La democracia ganó el primer round

20/09/2008
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Desde que ocho países reunidos en los Grupos de Contadora y de Apoyo a Contadora se impusieron a la guerrerista administración Reagan en los años ochenta e impidieron la guerra generalizada en América Central, la región no había vuelto a levantar cabeza, más bien la había enterrado, dominada por el neoliberalismo globalizador. La reunión realizada en Chile por los doce países que conforman la Unión de Naciones Sudamericanas, UNASUR, para tratar la agresión de que está siendo objeto Bolivia rescató la vigencia de los principios de autodeterminación de los pueblos, de no intervención y de respeto a la soberanía nacional, escribiendo así lo que se espera sea el primer capítulo de una nueva etapa en la historia de la región.

La administración Bush, con la colaboración de los prefectos o gobernadores que se apodan autonomistas, con los recursos económicos inyectados a través de la USAID y la coordinación de su embajador, había creado una situación que debía conducir a un golpe de estado en Bolivia, similar al que Nixon promovió en Chile contra el gobierno de Salvador Allende. Los mismos procedimientos, las mismas intrigas, el financiamiento a los aliados internos y una diferencias: en Bolivia no lograban el apoyo de los militares.

Los prefectos intensificaron su accionar y el de sus milicias facistoides, la violencia alcanzó niveles intolerables y el Presidente Evo Morales declaró persona no grata al embajador estadounidense. El Presidente venezolano Hugo Chávez hizo otro tanto en solidaridad con Bolivia, la administración Bush expulsó a los embajadores de esos dos países y América Latina se encontró frente a una situación grave que no podía ignorar. La Presidenta chilena Michelle Bachelet, talvez por la experiencia vivida, realizó las consultas del caso y como Presidenta Pro Tempore de UNASUR convocó a la reunión efectuada el lunes de la semana que termina.

De inmediato surgieron las reacciones de los que buscaban el fracaso de una reunión ya aceptada por los gobiernos miembros. Para confirmar su dependencia de Washington, las derechas ponían de relieve que Chávez había dado a conocer la convocatoria antes que Bachelet y lo consideraban una presión. Unos señalaban que se atacaría a Estados Unidos y otros se regocijaban diciendo que de ser así el Presidente de Brasil se enfrentaría con su homólogo venezolano y la reunión fracasaría. La derecha chilena advirtió que no daría su aprobación en el parlamento al proyecto de Unasur si la declaración final no la satisfacía y, en un arranque histérico, dos de sus parlamentarios fueron a la cancillería a pedir que el mandatario de Venezuela, invitado por el gobierno, fuera declarado persona no grata.

Como si ya no se hubieran puesto en evidencia, esos mismos sectores reclamaban que la Organización de Estados Americanos, OEA, debía hacerse cargo de la situación boliviana. Les hacía falta la presencia de Estados Unidos y criticaban acremente al Secretario General de esa entidad porque estaba en la reunión de Unasur como invitado de los gobiernos que la integran.

El aislamiento estadounidense

Las reacciones y actitudes de la derecha latinoamericana buscaban obstaculizar una reunión que mostró el aislamiento en que se encuentra el gobierno estadounidense en la región. No se trata, como dicen en el norte, de que hayan descuidado a América Latina, sino de que ya no tienen que “cuidarla”,como ellos piensan. Las guerras de Estados Unidos contra Irak y Afganistán nos han dado un respiro similar al que tuvimos durante la guerra de Vietnam. Si miramos hacia atrás veremos que en ese período se fortalecieron los movimientos populares, algunos accedieron al gobierno, surgió un nuevo pensamiento militar y se estrecharon las relaciones entre los países aunque sus presidentes representaran fuerzas políticas distintas.

Al firmarse en Paris los acuerdos de paz de Vietnam en enero de 1973,estableciendo que las tropas estadunidenses se retirarían en marzo de ese mismo año, Salvador Allende comentó:”Me alegro por Vietnam, ahora nos toca a nosotros”. Cuando Vietnam se unificó en 1976 como República Socialista de Vietnam, no sólo se había producido el golpe militar en Chile, también en Uruguay y en Argentina. Esto no implica abogar por la continuación de las guerras actuales, sino admitir que no necesitamos tutores ni ayuda, tenemos los recursos y la capacidad necesaria para desarrollarnos.

En los años transcurridos desde las invasiones a Irak y Afganistán, han surgido situaciones nuevas en América Latina. Hay un cierto renacer del concepto de pluralismo ideológico en las relaciones entre gobiernos, de otra manera no habría sido posible que en la reunión del Grupo de Río efectuada en República Dominicana se limaran algunas diferencias después de la incursión militar de Colombia en Ecuador y de las fuertes discrepancias entre Colombia, Venezuela y Nicaragua. Tampoco Colombia estaría en Unasur ni habría dado su aprobación al establecimiento del Consejo de Defensa Suramericano, que procurará una política estratégica común.

La amenaza golpista contra el gobierno del Presidente Evo Morales movilizó a todos los organismos latinoamericanos. El Grupo de Río, presidido por México, respaldó también la integridad territorial del país andino y reafirmó la legitimidad de su presidente. La Comunidad Andina de Naciones, el Parlamento Andino y el parlamento del MERCOSUR apoyaron igualmente a Bolivia. Fue un mensaje importante, que el destinatario no aceptó.

La respuesta de Washington

Ignorando al conjunto de América Latina, la administración Bush reaccionó con nuevas amenazas. El departamento de Estado anunció que ponía a disposición de sus ciudadanos residentes en Bolivia uno o dos vuelos a Perú, la evacuación de sus connacionales ha sido utilizada incontables veces para justificar la invasión de algún país con el pretexto de salvar vidas de estadunidenses. Anunciaron, además, que ponían a Bolivia en la lista negra, junto a Venezuela y Birmania, por no cumplir los objetivos internacionales de lucha contra la producción y tráfico de drogas.

Era obvio que la Casa Blanca no lograba digerir lo ocurrido y apostaba al fracaso del diálogo entre el gobierno y los prefectos que debía realizarse en Cochabamba, pero eso tampoco le daría a Estados Unidos la posibilidad de definir el conflicto porque ya estaba afuera, a menos que provocara un confrontación de gran envergadura, en la que tampoco tendría el triunfo asegurado y recibiría el rechazo de la región.

Peter Hakim, miembro de Diálogo Interamericano, admitió que la OEA sufre las consecuencias de divisiones y tensiones entre países del hemisferio y que por eso Unasur intenta solucionar la crisis boliviana y agregó: “Quizás es el camino correcto, dado que Estados Unidos probablemente no sería una presencia que ayude a resolver el problema, e incluso podría agravarlo”.

- Frida Modak, periodista,  fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.

 

 

 

 

 

 

 

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