El CUC en la historia

15/04/2008
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En el año de 1977 y 1978, estando en la dirección de la Central Nacional de Trabajadores (CNT) y del Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS), empecé a escuchar que una Ardilla andaba de aldea en aldea por diferentes municipios del departamento de Chimaltenango y El Quiché, en donde reunía a los cenzontles, tepescuintles, gatos de monte, búhos y a una serie de pájaros que animaban el ambiente con sus cantos de esperanza. Esta ardilla sentada en un borde o a la par de quienes le hacían rueda, les explicaba sus derechos y les decía que era necesario que todos tuvieran la cabeza clara, un corazón grande y solidario y que siendo un puño, tendrían que ser más combativos para lograr la conquista de sus derechos.

Claridad para entender el porqué de la situación del campesinado, que la pobreza no era la voluntad de Dios, porque Él no era injusto, que el trabajo en las costas era infrahumano y no podía permitirse ese tipo de explotación que atentaba contra su dignidad. La Tierra, les decía, y los bienes que de ella extraemos es para quien la trabaja, pero todo está en otras manos. Hace 30 años esta ardilla empezó a exigir lo que exige hoy, y lo que anhelaban los campesinos de hace ya muchas décadas; su derecho a la tierra, al trabajo y al salario justo y digno. Los grupos de ardillas se fueron multiplicando en diferentes regiones del país e insistiendo en que había que tener un corazón solidario en el que cupieran todos los explotados, que la lucha no podía ser sólo por sus derechos sino por todos los que sufrieran injusticia y mal trato de los "ricachones"

El 1ro de mayo hará 30 años que bajaron de los cerros y salieron con sus peticiones estampadas en petates y las letras grandes de CUC (ardilla en varios idiomas mayas) reivindicando en las calles los derechos de quienes sólo conocían de agarraderas para el cuartel, de galeras infrahumanas, de muerte en los cañaverales, cafetales y algodoneras. Por ello, seis semanas después de la masacre en la Embajada de España, más de 80 mil campesinos indígenas estaban en las carreteras y fincas de la Costa Sur, graníticamente unidos, exigiendo justicia y haciendo pedazos el mito oligárquico del indio haragán y postrado que logró con su lucha un salario mínimo de Q. 3.20 diarios.

Después la represión los sacó de lo público, se refugiaron en los bosques, muchos de sus dirigentes murieron en las masacres, otros, muy contados, empuñaron las armas para defenderse y conquistar por otros medios sus derechos. Reapareció el CUC en las manifestaciones de 1986 y ahora en el 2008 toman la carretera, sus reivindicaciones son las mismas: Tierra, trabajo y salario digno, educación, salud y vivienda, las mismas por las que finqueros y ejército masacraron a los campesinos de Panzós un 29 de mayo de 1978, y por las cuales hoy en día, hay más de 200 conflictos en el agro.
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