Grupos financieros y crisis en el Ecuador
23/08/2001
- Opinión
El gobierno de Durán Ballén (1992-1996), ha sido hasta la fecha el régimen
que más ha profundizado el esquema de "reforma estructural del Estado",
tendiente a la liberalización de la economía, a la desregulación y la
privatización, en conformidad con los términos establecidos por el "Consenso
de Washington" (1990).
En efecto, fue durante este régimen que se aprobó la "Ley de Instituciones
Financieras" (1994) y la "Ley de Modernización del Estado" (1993) que creó
el Consejo Nacional de Modernización (CONAM) entidad encargada de la
privatización y la reforma estructural del Estado ecuatoriano. La ley de
Instituciones Financieras, tendía a transparentar las relaciones de los
flujos de capital, incorporando todo un capítulo a los "grupos financieros".
En realidad, la Ley aprobada en 1994, posibilitaba, garantizaba e
incentivaba la especulación financiera y reconocía de hecho el carácter
monopólico de la economía ecuatoriana y el manejo de esta economía por
grandes grupos financieros. En virtud de que estos grupos financieros se
constituían alrededor de un banco o una sociedad financiera, legalmente
reconocida por esta ley, a su alrededor se fue consolidando todo un sistema
planetario de monopolios horizontales y verticales, condicionados por la
estructura de la propiedad del grupo financiero.
Tenemos así, por ejemplo, al grupo Filanbanco, en ese entonces el grupo
financiero más poderoso del Ecuador, que controlaba bancos (el Filanbanco),
sociedades financieras, empresas de comunicación, seguros, hoteles,
camaroneras, textiles, plásticos, inmobiliarias, plantaciones bananeras,
empresas automotrices, casas importadoras, etc. Este grupo estaba sometido
al control y propiedad de las familias Isaías y la familia Dassum, que
cumplirían un importante papel político aliado al partido populista de
derecha, Partido Roldosista Ecuatoriano. En efecto, los principales
miembros de la familia Isaías captaron el control del aparato político y
económico durante la breve presidencia de Abdalá Bucaram (1996-1997).
Pero existe también la presencia de un poderoso grupo financiero
descendiente de Luis Noboa Naranjo, es el grupo Noboa, que basa su fortuna
en la renta diferencial de la agroexportación de banano. Este grupo paga a
los productores ecuatorianos de banano un precio de 2 dólares por caja de
banano. Esto ha ocasionado que Costa Rica, cuyos exportadores pagan un
promedio de 10 dólares la caja de banano, acuse al Ecuador de dumping social
en la OMC. El grupo Noboa controla varios monopolios en la industria
alimenticia, en el transporte de carga, en el sector inmobiliario, en el
sector automotriz, y posee un sistema de haciendas, entre ellas la hacienda
más grande del Ecuador (La Julia) con aproximadamente 22.000 hectáreas.
Pero también existen grupos financieros más pequeños y ubicados en la región
de la sierra ecuatoriana, como es el caso del grupo Paz-Proinco, o el grupo
Morisáenz, o el grupo Continental, etc. Estos grupos financieros monopolizan
la economía ecuatoriana y son responsables en un alto porcentaje del valor
agregado generado por la economía.
Crece la burbuja especulativa
La lógica del grupo financiero es la de transferir recursos a tasas de
interés preferenciales y en condiciones ventajosas a las empresas de su
propiedad para fortalecer su posición en el mercado. En circunstancias en
las que el mercado es dominado por más de una empresa, los grupos
financieros llegan a soluciones de cártel, como es el caso de las grandes
cadenas Supermaxi y Mí Comisariato.
Pero, paradójicamente, la principal amenaza a la consolidación de estos
grupos financieros está en la aplicación de las políticas de ajuste
realizadas al tenor de las recomendaciones del FMI. Estas políticas de
ajuste son recesivas por el lado de la demanda, al castigar la capacidad de
consumo de los hogares, y por el lado de la oferta al incrementar
sustancialmente las tasas de interés.
La débil capacidad de consumo de los hogares hacía que se acumulen los
créditos vencidos, sobre todo de las empresas de su propiedad que habrían de
ser denominadas luego como "empresas vinculadas". Las altas tasas de
interés al mismo tiempo que fortalecían la especulación, debilitaban la
inversión productiva.
Se producía así un fenómeno contradictorio: los grupos financieros
compensaban la disminución de ventas y pérdidas operativas de sus empresas
con ganancias provenientes de la especulación financiera, pero eran estas
mismas ganancias las que conspiraban en contra del desempeño productivo de
esas empresas.
Una exacerbación de este tipo hacía que la economía real, es decir aquella
economía productiva, financie la burbuja especulativa, pero esta economía
real tenía una capacidad limitada. En efecto, los shocks externos, como la
crisis asiática, la crisis brasileña, la crisis rusa, la disminución de los
precios del petróleo, así como eventos aleatorios como el fenómeno del Niño,
fueron determinantes en la crisis de este sistema especulativo.
Los datos que al efecto presenta la Superintendencia de Bancos del Ecuador,
son elocuentes; en 1997, el total de activos del sistema financiero era de
9.6 mil millones de dólares (aproximadamente el 50% del PIB de 1997), con un
índice de cartera vencida para ese mismo año de 7.3%. Para 1999, el año de
la crisis, los activos totales financieros disminuyen a 2.7 mil millones de
dólares (aproximadamente el 20% del PIB de ese año) y el índice de cartera
vencida se incrementó al 18.4%.
De esta manera los bancos, que en realidad eran los ejes del sistema de
especulación financiera, empezaron a acumular cartera vencida en las
empresas de su propiedad. A fin de sostener sus posiciones de monopolio,
transferían los costos de la cartera vencida hacia las tasas activas de
interés y hacia la transferencia de recursos frescos para estas empresas.
Así, castigaban a los deudores fortaleciendo sus propias empresas. De su
parte aquellos deudores sentían el peso de la crisis por la contracción de
la demanda y el encarecimiento del crédito. La burbuja especulativa, en
1997, estaba a un paso de estallar.
El Estado al socorro
Las altas tasas de interés al corto plazo, conspiraban en contra de toda
estrategia de inversión al largo plazo, pero en cambio incentivaban la
especulación al corto plazo. Desde mediados de la década de los noventa, los
bancos privados apelan al Banco central como prestamista de última instancia
para solucionar sus problemas de liquidez.
Para 1998 la situación es insostenible, la economía real no puede sostener
la inmensa burbuja financiera que se había creado, la cartera vencida se
acumula, los bancos pierden posiciones en el mercado financiero mundial,
como fue el caso del Banco de Préstamos, que cerraba los agujeros producidos
en Rusia con recursos frescos provenientes del Ecuador, los préstamos
incobrables ascienden cada vez más, el retorno patrimonial de los bancos
disminuye del 8% en 1997 al 4% en 1999.
Es así que uno de los bancos más fuertes del sistema, el Filanbanco solicita
un crédito subordinado, para compensar su falta de liquidez, que a fines de
1998 alcanzará más de 800 millones de dólares en varios tramos, y para el
año siguiente alcanza más de 1.200 millones de dólares, una cuarta parte de
las exportaciones totales del Ecuador.
El hecho de que un banco de esa talla haya acudido al Estado para solicitar
un crédito del Estado de esas proporciones, indican que la situación
financiera es delicada, y que deben adoptarse medidas para detener una
posible crisis generalizada, y que la única posibilidad es atacar el origen
de la crisis: las altas tasas de interés y la contracción de la demanda
interna, es decir, un cambio urgente en el modelo económico.
Sin embargo, el régimen del entonces Presidente de la República, Jamil
Mahuad, decide cubrir al Filanbanco con recursos de la Reserva Monetaria
Internacional, y con ello deja descubierta la banda cambiaria que había
adoptado como esquema de un tipo de cambio flexible, es decir, envía un
mensaje a los inversores especulativos por el cual el gobierno evidenciaba
que no tendría posibilidades para sostener este esquema cambiario;
considerando que desde las políticas de ajuste el sistema de precios
internos está íntimamente vinculado al mercado mundial vía tipo de cambio,
esta decisión implicaba que a la larga el gobierno no podría sostener las
bandas cambiarias y que la devaluación de la moneda era algo inminente, una
metodología por demás sabida desde que Soros atacó especulativamente la
libra inglesa a inicios de los noventa y obligó a su devaluación.
Los bancos e instituciones financieras entendieron con rapidez el mensaje.
Inmediatamente especularon contra el sucre, la moneda nacional, y lograron
una devaluación del trescientos por ciento en apenas una semana. Para
muchos bancos, era una oportunidad de oro de disminuir los pasivos en sucres
dadas sus reservas en dólares. Muchos de los inversores financieros deciden
trasladar importantes cantidades de remesas al exterior. El gobierno de
Mahuad decide cubrir a todo el sistema financiero con los recursos de los
depositantes, a través de un decreto de "feriado bancario".
La fuga de capitales no se detiene ni siquiera cuando el gobierno propone
los bonos de estabilización monetaria a una tasa de interés del uno por
ciento diario. Así, la lógica de la especulación financiera se agota en sí
misma: había creado a su interior un agujero negro en el cual se aniquilaba
toda posibilidad de inversión productiva.
Pero, la especulación solo puede sobrevivir sobre una base productiva; si se
aniquila ésta, entonces es la especulación la que termina aniquilándose.
Finalmente fue todo el esquema especulativo el que se desestructuró. Miles
de ingenuos ahorristas que habían pensado vivir de las rentas otorgadas por
las altas tasas de interés, perdieron sus ingresos.
Operación quirúrgica
Al interior de los grupos financieros, la debacle del banco que hacía de
sociedad-madre, repercutió hacia todo ese sistema planetario de múltiples
empresas. Las familias que controlaban esos grupos financieros (Isaías,
Noboa, Ortega Trujillo, Landes, Guerrero Farber, Aspiazu Seminario, etc.),
deciden realizar una operación quirúrgica destinada a salvar sus activos:
desvinculan al banco o sociedad financiera en crisis de las empresas más
importantes del grupo financiero y trasladan ese banco en proceso de
liquidación al Estado.
Los Isaías, por ejemplo, logran desvincular al Filanbanco de Gamavisión,
Telecentro, Bagno, y todas las empresas que están bajo su control, igual
comportamiento tuvieron los demás grupos financieros. Una vez desvinculadas
las empresas del banco, transfieren al Estado esa banca que tiene graves
problemas en cartera vencida, en préstamos incobrables y que en realidad
están en quiebra. Se revela así un uso corporativo y patrimonial del Estado.
Con estas medidas emergentes, los grupos financieros habían, de esta manera,
logrado restaurar su patrimonio y sus posibilidades de inversión al mediano
plazo, al menos hasta cuando las cosas retornen a la tranquilidad y ellos
puedan nuevamente tomar el control de la economía, y también de la política.
El Estado, que había sido satanizado por el discurso neoliberal como el
causante de todos los males de la economía, era finalmente el recurso que se
utilizó para socializar las pérdidas y proteger las ganancias. La sociedad
ecuatoriana, que en conjunto había sido acostumbrada a la especulación,
descubrió con horror y con miedo, que su sistema financiero, al que se había
ponderado en sus años dorados como el más moderno y confiable de la región,
no era más que una construcción ficticia que encubría relaciones de poder y
dominación en el cual grandes familias acaparaban poder político y
económico.
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