Un saqueo bien pensado
28/05/2008
- Opinión
Depósitos de Barrick, Alumbrera y Agua Recaen Antofagasta; el cobre de Agua Rica saldría por el Pacífico.
La Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), es el camino del saqueo que está en marcha desde hace tiempo: un nuevo enclave en el norte de Chile forma parte de la ruta minera. Mientras los fiscales argentinos se sorprenden por las omisiones aduaneras de La Alumbrera que embarca el concentrado por el Atlántico ¿se controla acaso el que parte por la cordillera?
Los camiones que en mayo del corriente fueron paralizados por los asambleístas de Tinogasta provenían de Chile y cada vez que lo hacen no retornan con las bodegas vacías.
Ya funcionan en el puerto de Antofagasta gigantescos galpones construidos por iniciativa de dos firmas: Antofagasta Terminal Internacional (ATI) y la Fundición Altonorte, para acopiar el concentrado de cobre proveniente del extranjero. El gerente general de Altonorte, José Antonio Urrutia (Presidente de Barrick Gold en Chile) y la División Norte de Chile de Xstrata Copper (La Alumbrera), inauguraron una planta para “importar”el concentrado de cobre que no es un galpón cualquiera. Tiene capacidad para veinte mil toneladas de ese mineral “con el objeto de acopiar el que se obtiene de los yacimientos de Argentina y Perú”, fueron las palabras del propio Urrutia.
Las instalaciones poseen un sistema de humectación mediante duchas en el techo del galpón porque de ese modo se evita que el concentrado entre en combustión espontánea y además se puede guardar por treinta días, tiempo para ser embarcado y sacado del continente.
A Chile le vendieron el negocio de importar cobre y reexportarlo con mayor valor agregado, además de garantizar movimiento lucrativo constante por el puerto de Antofagasta.
En la actualidad, Mina Alumbrera pierde mineral en cada rotura del mineroducto y los costos de recuperación más el conflicto con las poblaciones afectadas, multas tucumanas, levantamientos populares en Catamarca y Santiago del Estero, descarrilamiento de los trenes hacia San Lorenzo y las denuncias por contrabando de embarques por esa aduana rosarina, le hicieron retornar a la idea de que el camino más corto y seguro es la línea recta y el Pacífico una buena salida. Cuestión de rentabilidad y costos, pero también de eludir conflictos y pesquisas.
Uno de los cerebros de esta gestión es el chileno José Antonio Urrutia, el mismo que no tuvo reparos en admitir que el texto del tratado binacional minero de implementación conjunta es obra suya porque “Barrick necesitaba estabilidad política e integración entre los dos países para explotar minerales.” Por aquellos años él aún no era ejecutivo de Barrick sino funcionario del gobierno de Chile.
Agua Rica no quiere historietas raras con mineroductos de 316 kilómetros y mientras espera caminos y ductos del IIRSA hacia los puertos del Pacífico, duda en hacer una planta procesadora propia o bien gestionar los depósitos de Antofagasta, al lado de la Fundición Altonorte.
La compañía de origen suizo, Xstrata Copper, intenta construir tres centrales hidroeléctricas en la patagonia chilena, en la zona de Aysen, un área sísmica que en pocos años vivió las cenizas de los volcanes Hudson y Chaiten.
En los encuentros patagónicos que efectuamos entre chilenos y argentinos previendo el avance de mega emprendimientos mineros e hidroeléctricos, se conformó una suerte de Parlamento Patagónico de ambos países porque las fuentes de aprovechamiento eléctrico de las transnacionales mineras y el gran consumo de agua, componen los dos insumos principales para explotar los yacimientos diseminados polimetálicos. Sin ellos no hay minería posible.
Seis mil litros de agua por segundo que viajarían en dos acueductos desde Argentina a Chile (de Salta a Atacama) es el plan de estas trasnacionales que operan minas de cobre en virtuales desiertos. El agua que le falta a las comunidades irá a los lodos mineros.
IIRSA es la mejor planificación para el saqueo de los bienes comunes de los pueblos del sur en los últimos quinientos años. Significa desarrollar la infraestructura en los sectores de transporte, energía y telecomunicaciones para una suerte de “regionalismo abierto”, en teoría, para beneficio de un continente que desea exportar con el menor costo posible, además de poder hacerlo.
Visto al revés (que es precisamente lo que sucede) IIRSA es la imposición del Norte de una infraestructura para la extracción y exportación de productos primarios en manos de corporaciones transnacionales que operan facilitadas por leyes leoninas.
El plan de obras fue concebido en la reunión de presidentes de América del Sur, en Brasilia, en el año 2000, pero la iniciativa en realidad fue promovida por la banca mundial, la Corporación Andina de Fomento (CAF), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (Fonplata). El IIRSA es la cabeza invisible de miles de proyectos con carácter extractivo, si por ese término se entienden, los combustibles fósiles, los biocombustibles, los minerales críticos y estratégicos, el cereal transgénico, la madera y la celulosa, la depredación pesquera y la forestal, por citar algunos ejemplos. El plan requiere no sólo instrumentos de financiamiento porque para eso están las empresas que lo proponen, la banca internacional, sino fundamentalmente integración energética, tratados binacionales, facilitación de pasos fronterizos (rutas bioceánicas), vías fluviales navegables, puertos, represas hidroeléctricas, sistemas de transporte marítimo, en fin, las vías adecuadas para que con el menor costo se obtenga y se trasladen los bienes comunes que, como se sabe, expresa mejor el concepto depredador que el de recursos naturales. IIRSA, dijimos, son las vías del saqueo, los tratados y las leyes fueron su antesala.
Javier Rodríguez Pardo, MACH-SEPA- RENACE. Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC). machsepa21@yahoo.com.ar
Fuente: Red Nacional de Acción Ecologista
La Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), es el camino del saqueo que está en marcha desde hace tiempo: un nuevo enclave en el norte de Chile forma parte de la ruta minera. Mientras los fiscales argentinos se sorprenden por las omisiones aduaneras de La Alumbrera que embarca el concentrado por el Atlántico ¿se controla acaso el que parte por la cordillera?
Los camiones que en mayo del corriente fueron paralizados por los asambleístas de Tinogasta provenían de Chile y cada vez que lo hacen no retornan con las bodegas vacías.
Ya funcionan en el puerto de Antofagasta gigantescos galpones construidos por iniciativa de dos firmas: Antofagasta Terminal Internacional (ATI) y la Fundición Altonorte, para acopiar el concentrado de cobre proveniente del extranjero. El gerente general de Altonorte, José Antonio Urrutia (Presidente de Barrick Gold en Chile) y la División Norte de Chile de Xstrata Copper (La Alumbrera), inauguraron una planta para “importar”el concentrado de cobre que no es un galpón cualquiera. Tiene capacidad para veinte mil toneladas de ese mineral “con el objeto de acopiar el que se obtiene de los yacimientos de Argentina y Perú”, fueron las palabras del propio Urrutia.
Las instalaciones poseen un sistema de humectación mediante duchas en el techo del galpón porque de ese modo se evita que el concentrado entre en combustión espontánea y además se puede guardar por treinta días, tiempo para ser embarcado y sacado del continente.
A Chile le vendieron el negocio de importar cobre y reexportarlo con mayor valor agregado, además de garantizar movimiento lucrativo constante por el puerto de Antofagasta.
En la actualidad, Mina Alumbrera pierde mineral en cada rotura del mineroducto y los costos de recuperación más el conflicto con las poblaciones afectadas, multas tucumanas, levantamientos populares en Catamarca y Santiago del Estero, descarrilamiento de los trenes hacia San Lorenzo y las denuncias por contrabando de embarques por esa aduana rosarina, le hicieron retornar a la idea de que el camino más corto y seguro es la línea recta y el Pacífico una buena salida. Cuestión de rentabilidad y costos, pero también de eludir conflictos y pesquisas.
Uno de los cerebros de esta gestión es el chileno José Antonio Urrutia, el mismo que no tuvo reparos en admitir que el texto del tratado binacional minero de implementación conjunta es obra suya porque “Barrick necesitaba estabilidad política e integración entre los dos países para explotar minerales.” Por aquellos años él aún no era ejecutivo de Barrick sino funcionario del gobierno de Chile.
Agua Rica no quiere historietas raras con mineroductos de 316 kilómetros y mientras espera caminos y ductos del IIRSA hacia los puertos del Pacífico, duda en hacer una planta procesadora propia o bien gestionar los depósitos de Antofagasta, al lado de la Fundición Altonorte.
La compañía de origen suizo, Xstrata Copper, intenta construir tres centrales hidroeléctricas en la patagonia chilena, en la zona de Aysen, un área sísmica que en pocos años vivió las cenizas de los volcanes Hudson y Chaiten.
En los encuentros patagónicos que efectuamos entre chilenos y argentinos previendo el avance de mega emprendimientos mineros e hidroeléctricos, se conformó una suerte de Parlamento Patagónico de ambos países porque las fuentes de aprovechamiento eléctrico de las transnacionales mineras y el gran consumo de agua, componen los dos insumos principales para explotar los yacimientos diseminados polimetálicos. Sin ellos no hay minería posible.
Seis mil litros de agua por segundo que viajarían en dos acueductos desde Argentina a Chile (de Salta a Atacama) es el plan de estas trasnacionales que operan minas de cobre en virtuales desiertos. El agua que le falta a las comunidades irá a los lodos mineros.
IIRSA es la mejor planificación para el saqueo de los bienes comunes de los pueblos del sur en los últimos quinientos años. Significa desarrollar la infraestructura en los sectores de transporte, energía y telecomunicaciones para una suerte de “regionalismo abierto”, en teoría, para beneficio de un continente que desea exportar con el menor costo posible, además de poder hacerlo.
Visto al revés (que es precisamente lo que sucede) IIRSA es la imposición del Norte de una infraestructura para la extracción y exportación de productos primarios en manos de corporaciones transnacionales que operan facilitadas por leyes leoninas.
El plan de obras fue concebido en la reunión de presidentes de América del Sur, en Brasilia, en el año 2000, pero la iniciativa en realidad fue promovida por la banca mundial, la Corporación Andina de Fomento (CAF), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (Fonplata). El IIRSA es la cabeza invisible de miles de proyectos con carácter extractivo, si por ese término se entienden, los combustibles fósiles, los biocombustibles, los minerales críticos y estratégicos, el cereal transgénico, la madera y la celulosa, la depredación pesquera y la forestal, por citar algunos ejemplos. El plan requiere no sólo instrumentos de financiamiento porque para eso están las empresas que lo proponen, la banca internacional, sino fundamentalmente integración energética, tratados binacionales, facilitación de pasos fronterizos (rutas bioceánicas), vías fluviales navegables, puertos, represas hidroeléctricas, sistemas de transporte marítimo, en fin, las vías adecuadas para que con el menor costo se obtenga y se trasladen los bienes comunes que, como se sabe, expresa mejor el concepto depredador que el de recursos naturales. IIRSA, dijimos, son las vías del saqueo, los tratados y las leyes fueron su antesala.
Javier Rodríguez Pardo, MACH-SEPA- RENACE. Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC). machsepa21@yahoo.com.ar
Fuente: Red Nacional de Acción Ecologista
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