Movimiento de mujeres y Asamblea Constituyente
- Opinión
En nuestro país, las primeras manifestaciones importantes del movimiento feminista[1] datan de inicios de los 70. Antes, las mujeres fueron parte de luchas campesinas, de trabajadores, de estudiantes, pero tuvieron pocas reivindicaciones propias, entre las que se podría mencionar el derecho al voto, el acceso a cargos de elección popular y a la educación superior. También existieron otro tipo de expresiones de la lucha de las mujeres plasmadas, por ejemplo, en asociaciones y publicaciones femeninas que iniciaron tan temprano como a comienzos de siglo pasado, así como algunas organizaciones de mujeres que actuaron desde la década de los 60.
La crisis económica de los 80, que impulsa a más mujeres a asumir trabajos fuera del hogar, los mayores niveles educativos alcanzados por ellas, la democratización formal del sistema político tras el fin de la última etapa de dictaduras y, en ese marco, la incipiente incorporación de mujeres a la vida política tanto en el ámbito de la representación pública estatal (diputadas, ministras, concejalas) como en el de los movimientos sociales, promueven una verdadera explosión de expresiones del movimiento de mujeres. Este proceso se consolida en la década de los 90, cuando son ya visibles una multitud de organizaciones de mujeres: grupos informales de base, grupos de autoayuda; ONG del tipo centros de mujeres con enfoque de género, feministas o talleres de producción; organizaciones gubernamentales; entes religiosos con programas de apoyo a la mujer; organizaciones sociales, políticas, gremiales, grupos de mujeres dentro de partidos y movimientos políticos.
Existen también, desde la década de los 90, organizaciones nacionales de mujeres de mayor envergadura, tales como la Coordinadora Política de Mujeres Ecuatorianas que vincula a organizaciones de base, además de tener una estructura de representación propia, el Foro Permanente de la Mujer Ecuatoriana que agrupa a varias ONGs y organizaciones de base, las Feministas por la Autonomía que agrupa más bien a mujeres a nivel individual, organizaciones lideradas (y compuestas en su mayoría también) por mujeres de clase media profesionales e intelectuales. Data también de esta época, el Movimiento Nacional de Mujeres de Sectores Populares (MNMSP) que aglutinaba a organizaciones de base urbanas y rurales. En este siglo aparecen, asimismo, con carácter más o menos nacional, la Confederación de Mujeres por el Cambio, Luna Creciente (formada a raíz de la división del MNMSP) y con una difusión algo menor, el Movimiento Mujeres por la Vida. Existen, además, expresiones locales importantes del movimiento de mujeres sobre todo en Quito, Guayaquil, El Oro y Loja. En lo que tiene que ver con la vertiente étnica existen la Coordinadora de Mujeres Afroecuatorianas como la principal entre varias organizaciones y la Confederación de Mujeres Indígenas del Ecuador (CONMIE), filial de la CONAIE[2].
Las organizaciones que conforman el movimiento de mujeres en el Ecuador en ocasiones se articulan y actúan más o menos conjuntamente, pero en general funcionan como puntos nodales de una red. No existe una sola gran coordinación o voz autorizada del movimiento, sino diferentes instancias que adquieren protagonismo según las circunstancias, los tópicos o las coyunturas. La participación se da en forma diferencial en diversas temáticas. Por supuesto, también ocurre cierta superposición de ámbitos de acción, disputas por espacios y recursos, así como divergencias acerca de los temas y su tratamiento.
De entre los importantes logros del movimiento de mujeres y feminista ecuatoriano, quisiera destacar en torno al tema de este artículo, la cuota fijada en la Ley de Elecciones, que estableció un mínimo de 30% de mujeres en las listas, a incrementarse en cada nueva elección hasta llegar a la paridad (50%), la que ha sido alcanzada en las presentes elecciones. Se trata de un hecho histórico, que no se da en otros países de la región, que también tienen cuotas, pero fijas entre 20 y 30%. Es relevante, asimismo, en el proceso actual, el hecho de que por primera vez el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha obligado, impulsado por la incansable presión del movimiento de mujeres, a los movimientos y partidos, a respetar lo que la ley indica, esto es, además de la cuota, la alternancia y secuencia (mujer-hombre, hombre-mujer) en las listas, hecho que no se había dado en las anteriores elecciones. Este marco jurídico, que garantiza el derecho a la participación de las mujeres, es un instrumento fundamental para el logro de la igualdad sustantiva y una contribución decisiva de las mujeres a la democratización de la representación política.
El movimiento de mujeres mantiene, en los últimos años, vínculos generalmente débiles e inestables con otros movimientos sociales. La necesidad de evitar que las demandas de las mujeres se diluyan en el marco de otras más generales –como tiende a pasar muchas veces con el movimiento de mujeres indígenas, por ejemplo- ha conducido a un cierto aislamiento. Además, la falta de voluntad de la mayoría de movimientos sociales, que conservan fuertes rezagos patriarcales, parte de la matriz de cultura política autoritaria predominante en el país, para asumir la agenda de las mujeres, junto con la poca fuerza del movimiento de mujeres, incide en ello. Sin embargo, varias mujeres, que se auto reconocen como parte del movimiento de mujeres, son parte de las listas actuales a asambleístas, tanto a nivel nacional cuanto en varias provincias, sobre todo en movimientos de izquierda.
Propuestas constitucionales
Los avances logrados en la anterior asamblea constituyente fueron importantes: de 36 propuestas presentadas se logró la inclusión de 34, entre ellas, cabe destacar, por su carácter de avanzada, la garantía del derecho a la libre opción sexual y el reconocimiento del trabajo doméstico como trabajo productivo. Las conquistas vinculadas con la garantía de los derechos sexuales y los derechos reproductivos son las que potencialmente podrían estar ahora en peligro por el avance de corrientes fundamentalistas que desconocen y violan derechos, incluso aquellos reconocidos en instrumentos internacionales. Corrientes muchas veces con fachadas laicas de ONGs y asociaciones, pero con estrechos vínculos con determinadas iglesias.
Con miras a preparar la participación en la Asamblea Constituyente, se realizó el 7 y 8 de junio pasado la Preconstituyente desde las Mujeres, como evento de organización del movimiento. En este encuentro, se ratificó la voluntad de impulsar el principio de progresividad de los derechos humanos, esto es, no permitir el retroceso de las conquistas logradas.
Otros puntos fundamentales a impulsar en la Constituyente, desde la perspectiva de fortalecer la garantía de los derechos de las mujeres e impulsar una verdadera igualdad de género, son: la necesidad de reforzar el carácter laico del Estado y de la educación pública; ahondar la salvaguarda de los derechos sexuales y los derechos reproductivos; garantizar la participación paritaria en las instancias de gobierno; sostener las disposiciones que permiten las acciones afirmativas tales como la cuota, así como aquellas que procuran evitar y refuerzan las sanciones contra toda forma (económica, política, social, cultural) de discriminación y violencia debida a género; y promover la corresponsabilidad de la vida familiar entre mujeres y hombres. Además, dotar al Consejo Nacional de las Mujeres (CONAMU) de rango ministerial, y definirlo como el ente rector superior de las políticas de equidad de género. Añadir disposiciones respecto a que, para ser funcionaria/o público u ocupar cargos de elección popular, no se deberá estar sancionado por delitos sexuales, corrupción, narcotráfico, ni ser deudor de pensiones de alimentos.
Hay acuerdos generales entre las organizaciones del movimiento presentes en la pre-Constituyente sobre varios puntos reiteradamente mencionados y debatidos. A continuación señalo solo los más importantes porque enumerarlos todos sería muy largo. Recuperar el rol regulador del Estado y articularlo con la actividad privada y comunitaria. Que los Bienes públicos y sectores estratégicos no pueden ser manejados por empresas privadas, especialmente el agua. La planificación económica y social, se hará de manera participativa, integral, equitativa y descentralizada en todos los niveles. Mejorar y ampliar la participación ciudadana y de las mujeres en todos los ámbitos del quehacer del Estado y del gobierno. Que los organismos de control y la Corte Suprema de Justicia sean conformados en base a concursos de méritos, despartidizándolos y promoviendo además la paridad en ellos. La necesidad de políticas internacionales soberanas y democráticas: no involucramiento en el Plan Colombia ni Base de Manta. Apoyo a procesos de descentralización que promuevan la equidad entre los territorios sin atentar contra la vigencia del Ecuador como Estado: no habrá transferencia de competencias en los recursos energéticos o naturales. Revocatoria del mandato; rendición de cuentas periódica de las y los funcionarios públicos. Garantía de derechos económicos, sociales y culturales para todas y todos, especialmente educación y salud universales y gratuitas.
Mª. del Pilar Troya F. es antropóloga de la PUCE, Master en Género y Desarrollo por FLACSO Sede Ecuador. Integrante de la Asamblea de Mujeres de Quito
Referencias
CONAMU, “Boletín Institucional No. 20: Resumen general de los nuevos aportes de las mujeres logrados en la pre Constituyente. Aspectos generales”, 20 de julio de 2007, Quito.
CUVI Sánchez, María, “Mujeres, género y feminismos: una mirada desde la otra orilla” en CORDES - CEDIME, Mujer, Participación y Desarrollo, Quito, 2000.
MULLER, Astrid, Por pan y equidad. Organizaciones de mujeres ecuatorianas, ABYA YALA - ILDIS - FEPP - ECLOF, Quito, 1994.
PRIETO, Mercedes, “Notas sobre el movimiento de mujeres en el Ecuador”, s.e., s.l., enero de 1985.
con Clorinda Cuminao, Alejandra Flores, Gina Maldonado y Andrea Pequeño, “Respeto, discriminación y violencia. Mujeres indígenas en el Ecuador 1990-2004”, en: LEBON, Natalie y Elizabeth Maier (coord.), De lo privado a lo público. 30 años de lucha ciudadana de las mujeres en América Latina, UNIFEM – LASA – Siglo XXI Editores, México, 2006.
RODAS Morales, Raquel: “Muchas voces, demasiados silencios. Los discursos de las lideresas del Movimiento de Mujeres del Ecuador”, Quito, Fondo para la Igualdad de Género de ACDI, Documento de Trabajo Nº 4, 2002.
TROYA F., Mª. del Pilar, “Discursos sobre Ciudadanía del Movimiento de Mujeres del Ecuador a fines de los 90”, Tesis de Maestría en Género y Desarrollo, FLACSO – Sede Ecuador, 2007, sin publicar.
[1] En el sentido de perseguir reivindicaciones enmarcadas en el feminismo entendido como movimiento social que apunta hacia un cambio radical en las estructuras de poder de las sociedades, de modo de terminar con la subordinación de las mujeres. En ello se distinguen de otro tipo de organizaciones de mujeres, como pueden ser las pobladoras urbanas pobres en lucha por servicios básicos o las Madres de Plaza de Mayo (Argentina) en cuyo caso el énfasis no está en las cuestiones de género sino en los derechos sociales de sus familias , en el un caso, y el combate a la impunidad, en el otro.
[2] No pretendo ser exhaustiva, sino solamente nombrar las principales vertientes y organizaciones.
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