50 años de Revolución, ¡y no paramos!
- Opinión
Hace unos cuantos años, en octubre de 1994 para ser más exacto, mientras caminaba por las calles de Santiago de Cuba avisté sobre la pared de un edificio la siguiente inscripción: 36, ¡y no paramos! La ejecución de la pintada se había realizado con trazo preciso y elegante; se refería al 36 aniversario que
Dado el momento histórico que se vivía en
Recordemos que
Pero existen infinidad de ejemplos en la historia de Cuba que invitan a ser optimistas, incluso en situaciones tan adversas como las vividas en prácticamente toda la década de los noventa. Es muy probable que, además, el autor de la pintada que nos ocupa escuchara las palabras pronunciadas por Fidel a ese respecto. Desaparecida
Decir eso a primeros de los noventa fue mucho decir. Obedeciendo más al deseo que a la realidad, los “demócratas occidentales” se regocijaron anunciando el fin de
No era la primera vez que Fidel pronosticaba algo que rozaba lo “absurdo” y luego se cumplían sus previsiones. También en esto existen muchos ejemplos, y este sólo es uno de ellos: Cuando el 2 de diciembre de 1956 el Granma desembarcó por playa Las Coloradas, la aviación enemiga recibió con fuego a los 82 expedicionarios que zarparon en Tuxpan, matando y apresando a no pocos de ellos y dispersando al resto del débil pero ya naciente Ejército Rebelde. En esas condiciones tan complicadas, mientras la prensa de buena parte del mundo daba por muerto a Fidel y al intento emancipador que él lideraba, los rebeldes que no habían sido asesinados o apresados, fueron reagrupándose poco a poco. Así, el martes 18 de diciembre, el grupo de Fidel hizo contacto con el de Raúl. Cuando esto hubo sucedido, luego de estrecharse en un emotivo abrazo, los dos hermanos protagonizaron un diálogo histórico:
-¿Cuántos fusiles traes? –preguntó Fidel a Raúl.
-Cinco.
¡Y dos que tengo yo, siete! ¡Ahora sí ganamos la guerra!
Estás palabras bien podían haber sido dictadas por el cerebro de un loco, pero lo cierto es que, poco más de veinticuatro meses después, la guerra fue ganada por los Barbudos. Habían pasado cinco años, cinco meses y cinco días desde el asalto al cuartel Moncada y Carlos Manuel de Céspedes cuando, asomados al balcón del ayuntamiento de Santiago de Cuba, los Rebeldes anunciaron el triunfo revolucionario.
Era el primero de enero de 1959.
Sin la experiencia y resistencia cubana, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua… hoy no serían lo mismo –y quede claro que no les estoy restando mérito a lo mucho que están haciendo-. Además del efecto que supone tener una referencia cercana -en lo geográfico y en lo ideológico-, la ayuda que Cuba presta a todos esos procesos emancipadores –en materia de educación, sanidad…- es sumamente importante; sobre todo en sus complicados inicios, que, en mayor o menor medida, es la fase en la que estas revoluciones se mueven todavía.
Son muchos los beneficios repartidos por el afecto cubano. Somos muchos los que hoy nos alegramos por su existencia y estamos de celebración. Bajo el colmillo siempre presto de la fiera,
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