Un día después ¿sin Fidel Castro?
25/02/2008
- Opinión
Ayer, fuera de Cuba y, en particular, nuestros enemigos de siempre, esperaban el milagro de “los panes y los peces”, de los cambios sustantivos hacia posiciones más abiertamente cercanas a su manera de ver el mundo y la caída de los viejos “patriarcas” del sistema, aquellos muy jóvenes en 1959 y hoy canosos y aparentemente listos para ir a descansar la siesta del mediodía y cuidar nietos. ¡Qué chasco se han llevado! La reunión constitutiva de la nueva legislatura de la Asamblea Nacional les asestó un rudo golpe a sus esperanzas de arrimar a nuestro país a su esfera de influencias, les señaló que el camino hace mucho tiempo estaba trazado y lo habían permitido los mismos que han venido sacrificando todo para que sigamos siendo ese ejemplo luminoso que muchos hombres y mujeres de este mundo quisieran tener para sus hijos.
Es asombroso ver cuánto se ha escrito sobre Cuba en los últimos días y cuántos han pronosticado ni se sabe a ciencia qué , aquellos que sólo tienen ojos para ver sus verdades, porque las nuestras, la de la inmensa mayoría de los cubanos de a pie, no les interesan para nada: sólo somos un estorbo, una molesta piedra en su zapato, que no saben cómo se la van a sacar, porque seguimos pensando con mente propia y convencidos que cualquier cambio a nuestras deficiencias y errores sólo pueden ser solucionados desde dentro, sin ninguna intervención foránea, como siempre hemos hecho y sólo si esos cambios ayudan a perfeccionar nuestro socialismo.
En las últimas dos semanas he sido testigo de algo único: desde principios de febrero inicié un recorrido por Cuba junto a un grupo de españoles, argentinos, una suiza y una colombiana amigos de la revolución, pero no ciegos defensores a ultranza de nuestros defectos y virtudes, es decir, capaces de no coincidir con muchas de nuestras realidades, sin embargo, en las acampadas en playas espectaculares - muchas veces desconocidas en las rutas para turistas -, en moteles sencillos, en hostales particulares, en la visita a las ciudades y pequeños pueblos, trabábamos contacto con la población y , en todas partes, recibíamos el cariño y solidaridad imprescindibles para sentirnos felices al saber que éramos cuidados por todos; hubo quienes cuestionaban muchas cosas de la Revolución y mis amigos insistían hasta el cansancio hasta conocer la verdad de sus disgustos; preguntaban sobre sus profesiones, sobre por qué no estudiaban si la enseñanza era gratuita en Cuba, sobre por qué preferían molestar a los turistas tratando de venderles productos falsos –tabacos, rones, entre otros-, si con ello lo único que hacían era perjudicar la verdadera calidad de las marcas nacionales. Cuando esos “malos cubanos” se sentían atrapados en sus propias mentiras, entonces nos dejaban en paz porque sabían que no podrían convencernos con sus prefabricados argumentos y, menos aun a mis amigos, personas muy humildes en sus países, pero que para venir a Cuba hacen sacrificios enormes, a veces de años, tratando de guardar algún dinerito para hacer ese recorrido fuera del circuito turístico para personas de mayores ingresos.
Con ellos visité el Conjunto Artístico “Korimakao” –un verdadero paraíso de amor en la cultura, en plena Ciénaga de Zapata-, Playa Larga, Playa Girón y su historia repleta de heroísmo , los monumentos del 5 de septiembre en Cienfuegos, el Yaguajay de Camilo y la Santa Clara del Che, el Remedios de las Parrandas, el Camagüey de Ignacio Agramante, el Bayamo rebelde de Céspedes , el Santiago de Cuba del Cuartel Moncada y la tumba de Martí, por sólo mencionar algunos puntos culminantes en el trayecto, pero también muchos otros relacionados con la protección real del medio ambiente, lugares donde se cultivan los alimentos con abonos naturales o se propicia el uso de la energía renovable y hablamos con estudiantes de todas las enseñanzas .En el camino, alguna vez tuvimos que visitar algún médico por malestares menores –excesiva cantidad de comida, comprada en agromercados o en lugares que venden en moneda nacional o en divisa, no importa, para finalmente, sentir que sí, que muchas cosas no están resueltas, pero existe la esperanza de que tendrán solución.
Todo lo que vivimos ¿no es acaso la obra del pueblo guiado por Fidel y esos patriarcas que ayer fueron electos para conformar el nuevo Consejo de Estado? Si la respuesta es SÍ, entonces ¿quiénes mejor que ellos para ayudar a construir la nueva época que ahora se inicia? ¿Quién tiene la moral suficiente para cuestionar el pedido que hiciera Raúl –ratificado por todos los diputados presentes y seguramente por la mayoría del pueblo cubano- , de consultar a Fidel algunas de las cuestiones esenciales que enfrentará el nuevo gobierno: ¡NADIE! Fidel, no podrá físicamente estar al frente de las tareas de gobierno, su salud no podrá permitirle largas horas de reuniones, ni viajes constantes, pero su sabiduría está con él y su vergüenza revolucionaria intacta, ¿quién mejor que ÉL para evitar que desviemos el rumbo?
Algunos hoy dicen que los jóvenes no están bien representados en este momento especial de nuestro proceso y yo opino que sí, sólo que no cómo querían nuestros críticos de vitrinas: los que han sido designados al Consejo de Estado o electos como Diputados Nacionales por nuestro pueblo, ¿qué son?¿fantasmas, acaso? No, es esa generación que aprenderá poco a poco a gobernar y compartirá sabiduría con sus mayores, como hacemos en nuestras casas, en nuestras familias, en cada instante y entre todos, construiremos un país mucho más hermoso y solidario, porque es posible y, Fidel, seguirá con su presencia como lo que es para los cubanos: ¡SU COMANDANTE EN JEFE!
La Habana, 25 de febrero del 2008.
Es asombroso ver cuánto se ha escrito sobre Cuba en los últimos días y cuántos han pronosticado ni se sabe a ciencia qué , aquellos que sólo tienen ojos para ver sus verdades, porque las nuestras, la de la inmensa mayoría de los cubanos de a pie, no les interesan para nada: sólo somos un estorbo, una molesta piedra en su zapato, que no saben cómo se la van a sacar, porque seguimos pensando con mente propia y convencidos que cualquier cambio a nuestras deficiencias y errores sólo pueden ser solucionados desde dentro, sin ninguna intervención foránea, como siempre hemos hecho y sólo si esos cambios ayudan a perfeccionar nuestro socialismo.
En las últimas dos semanas he sido testigo de algo único: desde principios de febrero inicié un recorrido por Cuba junto a un grupo de españoles, argentinos, una suiza y una colombiana amigos de la revolución, pero no ciegos defensores a ultranza de nuestros defectos y virtudes, es decir, capaces de no coincidir con muchas de nuestras realidades, sin embargo, en las acampadas en playas espectaculares - muchas veces desconocidas en las rutas para turistas -, en moteles sencillos, en hostales particulares, en la visita a las ciudades y pequeños pueblos, trabábamos contacto con la población y , en todas partes, recibíamos el cariño y solidaridad imprescindibles para sentirnos felices al saber que éramos cuidados por todos; hubo quienes cuestionaban muchas cosas de la Revolución y mis amigos insistían hasta el cansancio hasta conocer la verdad de sus disgustos; preguntaban sobre sus profesiones, sobre por qué no estudiaban si la enseñanza era gratuita en Cuba, sobre por qué preferían molestar a los turistas tratando de venderles productos falsos –tabacos, rones, entre otros-, si con ello lo único que hacían era perjudicar la verdadera calidad de las marcas nacionales. Cuando esos “malos cubanos” se sentían atrapados en sus propias mentiras, entonces nos dejaban en paz porque sabían que no podrían convencernos con sus prefabricados argumentos y, menos aun a mis amigos, personas muy humildes en sus países, pero que para venir a Cuba hacen sacrificios enormes, a veces de años, tratando de guardar algún dinerito para hacer ese recorrido fuera del circuito turístico para personas de mayores ingresos.
Con ellos visité el Conjunto Artístico “Korimakao” –un verdadero paraíso de amor en la cultura, en plena Ciénaga de Zapata-, Playa Larga, Playa Girón y su historia repleta de heroísmo , los monumentos del 5 de septiembre en Cienfuegos, el Yaguajay de Camilo y la Santa Clara del Che, el Remedios de las Parrandas, el Camagüey de Ignacio Agramante, el Bayamo rebelde de Céspedes , el Santiago de Cuba del Cuartel Moncada y la tumba de Martí, por sólo mencionar algunos puntos culminantes en el trayecto, pero también muchos otros relacionados con la protección real del medio ambiente, lugares donde se cultivan los alimentos con abonos naturales o se propicia el uso de la energía renovable y hablamos con estudiantes de todas las enseñanzas .En el camino, alguna vez tuvimos que visitar algún médico por malestares menores –excesiva cantidad de comida, comprada en agromercados o en lugares que venden en moneda nacional o en divisa, no importa, para finalmente, sentir que sí, que muchas cosas no están resueltas, pero existe la esperanza de que tendrán solución.
Todo lo que vivimos ¿no es acaso la obra del pueblo guiado por Fidel y esos patriarcas que ayer fueron electos para conformar el nuevo Consejo de Estado? Si la respuesta es SÍ, entonces ¿quiénes mejor que ellos para ayudar a construir la nueva época que ahora se inicia? ¿Quién tiene la moral suficiente para cuestionar el pedido que hiciera Raúl –ratificado por todos los diputados presentes y seguramente por la mayoría del pueblo cubano- , de consultar a Fidel algunas de las cuestiones esenciales que enfrentará el nuevo gobierno: ¡NADIE! Fidel, no podrá físicamente estar al frente de las tareas de gobierno, su salud no podrá permitirle largas horas de reuniones, ni viajes constantes, pero su sabiduría está con él y su vergüenza revolucionaria intacta, ¿quién mejor que ÉL para evitar que desviemos el rumbo?
Algunos hoy dicen que los jóvenes no están bien representados en este momento especial de nuestro proceso y yo opino que sí, sólo que no cómo querían nuestros críticos de vitrinas: los que han sido designados al Consejo de Estado o electos como Diputados Nacionales por nuestro pueblo, ¿qué son?¿fantasmas, acaso? No, es esa generación que aprenderá poco a poco a gobernar y compartirá sabiduría con sus mayores, como hacemos en nuestras casas, en nuestras familias, en cada instante y entre todos, construiremos un país mucho más hermoso y solidario, porque es posible y, Fidel, seguirá con su presencia como lo que es para los cubanos: ¡SU COMANDANTE EN JEFE!
La Habana, 25 de febrero del 2008.
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