Tabaré Vázquez en el Plenario Nacional

09/11/2002
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Quisiera ubicar el tratamiento del tema que hoy nos convoca- el de la estrategia de nuestra fuerza política-en el contexto de un marco de actividades que nuestro Frente Amplio viene desarrollando desde hace ya un tiempo. No es que la discusión, análisis y eventual resolución del tema de la estrategia a seguir por nuestra fuerza política sea un hecho o una acción política aislada sino que pretendemos se inscriba en el desarrollo, en el proceso y por tanto evolutivo en el tiempo de una serie de actividades o acciones política que desde hace un tiempo venimos llevando adelante. Quiero recordar que en el correr del año 97 y 98 nuestra fuerza política estudió, analizó y acordó lo que constituyó el nuevo marco de Acuerdo Político dentro del Frente Amplio y posteriormente el relacionamiento dentro del Encuentro Progresista. En el año 2000 y 2001 culminando con el Congreso que realizáramos el año pasado, y que se denominara con el nombre de la querida compañera " Tota Quinteros" nuestra fuerza política procesó, analizó y llevó adelante la discusión de aspectos ideológicos. Hoy en este Plenario, quizás podamos dejar saldado, resuelto la discusión y análisis, luego de una etapa de discusión interna de nuestro Frente Amplio de los aspectos del posicionamiento de nuestra fuerza política, del posicionamiento estratégico y laudado el mismo pretendemos de que el año próximo y el siguiente nos encuentre trabajando fuertemente en aspectos vinculados al programa, la presentación de nuestro plan de trabajo de esta fuerza política. Es entonces en ese proceso evolutivo de actividades políticas que queremos inscribir la discusión de la estrategia de nuestra fuerza política. Queridas compañeras, queridos compañeros: La historia, aún la más inmediata, a veces nos depara alguna casualidad como que -por citar un ejemplo que nos involucra-, estemos realizando esta reunión del Plenario Nacional del Frente Amplio el mismo día en que se cumple el tercer aniversario del "Compromiso para la formación de un Gobierno Nacional" que en nombre del Partido Colorado y del Partido Nacional suscribieron los doctores Jorge Batlle y Luis Alberto Lacalle. ¿Recuerdan ustedes aquel 9 de noviembre de 1999? ¿Recuerdan el contenido de dicho compromiso? ¿Recuerdan que el mismo incluía, entre otros ítem, la "defensa del trabajo nacional", el "alivio de la carga tributaria", "la organización del Gabinete Social en el Poder Ejecutivo", la "regularización de los asentamientos de viviendas según el Programa financiado por el BID ya aprobado por 110 millones de dólares", "atender la situación de los deudores del BHU en pesos, dólares o unidades reajustables", "fortalecer las instituciones de dirección del MERCOSUR", "coordinar sus políticas macroeconómicas y monetarias", "rebajar los costos del Estado como resultado de la austeridad fiscal" "eliminar las vacantes y contrataciones en el Estado", "capacitar permanentemente a sus funcionarios", etc, etc, etc. ¿Recuerdan el espíritu redentor con que el acuerdo fue anunciado y difundido? Ahora sí, decían que las cosas iban a estar en su lugar y que iban a comenzar a funcionar bien... Exactamente tres años han transcurrido desde entonces. El gobierno nacional para el cual se suscribió aquel compromiso asumió el primero de marzo del 2000 y lo demás ya lo sabemos: no es necesario repasarlo en este ámbito. Ni siquiera es necesario detenerse a comparar los compromisos asumidos aquel 9 de noviembre de 1999 por los Dres. Batlle y Lacalle en representación de sus respectivas colectividades políticas y la realidad en la que están sumidos el gobierno nacional y el país este 9 de noviembre de 2002. "Podría ser un ejercicio tragicómico" , puede pensar alguno de ustedes en este instante. Tal vez; pero en lo personal creemos que más que "tragicómico" sería "comí trágico": a los uruguayos hace tiempo se nos acabó la diversión que en su alegría electoral prometió el Dr. Batlle y estamos padeciendo los efectos trágicos de su gobierno. No vamos, pues, a dedicar el limitado tiempo de nuestra intervención a reiterar lo que ya es sabido. Tampoco vamos a intentar interpretar los últimos espasmos del gobierno de coalición. Y ello no solamente por una cuestión de tiempo o una razón de competencias, sino también porque probablemente fracasaríamos en el intento. Somos médicos, pero nuestra especialidad no es la psiquiatría ni la sicología social; ejercemos las responsabilidades políticas que los frenteamplistas y encuentristas generosamente nos han encomendado, pero no somos politólogos ni nos dedicamos a esa categoría nueva que han inventado ciertas tendencias de la politología denominada "clínica del poder". En todo caso, y para aventar cualquier duda y contextualizar algunos asuntos a los que nos referiremos más adelante, permítannos hacer aunque sea telegráficamente las siguientes tres precisiones respecto a la actual situación del gobierno nacional: Primero; albañiles, diseñadores, decoradores y amas de casa coinciden en que descolgar los cuadros y dejar los clavos es una chapucería. La observación también es válida para la política: decir que se abandona una coalición de gobierno porque se descolgaron 4 cuadros pero se dejan 87 clavos es, aparte de poco creíble, grosero. Segundo; con o sin coalición, con cuadros o sin cuadros, con clavos o sin clavos, el gobierno puede gobernar. Tiene instrumentos constitucionales y legales para ello. Pero además, y quiero destacar esto, puede contar con la lealtad institucional del Encuentro Progresista - Frente Amplio. Que seamos oposición al gobierno no significa que estemos empeñados en su acoso y desestabilización. De hecho, quienes más acosan y desestabilizan al gobierno no es el EP - FA, sino sectores e individuos que dicen estar identificados con el propio gobierno y en algunos casos lo integran. Pero la coherencia se les agota en los dichos... Nosotros no queremos –ni siquiera por conveniencia electoral- que al gobierno le vaya mal, porque cuando a un gobierno le va mal al país le va peor. Deseamos que el gobierno gobierne mejor para que al país también le vaya mejor. En tal sentido, si hay que ayudar ayudamos, pero sobre bases firmes y claras. Cheques en blanco no damos y perder el tiempo tampoco nos gusta. Tercero; parecería que a raíz de las recientes turbulencias en su relacionamiento, colorados y blancos descubrieron que la gobernabilidad no es cuestión de cargos ministeriales y que también radica en actitudes y conductas parlamentarias. Hasta ahora, pese a su larga y rica trayectoria democrática y parlamentaria, no se habían dado cuenta de ello. Pero en fin, aunque hayan descubierto un tanto tardíamente el agujero del mate, nos alegra que lo hayan hecho. Nos parece bien radicar en el parlamento la consideración y dilucidación de los grandes temas del país. Ahora bien: el parlamento uruguayo es bicameral pero no es bipartidario. Allí también está el Encuentro Progresista. Está el Frente Amplio. Están nuestros compañeros y nos parece que su presencia difícilmente puede pasar desapercibida ya que, para referirnos únicamente a los aspectos cuantitativos, es la mayor bancada parlamentaria. Ya lo hemos dicho anteriormente, lo dijimos hace un momento y lo reiteramos ahora ahora: nuestra presencia en el parlamento es en representación del 40% del electorado nacional; no estamos allí para decorar recintos ni hacer perfilismo electoral; tampoco para decir "sí" a todo o "no" a todo. Nuestros senadores y diputados son del EP - FA, pero están al servicio del país y actúan en función de los intereses del país y de un proyecto progresista del mismo. No renuncian a sus señas de identidad personal, sectorial o grupal, pero primero está el país. El país hoy requiere sensatez, acuerdos, rumbo cierto y objetivos precisos para recuperarse y seguir adelante. Y en esa tarea el Parlamento como institución representativa de la voluntad ciudadana de los uruguayos y los parlamentarios – todos los parlamentarios, incluidos los nuestros- tienen competencias y responsabilidades tan trascendentes como intransferibles. Reiteramos: no se trata de desconocer otros ámbitos y mecanismos forjadores de nuestro proyecto para enclaustrarnos en una dinámica parlamentaria que probablemente será diferente pero que también puede seguir siendo frustrante si no la encaramos debidamente; no se trata de dejar librada a su propia suerte a la "Concertación por el Crecimiento"; tampoco se trata de decaer, por ejemplo, en nuestro reclamo por la actualización de la integración de los órganos de contralor de la República (Tribunal de Cuentas, Corte Electoral) ni de caer sino que debemos tomar con más fuerza aún la campaña por el referéndum sobre ley de asociación de ANCAP, en defensa del patrimonio nacional. En fin, no se trata de empantanarnos en actitudes fatalistas o zambullirnos en lo que la derecha, cuando le conviene, presenta como "políticas de Estado". Se trata de actuar con responsabilidad política y sentido de país. Se trata, en última instancia, de hacer política de la buena, con mayúscula, pues de situaciones como las que hoy vive nuestro país se sale políticamente, se sale en clave política o no sale. Queridas compañeras, Queridos compañeros: El tema central por el cual ha sido convocado este Plenario Nacional es la estrategia del Frente Amplio. A tales efectos, y recogiendo las resoluciones del Plenario realizado el pasado 18 de agosto, la Mesa Política designó una comisión a los efectos de elaborar un material que sistematizara ciertas bases para la consideración del tema en el día de hoy. Ustedes conocen dicho material. Se trata de un documento concebido no como un fin en sí mismo sino como un insumo para la tarea de discusión y resolución que debemos procesar hoy aquí y entre todos. Porque los asuntos del Frente Amplio los resolvemos los frenteamplistas en los organismos que corresponden de nuestrro Frente Amplio. No somos una secta, pero tampoco un "reality show"; y las instancias orgánicas del Frente Amplio no son de mampostería sino que están para funcionar y cumplir con sus cometidos. Ahora bien, todo ello depende únicamente de nosotros. Somos nosotros, los frenteamplistas quienes debemos definir nuestra estrategias. Y en este punto queremos hacer la siguiente precisión: en la actual coyuntura histórica del Uruguay y para una fuerza con las características cuali y cuantitativas de la nuestra, no hay estrategia política sin una estrategia de nuestra fuerza política para el país. Ejemplos sobran en la historia de fuerzas políticas con estrategias preciosas que terminaron en fracasos tremendos porque olvidaron o no tuvieron suficientemente en cuenta que más importante que los proyectos partidarios son los proyectos nacionales o porque creyeron que los proyectos partidarios eran los proyectos nacionales. Cuando el país está como está y el Frente Amplio - Encuentro Progresista es lo que es (nada menos que la mayor fuerza política del país), la estrategia que adoptemos presupone tener claro qué Uruguay queremos, que Uruguay podemos construir y cómo construirlo. Y para ello no basta con las declaraciones de buenos propósitos ni con los enunciados generales. Porque también de esto abundan los ejemplos en la historia. Queridas compañeras, Queridos compañeros: El Uruguay contemporáneo ha conocido difíciles coyunturas institucionales y políticas. Los frenteamplistas lo sabemos bien pues aunque no han sido los únicos que han padecido sus efectos, han sido quienes más los han padecido. Pero nunca vivió el país una coyuntura de depresión económica y descaecimiento social como la actual. Nunca su futuro como proyecto nacional fue tan incierto. El Uruguay no puede volver al pasado; pero así no puede seguir. Para desarrollarse plenamente como nación necesita levantarse. Y aunque parezca de Perogrullo, para levantarse, para empezar a levantarse tiene que dejar de caer. Puede resultar obvio o incómodo decirlo pero no por ello hay que callarlo: el Uruguay está mal pero aún, creemos nostros, no ha tocado fondo, aún – aunque cueste imaginarlo- puede estar peor. Y lo va a estar si no se adoptan medidas que eviten ese desastre y marquen una salida hacia un nuevo proyecto de desarrollo nacional. ¿Por qué un nuevo proyecto de desarrollo? Porque salidas pueden haber muchas ; pero usar salidas para volver a lo mismo sería un engaño de nefastas consecuencias. Hay gente que con eso se conforma; nosotros no. El Uruguay no resiste "más de lo mismo" y los uruguayos merecen mucho más que "lo mismo un poquito mejor". Por eso debemos encarar -como ya lo hemos planteado antes y lo reitera el material que tenemos a consideración- una especie de Agenda Básica para la Reconstrucción Nacional que en lo formal sea un sistema de políticas para: 1. Reactivar la economía sobre bases de producción y trabajo. Sinceramente: no llegamos a comprender cómo puede haber gente que dude o se oponga a esto que, en realidad, no es invento nuestro sino que es el "abc" del capitalismo. Tal vez se deba a que el neoliberalismo es al capitalismo lo que una hamburguesa a un buen churrasco: parecido, pero mucho peor 2. Ordenar el sistema financiero. Porque si el sistema financiero es a un país lo que el sistema circulatorio a un ser humano, debe reconocerse que el sistema circulatorio uruguayo anda bastante mal y que para mejorarlo no basta con poner presos a un puñado de banqueros inmorales. Por cierto que esos delincuentes tienen que pagar el enorme daño que han causado a la sociedad, pero también ésta debe tomar medidas para que estas "patologías bancarias" no vuelvan a reiterarse. Al fin y al cabo, los Rohm, los Peirano y tantos otros no son más que penosas expresiones de un sistema financiero desnaturalizado. 3. Racionalizar el sistema tributario. Podríamos referirnos ahora al revuelo que se armó en la campaña electoral de 1999 cuando nuestros adversarios descubrieron nuestra propuesta de reimplantar el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas, sus solemnes promesas de no aumentar la carga tributaria en caso de ser gobierno y los alrededor de 15 impuestos que nos han propinado desde que empezaron su gestión de gobierno. Pero no lo vamos a hacer pues no somos revanchistas. Sí vamos a reiterar lo que ya hemos dicho: que no basta con que la gente sea igual ante la ley, sino que también ha de ser igual ante la vida; esto es, tener igualdad de oportunidades para poder construir su propia existencia. Y para garantizar esa igualdad de oportunidades es necesario contar con una política impositiva que permita a través de la redistribución de la riqueza asegurar la difusión de la igualdad de oportunidades a toda la sociedad. Tal es, en nuestra opinión, la clave de una política tributaria sensata, lo cual no es poca cosa si se tiene en cuenta el anacronismo, la complejidad, la injusticia y la ineficiencia que caracterizan al sistema tributario uruguayo. Es cierto que no hay sistema tributario perfecto y que los recursos recaudados nunca alcanzan para satisfacer las demandas, pero no hay que resignarse al actual estado de cosas. Hay que modernizar el sistema tributario haciéndolo más racional, justo y funcional a los efectos de que pueda cumplir su cometido. 4. Reformar el Estado. Porque el Estado no es ni un fin en sí mismo, ni una intocable pieza de museo, ni material de desguace. El Estado es un actor que opera en distintos ámbitos articulando el conjunto de la sociedad. Y si enfatizamos en ello es porque aún hay gente que se niega a entender -no porque no pueda, sino porque no quiere y no quiere porque le conviene ...- que no hay contradicción Estado -mercado pues mientras el Estado es un actor que opera en distintos ámbitos, el mercado es uno de esos ámbitos en los que opera el Estado. Queremos un Estado al servicio de los ciudadanos. Y eso exige cambios de mentalidades, actitudes e instrumentos. No podemos seguir –aunque la barnicemos con computadoras e Internet- con una estructura estatal más próxima al siglo XIX que al siglo XXI. Pero no podemos hacer renunciar al Estado a ciertas competencias y tareas que sólo él puede hacer aunque estemos en el siglo XXI. 5. Reinstalar y proyectar al país en la región y en el mundo. Desde sus orígenes, la política exterior del Uruguay ha tenido como principal objetivo asegurar la viabilidad del país. Esta circunstancia ha hecho que cuestión acerca de la inserción internacional de la República sea una constante a través de toda su vida independiente. Las respuestas no siempre han sido las mejores y ello ha llegado a motivar que en el ámbito internacional algunos nos consideren apenas unos "petisos compadres" cuando no unos "enanos llorones". Tales calificativos son sustancialmente injustos y objetivamente dolorosos, pero ha de reconocerse que ciertos recientes episodios parecerían avalarlos al menos en parte. Pero ¿tenemos que resignarnos a ello?. Ante la diversidad de escenarios y la complejidad que muestra en mundo actual, ¿debemos buscar una inserción directa en la economía mundial o inscribirnos en el marco de una mejor integración regional?, ¿acaso no es necesario y posible recrear el MERCOSUR?, ¿tal opción es excluyente de otras? Para un país como el nuestro –territorialmente pequeño, escasamente poblado y sin grandes recursos naturales- la política exterior no puede ser "un tema más" de gobierno ni una "academia de protocolo", ni un "programa de becas" para políticos desocupados: tiene que ser un factor clave en la estrategia de desarrollo que está directamente relacionado con la viabilidad del país. 6. Atender la emergencia social. Si mencionamos este aspecto en último término no es porque lo consideremos menos importante que los cinco anteriores. ¡Todo lo contrario! Los cinco anteriores tienen que estar en función de éste, porque la gente es el principal patrimonio de un país y cuidarla es la principal tarea de un gobierno. Porque gobernar no es administrar cosas: gobernar es cuidar a la gente. La crisis económico financiera ha agudizado el incremento de la pobreza y la exclusión, precipitando hacia esas franjas a miles de uruguayos que hoy padecen los efectos del desempleo, el subempleo o la inestabilidad laboral; a miles de compatriotas que no tienen posibilidades de auto sustentación alimentaria, ni acceso al sistema de salud, ni a una vivienda decorosa, ni a la educación, ni a la seguridad social; en fin, miles de uruguayos que cada cinco años votan (si no han emigrado ....) pero que más allá de ello, están mediatizados en sus otros derechos ciudadanos. Hay que revertir esta situación. Y hay que empezar a hacerlo desde ya. Queridas compañeras, Queridos compañeros: Hemos enunciado, solamente, los que en nuestra opinión son los seis aspectos o áreas que debería abarcar esa Agenda Básica para la Reconstrucción Nacional. Claro que no se trata de una opinión inmutable o cerrada a otras consideraciones u otros aportes. Y ello por una razón elemental pero al mismo tiempo fundamental: la reconstrucción nacional no es solamente una cuestión formal; es –sobre todo- una cuestión sustancial. Y esa sustancia es un compromiso político de la sociedad en su conjunto. Un compromiso entre las diversas expresiones de la sociedad con contenido programático, por cierto, pero sustancialmente político. Porque la política es organización de la vida colectiva; articulación en ese entramado de intereses, esperanzas, conflictos, compromisos, recuerdos y sueños que es la sociedad; reglamentación del poder y administración de los servicios públicos. Pero la política es también abrir caminos para promover el bienestar de la gente, reconocer nuevos derechos, proveer nuevos servicios, profundizar la democracia política, económica, social y cultural. Y también la política es el principal procedimiento de los ciudadanos para transformar la realidad en que viven y adaptarla a sus convicciones, capacidades y esperanzas. Creemos importante, creemos que es muy importante, en estos tiempos tan difíciles y en cuales es tan fácil (y tan irresponsable....) culpar a la política de todos los males, que resaltar esta dimensión transformadora de la política es absolutamente imprescindible. Por supuesto que hay versiones banales de la política; por supuesto que hay políticos que con sus actitudes atentan contra la política; y por cierto que hay que denunciar y sancionar a tales políticas y tales políticos. Pero no hay que perder de vista que sin política no hay democracia y sin democracia las sociedades no funcionan; y que cuando una sociedad no funciona la convivencia de sus miembros es un calvario. Generar este compromiso político de la sociedad uruguaya toda en torno a una agenda de reconstrucción nacional y una visión consensuada del futuro (porque eso, al fin y al cabo, son los proyectos nacionales), siendo una tarea sustancialmente política no es exclusiva de lo partidos políticos sino que han de involucrarse en ella diversas expresiones de la sociedad identificadas con esa visión. Y ese es, precisamente, nuestro gran desafío: ser capaces de convoca y articular ese gran compromiso ciudadano. Un desafío que empieza ya porque así como se dice que no hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, puede decirse que no hay que dejar para el gobierno, o para un próximo gobierno lo que hay que hacer hoy siendo oposición. Desde ya para intentar mejorar la situación desesperante que viven muchos uruguayos. Y ello por una razón tan sencilla como que el país es más importante que quien está en el gobierno y quien en la oposición. El país son los uruguayos. Y la pobreza y la desesperanza que golpea a tantos compatriotas no es colorada, blanca, frenteamplista o nuevoespacista; no ataca exclusivamente a los colorados, a los blancos, a los frenteamplistas o a los nuevoespacistas; es pobreza a secas y no es sectaria a la hora de atacar. Y contra esa pobreza debemos unirnos para luchar. Trabajar como sociedad juntos. Queridas compañeras, Queridos compañeros: En este mismo ámbito dije en setiembre de 2000 que las elecciones no se ganan ni se pierden en tres meses de campaña electoral sino que su decisión se forja en los cinco años que transcurren entre una elección y otra. Permítanme reiterarlo: la suerte del Frente Amplio - Encuentro Progresista en las próximas elecciones no está cristalizada: la estamos forjando todos los frenteamplistas y encuentristas todos los días. Por lo tanto, a no marearse con las encuestas, a no creerse que ya ganamos y que "somos Gardel". Aún falta mucho para el tiempo electoral, muchas cosas pueden suceder desde ahora hasta entonces y mucho es lo que nosotros tenemos que ser capaces de hacer. Sin perjuicio de los desafíos ya mencionados genéricamente con referencia a la agenda de reconstrucción nacional hacia un nuevo desarrollo, queremos detenernos aunque sea un instante en algunos puntos específicos respecto a los cuales –en nuestra opinión- debemos desplegar el máximo de nuestras capacidades. Sabemos que hay otros tan o tal vez más importantes que estos, pero ante la imposibilidad de abordarlos todos optamos por los siguientes. Como bien señala el documento de trabajo que está a consideración de este Plenario, debemos encarar el grave problema de la deuda bruta del sector público global que agobia al Uruguay y cuestiona sus posibilidades de desarrollo. No solamente debemos mucho (unos 13.441 millones de dólares a junio de 2002), sino que además debemos mal: en el 2003 debemos pagar por concepto de amortización e intereses 1.615 millones de dólares; en el 2004 otros 1.238 millones de dólares; 1.510 millones de dólares en el año 2005; 1.424 millones de dólares en el año 2006; otros 845 millones en el año 2007; unos 686 millones de dólares en el año 2008; cerca de 899 millones de dólares en el 2009; y alrededor de 770 millones de dólares en el año 2010. ¡Linda herencia para el próximo gobierno nacional!! Mejor dicho: pesada carga para el pueblo uruguayo, que tendrá que hacerse cargo de la ineficiencia e irresponsabilidad de sucesivos gobiernos de los doctores Sanguinetti, Lacalle y Batlle; que son los que han dejado esta herencia que recibirá el próximo gobierno y de sus respectivos equipos económicos, de cuyos integrantes podría decirse que como ciudadanos con responsabilidades de gobierno no estuvieron a la altura de sus antecedentes académicos (lo cual confirma que puede ser más fácil formar un académico que formar un buen ciudadano) Es necesario que asumamos y que todos los uruguayos sepan que en lo que le resta de gestión, el actual gobierno deberá enfrentar el pago del 15% en el 2003 y el 10% en el 2004 del total de la deuda pública; y que el gobierno que asuma el 1 de marzo del 2005 deberá pagar en ese año el 16% del total de la deuda pública. ¡Esto sí que es "descolgar los cuadros y dejar los clavos ....!!!" Es necesario que asumamos y que los uruguayos sepan que de acuerdo a estudios prospectivos realizados por la insospechable consultora J. P. Morgan, el servicio de la deuda pública oscilará entre el 2003 y el 2010 entre el 11 y el 15 % de su PBI. Este es el Uruguay que dejan, ¡y todavía tienen el descaro de decir que si el Frente Amplio - Encuentro Progresista llega al gobierno el país se va a desplomar hasta convertirse en "un estado africano decadente", como expresó la publicación oficial del Foro Batllista la semana pasada. Y después el Dr. Sanguinetti recorre el mundo dando conferencias sobre la igualdad, la tolerancia y otros supremos valores ..... Pero no basta con asumir e informar sobre el endeudamiento general del gobierno central. Es necesario que desde ya asumamos un papel protagónico, responsable y previsor en este tema jerarquizándolo adecuadamente, sabiendo que en su resolución se juega buena parte del futuro del país, y sabiendo además que el asunto no se resuelve diciendo por lo bajo "sí" a todo o gritando "no" a todo. En este tema compañeros y compañeras nos tenemos que arremangar, tenemos que pensar muy bien y tenemos que actuar en consecuencia. Esta es la clave del presente y de la viabilidad del futuro del país. No alcanza, no sirve con salir a decir que la Deuda Externa no la pagamos, desde mi muy modesto punto de vista, y tampoco sirve que escondamos bajo la alfombra para discutirla más adelante. Y buscar respuestas al mismo ahora. Y si nos tenemos que embarrar hasta el pescuezo nos tenemos que embarrar hasta el pescuezo; porque aquí está en juego el destino y la soberanía del país. Porque aquí está en juego la vida de los uruguayos, está en juego el futuro de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos y no podemos fallar. No debemos fracasar. Este tema lo debemos asumir en su real y dramática dimensión y buscar los caminos que entendamos sean los mejores para el futuro de los uruguayos. Queridas compañeras, Queridos compañeros: Hay demasiadas incertidumbres en el mundo y abundan los problemas en la región. Sin embargo, el Uruguay no puede salirse ni de la región ni del mundo: aquí estamos, aquí vivimos y aquí vivirán –o por lo menos debieran vivir- nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Pero debemos ser capaces de interpretar más afinadamente el escenario internacional actual –condición indispensable para cualquier propuesta de articulación del país al mundo-, las posibles alternativas de integración al orden internacional mundial y los necesarios ajustes de los instrumentos de la política exterior. Debemos plantearnos, por ejemplo: a) si existe, en el corto y mediano plazo, una alternativa a la actual "pax americana" impuesta por los Estados Unidos. b) si el ALCA está condenado a ser un nuevo medio de sujeción hegemónica o podría ser una oportunidad de desarrollo y crecimiento económico para los pueblos latinoamericanos. c) Cuál es el papel de América Latina en los intereses europeos. d) Los efectos que tendrá la recientemente lanzada Ronda del Desarrollo de la Organización Mundial de Comercio sobre una mayor liberalización del comercio mundial y sobre los distintos procesos de integración regional e interregional. E Si hay alternativas reales de financiamiento para países como el nuestro más allá del Banco Mundial, el FMI y el BID f) Si más allá de la necesidad indiscutible de defender y fomentar la exportación de nuestra tradicional producción agro-industrial, es ésta una estrategia de desarrollo sostenible en el mediano y largo plazo. g) Si el Uruguay tiene un tejido empresarial suficiente y adecuado para sostener una estrategia de desarrollo apoyada en el dinamismo exportador. h) Si el servicio exterior ha de ser sólo un medio de observación, información y protocolo o debe ser, sobre todo, un instrumento para la promoción de los intereses nacionales para hacer frente a las nuevas amenazas globales y promover valores universales. Y en este capítulo, compañeros, un apartado especial para el MERCOSUR. ¿Tiene futuro tal como está?, ¿puede ser mejor?, ¿cómo?, ¿para qué? Sobre este punto específico, tan candente incluso teniendo en cuenta la compleja realidad argentina y los auspiciosos cambios políticos que se vienen operando en Brasil, permítannos decirles que en nuestra opinión hay que superar la anacrónica concepción de la integración regional como una política exclusivamente exterior. El MERCOSUR es también una política interior y consecuentemente con ello, debemos asumir que para integrarnos tenemos que integrarnos. No es un juego de palabras. Imposible integrar países que en sí mismos están socialmente "centrifugados". Para integrarse mejor al MERCOSUR el Uruguay necesita integrarse mejor a sí mismo. Hoy, pese a sus reducidas dimensiones en comparación a sus vecinas, la sociedad uruguaya presenta inequívocos y dolorosos rasgos de desintegración social. Ustedes bien saben que no es lo mismo vivir en Montevideo que en Durazno, y que aún dentro de Montevideo no es lo mismo vivir en Malvín que en Tres Ombúes; ni siquiera es lo mismo vivir al sur de Avenida Italia que al norte de la misma. Pero integrar no es homogeneizar. El MERCOSUR no es homogéneo ni tiene por qué serlo. Debemos asumir las asimetrías del MERCOSUR no como frenos sino como impulso. Reconocemos que no es sencillo resolver el asunto cuando uno de los cuatro socios del MERCOSUR representa el 74% de su territorio, el 72% de su población, el 69% de su PBI; el 64% de su comercio exterior, el 62% de su deuda externa o el 48% del comercio intra bloque. Tal es el caso de Brasil. Pero no es imposible hacerlo. Y para resolver esas asimetrías, para desarrollarnos juntos, en condiciones de igualdad y complementariedad, hay que consolidar la institucionalidad política del MERCOSUR. Si la Unión Europea lo viene logrando pese a su diversidad y al terrible historial de conflictos que existe entre muchos de sus estados miembros, ¿cómo no lo vamos a lograr nosotros que somos bastante más homogéneos y no tenemos tan tristes antecedentes? Queridas compañeras, Queridos compañeros: En una sesión del Plenario Nacional realizada allá por abril de 1994 decíamos que un rápido repaso por la historia política, demuestra que la relación entre un gobierno progresista, la fuerza política que lo sustenta y los trabajadores nunca ha sido sencilla, que nada indicaba que era o sería diferente en nuestro caso y que debíamos encarar el asunto sin facilismos ni dramatismos. Lo decíamos en abril de 1994 en un Plenario Nacional En aquel momento ocupábamos el cargo de Intendente Municipal de Montevideo. Y así lo hicimos: tanto desde los ámbitos de elaboración política y desarrollo programático (recuérdense los avances en esta materia sintetizados en las resoluciones del IV Congreso), como desde el ámbito legislativo y la gestión del gobierno allí donde tenemos tal responsabilidad. No desconocemos tales avances, pero la situación planteada en estos días en torno al cumplimiento del convenio laboral suscrito en diciembre del año pasado entre la Intendencia Municipal de Montevideo y sus funcionarios, demuestra que debemos avanzar más aún. No podemos ni queremos asumir competencias que son propias e intransferibles del gobierno municipal y del gremio de sus trabajadores. Al gobierno y al gremio, en las instancias que correspondan y mediante los canales y mecanismos que correspondan, les compete recomponer la situación. Pero nosotros, como fuerza políticamente responsable del gobierno municipal y también políticamente identificada con los trabajadores, no podemos desentendernos del asunto. No podemos decir que "aquí no ha pasado nada", porque aquí han pasado cosas, y algunas de ellas lamentables o inadmisibles. Algunas de ellas repudiables como las que tuvo que vivir nuestro querido compañero Ernesto de los Campos; por ejemplo. Repudiables. Venga de donde venga la agresión. No podemos decir que "todo es culpa de los otros", porque sencillamente no es así. En política no se puede ser ingenuo, pero tampoco paranoico. En política se pueden hacer muchas cosas menos no asumir las responsabilidades de lo que se hace e incluso hasta de lo que no se hace. No podemos decir que "aquí ganó fulano y perdió mengano", porque la política –al menos como la concebimos nosotros- no es una competencia ni la democracia un campo de batalla. Pero además, ¿quién medianamente responsable y sensato puede sostener que aquí alguien ganó algo? Compañeras y compañeros, perdimos todos. En primer lugar los montevideanos, perdieron los trabajadores, perdió nuestro gobierno municipal, perdimos nosotros como gobierno municipal. Y perdieron también los que intentaron lucrar con la confrontación entre nuestro gobierno de carácter popular y los trabajadores municipales. Incitando desde páginas de medios de comunicación para que la confrontación creciera, también ellos perdieron. Porque lastimaron a nuestra sociedad, hirieron a la democracia, hicieron un daño a la política con mayúscula. Nadie ganó nada. Y tendremos que analizar en profundidad con la más amplia participación de los compañeros frenteamplistas. Discutir sin temores, sin prejuicios, sin mitos lo que nos pasó. Buscar las causas para evitar sus efectos. Si esta fuerza pretende y quiere ser gobierno nacional tiene que estudiar en profundidad lo que nos ha pasado en el Gobierno Municipal. Pienso compañeras y compañeros que no es hoy la oportunidad más propicia y tal vez no sea éste el ámbito más adecuado para profundizar en este asunto pero desde ya tiene que quedar claro que en materia de relacionamiento entre una fuerza política progresista de izquierda , su gestión de gobierno, los trabajadores y la sociedad –no nos olvidemos de ella, porque su bienestar es nuestra razón última de ser-, no podemos invadir competencias ajenas, pero tampoco podemos eludir las propias. Y si realmente queremos ser gobierno, y si queremos gobernar bien, más vale que lo hagamos desde ya. Que no le caiga a un gobierno del Encuentro Progresista- Frente Amplio a nivel nacional estos problemas sin haber tenido la inteligencia suficiente para haberlo discutirlo en tiempo y forma, en los lugares que correspondan y tomado posición al respecto sobre relacionamiento fuerza política, su gobierno y los trabajadores y la sociedad en su conjunto Queridas compañeras, queridos compañeros: En el documento de trabajo preparado para este Plenario se sobrevuela un una problemática sobre la cual queremos ser más específicos: la de los medios de comunicación. En setiembre de 2000, al plantear ante este Plenario la necesidad de encarar un proceso de actualización ideológica, dijimos –entre otras cosas- que no podíamos culpar a los demás de nuestras propias insuficiencias, que no podíamos escudarnos tras la hostilidad o la incomprensión de los medios de comunicación y que debíamos diseñar e instrumentar una estrategia respecto a los mismos. Pues bien; en esta materia, tampoco, hay atajos: es inútil diseñar una estrategia respecto a los medios de comunicación si no se tiene claro el papel de los mismos en el proyecto de sociedad que impulsamos. Tal afirmación puede resultar obvia y sin duda lo es; pero también es obvio –no hay que ser demasiado perspicaz para percibirlo- que no todos los frenteamplistas tenemos la misma concepción y tradición política sobre el papel de los medios de comunicación en la democracia en su conjunto. No es una tragedia ni un pecado; es un dato de la realidad. Tal vez no estamos en condiciones de dedicarnos de lleno a tal reflexión, pero tampoco podemos eludirla alegremente. Nos guste o no nos guste, lo cierto es que los medios de comunicación ya no son ni "el cuarto poder" ni "un poder de cuarta", sino que constituyen uno de los ejes del poder en su sentido más amplio y ocupan una posición central en la política. En cierto sentido son como la globalización: existen y debemos convivir con ellos. Pero convivir no es padecer. No debemos resignarnos al hostigamiento de los medios de comunicación, pero con quejarnos de los comunicadores no resolvemos nada. En estos tiempos de sociedad de la información y el conocimiento una fuerza política como la nuestra tiene que ser capaz de tener una propuesta en materia de democracia y medios de comunicación. Quizás una buena "hoja de ruta" para comenzar a diseñar esta estrategia sea analizar la autenticidad de ciertas "verdades clásicas" tales como que: 1) "los medios de comunicación son una realidad ajena al poder político" 2) "los medios de comunicación son independientes de los intereses económicos y las ideologías políticas" 3) "los medios de comunicación son un reflejo de la opinión pública" 4) "los medios de comunicación son ámbitos de realización de la razón y la verdad". Basta reflexionar un instante sobre cada una de estas "verdades clásicas" para constatar que hoy ya no son tan verdaderas porque: 1- los medios de comunicación no son vigilantes ni víctimas del poder. Son un eje de poder. 2- Los medios de comunicación, en mayor o en menor medida, siempre están vinculados a ideologías, intereses económicos (téngase en cuenta que por lo menos son empresas con fines del lucro) y partidos políticos. No basta con proclamar independencia para ser independiente. 3- La opinión pública no es una revelación divina. ¿En qué medida los medios de comunicación la reflejan? ¿En qué medida la condicionan? Tal vez, como sucede en algunos cuentos de hadas, son espejos que reflejan una imagen que ellos mismos crean. 4- ¿Y qué razones hay en la publicación de noticias tales como las singulares audiencias entre un Presidente de los Estados Unidos y una joven becaria en la Casa Blanca? Razones en cuanto intereses, varias y de diverso tipo; razones en cuanto a racionalidad, ninguna. 5- Y a qué verdad pueden conducir medios cuya independencia y racionalidad están tan cuestionadas? Pero focalicemos tales consideraciones a nuestra realidad cotidiana: A )Cuáles son nuestra actitud y práctica cotidianas hacia los medios? B) ¿ Las cambiaremos en caso de acceder al gobierno? C) Por qué hay que esperar hasta entonces? ¿ Y si no llegamos al gobierno? D) Y si llegamos: ¿ mediante qué mecanismos y con qué instrumentos lo haríamos? E) ¿Es posible intervenir legal y democráticamente en el actual panorama de adjudicación y tenencia de los medios de comunicación audiovisuales? F) ¿Cómo armonizar los criterios racionales y los intereses del mercado en esa eventual intervención? G) ¿Debe haber publicidad estatal? En caso positivo: ¿qué criterios de demanda y asignación la regirán? H) ¿Puede y debe el Estado intervenir en la transparencia del mercado de los medios de comunicación elaborando ranking? Estos, compañeros, son algunos de los temas que en materia de estrategia de medios de comunicación debemos ser capaces de abordar y resolver. Pero debemos ser capaces de algo más, que esto seguramente este Plenario lo va a lograr. Algo más Queridas compañeras, Queridos compañeros: Debemos ser capaces de querernos un poco más, compañeras y compañeros. A menudo decimos que mientras que a derecha la une el miedo y la resignación, el miedo a que esta fuerza política llegue al gobierno y la resignación de aceptar más de lo mismo y por eso la coalición entre blancos y colorados anda como anda, a nosotros nos une la esperanza y el compromiso de transformar la realidad para mejorar la vida de todos los uruguayos. Pero no basta con decirlo, hay que hacerlo. Mejor dicho: debemos practicarlo todos y todos los días. Sin estridencias, pero con convicción. ¿Cómo podemos pretender ya no la confianza, sino el elemental respeto político y personal de la ciudadanía cuando ésta asiste al espectáculo que brindan algunas de nuestras polémicas públicas? ¿Qué la naturaleza humana no es transparente y que todos tenemos nuestro lado miserable? Ya lo sabemos. ¿Qué en todas las fuerzas políticas suceden estas cosas? Sí. ¿Qué en nuestro caso cierta prensa exagera? También. Pero si todo esto lo tenemos tan claro, comenzando por quien habla, ¿por qué no tomamos medidas para evitarlo o atenuarlo lo más posible?, ¿acaso creemos que la libertad es que cada cual haga lo que quiere?, ¿acaso creemos que la democracia no tiene reglas?, ¿acaso nos hemos olvidado del significado de la palabra "compañero"?, ¿acaso nos hemos olvidado que cada compañero es un ser humano?. Quien no respeta a los demás no se respeta a sí mismo y en política –como en cualquier otro orden de la vida- quien no respeta a los demás ni se respeta a sí mismo está perdido. Circunstancialmente puede irle bien, pero está sustancialmente perdido. Queridas compañeras, queridos compañeros: Quien habla si tiene que perder, pierde. Yo, muchas veces me ha tocado perder y aunque no he disfrutados las derrotas, por el contrario las he sufrido enormemente tampoco me quejo de ellas. Pero no estoy dispuesto a perder de esta manera. No estoy dispuesto a perder por falta de respeto entre nosotros. Esta es la condición primera. Y dicho sea de paso: a lo largo de mi vida, he preferido no ganar antes que faltarle el respeto a alguien o faltármelo a mí mismo. Y no pienso cambiar. Como Presidente del Frente Amplio, un cargo con el cual ustedes me han honrado, no pretendo unanimidades, pero reclamo unidad. Reclamo unidad para los tiempos difíciles que estamos viviendo y que nos van a tocar vivir Como Presidente del Frente Amplio, esa responsabilidad en cuyo desempeño empleo el máximo de mi capacidad (es bueno que lo sepan: tal vez lo que hago no sea suficiente, pero es lo más que sé y puedo hacer), no aspiro a que esta sea una fuerza política perfecta, de santos y héroes; pero sí aspiro a que seamos sensatos y coherentes. En fin, como Presidente del Frente Amplio no pretendo lo imposible; pero tampoco estoy dispuesto a renunciar a lo ineludible. Y estoy dispuesto a reclamar las veces que sea necesario la fraternidad, el ejercicio de la unidad más firme que esta fuerza sea capaz de elaborar y llevar al Frente. Porque la unidad es la herramienta fundamental que nos va a permitir encarar todos los problemas y desafíos que tendremos en el futuro. Como Presidente del Frente Amplio no pretendo lo imposible pero si luchar por esa Unidad. Y lo ineludible hoy, como siempre, es el Uruguay, es su gente. Lo ineludible es reconstruirlo para, sobre esa base, edificar entre todos un país integrado, comprometido con un proyecto de convivencia al que se incorporen todas las capacidades de su sociedad; un Uruguay seguro de sí mismo y capaz de encarar el futuro con dignidad y confianza. Y los frenteamplistas y los encuentristas estamos dispuestos a luchar para lograrlo Muchas gracias Montevideo, 9 de noviembre de 2002
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