La disputa de los medios comunitarios
- Opinión
Venezuela es uno de los países en donde el sentido de comunicación comunitaria ha cuajado en los hechos y disposiciones legales, como resultado de procesos vinculados a dinámicas organizativas que, básicamente, conjugaron concientización y participación ciudadana, cuestionando al carácter excluyente de los medios masivos del establecimiento. En el escenario de la revolución bolivariana, el empoderamiento de esta corriente se presenta como una clave para avanzar en la democratización de la comunicación. Para descifrar esta temática, conversamos con Blanca Eekhout, quien fue una de las responsables de Catia TV, una cadena comunitaria de los barrios del oeste de Caracas, y hoy presidenta de Vive TV.
- Hoy por hoy, en y a partir de Venezuela se ha logrado poner sobre el tapete el tema democratización de la comunicación. Nos gustaría que nos hables de este proceso a partir de los momentos germinales.
Mira, con el pacto de Punto Fijo que se dio en los ‘60, como pilar de la institucionalidad de la IV República, los medios se consolidaron como grandes monopolios vinculados al poder político, a grandes sectores de la banca y ligados a la inversión extranjera. Desde entonces prácticamente han reinado en el imaginario del pueblo venezolano, aunque ya en el curso de los ’80, con más claridad, comenzaron a surgir nichos de resistencia cultural-comunicacional dentro del movimiento popular, en los barrios, en zonas campesinas, con un perfil más cultural que político.
Las formas eran muy diversas: incluían los periódicos, los volantes, los murales, los colectivos de cine club, radios parlantes y experimentos con transmisores pequeñísimos de baja potencia, como de televisión, a través de los cuales la gente buscaba dotarse de sus propios medios y redes de comunicación, porque los grandes medios presentaban un país que era totalmente ajeno a la realidad, porque en esta exclusión mediática los sectores populares sólo aparecían estigmatizados, como delincuentes, peligrosos, etc.
Con pocos recursos, pero con mucho compromiso, lo que se registra es una búsqueda permanente para poder reconocerse, para apoyarse mutuamente. En el caso de los cine club, por ejemplo, la gente inicialmente se reunía para ver una película alternativa que era imposible verla por televisión, pero cuando ya se pudo tener una cámara, se comenzó a grabar la asamblea en el barrio, la actividad de la gente en la calle, y se creó una especie de red de intercambio de esos materiales, que dio paso a lo que se llamó noticiero del barrio. Sin embargo, todo eso tuvo por parte del Estado una permanente descalificación, persecución, acusados de ilegales, de piratas, incluso en algunos casos se les quitó los equipos.
Pero en la historia de mi país fueron dos hechos políticos que gravitaron en la ruptura con el poder mediático. El primero se da el 27 de febrero de 1989, cuando el reelecto presidente Carlos Andrés Pérez emite un paquete de medidas ordenado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y genera una reacción popular, inicialmente en Caracas, pero que luego se extiende a nivel nacional, que tuvo como respuesta una tremenda represión -se habla de 3 mil muertos, ya que nunca hubo una investigación real sobre este hecho-, la cual fue secundada por los medios, y eso dio lugar a que se rompa el hechizo de los medios. El segundo tiene lugar en febrero de 1992, cuando el alzamiento militar del coronel Chávez, como secuela a la masacre del 89, en el cual la gente no participó pero luego sintonizó con sus propósitos y es por eso que surge el movimiento que en 1998 gana las elecciones.
- Estos hechos políticos, ¿de alguna manera coadyuvaron para que los nichos de resistencia comunicacional, como señalas, encuentren mecanismos articuladores?
Todos estos esfuerzos estaban muy ligados a las luchas específicas, con algunos niveles de intercambio, pero sin alcanzar una coordinación efectiva. En el año 98, justo antes del triunfo del gobierno bolivariano se hicieron algunos encuentros y se empezó a compartir experiencias de manera que los que lograban armar transmisores pudieran, de alguna manera, multiplicar ese saber con los compañeros que tenían en los cines clubes el trabajo más político de la comunicación, se empezó hacer esas propuestas de televisión comunitaria. Todo esto, que fue un trabajo de resistencia comunicacional de muchos años, tiene un estallido en el año 99 con el proceso constituyente.
- ¿Y cuál es el resultado positivo de tal estallido en la constituyente?
En el proceso constituyente se establece que la comunicación es un derecho humano fundamental, consecuentemente se legalizan los medios comunitarios y no sólo que se legalizan sino que el Estado se obliga a garantizarle a las comunidades la posesión de herramientas, de recursos, para ejercer este derecho, entonces hubo una relación mucho más activa donde realmente las comunidades tienen el derecho de poseer instrumentos para participar activamente en el hecho comunicacional.
Esto implico cambios fuertes en la misma estructura del Estado que no estaba diseñada sino para la televisión comercial y de alguna manera los espacios de la televisión pública y la radio pública, que para entonces estaban en ese momento muy malo porque habían sido empaquetadas para ser privatizadas; se había entregado el canal 5, que era un canal nacional, y se había desmantelado el canal 8 con la idea de ser privatizado.
Pero a partir de todo este marco jurídico, que establece el derecho humano a la comunicación y la obligación del Estado de garantizar los instrumentos, hay un cambio importante en las estructuras de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, se crea el Ministerio de Comunicaciones, y la comisión que antes solo tenía ingenieros y abogados, comienza a incluir dentro de su nómina antropólogos, trabajadores sociales para poder entender el tema de la comunicación comunitaria y poder incluir ahí a las comunidades indígenas, afro descendientes, populares.
Hay todo un cambio a partir del 99, primero en lo jurídico, y luego se ha ido paulatinamente materializando en la realidad todavía con debilidades, porque hay una distribución del espectro radio eléctrico donde el 80% del espectro está en manos privadas, lo cual ha limitado este proceso de democratización porque aunque hay todo un marco legislativo, también hay un latifundio mediático. Aunque de a poco comienza a romperse con el otorgamiento de algunas concesiones que ha permitido por lo menos abrir un espacio para la producción nacional independiente, como es el caso del nuevo canal TVes, respetando todo el marco jurídico vigente pero entendiendo la necesidad de fortalecer la comunicación comunitaria y pública.
- Todo parece indicar que sin el golpe de Estado las demandas de los medios comunitarios y afines, y en general la democratización de la comunicación misma, podrían haber seguido en la sala de espera. ¿Cuál es tu criterio?
A partir del golpe de estado, en efecto, se valora la importancia del hecho comunicacional y la importancia de realmente democratizar las comunicaciones y fortalecer la plataforma pública. Entonces, ahí se activa más el tema de la habilitación de los medios comunitarios, ya se había generado el reglamento de medios comunitarios como resultado de un trabajo en donde participaron los medios comunitarios y la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, pero no se lograba que efectivamente empezara el proceso de habilitación, luego del golpe de Estado se desbloquea esta situación.
La Comisión Nacional de Telecomunicaciones asume la tarea de convertirse en una plataforma para impulsar también a los medios comunitarios, ya que las comunidades tenían que cumplir con un conjunto de normas, llevar proyectos, y en comunidades populares, comunidades indígenas se necesitaba ayuda, y es por eso que se incorporan -como señalaba- antropólogos, trabajadores sociales para lograr que las comunitarias pudieran acceder al tema de la habilitación.
Pero además se fortalece la plataforma pública. El Estado tenía un solo canal público que, por lo menos durante el golpe, su cobertura no solo era limitada, sino que fue sacado del aire. Luego se entiende que es necesario una plataforma pública efectiva; se hace un proyecto de adecuación tecnológica que comienza en el año 2003 y termina en el año 2006 y donde se repotencia todos los transmisores de este canal público, que es el canal 8, y se genera toda una adecuación también interna porque la última inversión que se había hecho en este canal era en el año 1983; entonces, estaba realmente en una situación muy difícil y con todo una forma de organización interna que estaba diseñada para la privatización.
Pero además, se crea un nuevo canal público a finales del 2003: Vive TV, como un canal con perfil comunitario, donde las comunidades populares tienen cabida permanente y los medios comunitarios pueden enlazarse a nivel nacional a partir de que en esta parrilla tienen cabida sus programaciones, pues su misión es hacer visible el país que se está construyendo, con la inclusión de las comunidades populares, indígenas, afro descendientes, campesinas, etc. Y a partir de ese momento también se empieza a trabajar en función de crear una plataforma que permitiera el enlace latinoamericano y surge TELESUR como una propuesta para también presentar una mirada del mundo desde el Sur, desde América Latina, y no a través de los ojos de CNN.
De hecho, todo esto realmente se activa y se entiende porque el golpe de Estado que sufre Venezuela es un golpe básicamente mediático, lo que no quiere decir que haya sido virtual, porque hubo muertos, fue un golpe real; pero todo el diseño fue montado a partir de un show mediático que justificara ante el mundo el que se haya dado un golpe a una democracia realmente sólida, a una democracia que había pasado por procesos electorales que la habían reafirmado, con un proceso constituyente, con un apoyo popular importante y fueron los medios de comunicación los artífices de todo el show que justificaba ante el mundo el golpe de Estado.
En este momento, lo que logró salvar la revolución fue una comunicación que no pasa por lo mediático, es una comunicación de consciencia colectiva, una comunicación también emocional y afectiva que fue muy efectiva en ese momento donde todo un pueblo supo que hacer, salió a la calle y dejó de ser un espectador pasivo de la comunicación a ser efectivamente un sujeto activo del hecho comunicacional, a transformar la comunicación.
- Aunque con medios que, precisamente, no hacían parte de los tradicionales.
De hecho, estuvieron medios comunitarios, el teléfono, la Internet, los motorizados que iban haciendo un enlace y otro, pero realmente hay cosas que son inexplicables porque habían comunidades con las que no había ningún tipo de enlace comunicacional que hicieron exactamente lo mismo, tomar los puestos militares, tomar las plazas… es sorprendente como gente sin intercomunicación entre ella terminó haciendo lo mismo a lo largo y ancho del país. Entonces, creo que hay una especie de comunicación humana que no pasa por lo mediático y que está ligada mucho a lo afectivo también, era la defensa no solo del proceso sino del Presidente con el que había una identidad enorme del pueblo… De modo que hay muchas cosas que revisar para tratar de entender cómo se logro hacer esa comunicación.
Y es que el pueblo no sólo asumió una posición cuestionadora y crítica a la información de los medios, sino que tomó iniciativas para buscar información y construir su información, salió a las calles, tomó la palabra y derrotó al golpe de Estado. Y, una vez más, este pueblo logró enfrentar a los medios. Y digo el pueblo porque esta no ha sido una política de Estado, es un pueblo que desde el 89 ha tenido una posición absolutamente crítica contra los medios de comunicación.
- En todo este tiempo, ¿se ha logrado superar la dispersión y fraccionamiento de las iniciativas comunicacionales?
En este proceso han surgido varios colectivos, esta ANMCLA, que es la Asociación Nacional de Medios Libres Comunitarios Alternativos; esta la RED, que es la Red de Medios Comunitarios y hay otra gente que no está asociada a ninguna, pero al final en la dinámica permanente la gente coincide en los espacios, porque todo el mundo forma parte de un colectivo, de un movimiento social, está integrada a los Consejos Comunales; la gente está en una dinámica permanente en donde no es solamente el medio. De modo que, hay muchas coincidencias en la acción política concreta, entonces hay compañeros que no están asociados a ninguno, hay otros que están asociados, son distintos colectivos donde están articulados, pero la verdad es que hay una articulación concreta de la realidad y es justamente la construcción del proceso revolucionario.
Ahora hay una tendencia enorme a fortalecer dentro de los Consejos Comunales las plataformas comunicacionales que van a ser mucho más orgánicas que la TV comunitaria aislada de lo que es ese ejercicio de construcción de poder popular que son los Consejos Comunales. Los Consejos Comunales están haciendo esas plataformas, en el caso, por ejemplo, de Catia la gente que va a conformar el equipo de producción, que incumbe a los miembros del consejo comunal, para que realmente la programación de las comunitarias esté articulada con el proceso de construcción de poder.
- Una precisión: ¿los medios comunitarios tienen exigencias especiales?
Vale precisar que en este proceso también se estableció la Ley de Responsabilidad Social de los Medios que obliga a que medios públicos y privados tengan un 60% de producción nacional y que el 36% sea producción nacional independiente para promover eso de la división medio y mensaje y que la administración del medio no sea quien siempre imponga todos los contenidos, y así garantizar diversidad y pluralidad. El Reglamento de medios comunitarias es más radical pues establece que el 70% de la programación sea programación independiente comunitaria; las televisoras y las radios comunitarias están obligadas a ser proyecto-escuela, a formar comunicadores para que realmente su programación logre tener una participación activa de los habitantes de su comunidad.
- ¿Y cuál es la respuesta de la comunidad respecto a tales medios?
Considero que en este momento hay una enorme empatía y defensa de la gente por el espacio de comunicación alternativa y comunitaria. Han surgido en Venezuela millares de medios de prensa escrita hechos por la gente en los barrios, en las fábricas, en los distintos espacios de articulación colectiva, igual hay centenares de radios, hay muchas iniciativas de televisión, muchas en proceso todavía, sin haberse consolidado efectivamente, pero la disposición de la gente a convertirse en comunicador la está acercando a los medios comunitarios porque pueden participar de ellos; sin embargo, todavía hay mucho que estudiar.
Durante muchos años, el pueblo venezolano estuvo, de alguna manera, dominado por un solo modelo de televisión, que es un modelo que ha estado dominando toda América Latina y que tiene una gran influencia norteamericana, los medios comunitarios tienen pocos recursos, están apenas desarrollándose pero tienen una organicidad y una articulación con la realidad que permite efectivamente que sean una referencia.
- Con TVes, cuyo nacimiento ha generado mucha polémica, se anuncia que se abre un espacio público inédito. ¿Qué es efectivamente lo que podemos esperar?
Hay toda una discusión sobre la idea de empezar un nuevo modelo de comunicación de servicio público. La idea es que el Estado administre el medio, pero que la programación sea hecha totalmente por producción independiente. Últimamente el Estado ha creado fondos para impulsar la producción nacional independiente, para lograr que recoja todas las riquezas culturales que hay en todo el territorio venezolano, pues de alguna manera los medios venezolanos han sido medios de Caracas para el resto del país, y la idea es poder garantizar la participación de las regiones desde una participación más protagónica como productores de contenidos; entonces hay todo un proceso de impulso de la producción nacional independiente y de que esta sea una plataforma para el desarrollo de ella.
Se trata de un desafío, porque es un proyecto que exige innovación, y eso no se hace de la noche a la mañana, muchos menos en televisión; es un proceso de construcción colectiva que va a durar un tiempo, porque sino vamos a reproducir lo que hemos aprendido, que es básicamente el modelo dominante, y a creer que ya tenemos la verdad; hay que activar una producción nacional independiente que estaba absolutamente en el subsuelo por el monopolio de los medios privados, entonces es una tarea difícil.
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