En pleno siglo XXI un gobierno con sentido común y visión histórica, debería brindar todo el apoyo necesario al desarrollo de la ciencia, la tecnología y al desarrollo artístico-cultural, para lograrlo, el sector educación es estratégico y una de las prioridades nacionales.

Pero no, la mayoría de los gobiernos de nuestro querido y maltratado Perú, se han dedicado fiel y estúpidamente a destruir el sistema educativo; el año pasado por ejemplo, Alan García se dedicó a insultar a los maestros: ociosos, comechados, etc., hoy emite un decreto para contratar sólo a maestros del tercio superior, es decir, a los que tengan las notas más altas.

Una de las taras del sistema educativo es precisamente considerar la nota como el fin supremo del aprendizaje, la terrible nota que va acompañada de su primo hermano, el memorismo embrutecedor; hay que entender que falla todo el sistema: maestros maltratados con sueldos de sobrevivencia, desnutrición crónica, contenidos obsoletos, el centralismo que desde Lima planifica la educación para todo el Perú como si fuéramos una inmensa pampa y con niveles socioeconómicos homogéneos.

Alan García y sus socios hablan de notas olvidando que el proceso educativo es más complejo, implica desarrollar conocimientos, habilidades, actitudes proactivas, valores en los educandos. ¿Qué reflejan las pruebas memoristas escritas y sus notas? pues nada, la nota como mecanismo de evaluación objetivo no precisa nada de nada, es una propuesta obsoleta.

Aprovechando la mercantilización de la educación, mañana puede Ud. tener su Universidad o Instituto privado, si ya lo tiene, puede regalar 19s y 20s, su lema podría ser: "te garantizamos trabajo seguro, tu 20 está asegurado".

Con esta desatinada propuesta del gobierno, José Carlos Mariátegui (el más brillante intelectual peruano), nuestra destacada historiadora autodidacta María Rostorowsky no podrían trabajar en el magisterio, tampoco Albert Einstein (Nobel de Física en 1931), pues ninguno fue tercio superior.

Estas medidas del gobierno no son casuales, en un contexto socioeconómico donde se pregona el mercado libre, la libre competencia y el individualismo extremo, el sistema exige cholo barato, de preferencia analfabeto, la reducida tecnocracia se forma en el ámbito privado, pero no para ayudar a desarrollar soporte científico-tecnológico sino únicamente para engordar las billeteras de transnacionales que disfrutan de sus enclaves.

Ante el desatino permanente del gobierno, la fría complicidad de sus socios de la derecha más cavernaria, el reto para los maestros (as) peruanos es tomar las riendas y constituirse como los líderes de la propuesta educativa en el Perú acompañando sus justas protestas de propuestas renovadoras, creativas. Sería un gran avance trabajar en un proyecto piloto alternativo, serviría como referencia para demostrarle al gobierno que hay vías razonables, lógicas, integrales para resolver la crisis educativa.
La propuesta para contrarrestar el tonto decreto es la evaluación del desempeño, de la interrelación maestro-alumno (aquí se puede apreciar más objetivamente la metodología utilizada por el maestro y los resultados).

Paulo Freire en su libro "La Educación como práctica de la Libertad" manifiesta: "Tenemos que convencernos de esta obviedad: una sociedad que venía y viene sufriendo alteraciones tan profundas y a veces hasta bruscas y en la cual las transformaciones tienden a activar cada vez más al pueblo, necesita una reforma que alcance su propia organización y el propio trabajo educacional de las instituciones, sobrepasando los límites estrictamente pedagógicos. Necesita una educación para la decisión, para la responsabilidad social y política".

Iván Salas Rodríguez
Sociólogo, columnista periodístico.