro Toledo, al que acusan de corrupto, neoliberal y autoritario.
Obsesión por toma del poder ha hecho daño
Los sucesos de Andahuaylas, protagonizados por el movimiento etnocacerista, han sido calificados por la mayor parte de los analistas de izquierda como de corte “fascista”, aludiendo a la ideología de su portavoz y a las supuestas conexiones con el fujimorismo. ¿Coincide con esa valoración?
- El movimiento surgió contra Fujimori y fue apoyado por todos quienes estuvimos contra el dictador. Me parece que es una estupidez decir que tiene conexiones con Fujimori. Sobre su ideología, se puede hablar de extremismo pero no de fascismo. Más extremista fue Sendero Luminoso pero a nadie se le ocurre decir que fue fascista. El fascismo es una ideología representativa de los intereses del gran capital. Humala está contra ese gran capital.
¿Cómo explica el hecho de que sectores importantes de las poblaciones andinas muestran simpatías abiertas con los etnocaceristas?
- En su periódico habla contra los enemigos del pueblo en forma sencilla, habla de las cosas que interesan al pueblo y refleja mucho el sentimiento de ese pueblo, por ejemplo cuando dice que hay que fusilar a los corruptos. Yo no estoy de acuerdo con eso, pero una cosa es que yo no esté de acuerdo y otra la impotente rabia de la gente contra la corrupción. Esa rabia se expresó cuando el pueblo de Ilave mató a puntapiés al alcalde o cuando el pueblo de Azángaro (ambos en el sur del país), indignado ante la corrupción de autoridades judiciales y policiales pagados por los ladrones, quemó vivo a un ladrón.
Al parecer, las realidades económico-sociales imperantes en el país permiten pensar que hay condiciones para que se desarrollen amplias luchas sociales. Pero los sucesos más significativos de los últimos años, no han sido protagonizados por las organizaciones populares sino que han sido “desbordes” desde abajo. ¿Cree que el movimiento popular está a la altura de los desafíos?
- Depende a qué llamas organizaciones populares. Yo llamo auténticas organizaciones populares a las que han protagonizado esos “desbordes”, mis esperanzas están depositadas en ellas. Esto no quiere decir que desprecie a las otras, creo que son necesarias y espero que sean parte del proceso, pero la vanguardia está en los “desbordes”.
¿Hay condiciones político-culturales en Perú hoy para el surgimiento de algo similar a lo que fue el senderismo? ¿Cómo valora hoy, 20 años después, los resultados del Sendero de los 80?
- Desgraciadamente, si no surge un movimiento rebelde, anti-sistema, que apoye, intente unificar e impulse los “desbordes” que tienen un profundo sentido antisistémico (contra la corrupción, en defensa de la ecología, por una auténtica democracia), sí, es posible el resurgimiento de Sendero.
El resultado de Sendero Luminoso han sido más de 70.000 muertos, fundamentalmente indígenas y una dictadura que aplastó al movimiento popular, a la cual pudimos expulsar cuando Sendero fue derrotado, fundamentalmente por el movimiento campesino.
¿Coincide con la propuesta del Subcomandante insurgente Marcos de “no tomar el poder”?
- Él dice “No se trata de tomar el poder sino de construirlo”. Coincido con esa apreciación que yo la expondría en otra forma: Primero el pueblo, no un partido en nombre de él, tiene que construir poder. Creo que en el Perú estamos haciendo eso desde abajo, poco a poco en forma dispersa, estoy porque se supere esa dispersión, pero eso será hecho por el propio movimiento no por una vanguardia que dé línea. El proceso de construcción de poder es permanentemente agredido por el enemigo, esa agresión le enseña a defenderse. Cuanto más avance en la construcción de poder, más fuerte será la agresión y mayor el aprendizaje del pueblo para defenderse. Creo que el proceso llevará inevitablemente a confrontaciones fuertes, el enemigo no ha de conciliar. El poder popular tendrá que desplazarlo por la fuerza para desarrollar su propia verdadera democracia. Pero ese será el paso final. Lo malo de la izquierda, por lo menos en el Perú, es que siempre pensaba en la toma del poder sin haber construido el poder popular, por lo tanto unos tomaron las armas declarando que “salvo el poder todo es ilusión”, con ese objetivo todo estaba justificado, incluyendo masacres a campesinos calificados de “soplones”. Otros se acomodan con gobiernos “progresistas” como Velasco Alvarado o Toledo. Por último, hay quienes “toman el poder” apoderándose en forma antidemocrática de las direcciones de los gremios.
Creo que esa obsesión por la toma del poder ha hecho mucho daño, por eso vi con simpatía la declaración de Marcos. Desgraciadamente no fue entendido y siguen abundando los “tomadores de poder”.
Por último, ¿cómo ve a la izquierda continental? ¿Cree que ha sacado conclusiones de las derrotas de los 70-80? ¿Cuáles serían?
- Es indudable que nos encontramos en un período muy bueno. Tengo 70 años y nunca vi una Sudamérica tan avanzada. Nuestros pueblos han avanzado mucho en diversas formas.
Creo que la izquierda, por lo menos en el Perú, pecó de sectarismo, dogmatismo y verticalismo. Además una parte optó por la lucha armada que no reflejaba el sentir de la gente y por lo tanto produjo el reflujo. Otra parte se dejó absorber por el sistema. Me parece que debemos corregir esos errores. Creo que falta más atención a los “desbordes”, pero en forma modesta, no yendo a “dar línea”.
Perú vive una crisis sistémica
¿Cómo calificaría los sucesos de Andahuaylas?
La toma de la Comisaría Policial de Andahuaylas, la madrugada del 1 de enero, por Antauro Humala y elementos de su movimiento -denominado “etnocacerista”- no es una acción armada protagonizada por militares. La toma se produjo sin armas, por sorpresa y, en la dependencia policial se hacen de las armas. No hay muertos en la operación. Los 4 policías muertos vienen después, en un enfrentamiento en otro punto de la ciudad y mueren, luego también, un “etnocacerista” por acción de un francotirador del ejército, así como un estudiante de Andahuaylas por la misma razón, aparentemente.
¿Qué es el movimiento etnocacerista?
-Antauro Humala es un mayor del ejército en retiro y su movimiento denomina a su gente “reservistas”, término dado a quienes han servido en las fuerzas armadas y están en la reserva; pero no todos son ex militares.
La ideología etnocacerista es una concepción que combina una identidad étnica o racista, una concepción militarista y putchista, profundamente autoritaria (amenazas de fusilamientos a diestra y siniestra), así como un ultranacionalismo que linda con la xenofobia.
La acción fue, desde mi concepción, militarista y aventurera, sin posibilidad alguna de éxito y con el fin de colocarse electoralmente.
Algo preocupante es que el “movimiento” tiene apoyo de oficiales generales en retiro como el ex general Bobbio, y ha venido propugnado un golpe militar para sacar a Toledo.
Mi enfoque es que lo ocurrido es parte de una crisis sistémica general y que Humala fue hábil en apoyarse en dos demandas nacionales que muchos sostenemos: se necesita otro gobierno (el país esta abrumado, agotado, hastiado de la corruptela, ineptitud y servilismo con el poder económico de Toledo) y hay necesidad de un cambio de régimen político (lo que va de la mano con el hastío frente al Congreso) y de una Asamblea Constituyente elegida por el pueblo.
Según todos los datos, los rebeldes tienen apoyo o simpatías de la población. En ese sentido, y en vista de los sucesos de Puno de este año, ¿la situación social en amplias zonas del país está en la base de los sucesos de Andahuaylas?
Sin duda, las demandas mencionadas tienen amplio respaldo y la oposición de los partidos tradicionales no ha hecho nada por ellas, no han hecho real oposición y se afilian al continuismo neoliberal. Pero el accionar violento, militarista y aventurero no tiene ese apoyo. Ya detenidos, el sector de la población andahuaylina que los apoyaba se ha ido calmando. Aunque otros respaldaron, con movimientos pequeños en diversos puntos del país, creo que la ideología etnocacerista y su autoritarismo no deben provocar ni provocan apoyo. Pero la protesta, la reacción frente al gobierno, es amplia.
¿Existe alguna conexión entre el movimiento y Montesinos, como afirma una parte de la izquierda peruana?
- No es imposible. Las incoherencias, además, son notorias. El hermano de Antauro, Ollanta (nombre de su semanario), ha sido hasta hace poco agregado militar de Toledo en Europa y luego en Seúl, con ingresos mensuales de varios miles de dólares (dicen que más de 8,000). No parece coherente.
Algunas “formas” que asume el movimiento, lo conectan con moevilizaciones sucedidas en la historia del Perú, que han sido definidas como milenaristas. En este aspecto, ¿hay algo en común con la forma que asumió el senderismo?
No hay conexión con ningún milenarismo, aunque pretenden reivindicar el incanato dentro de una concepción autoritaria, vertical y muy propia del militarismo.
¿Estamos ante un nuevo “ciclo de violencia” como el que comenzó a principios de los 80?
- Es difícil predecir esto.
Más en general, ¿como ve la situación política del país, que parece marchar hacia un segundo gobierno de Alan García?
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