El valor de las Reservas Internacionales
22/05/2008
- Opinión
El origen de las Reservas Internacionales acumuladas en el Banco Central de Honduras (BCH) es uno lleno de muerte, sangre y desengaño. Un reporte semanal del BCH, de fecha 17 de abril de 2008, establece que del saldo por US$. 2,500.00 millones el 34% son esas remesas familiares, fruto del ardor y el sacrificio de millares de compatriotas en el extranjero. Claro, esto no quiere decir que el 66% restante no tenga mérito, porque también se debe reconocer el tremendo esfuerzo que las empresas hondureñas y sus trabajadores (as) han tenido que demostrar, para superar las groseras injusticias y asimetrías que se presentan en el juego del intercambio comercial transfronterizo.
Aparte de asegurar 3.6 meses de importaciones de bienes y servicios, no queda claro cual es la forma utilizada por el BCH para garantizar la correcta y efectiva administración de esos ahorros nacionales y el mantenimiento de su valor en el tiempo. Acontecimiento que solamente se logra mediante la inversión acertada de los recursos, en un ambiente que además de producir unos provechosos rendimientos financieros contemple los márgenes de seguridad adecuados a las circunstancias.
Y es que en vista que el dólar estadounidense se encuentra en una situación muy precaria, al experimentar una creciente pérdida de precio con respecto a la fortaleza de otras monedas de protagonismo rutilante en la comunidad internacional, un análisis de poca complejidad nos advierte que tales reservas también sufren degradaciones en el mismo fondo y forma, ya que en su totalidad se encuentran depositadas en dólares devaluados.
Por principio de cuentas, en el caso que nos ocupa, parece que el BCH no está cumpliendo su función constitucional, ya que no existe en sus informes habituales alguna señal que demuestre lo contrario. Es decir, lo que puede esperarse es que ya debieron tomarse las medidas necesarias para convertir las reservas internacionales en una inteligente combinación de monedas y la adquisición de activos de valor duro como ser el oro y la plata, por ejemplo.
No se desconoce que es necesaria alguna disponibilidad inmediata para atender los compromisos contractuales de corto plazo y algún financiamiento al sector agrícola, pero es que tampoco se ha definido una especie de flujo de caja que informe del nivel óptimo de liquidez que debe manejarse. Estas son actividades que el BCH deviene obligado a realizar en favor de un mayor y mejor desempeño de los bienes nacionales que se le han encargado para su custodia y administración.
Infortunadamente la imagen que va quedando en la conciencia histórica del pueblo es que esa Institución ha sido brutalmente invadida por el nocivo clientelismo político, el mismo que tiene en la postración al resto de la administración pública en Honduras. Lejos quedaron aquellos tiempos en que al BCH se le permitía alguna independencia aunque fuese relativa, pero hoy en día ni siquiera hay garantías básicas que el personal sea contratado de manera científica como se hizo desde su creación, mucho menos para creer en una entidad en cuyas iniciativas debiera validarse la soberanía del país en términos monetarios.
Vergüenza es la que se necesita para cuidar los ahorros del país obtenidos con tanta pena por este pobre pueblo. Al menos que su intento sirva para justificar el gasto extraordinario de esa encantadora planilla de sueldos de los que disfrutan estos privilegiados señores del BCH.
Aparte de asegurar 3.6 meses de importaciones de bienes y servicios, no queda claro cual es la forma utilizada por el BCH para garantizar la correcta y efectiva administración de esos ahorros nacionales y el mantenimiento de su valor en el tiempo. Acontecimiento que solamente se logra mediante la inversión acertada de los recursos, en un ambiente que además de producir unos provechosos rendimientos financieros contemple los márgenes de seguridad adecuados a las circunstancias.
Y es que en vista que el dólar estadounidense se encuentra en una situación muy precaria, al experimentar una creciente pérdida de precio con respecto a la fortaleza de otras monedas de protagonismo rutilante en la comunidad internacional, un análisis de poca complejidad nos advierte que tales reservas también sufren degradaciones en el mismo fondo y forma, ya que en su totalidad se encuentran depositadas en dólares devaluados.
Por principio de cuentas, en el caso que nos ocupa, parece que el BCH no está cumpliendo su función constitucional, ya que no existe en sus informes habituales alguna señal que demuestre lo contrario. Es decir, lo que puede esperarse es que ya debieron tomarse las medidas necesarias para convertir las reservas internacionales en una inteligente combinación de monedas y la adquisición de activos de valor duro como ser el oro y la plata, por ejemplo.
No se desconoce que es necesaria alguna disponibilidad inmediata para atender los compromisos contractuales de corto plazo y algún financiamiento al sector agrícola, pero es que tampoco se ha definido una especie de flujo de caja que informe del nivel óptimo de liquidez que debe manejarse. Estas son actividades que el BCH deviene obligado a realizar en favor de un mayor y mejor desempeño de los bienes nacionales que se le han encargado para su custodia y administración.
Infortunadamente la imagen que va quedando en la conciencia histórica del pueblo es que esa Institución ha sido brutalmente invadida por el nocivo clientelismo político, el mismo que tiene en la postración al resto de la administración pública en Honduras. Lejos quedaron aquellos tiempos en que al BCH se le permitía alguna independencia aunque fuese relativa, pero hoy en día ni siquiera hay garantías básicas que el personal sea contratado de manera científica como se hizo desde su creación, mucho menos para creer en una entidad en cuyas iniciativas debiera validarse la soberanía del país en términos monetarios.
Vergüenza es la que se necesita para cuidar los ahorros del país obtenidos con tanta pena por este pobre pueblo. Al menos que su intento sirva para justificar el gasto extraordinario de esa encantadora planilla de sueldos de los que disfrutan estos privilegiados señores del BCH.
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