Miedo a la Democracia
18/10/2002
- Opinión
En la medida en que la praxis política del pueblo va diluyendo la
distinción entre acción social y acción política y entre
participación y representación, nuestras élites acentúan su
pretensión de mantener el concepto de democracia representativa como
verdad irrefutable, como icono sagrado. El único argumento que les
queda para justificarla a pesar de su anacronismo parece ser el de
escudo anti-dictadura.
Los emblemas, mitos, actitudes, que en torno a ella habían
construido lucen desgastados. Pero insisten en su testarudez de
negarse a aceptar el verdadero contenido que el pueblo está
estampando a la democracia. Sienten seriamente amenazados sus
privilegios por el avance indetenible de un ejército de ciudadanos
concientes, de actores sociales con capacidad de organizarse y
desplegar acciones colectivas participando en corresponsabilidad con
el estado en la solución de sus problemas.
Tienen miedo a que se consolide la autentica democracia participativa
y protagónica consagrada en la Constitución Bolivariana. De aquí su
desesperación golpista. Pero la defensa de la Constitución y el
gobierno del presidente Chávez que la sustenta, contiene dimensiones
culturales y simbólicas que se han ido arraigando en el imaginario
colectivo y que son muy difíciles de arrancar.
Así lo sentimos en la gigantesca concentración que el 13/10 celebraba
los seis meses del regreso de su presidente y la vigencia de su
Constitución. Toda la alegría, la combatividad y la creatividad de un
pueblo se volcó a las calles y avenidas dispuesto a no dejarse
apartar del camino hacia la construcción del mundo de justicia e
igualdad que siempre le fue negado.
Esta demostración de conciencia y responsabilidad democrática deben
traducirse también en el fortalecimiento de la capacidad del gobierno
para tomar medidas y aplicar sanciones a los perturbadores del orden
democrático legítimamente constituido ¡No mas lenidad ante los
saboteadores golpistas!. Ellos poseen el poder mediático y económico.
Asumamos nosotros con rectitud, coraje e hidalguía el poder político
legitimado y respaldado por la mayoría de los auténticos demócratas
venezolanos.
Chela Vargas es profesora de la UCV.
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