ALCA-Ecuador: la dialéctica del tiburón y las sardinas
30/09/2002
- Opinión
El Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es una estrategia de la Casa
Blanca que, entre otras metas, busca paliar el empantanamiento de la economía de
Estados Unidos y específicamente el deterioro de su balanza comercial, derivado de
su pérdida de competitividad frente a la Unión Europea y Japón, mediante un
operativo "anexionista" enfilado en contra de nuestras naciones. La estrategia de
marras, eje de la política hemisférica de George W. Bush, ha encontrado una
calurosa acogida de la mayoría de gobiernos latinoamericanos y especialmente del
régimen de Gustavo Noboa Bejarano.
¿Cómo explicar la ansiedad de Noboa por ese asimétrico proyecto? Más allá de
identificables expectativas de nuestro sector primario exportador –siempre existe
la promesa del plato de lentejas-, la posición de Carondelet se explica por la
proverbial miopía y candorosidad de la diplomacia ecuatoriana que, para
instrumentar las directrices de Washington, sustituyó a un ministro e incluso
amenazó a sus socios de la Comunidad Andina de Naciones con el retiro del país del
organismo subregional. Visión y práctica equivocadas que acaban de desembocar en
un nuevo episodio de vergüenza. ¿A qué aludimos concretamente?
A que el gobierno nacional nunca comprendió que el ALCA representa sobre todas las
cosas un proyecto del Estado norteamericano para extrapolar sus leyes y un
instrumento al servicio de sus corporaciones transnacionales para consolidar su
hegemonía comercial, financiera y tecnológica en el subcontinente. Dentro de
estas coordenadas se tiene que entender la reciente decisión de la administración
republicana de excluir al país de los beneficios comerciales que otorga la Ley de
Promoción Andina y Erradicación de la Droga (ATPDEA, por sus siglas en inglés) que
acaba de entrar en vigencia incluyendo a la Colombia de Uribe, al Perú de Toledo y
a la Bolivia de Sánchez de Lozada, es decir, a gobiernos de idéntico signo
ideológico-político del ecuatoriano. ¿Por qué la Casa Blanca no actuó con el
mismo rasero en el caso del Ecuador, país que, entre otros méritos, le ha
entregado gratuita e ingenuamente un "portaaviones en tierra" para su campaña
contra el narcotráfico?
Business are business. Conforme a una nota de prensa, las presiones de algunas
corporaciones estadounidenses que operan en nuestro medio explicarían el
discrimen. El propio canciller Moeller ha admitido ese influjo al declarar que
"la elegibilidad de Ecuador para las preferencias arancelarias se ha detenido
porque no se ha resuelto la devolución del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a las
compañías petroleras estadounidenses". (El Comercio, 26 de septiembre del 2002).
Pero no habrían sido únicamente las petroleras. En un despacho internacional se
lee: "Gustavo Lemos, presidente de la Cámara Ecuatoriano-Americana, domiciliada en
Miami, declaró que el caso del pescado grafica lo que ocurre: en nuestro país hay
empresas con patente y capital estadounidense a las cuales no les interesa que el
atún y sardina que producen empresas nacionales entren a EE. UU., porque este es
su nicho. Es notorio que quien puede más es la capacidad de 'lobby' de las
transnacionales del atún asentadas en California".
La lógica y los impactos desigualitarios del ALCA han comenzado a emerger incluso
antes de la vigencia plena de esa integración-desintegradora.
* René Báez, profesor de la Facultad de Economía de la PUCE
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