¿Inversión extranjera o producción nacional?

25/08/2008
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Tanto en el Informe del Banco de la República de junio de 2008 como en la entrevista concedida a El Tiempo por el ministro de Hacienda y la del Presidente a Portafolio, se reconoce el grave estado de la economía nacional. Se coincide en que existe desaceleración y que se está presentando un aumento de la inflación causado por el alza de los combustibles, las materias primas y los alimentos. Dado que los precios de los primeros se fijan en Colombia, acorde con las cotizaciones internacionales, y como buena parte de los otros se importan en grandes volúmenes, se dice que es una inflación “importada”. También contribuyen las tarifas de los servicios regulados ajustadas a la tasa de ganancia esperada de las empresas prestadoras.

El comercio, la industria y la construcción reportan caídas enormes. La manufactura apenas creció un 1,2% en el primer semestre y sus ventas sólo subieron 0.6%. Lo del comercio fue peor, pasó de un crecimiento del 13,1% en los primeros seis meses de 2007 a tan sólo 1,8% en el presente. Para la construcción, que tuvo en 2007 alzas superiores al 10%, se avisa un desplome en el renglón de vivienda, en particular de interés social, y una reducción en las obras civiles. En la agricultura -si se excluye el café- el resultado, para el primer trimestre de 2008, es negativo en 0,48% y la mitad de los agricultores han manifestado que su producción en volumen ha decrecido. La tasa de desempleo comenzó a variar de dirección; la del mes de junio fue mayor que la de mayo, igual a la del año pasado y superior a la de junio de 2006 y el Banco de la República reconoce, a su vez, que hay “una contracción del empleo asalariado”.

No obstante estas cifras, las políticas económicas, tanto del gobierno como del Banco, tienen como prioridad fomentar la atracción del capital extranjero hacia Colombia, los dos creen que es la “varita mágica”. El primero, mediante la Confianza-Inversionista, ha hecho más de seis modificaciones desde 2002 al Régimen General de Inversiones de Capital del Exterior; dando más ventajas y exenciones, desde la eliminación del impuesto de remesas de ganancias, mejoras ingentes en los regímenes de regalías para la explotación de los recursos naturales no renovables y altos descuentos en tributos de renta por reconversión de utilidades, hasta las “zonas francas” que son en realidad auténticos “paraísos fiscales interiores y a la carta”.

El Banco, por su parte, atendiendo al Director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, quien ha dicho que “en los países en desarrollo, la inflación es un problema enorme, es cuestión de vida o muerte", eleva las tasas de interés aduciendo que, aunque se trate de una inflación “por costos” como en los años setenta, en los países donde no se procedió así “las consecuencias se vieron reflejadas no sólo en mayor inflación sino también en mayores tasas de desempleo”. Restringir el crédito y la demanda fue también recomendación de la Consulta del Directorio Ejecutivo del FMI para Colombia (enero 28 de 2008), “en este contexto, los directores apoyaron las medidas tomadas en materia de política monetaria haciéndola más restrictiva”. Las diferencias entre tirios y troyanos por las tasas de interés carecen de fondo ya que tanto las acciones de unos como de los otros impulsan la apreciación del peso frente al dólar, que ocasionan la avalancha de divisas, arrasando el empleo y la producción, abaratando las importaciones, encareciendo las exportaciones con valor agregado; lo cual, ha obligado hasta ahora a brindar dos billones de pesos en subvenciones estatales al aparato productivo.

El ingreso de dólares hacia Colombia ha sido enorme. La inversión extranjera se triplicó en siete años, al pasar de 20.354 millones de dólares en diciembre de 2001 y alcanzará 64.000 millones a finales de 2008. ¿Debe seguir la política económica el mismo sendero, máxime cuando se trata de una inversión con prioridades en minería e hidrocarburos, sectores sin capacidad de arrastre del resto de la economía? La evidencia está mostrando una incompatibilidad entre la producción nacional y esa política económica de incentivo de la inversión extranjera a toda costa. Los controles fijados en la movilidad de capitales no logran contener los flujos foráneos fascinados con un diferencial altamente favorable (revaluación + diferencial de 8 puntos en la tasa de interés) y una subasta de exenciones y patrimonios públicos irresistible para dineros ociosos que se están devaluando en las bolsas y en las arcas del mundo entero. Aquí cabe la enseñanza bíblica: “no se pude servir a dos señores, porque se amará al uno y se odiará al otro”; entre otras cosas porque, como dicen los inversores, “el dinero va a donde puede salir” y, al final, esto es lo que sucederá cuando se inicien los retornos de las ingentes ganancias extranjeras, extrayendo así grandes proporciones del ahorro nacional.

La Tarde, Pereira, agosto 26 de 2008
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