ALCA en gotas
- Opinión
La oposición que está levantando el proyecto norteamericano de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es verdaderamente fuerte. Brasil, la primera economía al sur del río Bravo, ha expresado objeciones sumamente serias que pesan por su influencia en el entorno regional. Venezuela tiene un gobierno expresamente opuesto al neoliberalismo y concretamente al ALCA. El movimiento social continental contra el plan cobra cada vez más fuerza. Pero Estados Unidos, el único ganador de aprobarse el ALCA, parece estar también consciente de esas dificultades y, a la vez que presiona en las negociaciones colectivas que avanzan lentamente en locales discretos donde no se siente la presión de los descontentos, está empleando otra vía para realizar su estrategia de tragarse el continente completo: los acuerdos bilaterales. El primer éxito de Washington fue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), concebido y negociado con México y Canadá incluso antes del lanzamiento del ALCA como estrategia norteamericana para frenar la posible competencia en la zona de Europa y Japón. Si el método no continuó rápidamente fue por dificultades internas, por la necesidad de vencer determinada oposición de algunos sectores estadounidenses, pero la derecha económica y su representación en el gobierno de George W. Bush ha ido imponiendo su criterio y su plan. Ellos tratan de aprovechar el hecho de que en América Latina los gobiernos no representan realmente a las poblaciones, sino a los grupos económicos más poderosos, muy interesados en aliarse más estrechamente con las grandes empresas norteamericanas. Con Chile las negociaciones para un tratado de libre comercio (TLC) con Las características del TLCAN y el ALCA han avanzado bastante, los gobiernos centroamericanos han expresado casi desesperación por que se acabe de discutir el nuevo convenio y en América del Sur son frecuentes las voces que claman por acuerdos bilaterales. El pasado 18 de febrero, el gobierno de Uruguay rechazó que hubiese críticas en el MERCOSUR por el inicio de negociaciones con Estados Unidos para la firma de un eventual tratado de libre comercio al margen del bloque que ese país conforma con Brasil, Argentina y Paraguay. Dentro del MERCOSUR esto no es nuevo, pues ya había habido roces anteriores con Argentina debido a la tendencia de los gobiernos del país austral a negociar directamente con Estados Unidos. Estas informaciones indican francamente los intentos de Estados Unidos de torpedear las conversaciones intralatinoamericanas para una integración regional antes de que se pueda concretar el ALCA. A Washington le molesta la posibilidad de una América Latina y Caribe integrados debido a que en esas condiciones tendría que negociar frente a un solo criterio de mucha más fuerza y más defensor de ideas comunes, que indudablemente disminuirían las ventajas posibles de un tratado dictado completamente por intereses norteamericanos. Otra información en el mismo sentido es el inicio, el próximo 26 de marzo, de una ronda de negociaciones entre el gobierno de Panamá y Estados Unidos para un TLC. Sería la segunda sesión después de las conversaciones ocurridas en diciembre pasado y se efectuarán en Washington, lejos de toda posible perturbación popular. Para Estados Unidos, Panamá tiene la ventaja de una economía dolarizada, sin divisa propia casi desde siempre, con una política monetaria definida en Washington. La creciente tendencia de algunos gobiernos a la dolarización, como ha ocurrido en Centroamérica y en Ecuador y se trata de impulsar en Argentina, son elementos que forman parte del esquema norteamericano para una integración-anexión paulatina de todo el continente. No se puede ver nada por separado en esta gran jugada de Washington por ir facilitando sus planes. El MERCOSUR, la Comunidad Andina de Naciones y los intentos de unión entre ambos pactos subregionales tienen que ser considerados como algo negativo por Estados Unidos en su práctica de tratar uno por uno con las naciones de la zona. Si el ALCA está teniendo oposición como una solución de golpe, hay que tener cuidado con esta fórmula de ALCA gota por gota que beneficia únicamente a las grandes empresas transnacionales norteamericanas, que ya han aprovechado bastante la tendencia privatizadora del neoliberalismo, la apertura comercial y de flujo de capitales. Joaquín Rivery - Granma
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