Retos del movimiento social y popular y papel del movimiento de derechos humanos
16/11/2007
- Opinión
El movimiento social y popular es una red de organizaciones campesinas, indígenas, mujeres, sindicales, estudiantes, profesionales, magisteriales algunas ONG,S, comunidades cristianas conscientes… que buscan un cambio social mediante la participación ciudadana y la formulación de propuestas de desarrollo comunitario integral y sustentable.
La eficiencia del movimiento social y popular radica en la articulación y fortalecimiento del mismo respetando la identidad de cada instancia. Y a partir de ahí conformar una red de redes a nivel departamental y nacional e incluso continental.
El cambio que necesita Guatemala es estructural, es decir un cambio revolucionario de sus estructuras económicas, sociales, políticas… Este cambio no vendrá de arriba a bajo, de los gobiernos, sino de las propuestas y presión del movimiento social y popular, para que el Estado realice cambios profundos, como son: reforma agraria, reforma fiscal mejoramiento de los servicios públicos (salud, educación, seguridad social, vivienda, transporte…), para que estos lleguen a todos y a todas por igual. Los Acuerdos de Paz son el punto de partida para este cambio revolucionario.
En la realidad de la Guatemala de hoy, este cambio tampoco llegará por los partidos sino por el movimiento social y popular con conciencia de ser una nueva izquierda revolucionaria. Ahí tenemos por ejemplo Bolivia, Ecuador y en camino Paraguay.
Para que el movimiento social signifique una fuerza de cambio debe deponer intereses personales y de grupo, sobre todo de sus líderes, como señala Miguel Angel Albisurez. Debe superar la oenegización, pues el movimiento social no debe depender de los proyectos y financiamiento del exterior para su funcionamiento sino esencialmente de su convicción y capacidad de sacrificio y lucha de sus miembros, para dar la batalla por la construcción de un país distinto que surja de una revolución social.
No podrá haber revolución social firme y duradera sin que se desarrolle al mismo tiempo una revolución de la conciencia, que implica:
-Conciencia social: conocimiento de la realidad y sensibilidad ante la injusticia que hace sufrir al pueblo.
-Conciencia crítica, para analizar las causas estructurales de la realidad social, económica…
-Conciencia de identidad cultural, de la guatemalidad, desde las culturas indígenas, con conciencia de ciudadanía universal.
-Conciencia ética, que significa desterrar cualquier otro interés personal o grupal, sea de carácter económico y político en aras del desarrollo de la justicia social, la equidad y el bien común. La conciencia ética, que es honestidad, transparencia, pasión por la verdad, espíritu de servicio y solidaridad, es base para el desarrollo de una revolución social.
Cuando hablo de revolución no estoy pensando en cambios violentos, es decir una revolución armada. Es necesaria una revolución social que se gesta en las luchas diarias, por ejemplo, luchas por la tierra, derechos laborales, resistencia a la minería, resistencia a las privatizaciones, etc, entendida como un proceso de los distintos sectores sociales para cambiar las estructuras opresoras, explotadoras, excluyentes y discriminatorias a fin de construir una patria nueva, que los cristianos la visualizamos como una exigencia de nuestro compromiso en aras a la recreación de una sociedad que refleje el proyecto del reino de Dios.
Es aquí donde se ubica el papel de los movimientos de Derechos Humanos. Estos nacen de la conciencia de la dignidad de la persona humana como un ser creado por Dios a su imagen y semejanza. Son la materialización del deseo de un mundo más justo, libre y solidario, constituyéndose en el criterio fundamental de la ética social.
Los derechos humanos son un eje transversal del movimiento social y popular: derecho al trabajo, a un salario digno, a la seguridad alimentaría, a la salud, educación… El movimiento nacional y departamental de derechos humanos no es en sí mismo una organización sino un espacio de convergencia de organizaciones que promueven, protegen y defienden los derechos humanos: individuales, sociales, políticos, culturales, ambientales, territoriales… Con la defensa y promoción de los derechos humanos construiremos otra Guatemala distinta, como señalaba Monseñor Gerardi.
Este es el reto que tenemos por delante. Si amamos a Guatemala, si amamos a la humanidad, hay que entrarle a la lucha, sin escatimar sacrificios allí donde estemos.
Sólo los hombres y mujeres que sueñan con un mundo nuevo y luchan por lograrlo son los que hacen avanzar la historia. Merece la pena haber nacido y vivir para esta causa.
- Fernando Bermúdez es integrante del Movimiento Nacional por los Derechos Humanos
La eficiencia del movimiento social y popular radica en la articulación y fortalecimiento del mismo respetando la identidad de cada instancia. Y a partir de ahí conformar una red de redes a nivel departamental y nacional e incluso continental.
El cambio que necesita Guatemala es estructural, es decir un cambio revolucionario de sus estructuras económicas, sociales, políticas… Este cambio no vendrá de arriba a bajo, de los gobiernos, sino de las propuestas y presión del movimiento social y popular, para que el Estado realice cambios profundos, como son: reforma agraria, reforma fiscal mejoramiento de los servicios públicos (salud, educación, seguridad social, vivienda, transporte…), para que estos lleguen a todos y a todas por igual. Los Acuerdos de Paz son el punto de partida para este cambio revolucionario.
En la realidad de la Guatemala de hoy, este cambio tampoco llegará por los partidos sino por el movimiento social y popular con conciencia de ser una nueva izquierda revolucionaria. Ahí tenemos por ejemplo Bolivia, Ecuador y en camino Paraguay.
Para que el movimiento social signifique una fuerza de cambio debe deponer intereses personales y de grupo, sobre todo de sus líderes, como señala Miguel Angel Albisurez. Debe superar la oenegización, pues el movimiento social no debe depender de los proyectos y financiamiento del exterior para su funcionamiento sino esencialmente de su convicción y capacidad de sacrificio y lucha de sus miembros, para dar la batalla por la construcción de un país distinto que surja de una revolución social.
No podrá haber revolución social firme y duradera sin que se desarrolle al mismo tiempo una revolución de la conciencia, que implica:
-Conciencia social: conocimiento de la realidad y sensibilidad ante la injusticia que hace sufrir al pueblo.
-Conciencia crítica, para analizar las causas estructurales de la realidad social, económica…
-Conciencia de identidad cultural, de la guatemalidad, desde las culturas indígenas, con conciencia de ciudadanía universal.
-Conciencia ética, que significa desterrar cualquier otro interés personal o grupal, sea de carácter económico y político en aras del desarrollo de la justicia social, la equidad y el bien común. La conciencia ética, que es honestidad, transparencia, pasión por la verdad, espíritu de servicio y solidaridad, es base para el desarrollo de una revolución social.
Cuando hablo de revolución no estoy pensando en cambios violentos, es decir una revolución armada. Es necesaria una revolución social que se gesta en las luchas diarias, por ejemplo, luchas por la tierra, derechos laborales, resistencia a la minería, resistencia a las privatizaciones, etc, entendida como un proceso de los distintos sectores sociales para cambiar las estructuras opresoras, explotadoras, excluyentes y discriminatorias a fin de construir una patria nueva, que los cristianos la visualizamos como una exigencia de nuestro compromiso en aras a la recreación de una sociedad que refleje el proyecto del reino de Dios.
Es aquí donde se ubica el papel de los movimientos de Derechos Humanos. Estos nacen de la conciencia de la dignidad de la persona humana como un ser creado por Dios a su imagen y semejanza. Son la materialización del deseo de un mundo más justo, libre y solidario, constituyéndose en el criterio fundamental de la ética social.
Los derechos humanos son un eje transversal del movimiento social y popular: derecho al trabajo, a un salario digno, a la seguridad alimentaría, a la salud, educación… El movimiento nacional y departamental de derechos humanos no es en sí mismo una organización sino un espacio de convergencia de organizaciones que promueven, protegen y defienden los derechos humanos: individuales, sociales, políticos, culturales, ambientales, territoriales… Con la defensa y promoción de los derechos humanos construiremos otra Guatemala distinta, como señalaba Monseñor Gerardi.
Este es el reto que tenemos por delante. Si amamos a Guatemala, si amamos a la humanidad, hay que entrarle a la lucha, sin escatimar sacrificios allí donde estemos.
Sólo los hombres y mujeres que sueñan con un mundo nuevo y luchan por lograrlo son los que hacen avanzar la historia. Merece la pena haber nacido y vivir para esta causa.
- Fernando Bermúdez es integrante del Movimiento Nacional por los Derechos Humanos
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