La enfermedad militar no parece sanar

21/09/2007
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  • Opinión
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La actitud del Comandante de la Fuerza Aérea Enrique Bonelli en relación al robo de armas dentro de una dependencia de su competencia, resulta patética y absurda, propia del sketch más ridículo de un programa cómico.

Salir a la prensa actuando encolerizado como si los militares nunca hubieran protagonizado hechos degradantes contra el pueblo, realmente es gracioso. Que en las Fuerzas Armadas hay ladrones, homicidas y torturadores ya es histórico, público y notorio mal que nos pese. ¿O acaso los están juzgando y condenando por buena gente? Lo realmente irritante es que a ellos mismos no se les revuelvan las tripas para entregar a los culpables de crímenes de lesa humanidad de una vez a la Justicia, ya que de otro modo se mira a todos iguales. Los que hicieron y los que cubren. Esa es la única deslealtad y no el robo de un simple fusil, o de diez o de mil.

Insisto en la inconveniencia cívica de mantener las enfermas y desprestigiadas fuerzas armadas del Uruguay. Mientras muchos de ellos hacen loables esfuerzos por integrarse a la comunidad, los hay allí con viejas mañas y costumbres malsanas, cobijo de espantosos e impunes crímenes derivados de la dictadura.

Nuestro país es un gran cementerio de almas que no descansan en paz por la brutalidad asesina y sádica de estos vende patria, que ni siquiera se conduelen de los compatriotas que sufren por sus familiares muertos o desaparecidos políticos, diciendo dónde están sus restos.

Y este individuo sale haciendo un pamento bárbaro por unos fusiles. Uno lo miraba y no sabía si reír o llorar. Crudamente observado y de todo punto de vista, es peligroso pensar en manos de qué especie están las armas de esta nación, pues su postura en realidad refleja el grado de enajenación que sufren. Hasta podría ser más “normal” la actitud de quien roba fusiles de guerra para obtener provecho económico, si es que así fue, que la de los que al momento de juzgar institucionalmente lo que pasó, usan criterios radicalmente desmarcados de valores esenciales que deben primar, en una sociedad que apuesta a restaurar su sistema republicano e inclusivo solidificando pilares democráticos.

Es seria la enfermedad de los mandos y de los comandos, no sabemos cómo andará la tropa pero para muestra basta un botón.

El problemilla este de los fusiles sirvió de algo. No es necesario hacer un ateneo ciudadano para inferir la intensa patología castrense que convive entre nosotros.

¿Para qué dejarles seguir adelante en ese enorme psiquiátrico que es la cuartelería hoy en nuestro territorio? La alienación que aún detentan, secuela del stress fatal e irreversible del gobierno de facto por ellos sustentado no solo es de riesgo, sino que genera altísimas probabilidades de contagio entre sus pares.

Es una pena que pudran a las nuevas generaciones pero sucederá fatalmente.

Más allá de lo que haya detrás del asunto de los enseres bélicos sustraídos, realmente era mas “digno” callarse o al menos no mencionar emblemas sagrados que en ciertas bocas ya suenan a afrenta.

¿Cree realmente el general aviador que los uruguayos somos estúpidos?

No hay paliativos para esta situación y prueba es la crónica bipolaridad que aflora insistentemente.

Tal vez sea chabacano lo que voy a repetir pero ante tanta incoherencia uniformada, me viene a la mente un dicho vulgar y no por eso menos cierto y aplicable... ¿Traición a la patria el robo de las armas?

¡Dejate de joder!
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