Proverbios 29.12

04/09/2008
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Si bien el título supone el inicio de una predica o mensaje dominical, lo cierto del caso es que hace referencia a un pasaje bíblico que toma mucha vigencia en la Costa Rica de nuestros días. En definitiva y a pesar del gran espacio de tiempo trascurrido desde que fuese escrito, su validez hoy es más que evidente.

Al escuchar las noticias diariamente, al ver en los periódicos el festín al que está siendo sometido el país por parte de algunos pseudo políticos que buscan enriquecerse a como de lugar y como la autoridad del primer poder de La República es utilizada para beneficiar a unos pocos e influir (o mejor dicho, imponer) su voluntad, no me queda más que cuestionar si el sistema propugnado por el Barón de Montesquieu, uno de los pensadores más influyentes en la historia de las ideas políticas, relacionado con la correcta división de poderes en un gobierno como mecanismo contra el despotismo, ha sido sustituido en Costa Rica por un grupo que dice llamarse socialdemócrata y a cambio de ello se ha impuesto la derecha neoliberal en la figura del llamado "arismo".

Si analizamos el entorno actual de nuestro país, fácilmente nos damos cuenta que entre la inmensa masa de ciudadanos existe un enorme descontento hacia todos los poderes públicos, otrora garantes y baluartes de nuestra democracia, hoy caídos en el letargo y el conformismo estimulado por la creciente perdida de su objetividad, han sido totalmente despojados de la autonomía que gozaban. Hoy, vemos con asombro como un Poder Legislativo rinde pleitesía y legisla obedeciendo a una figura bicéfala; vemos como un Poder Ejecutivo se somete dócilmente a esa figura y atiende a como dé su lugar sus ambiciones y caprichosos; observamos temerosos como la brecha entre ricos y pobres se acrecienta día con día, la impunidad y la inseguridad ciudadana crecen aceleradamente mientras la Sala IV debilita y contradice a la propia Constitución Política dándole el beneplácito a proyectos dudosos al mismo tiempo que se receta jugosos aumentos salariales y para colmo de males, nos damos cuenta como el Tribunal Supremo de Elecciones se mofa del pueblo costarricense archivando denuncias de la ciudadanía y deslegitimando los procesos electorales con pronunciamientos totalmente arbitrarios.

Todo esto refleja de manera clara como todo el aparato estatal se ha plegado a las órdenes de su plenipotenciaria figura, al punto que en su totalidad han sido fusionados y sometidos al antojo de quien nos gobierna y que ha convertido al país en un becerro cuya cabeza es de oro, su cuerpo de plata, sus piernas de bronce pero cuyos pies de barro, caminan al borde de un precipicio.

Unida a la pérdida de esa individualidad institucional, el mal no solo ha tocado las entrañas de estos poderes y el cual, como un cáncer maligno se ha expandido por la gran mayoría de las entidades gubernamentales. Ellos se han olvidado por completo y han dejado de lado la decencia en la función pública, al permitirse, para citar solo un ejemplo, manipular descaradamente los fondos destinados a los pobres para pagarle a personas que lejos de tener una visión clara de la problemática social que impera, tienen como característica principal ser amigos del régimen, arrinconando así el principio de llegar al poder para servir y no para servirse.

Evidentemente, ante el panorama actual no me cabe la menor duda de la validez de lo escrito en Proverbios 29.12: "Si un gobernante atiende la palabra mentirosa, todos sus servidores serán impíos…"

- Edwin Segura es Criminólogo

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