Ayer, jueves 17 de enero, varios miles de compatriotas marchamos con varias proclamas pero en especial contra la "reforma" electoral hace unos días ratificada por la cámara de diputados. Diversas expresiones asociativas -obreras, grupos étnicos, organizaciones de mujeres, simpatizantes y miembros de partidos como la UD y el PINU, pobladores, ONG, Cooperativas, entre otras- marcharon y acompañaron la reunión final en la Plaza la Merced, frente al Congreso Nacional. Fue una fiesta de patriotismo, de respeto y acción pacífica, como ya ha habido otras en el país. Sin embargo, no faltaron, voces interesadas en desprestigiar la protesta arguyendo que ésta era manipulada por el Poder Ejecutivo.

Así, conviene que aquellos que participaron en la jornada cívica hojeen los periódicos escritos para observar como se le quitó (o se ignoró) perfil a un acontecimiento trascendente, de seguro "tan o más" importante que el interés, por ejemplo, de ridiculizar la cabalgata Josefina del Presidente o de publicar las intenciones políticas del vicepresidente. Prevalece, sin duda, el interés de abordar el tema sólo en función de un mediático conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativo, evitando a toda costa visualizar que existe una postura ciudadana, al margen de este impasse entre poderes. Es más, alguno que otro titular se refiere a las pláticas de la comisión de notables con los diputados, dando a entender un compacto acuerdo entre las partes, aislando la noticia de la movilización de base ocurrida ayer.

Es importante esta reflexión porque no pocas veces algunas organizaciones sociales apuestan fuertes cantidades de dinero para publicar comunicados y pronunciamientos en estos mismos diarios (a pesar de quedar deglutidos en la mar de anuncios comerciales y banalidades de toda laya). Obviamente, los comunicados si se publican porque entran en la lógica del lucro, pero a la hora de abordar como medios las manifestaciones espontaneas de una sociedad que crítica al orden de cosas, sino conviene a las correlaciones de poder coyunturales, la vacían de relevancia en el mejor de los casos, o la tergiversan y satanizan en otras.

Entonces, queda en evidencia el desafío de las organizaciones sociales de buscar, utilizar, optimizar y consumir medios alternativos, que sean en verdad sensibles a las manifestaciones ciudadanas no partidizadas o instrumentalizadas por el statu quo.

¡Sin resistencia, no hay cambio...!