Cómo regalarle votos a la oposición

20/06/2008
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“Los políticos hacemos mal, lo que nadie podría hacer mejor.” Es un dicho que circula en el argot parlamentario local, reflejo de una realidad un poco bastante lamentable.

Si bien sabemos que ciertos ideales bajados a tierra se tornan utopías, ser legislador no transforma a nadie en mesías, ni es salvoconducto para hacer y deshacer avasallando libertades fundamentales consagradas planetariamente desde los tiempos de los tiempos. Porque al fin es como dejarle a la vecina la llave para que alimente al gato en mi ausencia y cuando regreso encuentro que la comedida transformó mi hogar en un burdel. No pueden estar tan satelizados y despegados del sentir uruguayo los diputados y senadores frentistas, y no pensar que la gente va a huir de ellos despavorida si inventan leyes para que la Policía pueda entrar a las casas casi cuando se le antoje. Hablo del código nuevo de procedimiento policial que está tratándose en el Parlamento.

Por suerte dieron marcha atrás.

No se cómo saltaron la zanja, sin embargo, si el fin era lograr agilidad en caso de persecución a narcotraficantes y violencia doméstica, deberían ser planteadas las excepciones y listo. Nunca ir groseramente contra la Constitución dando prerrogativas generalizadas para el ingreso domiciliario por parte de agentes del orden a su leal -o no- saber y entender. Algo tan delicado como el sentimiento de intimidad y paz doméstica, simbolizado en nuestros refugios llamados hogares sean más ricos o más pobres, no puede quedar librado en su inexpugnabilidad al arbitrio de nadie que no sea un juez. Asimismo, como decía el prócer don José Artigas: “Es muy veleidosa la probidad de los hombres, sólo el freno de la Constitución puede afirmarla”. El art. 11 de dicha ley fundamental dice claramente que el hogar es un sagrado inviolable al que nadie puede entrar sin el consentimiento de sus habitantes, y la violación de domicilio efectuada por funcionario público sin formalidades y sin autorización de su morador conforma una agravante del tipo penal. No voy a abundar en argumentos vertidos con base jurídica y doctrinaria por profesionales de las leyes varios que no pueden estar errados en masa.

No comprendo cómo algunos legisladores de gobierno decían preferir votar algo que 2saben viciado de inconstitucionalidad y ver después qué pasa en la práctica.

Los ciudadanos no somos hamsters.

Y si apelan a un bien mayor y tienen razones, que expliquen, porque hay disposición a escuchar y a entender si hay algo más allá de lo que está a simple vista.

No arreen con el poncho porque más sabio que el pueblo nadie.

Una cuestión neurálgica en la nervadura de la comunidad tampoco puede salir al boleo.

Y encima regalándole a blancos y colorados el papel de salvadores de la sociedad. Sumado esto a las transas de “votame esto para que te vote lo otro” tan normales y seguramente necesarias en el tracto legislativo, pero que a la gente mucho que digamos no le gustan. Si quienes siempre velaron por los derechos inherentes a la persona humana, no cercenables ni alienables, aparentemente están en estado de shock o sufriendo el síndrome de legislación patológica, duele reconocer que estaremos colaborando oficiosa y eficientemente con la campaña política de la oposición.
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