La Amazonía en el documento de Aparecida

18/02/2008
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Bogotá

La opción por el cuidado de la Amazonía

En víspera de la V Asamblea general de los obispos de América Latina y el Caribe, en Aparecida-Brasil, el teólogo Leonardo Boff quiso dar su aporte a la agenda de la Conferencia, lanzando un grito de alarma sobre el problema del calentamiento global, como consecuencia del modo de producción y consumo humano.

Por eso escribía: “Este hecho representa un desafío para toda la humanidad y no dejará de afectar también a la Iglesia universal y continental, y es de tal gravedad que debería cambiarla agenda de los Obispos en Aparecida. El nuevo punto central de la agenda deberá ser en qué medida la Iglesia católica, en unión con todas las demás Iglesias, con el capital espiritual que poseen, puedan ayudar a la Tierra a ser benevolente con toda la vida, y en qué medida pueden garantizar un futuro común para toda la Humanidad”.

Y añadía: “Los Obispos, en tanto pastores, deben tomar conciencia de esta nueva responsabilidad que deberán asumir de concienciar a los fieles y reeducarlos para la nueva situación de la humanidad. Estarán presentes Obispos de toda la Amazonía que cubre parte de nueve Países latinoamericanos. Sabemos que estos bosques unidos son el factor principal de equilibrio de todo el sistema climático de la Tierra, del régimen de los vientos y de las lluvias.

“La Iglesia, heredera de la palabra de Jesús: “Vine a traer la vida y vida en abundancia”, debe anticiparse asumiendo acciones responsables. La Iglesia tiene la vocación de ser la guardiana de la vida y salvaguardia de todo el rebaño. Aparecida no podrá quedar por debajo de este desafío, so pena de no cumplir con su misión sagrada. Y eso será exigido por toda la humanidad”

De hecho, la Conferencia puso en su agenda el “tema amazónico”, en el contexto del tema del “cuidado de la creación”, también como respuesta al gravísimo problema del calentamiento global que amenaza la vida del Planeta y de la Humanidad

La opción por el “cuidado de la creación”, y por eso por el cuidado de la Amazonía, es ciertamente una de las grandes novedades del documento de Aparecida.

I – Análisis de la realidad de la Amazonía: una realidad de vida y un proyecto de muerte

El documento de Aparecida empieza la reflexión sobre este tema, anotando que:”América latina es el Continente que posee una de las mayores biodiversidades del planeta y una rica socio-diversidad, representada por sus pueblos y culturas. Éstos poseen un gran acervo de conocimientos tradicionales sobre el valor medicinal sobre la utilización sostenible de los recursos naturales, así como sobre la utilización sostenible de los recursos naturales, así como sobre el valor medicinal de plantas y de otros organismos vivos, muchos de los cuales forman la base de su economía” (n.83).

Pero inmediatamente después anota que: “Tales conocimientos son actualmente objeto de apropiación intelectual ilícita, siendo patentados por industrias farmacéuticas, generando vulnerabilidad de los agricultores y sus familias que dependen de estos recursos para su supervivencia” (n.83).

Y añade: “En las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad y de la naturaleza, las poblaciones tradicionales han sido prácticamente excluidas. La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien disputado por las grandes potencias. Un ejemplo muy importante en esta situación es la Amazonia. (n.84)

Recuerda que “en su discurso a los jóvenes, en el Estadio de Pacaembú, en San Pablo, el Papa Benedicto XVI llamó la atención sobre la “devastación ambiental de la Amazonía y las amenazas a la dignidad humana de sus pueblos”(n.85)

Finalmente observa que: “La creciente agresión al medio-ambiente puede servir de pretexto para propuestas de internacionalización de la Amazonía, que sólo sirven a los intereses económicos de las corporaciones transnacionales. La sociedad panamazónica es pluriétnica, pluricultural y plurirreligiosa. En ella se está intensificando, cada vez más, la disputa para la ocupación del territorio.

Las poblaciones tradicionales de la región quieren que sus territorios sean reconocidos y legalizados” (n.86).
En su análisis de la realidad de América Latina y del Caribe, y especialmente de la Amazonía, el documento escribe: “La riqueza natural de América Latina y del Caribe experimenta hoy una explotación irracional que va dejando una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda nuestra región. En todo este proceso, tiene una enorme responsabilidad el actual modelo económico, que privilegia el desmedido afán por la riqueza, por encima de la vida de las personas y los pueblos y del respeto racional de la naturaleza.

La devastación de nuestros bosques y de la biodiversidad, mediante una actitud depredadora y egoísta, involucra la responsabilidad moral de quienes la promueven, porque pone en peligro la vida de millones de personas y en especial el hábitat de los campesinos e indígenas, quienes son expulsados hacia las tierras de ladera y a las grandes ciudades para vivir hacinados en los cinturones de miseria.

Nuestra región tiene necesidad de progresar en su desarrollo agroindustrial para valorar las riquezas de sus tierras y sus capacidades humanas al servicio del bien común, pero no podemos dejar de mencionar los problemas que causa una industrialización salvaje y descontrolada de nuestras ciudades y del campo, que va contaminando el ambiente con toda clase de desechos orgánicos y químicos.

Lo mismo hay que alertar respecto a las industrias extractivas de recursos que, cuando no proceden a controlar y contrarrestar sus efectos dañinos sobre el ambiente circundante, producen la eliminación de bosques, la contaminación del agua, y convierten las zonas explotadas en inmensos desiertos” (n.473)

Amazonía es una realidad llena de vida, por sus riquezas naturales y por la riqueza de pueblos y culturas. Pero esta vida está amenazada por el proyecto de muerte, que se expresa en el modelo de desarrollo implementado por de las corporaciones transnacionales con su actitud depredadora y egoísta, muchas veces con el acuerdo, implícito o explicito, de los gobiernos nacionales.

El prevalecer de la vida o de la muerte en Amazonía significa el prevalecer de la vida o de la muerte para el entero Planeta y para toda la Humanidad.


II - Reflexión bíblico-teológica sobre la realidad de la amazonía: el proyecto de Dios sobre la creación

Después de haber presentado la realidad de la Amazonía, son sus riquezas naturales y humanas y con todos los problemas que la amenazan, el documento de Aparecida presenta una reflexión bíblico-teológica sobre esta realidad bajo el título: “La Buena Nueva del destino universal de los bienes y la ecología”:

“Con los pueblos originarios de América, alabamos al Señor que creó el universo como espacio para la vida y la convivencia de todos sus hijos e hijas, y nos lo dejó como signo de su bondad y de su belleza.
También la creación es manifestación del amor providente de Dios; nos ha sido entregada para que la cuidemos y la transformemos en fuente de vida digna para todos.

Aunque hoy se ha generalizado una mayor valoración de la naturaleza, percibimos claramente de cuántas maneras el hombre amenaza y aún destruye su “hábitat”.

“Nuestra hermana la madre tierra” (como la llamaba san Francisco) es nuestra casa común y el lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación.

Desatender las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades creadas es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva, contra la vida.

El discípulo misionero, a quien Dios les encargó la creación, debe contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador” (n.125).

Añade el documento:

“La mejor forma de respetar la naturaleza es promover una ecología humana abierta a la trascendencia que respetando la persona y la familia, los ambientes y las ciudades, sigue la indicación paulina de recapitular todas las cosas en Cristo y de alabar con Él al Padre (cf. 1Cor.3 21-23),

El Señor ha entregado el mundo para todos, para los de las generaciones presentes y futuras. El destino universal de los bienes exige la solidaridad con las generaciones presentes y futuras,

Ya que los recursos son cada vez más limitados, su uso debe estar regulado según un principio de justicia distributiva respetando el desarrollo sostenible” (n.126).

III – Orientaciones pastorales “sobre el cuidado de la creación”


Antes de presentar unas orientaciones pastorales “sobre el cuidado de la creación”, el documento de Aparecida, como fundamento y justificación de las mismas, repropone unas reflexiones bíblico-teológicas y unas problemáticas.

“Como discípulos de Jesús, nos sentimos invitados a dar gracias por el don de la creación, reflejo de la sabiduría y belleza del Logos Creador.

En el designio maravilloso de Dios, el hombre y la mujer están llamados a vivir en comunión con Él, en comunión entre ellos y con toda la creación.

El Dios de la vida encomendó al ser humano su obra creadora para que la “cultivara y cuidara” (Gn. 2,15). Jesús conocía bien la preocupación del Padre por las criaturas que Él alimenta (cf. Lc.12,24) y embellece (cf.Lc.12,27). Y. mientras andaba por los caminos de su tierra , no sólo se detenía a contemplar la hermosura de la naturaleza, sino que invitaba a sus discípulos a reconocer el mensaje escondido en las cosas (cf. Lc.12,24-27; Jn,4,35).

Las criaturas del Padre le dan gloria “con su sola existencia”, y, por eso, el ser humano, debe hacer uso de ellas con cuidado y delicadeza”. (n.470)

Mirando la realidad de América Latina y el Caribe, el documento observa que: “En América Latina y el Caribe, se está tomando conciencia de la naturaleza como una herencia gratuita que recibimos para proteger, como un espacio precioso de la convivencia humana y como responsabilidad cuidadosa del señorío del hombre para bien de todos,

Esta herencia se manifiesta muchas veces frágil e indefensa antes los poderes económicos y tecnológicos.
Por eso, como profetas de la vida, queremos insistir que en las intervenciones sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida, en perjuicio de naciones enteras y de la misma humanidad.

Las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo habitable y no un planeta con aire contaminado.

Felizmente, en algunas escuelas católicas, se ha comenzado a introducir entre las disciplinas una educación a la responsabilidad ecológica”. (n.472)

Y añade:

“La Iglesia agradece a todos los que se ocupan de la defensa de la vida y del ambiente.
Hay que darle particular importancia a la más grave destrucción en curso de la ecología humana.
“La Iglesia) está cercana a los campesinos que con amor generoso trabajan duramente la tierra pasa sacar, a veces con condiciones sumamente difíciles, el sustento por sus familias y aportar a todos los frutos de la tierra.
Valora especialmente a los indígenas por su respeto a la naturaleza y el amor a la madre tierra como fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano”.(n.472)

Frente a la realidad de América Latina y el Caribe, y especialmente de la Amazonía, y a la luz del proyecto de Dios sobre la realidad, el documento de Aparecida ofrece “algunas propuestas y orientaciones”:

“a) Evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don de la creación, sabiéndola contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de ejercitar responsablemente el señorío humano sobre la tierra y los recursos, para que pueda rendir todos los frutos en su destinación universal, educando para un estilo de vida de sobriedad y austeridad solidarias.
b) Profundizar la presencia pastoral en las poblaciones más frágiles y amenazadas por el desarrollo depredatorio, y apoyarlas en sus esfuerzos para lograr una equitativa distribución de la tierra, del agua y de los espacios urbanos.

c) Buscar un modelo de desarrollo alternativo (recordando las palabras de Pablo VI en la Populorim progressio: “(El verdadero desarrollo) es el paso, para todos y para cada uno, de unas condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas”), integral y solidario, basado en una ética que incluya la responsabilidad por una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta en el Evangelio de la justicia, de la solidaridad y el destino universal de los bienes, y que supere la lógica utilitarista e individualista, que no somete a criterios éticos los poderes económicos y tecnológicos. Por lo tanto, alentar a nuestros campesinos a que se organicen de tal manera que puedan lograr su justo reclamo.

d) Empeñar nuestros esfuerzos en la promulgación de políticas públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección, conservación y restauración de la naturaleza.

e) Determinar medidas de monitoreo y control social sobre la aplicación en los Países de los estándares ambientales internacionales” (n.474)

Finalmente el documento de Aparecida ofrece unas orientaciones pastorales específicas para Amazonía:

“Crear conciencia en las Américas sobre la importancia de la Amazonía para toda la humanidad.
Establecer, entre las iglesias locales de diversos países suramericanos, que están en la cuenca amazónica, una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas para crear un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres y sirva al bien común.

Apoyar, con los recursos humanos y financieros necesarios, a la iglesia que vive en la Amazonía para que siga proclamando el evangelio de la vida y desarrolle su trabajo pastoral en la formación de laicos y sacerdotes a través de seminarios, cursos, intercambios visitas a las comunidades y material educativo” (n.475)

Conclusión

La opción por el “cuidado de la creación”, y específicamente por el cuidado de la Amazonía, que el documento de Aparecida nos propone, es para toda la Iglesia, pero especialmente para todos los Misioneros y Misioneras, como los Misioneros y Misioneras de la Consolata, que han asumido la responsabilidad de prestar su servicio misionero de presencia y acompañamiento a los pueblos, indígenas y colonos, que viven en tierra amazónica.

- EL Padre Antonio Bonanomi, es director del Centro de Misión y Culturas “José’ Allamano” de Bogotá, misionero italiano de la Consolata por 20 años en el Cauca.
https://www.alainet.org/es/active/22259?language=es

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