Piedad Córdoba:

Invito a la fuerza pública a la insurrección

25/07/2008
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Polémica y provocadora para plantear salidas que conduzcan a la paz con justicia social y convencida de las palabras de choque para poner a pensar el país, así sea a un costo político y personal muy alto, la senadora del partido Liberal Piedad Córdoba, le propuso a la fuerza pública que se insurrecte, pues son tan pueblo como todos aquellos que enfrentan diariamente en las calles.

El llamado lo hizo en Medellín ante cientos de estudiantes reunidos en el teatro Camilo Torres, de la Universidad de Antioquia, durante una intervención realizada el pasado viernes 25 de julio, y en la que estuvo acompañada por los congresistas Gloria Ramírez y Wilson Borja, del Polo Democrático Alternativo, y por Carlos Lozano, director del semanario Voz, del partido Comunista.

“Hay que invitar a la policía y al ejército a que también se insurrecten contra un régimen que ha hecho tan mal las cosas. Ellos tienen que concientizarse políticamente que del lado que deben estar es del humanismo, de la solidaridad, de la generosidad, del socialismo radical”, expresó de manera apasionada. Y las graderías reventaron en aplausos.

Horas más tarde, y ya reposada, habló con la Agencia de Prensa IPC, y explicó de dónde le salió la idea de hacer una petición en un momento donde las Fuerzas Armadas se encuentran en el cenit de su popularidad dados los golpes que le ha propinado a la guerrilla de las Farc.

De paso, se refirió a la importancia de mantener en la agenda el tema del acuerdo humanitario, a la necesidad de fortalecer la cultura política, a algunas decisiones judiciales que afectan el círculo personal del presidente Álvaro Uribe y a su decisión de lanzarse a una campaña presidencial si nadie se atreve a enfrentar al actual mandatario en caso de que se decida a una segunda reelección: “A mí me interesa contarle al país todo lo que ha pasado de mi propia boca, no me interesa escribir ningún libro, porque me desagrada que todo se vuelva un negocio”.

¿De dónde le surge la iniciativa de invitar a la fuerza pública a una insurrección y plantearla en un momento donde tiene altos índices de aceptación y un sentimiento de triunfalismo?

Me surgió al ver cómo, en días pasados, 500 policías estaban dispuestos a masacrar a un par de ancianos que no se querían dejar desalojar en Bogotá y cercados para que los demás no los pudieran auxiliar. Toda esa fiereza contra una sociedad pobre, indefensa. Mi lenguaje es de choque para que la fuerza pública entienda que somos de los mismos. Yo sé claramente qué estoy diciendo. Es imposible que los policías, que tampoco tienen casa, los manden a que aporreen a los demás, aporreen a gente desvalida. Ellos, los policías, y nosotros somos los mismos, somos el mismo pueblo.

Usted también le hizo un llamado a la sociedad civil en relación con eventuales pasos a dar con las Farc.

En el país van a pasar cosas muy importantes, y el juego va a ser para la sociedad civil aquí en Colombia; y no será para los gobiernos, sino para los que trabajan por los derecho humanos en otros países, los que están en organizaciones sociales que miran el tema del conflicto por la salida política. Ese será un viraje que se va a dar con absoluta certeza, creo que hay que hacerle mucho seguimiento y salir duro a apoyar. Por eso me niego rotundamente a aceptar que las Farc se queden otra vez por allá y que nosotros nos quedemos sentados porque uno se desprestigia, porque es que es muy horrible hablar con las Farc, que es espantoso que nos persigan.

¿Es por ello que usted considera que el tema del acuerdo humanitario no puede desaparecer de la agenda ciudadana en el país, pese a los resultados adversos de la marcha del 20 de julio?

Yo creo que sigue siendo muy pertinente. Independientemente de que la gente se movilizó, fue una movilización dirigida y, en cierta medida, buscando despolitizar mucho más a la gente. Hoy más que nunca es necesario hablar de ello porque en el país hay presos políticos, desaparecidos, desplazados, ejecuciones extrajudiciales, y estos fenómenos se le pueden endilgar al Estado colombiano. Considero que el acuerdo posibilita la discusión y el debate sobre este tipo de situaciones críticas sobre los derechos humanos. De lo contrario, es un arrasamiento de la política y una imposibilidad del diálogo.

En sus discursos surge de manera reiterada el tema de la incultura política de la población, ¿realmente la ve tan mal?

La crisis nacional se refleja, fundamentalmente, en la incultura política de este país. La fractura de la Nación se asienta sobre la base de que no existe cultura política, de que la gente no tiene conocimiento de la Constitución, ni de la ciudadanía, es decir de sus derechos; y también sobre la explotación de un hecho que a la gente la conflagra y es el tema de la guerra, del conflicto interno.

De una manera muy hábil, el establecimiento, que se refleja en su vocero que es el gobierno, ha logrado distraer la atención, centrar la responsabilidad de todos los problemas estructurales que tiene el país sobre las Farc, pero las Farc son una consecuencia precisamente de una sociedad con desajustes, con grietas estructurales.

¿En ese sentido, que papel han jugado los medios de comunicación en este país?

Es una situación inédita en el país durante este gobierno: son contratistas del Estado porque utilizan el espacio electromagnético, además están amarrados porque aspiran al tercer canal de televisión y, obviamente, lo que ellos hacen es repetir lo que dice el Gobierno y perseguir con un libreto a quienes estamos en la oposición. Pero todo eso también está pasando en México, Venezuela, y en aquellos países donde hay grandes cambios. La gran prensa, los grandes medios de comunicación, han impedido saber qué pasa realmente.
Pero están pasando cosas interesantes en Colombia: en muchos espacios donde a mí me ha tocado estar ya rechazan la presencia de esos medios de comunicación, ya hay campañas de la gente diciendo que apaguen a Rcn y a Caracol; llegan a algunos sitios y no los deja participar, no los deja entrar, lo que significa que la gente ha venido tomando conciencia de que esa forma de generar opinión pública no debe seguir en el país.

¿Habría entonces una relación entre el comportamiento de los medios de comunicación y la falta de apoyo al acuerdo humanitario?

Se percibe una serie de noticias para desdibujar todo el proceso de acuerdo humanitario. Cuántas veces dijeron que Ingrid Betancur estaba en la finca de Rodríguez Chacín; cuántas veces hablaron de un campamento en la finca del papa de Hugo Chávez; también dijeron que habían visto a Ingrid conmigo en Cúcuta. Ahora se inventan la crisis con Nicaragua. Imagínese la decisión tan irresponsable,  irse para la OEA a denunciar a Nicaragua sobre rumores. Y qué tan extraño que sale lo de Nicaragua justo cuando se hace entrega de la memoria de Carlos Castaño, donde sale por ejemplo Jorge Visbal. Ese si no salió en la portada de ninguna parte, ni en televisión.

¿Cómo ve usted al presidente Álvaro Uribe en el concierto internacional?

Frente a la comunidad internacional, el gobierno de Colombia está muy mal parado, y el gobierno lo sabe. Antes del operativo de rescate de Ingrid y los demás retenidos, salió la noticia de que pedían a Mario Uribe en extradición porque Berna contó las rutas de narcotráfico, entre ellas las rutas con Mario Uribe, este es un gran escándalo. Entonces el presidente Uribe tiene muy claro cómo lo están viendo, como lo están considerando y como le tienen la cuerda pisada. Y se la pisa no solamente Estados Unidos, también Juan Manuel Santos. El protagonismo que le ha dado Uribe a Santos se deriva del conocimiento de todos los elementos de la crisis en el país.

¿Confía en que el tema de la crisis que rodea al presidente Uribe no se tape con más acciones mediáticas?

Obviamente  que cuando se devela todo este escándalo el gobierno ha recurrido a toda una serie de cortinas que están tapando los escándalos. Antes del rescate, el presidente Uribe estaba casi que en suelo de cuenta del escándalo de la Yidispolítica. Pero no creo que la política vaya a cambiar de tal manera que tras el rescate se sepulten los escándalos que tiene el país.

No obstante, el gobierno y una buena parte de la sociedad colombiana se sienten triunfalistas y pareciera que la crisis no les importa, siempre y cuando haya resultados. ¿Es riesgoso para el país esa sensación de victoria?

El gobierno manipula la información, le quiere hacer creer a la gente que está ganando la guerra; y me parece muy desafortunado que las Farc vayan a dar dos o tres golpes bien duros para que la gente se dé cuenta de que no se han acabado.

¿Ese triunfalismo incide para que no se piense en el acuerdo humanitario y se busque la guerra como solución definitiva?

Uribe  no quiere ningún proceso de paz en este país, está convencido de que va a ganar la guerra y tiene la idea de que va a matar a uno por uno del secretario de las Farc. El solo hecho de ofrecer recompensa por el cuerpo de Manuel Marulanda para decirle al país que no se  murió de muerte natural sino de un bombardeo tiene que ser de una mente muy enferma. Él no vacila en decirle a la gente que puede derrotar a la guerrilla; y puede que los mate a todos, pero eso no garantiza que se acabe el conflicto.

¿Qué escenarios de negociación le quedan a las Farc en un momento de arrinconamiento militar y político?

Yo creo que ellos van a insistir en el tema del intercambio, es el escenario que les permite rescatar no sólo a los presos políticos sino poner en el país en evidencia las ejecuciones extrajudiciales, las masacres, las desapariciones forzadas, y su agenda de los doce puntos. No habrá más liberaciones unilaterales, pero habrá otras cosas que conducirán hacia allá, que van a caer bien y que tiene que ver con el juego de sectores como nosotros, pero eso no se puede hacer público todavía.

Hay quienes dicen que mientras existan las Farc, la izquierda siempre va a perder, ¿usted qué opina?
Eso es cierto, pero nosotros, los de los sectores democráticos, tenemos que tomar la iniciativa, no nos podemos sentar y decir que no hablamos con las Farc, hay que buscar salidas. Uribe tiene que tener claro que no queremos otros 40 años de guerra. Creo que nosotros, los de la izquierda, debemos crear una estrategia que nos permita tener un 35% del Congreso. Yo personalmente no creo en el tema de la reelección y parece muy derrotista la postura de que si sale Uribe nadie se le enfrenta. Yo estoy dispuesta a enfrentármele.

¿Como candidata presidencial?

Si nadie sale, yo salgo.

¿Así no tenga el respaldo del partido liberal?

Eso es lo de menos, no lo voy a tener nunca. Lo que quiero significar con eso es que no se puede tener la actitud de que no se le puede ganar, cómo que no se le puede ganar.

Agencia de Prensa IPC, Medellín, Colombia.  www.ipc.org.co

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