Mutis por el foro
18/10/2007
- Opinión
Cuando Álvaro Uribe Vélez, representante de la paranarco política, en el cargo de Presidente de Colombia, anuncia que propondrá la aprobación de su reelección, por tercera vez, los grandes medios de información del Ecuador se acallan. Lo demuestra un hecho evidente: ningún canal de televisión informó sobre el particular, comentó o criticó ese propósito. La gran prensa escrita, por su parte, se limitó a reproducir los cables internacionales, sin comentario alguno, en neutralidad que expresa un tácito acuerdo. El silencio es siempre cómplice.
A diferencia, en el Ecuador actual, cuando se sugiere la posibilidad de que el nuevo texto constitucional por construirse incluya la reelección presidencial, los grandes medios de información, al unísono, asumen como su pensamiento bandera, como su idea fuerza el más abierto rechazo a ese planteamiento. La doble moral exhibida tiene su explicación: el poder económico que controla todos los grandes medios, no puede permitir que continúe en el poder por un período adicional el Presidente Rafael Correa, quien los confronta abiertamente.
Pero no sólo los grandes medios asumen esta posición. Desde las filas de los asambleistas de Alianza País, movimiento del Presidente Correa, algunos se alinean con la no reelección planteada por la oligarquía y los grandes medios de información. Entre éstos Aminta Buenaño, quien en el programa “Detrás de la Noticia”, dirigido por el demócrata cristiano Alfredo Pinargote[1], trasmitido por el canal 8, explícitamente afirmó: “Yo no estoy de acuerdo con la reelección”. Aseveración que demuestra ingenuidad política o coincidencia plena con el planteamiento de la ultraderecha, pero sobre todo, un caminar alejado de la democracia participativa que se pretende desarrollar como parte del proceso transformador.
Efectivamente Aminta Buenaño parece no haber entendido que si bien tiene derecho a mantener su punto de vista, éste se halla supeditado a la decisión del conjunto social, de quienes lo eligieron, En otras palabras, los únicos que tienen derecho a definir si están o no de acuerdo con la reelección inmediata del Presidente Correa, son los electores y no la elegida, por sí y ante sí. El entender el ejercicio democrático como lo hace Aminta Buenaño, responde a los viejos patrones de la más rancia democracia representativa, en contra de la cual se manifestó ya el pueblo ecuatoriano.
Pero si lo anterior podría justificarse por ser Buenaño debutante en este tipo de eventos y, principalmente en las nuevas formas de democracia, no puede, de ninguna manera soslayarse que su actitud desconoce implícitamente un hecho evidente: la acción positiva que hasta la fecha viene cumpliendo Rafael Correa, y, que es ésta y sólo ésta la que determinará la voluntad del pueblo ecuatoriano para reelegirlo o no. En otras palabras, la reelección de un presidente, cualquiera este sea, no depende de la voluntad de los asambleistas o congresistas, sino del grado de legitimidad que logran los mandatarios, sean del nivel que sean. La revocatoria de su mandato, igualmente responde a este principio, como lo ejemplifican los ejercicios de democracia real del pueblo ecuatoriano que terminaron con el derrocamiento de los presidentes Bucarám, Mahuad y Gutiérrez, quienes se deslegitimaron por su gestión contraria a los intereses del pueblo que los eligió.
Finalmente, existe otra arista que la asambleísta en cuestión no considera: la continuidad del proceso de transformación y el liderazgo innegable que en éste mantiene Rafael Correa. El omitir este hecho, es, por una parte, olvidar que en todos los procesos políticos se constata la “relación masas-partido (o movimiento)- líder”, y, por otra, no reconocer que es esa correspondencia la que induce y produce la embestida de los grandes medios de información y del poder económico contra el Presidente Rafael Correa y su gestión. Despreciar la necesidad de mantener el liderazgo de Correa, para avanzar en el proceso transformador, rebasa la ingenuidad y se inscribe en la tontería.
Estamos obligados, entonces, a rechazar el silencio cómplice de los grandes medios de información, los pronunciamientos irresponsables, y, a estudiar la conveniencia o no de introducir en el nuevo texto constitucional la reelección inmediata a la luz del grado de legitimidad de la acción gubernamental, de la necesidad de mantener un liderazgo fuerte, y, no de los “consejos” que nos imparten los grandes medios de comunicación social. Todo ello, por cierto, conjugando el “verbo” democracia, la democracia de nuevo tipo, la democracia participativa, en la cual los otros mandan, en tanto que los asambleístas no son más que “correas de transmisión” de lo que se resuelven los colectivos sociales que los eligieron.
Quito 19 de octubre del 2007.
Nota
[1] Pinargote se desempeño como embajador ante la Unión Europea en el gobierno demócrata cristiano de Jamil Mahuad.
A diferencia, en el Ecuador actual, cuando se sugiere la posibilidad de que el nuevo texto constitucional por construirse incluya la reelección presidencial, los grandes medios de información, al unísono, asumen como su pensamiento bandera, como su idea fuerza el más abierto rechazo a ese planteamiento. La doble moral exhibida tiene su explicación: el poder económico que controla todos los grandes medios, no puede permitir que continúe en el poder por un período adicional el Presidente Rafael Correa, quien los confronta abiertamente.
Pero no sólo los grandes medios asumen esta posición. Desde las filas de los asambleistas de Alianza País, movimiento del Presidente Correa, algunos se alinean con la no reelección planteada por la oligarquía y los grandes medios de información. Entre éstos Aminta Buenaño, quien en el programa “Detrás de la Noticia”, dirigido por el demócrata cristiano Alfredo Pinargote[1], trasmitido por el canal 8, explícitamente afirmó: “Yo no estoy de acuerdo con la reelección”. Aseveración que demuestra ingenuidad política o coincidencia plena con el planteamiento de la ultraderecha, pero sobre todo, un caminar alejado de la democracia participativa que se pretende desarrollar como parte del proceso transformador.
Efectivamente Aminta Buenaño parece no haber entendido que si bien tiene derecho a mantener su punto de vista, éste se halla supeditado a la decisión del conjunto social, de quienes lo eligieron, En otras palabras, los únicos que tienen derecho a definir si están o no de acuerdo con la reelección inmediata del Presidente Correa, son los electores y no la elegida, por sí y ante sí. El entender el ejercicio democrático como lo hace Aminta Buenaño, responde a los viejos patrones de la más rancia democracia representativa, en contra de la cual se manifestó ya el pueblo ecuatoriano.
Pero si lo anterior podría justificarse por ser Buenaño debutante en este tipo de eventos y, principalmente en las nuevas formas de democracia, no puede, de ninguna manera soslayarse que su actitud desconoce implícitamente un hecho evidente: la acción positiva que hasta la fecha viene cumpliendo Rafael Correa, y, que es ésta y sólo ésta la que determinará la voluntad del pueblo ecuatoriano para reelegirlo o no. En otras palabras, la reelección de un presidente, cualquiera este sea, no depende de la voluntad de los asambleistas o congresistas, sino del grado de legitimidad que logran los mandatarios, sean del nivel que sean. La revocatoria de su mandato, igualmente responde a este principio, como lo ejemplifican los ejercicios de democracia real del pueblo ecuatoriano que terminaron con el derrocamiento de los presidentes Bucarám, Mahuad y Gutiérrez, quienes se deslegitimaron por su gestión contraria a los intereses del pueblo que los eligió.
Finalmente, existe otra arista que la asambleísta en cuestión no considera: la continuidad del proceso de transformación y el liderazgo innegable que en éste mantiene Rafael Correa. El omitir este hecho, es, por una parte, olvidar que en todos los procesos políticos se constata la “relación masas-partido (o movimiento)- líder”, y, por otra, no reconocer que es esa correspondencia la que induce y produce la embestida de los grandes medios de información y del poder económico contra el Presidente Rafael Correa y su gestión. Despreciar la necesidad de mantener el liderazgo de Correa, para avanzar en el proceso transformador, rebasa la ingenuidad y se inscribe en la tontería.
Estamos obligados, entonces, a rechazar el silencio cómplice de los grandes medios de información, los pronunciamientos irresponsables, y, a estudiar la conveniencia o no de introducir en el nuevo texto constitucional la reelección inmediata a la luz del grado de legitimidad de la acción gubernamental, de la necesidad de mantener un liderazgo fuerte, y, no de los “consejos” que nos imparten los grandes medios de comunicación social. Todo ello, por cierto, conjugando el “verbo” democracia, la democracia de nuevo tipo, la democracia participativa, en la cual los otros mandan, en tanto que los asambleístas no son más que “correas de transmisión” de lo que se resuelven los colectivos sociales que los eligieron.
Quito 19 de octubre del 2007.
Nota
[1] Pinargote se desempeño como embajador ante la Unión Europea en el gobierno demócrata cristiano de Jamil Mahuad.
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