Dos Brasiles: Serra y Lula

10/10/2002
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La segunda vuelta va a dejar clara la naturaleza singular de esta elección. Lo he dicho en esta columna y por el interior de Brasil hablando en universidades con Emir Sader, Frei Betto y Pinguelli Rosa, que se trata ahora de confrontar dos proyectos de Brasil: el Brasil que fue siempre hegemonizado por las élites, hasta con Fernando Enrique Cardoso (FHC), esas élites que construyeron de afuera para adentro y de arriba hacia abajo un país desgarrado por la mayor injusticia social del planeta, que siempre dieron las espaladas al pueblo, incluso llegaron a desmontar la nación, como Yves Lesbaupin y Adhemar Mineiro lo revelaron con datos incuestionables (El desmonte de la nación en datos, Vozes 2002). Y el otro Brasil que está siendo re-inventado de abajo hacia arriba y de adentro hacia fuera, a partir de los movimientos sociales, de los partidos libertarios y de la Iglesia de la Liberación ecuménica. El primer proyecto es representado por el candidato Serra. El prolonga el status quo de ayer y de hoy con las contradicciones que encierra. Se articula internacionalmente con los hombres de Davos, del Foro Económico Mundial, para quienes la economía y el mercado son el eje de todo. El segundo es representado por Lula. El inaugura la ruptura instauradora, encarna el sueño de un Brasil en el cual todos puedan caber, sustentado por las fuerzas que se formaron en cotraposición a aquella herencia perversa. Su referente mundial son los hombres de Porto Alegre, el Foro Social Mundial, que tienen a la sociedad sustentable como centro. Cada candidato usará las mismas expresiones pero sus contenidos serán diferentes, porque diferentes son los proyectos de base. Serra hablará de cambios, pero sin incluir la naturaleza del poder y la nueva figura del estado. Para Lula el cambio es de tipo de sociedad, ahora realmente representando a las mayorías destituidas, garantizando la naturaleza social del estado, colocando la sociedad y la sustentabilidad en el centro. Serra hablará de desarrollo, pero en la lógica acumuladora del sistema imperante capitalista y globalizado que genera los desequilibrios que conocemos. Lula hablará de desarrollo social, partiendo del proyecto hambre cero, pasando por el banco del pueblo y terminando en el presidente del banco central que entiende de hambre. Serra quiere llamar a Lula al debate de contenidos y de formas de hacer. Puede ser engañoso. Hablan a partir de dos estrellas diferentes. Solo las palabras son iguales, los contenidos son otros. Pero hay una diferencia que es fatal. Lula carga la esperanza, Serra, la resignación. Lula es lo nuevo, Serra, lo pasado. Lula es el carisma, Serra es el poder. Poder sin carisma es pesado y acumula índices de rechazo. Carisma con poder irradia y conquista corazones. Es el caso de la onda Lula. Lula se transformó, a la semejanza de Mandela, en un símbolo para muchos en el mundo. No habla palabras sino cosas. Transmite credibilidad porque conoce, por el sufrimiento en su propia carne, la tragedia y la grandeza del pueblo brasileño. Lula es mayor que el PT, es el Brasil a ser re-inventado a partir de una nueva base de poder, soporte de una nueva esperanza. Alcanzado este plano, la historia da un salto de cualidad. Irrumpe lo que debe ser. Y lo que debe ser tiene fuerza. Es la victoria cierta de Lula y de su movimiento. Seguramente ello evidencia lo que dice el poeta mayor latinoamericano, Pablo Neruda: "Es memorable y al mismo tiempo desgarrador, encarnar para muchos, por un lapso de tiempo, la esperanza de todo un pueblo". * Leonardo Boff, teólogo.
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