La esperanza

14/01/2009
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Bajo la herencia espiritual de Abraham Lincoln y Martín Luther King, Barack Obama se convirtió, con el voto del pueblo y una renovada democracia, en el cuadragésimo cuarto presidente de Estados Unidos y en el primer negro en ocupar la Casa Blanca.
 
Con esto se cumplió en mucho, por su significado intrínseco, el sueño del mártir de los derechos humanos en el sentido de que “el color de la piel no tiene importancia”, de ahí que lo trascendente son las grandes expectativas que ha abierto el flamante mandatario estadounidense: la esperanza de dar por terminada la época de brutalidad que este martes 20 simbólicamente termina; la esperanza de terminar con las guerras de Afganistán e Irak y no iniciar otras, con los procesos extrajudiciales basados en detenciones ilegales y torturas, cerrar la ignominiosa cárcel de Guantánamo y fundamentalmente respetar la soberanía de los pueblos y naciones y los derechos humanos en el mundo entero.
 
En las primeras frases del discurso de ascensión al poder, Obama dejó implícito no sólo al repudió a la situación que le deja el ya catalogado como el peor presidente en la historia de Estados Unidos, George Walter Bush, a quien por cierto nadie le lloró en su despedida, si no la crítica severa.
 
Estoy aquí hoy con la humildad de la tarea que tenemos ante nosotros, agradecido por la confianza que me han depositado, consciente de los sacrificios de nuestros antepasados, dijo y agregó: En estos momentos Estados Unidos no solamente ha seguido adelante por la visión del liderazgo, sino porque nosotros, el pueblo, hemos mantenido la fidelidad a los ideales de los próceres y la fe en nuestros documentos fundamentales, así tiene que ser con esta generación de estadounidenses, que estamos en medio de crisis que no entienden cabalmente.
 
Nuestra nación esta en guerra contra una vasta red de violencia y odio, nuestra economía está muy debilitada debido a la irresponsabilidad de algunos, pero también por que no tomamos decisiones firmes para preparar a nuestra nación para una nueva era.
 
La gente ha perdido hogares, empleos negocios, nuestro servicio médico es muy costoso y cada día trae más evidencia en que la forma en que utilizamos la energía fortalece a nuestros adversarios
 
Ante esto, que llamó indicadores de la crisis, sujetos de datos y estadísticas, menos medible, pero no menos profundo es la falta de confianza en nuestra nación un temor de que la declinación de nuestro país es inevitable que la próxima generación debe reducir sus expectativas, hoy los retos que enfrentamos son reales a son muchos, que no se van a encerar con facilidad o en corto tiempo pero, sepan esto estadounidenses van a ser encarados.
 
Y vino el compromiso: Este día nos reunimos porque hemos decidido optar por la esperanza sobre el miedo, en la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia, en este día queremos proclamar el fin de los reclamos mezquinos y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas desgastados que por mucho tiempo han estrangulado a nuestra política, seguimos siendo una nación joven, pero como dice la escritura, ha llegado el momento de reafirmar nuestros espíritu perdurable, des escoger lo mejor de muestra historia y avanzar con este don, esta idea noble pasada de generación en generación la promesa divina de que todos somos iguales, libres y merecemos la oportunidad de buscar la felicidad.
 
Llegaron otras reprimendas, al afirmar, que los cínicos no entienden que el suelo se les ha movido, que los argumentos políticos desgastados que nos han consumido por tanto tiempo ya no se aplican y al hacerse la  pregunta de si el mercado es una fuerza para el bien o el mal, es un poder para generar riqueza y libertad incomparable.
 
La esperanza quedó plasmada al final, cuando se refirió a los ideales de los próceres estadounidense, que según afirmó, siguen iluminando el mundo y no vamos a renunciar a ellos solamente por celeridad, así que a todos los otros pueblos y gobiernos que nos observan hoy desde las grandes capitales a los más pequeños pueblos, como aquel en que nació mi padre, sepan que Estados Unidos es una amiga de cada nación, de cada hombre mujer y niño que quiere un futuro de paz y dignidad y estamos listos para retomar el liderazgo. En esas condiciones, no perdamos la esperanza.
 
- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano.  
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