Sanidad ideológica y política
11/11/2007
- Opinión
Un político que no piensa, que no actúa, que no participa, es poco más o menos que un cadáver insepulto.
Aristóteles sentenció que el ser humano es un animal político, y la historia de las civilizaciones está plagada de ejemplos que ratifican esta categoría filosófica indiscutible.
El descomunal triunfo de Correa (80% frente a 20% de todos los demás) generó el entierro de todas las organizaciones políticas, sin excepción: los partidos políticos y un centenar de organizaciones políticas y sociales, desde la derecha hasta la ultra izquierda, quedaron aplastados.
Que esto sucediera con las organizaciones políticas, no significa que igual acontezca con los individuos políticos a quienes queda el recurso inagotable de sentir, pensar y hablar de lo que sucede en el país, que esta viviendo sucesos impredecibles como en todo proceso de cambio y más cuando la “revolución ciudadana” goza de tal ventaja en la correlación de fuerzas, que puede darse el lujo de aplastar el acelerador, a sabiendas de que en la mayoría de cosas que emprende recibe el aplauso entusiasta de grandes sectores poblacionales que dicen “al fin llegó alguien que diga o haga cosas que muchos quisieron o esperaron desde hace décadas”.
Si los políticos ubicados en la tendencia de izquierda sintonizaran lo que aspira ese 80% que eligió por Correa a la mayoría de asambleístas, deberían despojarse del ancestral sectarismo, desconfianza y envidia, por sana que parezca, para actuar en correspondencia a lo que anhela ese 80%; para diferenciarse de la crítica enfermiza y rabiosa de la derecha que ya se siente despojada de muchos de sus privilegios.
Para quitar a los poderosos los privilegios y embarcarlos en el carro de la justicia y la equidad, hay que estar dispuestos, por sanidad ideológica y política, a ceder algunas aberraciones de supuestas “conquistas” que podían haber sido válidas en la larga noche del neoliberalismo, pero no cuando se empieza a ensayar la vigencia inicial y aún limitada de una revolución ciudadana.
Ese es el caso, entre otros, de los señores de la UNE, que se disponen a una radical respuesta frente a una justa decisión en el campo de la educación..
Quito, 11 de noviembre 2007
- Alfredo Vera, ecuatoriano, escritor, periodista, ex ministro de educación
http://alfredovera-ecuador.blogspot.com
Aristóteles sentenció que el ser humano es un animal político, y la historia de las civilizaciones está plagada de ejemplos que ratifican esta categoría filosófica indiscutible.
El descomunal triunfo de Correa (80% frente a 20% de todos los demás) generó el entierro de todas las organizaciones políticas, sin excepción: los partidos políticos y un centenar de organizaciones políticas y sociales, desde la derecha hasta la ultra izquierda, quedaron aplastados.
Que esto sucediera con las organizaciones políticas, no significa que igual acontezca con los individuos políticos a quienes queda el recurso inagotable de sentir, pensar y hablar de lo que sucede en el país, que esta viviendo sucesos impredecibles como en todo proceso de cambio y más cuando la “revolución ciudadana” goza de tal ventaja en la correlación de fuerzas, que puede darse el lujo de aplastar el acelerador, a sabiendas de que en la mayoría de cosas que emprende recibe el aplauso entusiasta de grandes sectores poblacionales que dicen “al fin llegó alguien que diga o haga cosas que muchos quisieron o esperaron desde hace décadas”.
Si los políticos ubicados en la tendencia de izquierda sintonizaran lo que aspira ese 80% que eligió por Correa a la mayoría de asambleístas, deberían despojarse del ancestral sectarismo, desconfianza y envidia, por sana que parezca, para actuar en correspondencia a lo que anhela ese 80%; para diferenciarse de la crítica enfermiza y rabiosa de la derecha que ya se siente despojada de muchos de sus privilegios.
Para quitar a los poderosos los privilegios y embarcarlos en el carro de la justicia y la equidad, hay que estar dispuestos, por sanidad ideológica y política, a ceder algunas aberraciones de supuestas “conquistas” que podían haber sido válidas en la larga noche del neoliberalismo, pero no cuando se empieza a ensayar la vigencia inicial y aún limitada de una revolución ciudadana.
Ese es el caso, entre otros, de los señores de la UNE, que se disponen a una radical respuesta frente a una justa decisión en el campo de la educación..
Quito, 11 de noviembre 2007
- Alfredo Vera, ecuatoriano, escritor, periodista, ex ministro de educación
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