Feliz Navidad a pesar de la desigualdad

26/12/2008
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Esta mañana todos los niños panameños se levantaron muy temprano ansiosos por saber que regalos les esperaban para hacer realidad el día más feliz del año. Desde las casas más privilegiadas, hasta los hogares más humildes, como fue la del niño Jesús. La desigualdad sigue siendo la señal de los tiempos. Sin embargo, la alegría inocente de los niños los iguala a pesar de la realidad de una sociedad injusta.

Echemos un vistazo a cómo amaneció Panamá esta Navidad de 2008 después de un año de conflictos, enfrentamientos y una crisis internacional que recorre el mundo como un tsunami. Entre los paquetes que no llegaron a los hogares panameños está la equidad, cero corrupción y empleo bien remunerado. El regalo de Navidad más grande fue el paquete de creciente desigualdad dejado por el gobierno a una población que está cada vez más frustrada.

Las estadísticas panameñas arrojan resultados que no dejan duda sobre el deterioro que sufrió el país en 2008. El crecimiento económico (se calcula en un 9 por ciento) benefició a los ricos que se hicieron más ricos, mientras que los pobres cayeron en la indigencia y los trabajadores se empobrecen. La desigualdad se agudiza como resultado de las políticas públicas que intervienen desde arriba para beneficiar a los más ricos.

Hace 10 años, los trabajadores (el 80 por ciento de la población) recibían el 60 por ciento de las riquezas que producía el país. En 2008, la relación se invirtió y los trabajadores ahora sólo reciben el 40 por ciento de la riqueza. Este es el resultado directo de tres paquetes envueltos en políticas públicas introducidas al país en la década pasada. Por un lado, envuelto en papel rojo, la flexibilización de la fuerza de trabajo. Los trabajadores son tratados como mercancías, sin derechos humanos, que pueden ser explotados sin límite.

Por el otro, con un lazo azul, la desregulación que convierte a los especuladores en dueños de los servicios de salud, educación, seguridad social, transporte y los demás servicios. Los depredadores han introducido nuevas palabras como globalización, seguridad jurídica y modernización para legitimar la represión sistemática de toda protesta.

La tercera política pública, envuelta en seda, es la privatización que le permite al gobierno intervenir directamente en la economía a favor de los más ricos. Hace más de diez años el gobierno traspasó las empresas productivas del país a una mafia especuladora nacional asociada con extranjeros. Siguió poco después, traspasando sin costo a los especuladores los servicios de electricidad y telefonía.

La política intervensionista del gobierno ha recrudecido en los últimos años, traspasándole a los depredadores los recursos destinados a la salud, educación, seguridad social e, incluso, seguridad ciudadana. El colapso de estos servicios en 2008 es el resultado de la rapiña orquestada por quienes han convertido al gobierno en un repartidor de riquezas para los más ricos.

En 2008 a estas políticas públicas se acopló la nueva modalidad intervensionista mediante el cual el gobierno, ilegalmente, se dedica a traspasar tierras nacionales, playas, islas, fuentes de agua e, incluso, servidumbres a los especuladores que se enriquecen aún más.

Hay que organizarse para que el próximo año no se incluya la desigualdad en la lista de regalos de Navidad.

- Marco A. Gandásegui, hijo, es docente de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) Justo Arosemena.

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